No pasarán!
No pasarán!
Maria Ayete

El asedio a Madrid no sólo se cuenta desde la primera línea de fuego, sino desde atrás, desde el hambre, el miedo, las bombas, la destrucción vuelta cotidianeidad, desde la supervivencia

Reeditada este mismo año por Renacimiento con prólogo de Javier Sánchez Zapatero, El asedio de Madrid es una novela de Eduardo Zamacois escrita durante 1938 que narra, como su título indica, los meses de asedio a la capital tras el golpe de Estado del 36. Bueno, en realidad, el texto no narra solo eso, sino mucho más, porque Madrid, al fin y al cabo, era frente (sus alrededores convertidos en campos de batalla) y asimismo retaguardia (la guerra vuelta cotidianeidad en el interior de la ciudad); esperanza y decaimiento; amor y heroísmo; hambre, violencia y muerte.

Si bien la literatura escrita en los años de la contienda tiene un marcado carácter propagandístico (como no pudiera ser de otra manera, dada la urgencia histórica), esta obrava un pasito más allá, aunque no pierde un ápice de propaganda (el tono épico es evidente, en ningún momento trata de ocultar sus simpatías por el bando republicano y jamás se rompe el maniqueísmo). ¿Qué por qué digo que va un pasito más allá? Porque Zamacois consigue articular una visión de la vida en el Madrid de la época poliédrica, coral, múltiple: vívida. Y para ello se sirve fundamentalmente de tres elementos: una mirada omnisciente, el conocimiento de primera mano de los hechos históricos acontecidos y un elenco de personajes ficticios bien construidos que habitan e interactúan con ese espacio.

En El asedio de Madrid no aparece una imagen fija, estática y unitaria de la vida en la capital. Antes al contrario, el movimiento y la superposición de capas son la características principales de una narración que aspira a reflejar con la mayor precisión posible la realidad del momento. Así, acompañados de algunos de los personajes, asistiremos a la conquista del cuartel de la Montaña, iremos a luchar a la Sierra o nos moveremos entre las trincheras de la Casa de Campo, por ejemplo; pero también nos meteremos dentro del Ministerio de la Guerra, de hospitales, de bares y hasta de casas particulares, en un vaivén continuo de escenarios y situaciones que, permitiéndonos aproximarnos a la realidad desde distintos flancos, dota al relato de la complejidad a la que antes apuntaba.

El asedio de Madrid (1938)
Eduardo Zamacois
(Renacimiento, 2023)


Creo que uno de los aspectos más llamativos de la novela de Zamacois -uno de sus logros- reside en la mezcla, para nada artificiosa, de realidad y ficción. Para realzar ese telón de fondo del arranque de la guerra y del asedio, leemos hojas volanderas escritas en los campos de batalla o artículos de prensa, escuchamos discursos por megáfonos e irrumpen, estridentes, las sirenas antiaéreas. Pero en sus páginas se alude a eventos concretos y por ellas pasean, además, figuras como Servando Marenco, José Miaja o Durruti, entre muchísimos otros, todo ello entrecruzado con gentes como Juan, Puri, Benigno, Celestino o Teodoro, personajes ficticios a los que seguiremos hasta el fin de la narración, a mediados del 37. Y son precisamente estos últimos, Juan y compañía, los verdaderos protagonistas del relato: sus vidas, sus decisiones, sus peripecias; la intrahistoria, al fin, porque el asedio se cuenta no solo desde la primera línea de fuego, sino -y, sobre todo- desde atrás, desde el hambre, el frío y el miedo, las bombas enemigas y los excesos republicanos; desde una destrucción vuelta cotidianeidad; desde la supervivencia.

El asedio de Madrid es una novela en buena parte desconocida, fuera del canon, a pesar de ser su autor, en palabras de Sánchez Zapatero, “uno de los más populares escritores de su generación” y de ser su texto “probablemente la mejor y más trabajada novela publicada en el lado republicano durante la guerra”. Ojalá esta reedición la coloque en el lugar que le corresponde.


Fuente → mundoobrero.es

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