Las últimas consecuencias del fascismo
Las últimas consecuencias del fascismo
Miguel Ángel López Moreno

Si todo va bien, el 18 de noviembre de 2023 Nena Baptista Torrente, con más de 90 años, recibirá en el cementerio de San Fernando los restos de su padre  
 
Si todo va bien, el 18 de noviembre de 2023 Nena Baptista Torrente, con más de 90 años, recibirá en el cementerio de San Fernando los restos de su padre, don Francisco Baptista Florenza, que fuera maquinista de la Armada, asesinado el 11 de octubre de 1936. Toda su vida ha estado Nena esperando este momento y ella misma mantiene que sigue viva por esta única razón: recuperar a su padre.
 

En el mismo acto, Francisco Valverde Quintana recibirá la pequeña caja que contiene los restos de su padre, don Juan Valverde Colón, conserje de la Peña Conservadora, asesinado en La Isla el 5 de septiembre de 1936. Algunos aún recordamos a Paco, con sus 80 años, encorvado sobre la tierra de la fosa común (en el cementerio de San Fernando) buscando a su padre con pico y pala. Y lo consiguió. Él mismo estuvo limpiando los restos del Sujeto 37 sin saber, en ese momento, que eran los de su propio padre. Dos años más tarde, los análisis de ADN lo confirmaron.

También recibirán sus restos los nietos y bisnietos de don Manuel Barbacil Mejuto, tranviario y masón de 67 años. Asesinado el 29 de octubre de 1936. A Manuel también le asesinaron dos de sus hijos, Eladio y Alfonso… La familia nunca los ha olvidado.

Seis años ha estado Amede excavando y exhumando los cuerpos de 147 represaliados por el franquismo en las fosas comunes del cementerio de San Fernando. Un trabajo plagado de problemas. Una labor impagable, basada en el compromiso y en la convicción de que era un deber ineludible recuperar esos cuerpos maltratados. Los familiares de las víctimas, los técnicos y los voluntarios, esos “buscadores de huesos” (que dicen algunos impresentables) que no han desfallecido en estos años, tienen nuestro total respeto y admiración. 

Ese 18 de noviembre de 2023, en el cementerio de San Fernando, ocurrirá un carrusel de emociones, y creo que conviene recordar que este acto es la consecuencia última de un crimen cometido en 1936 por militares sin honor, fascistas sin entrañas y curas sin conciencia. Es decir, es la consecuencia tardía de un régimen autoritario que encontró cobertura ideológica en el fascismo de la Falange Española; y de la Iglesia católica absorbió la suficiente tranquilidad de conciencia como para matar sin remordimientos a estos hombres.

Hoy día, los herederos políticos de ese régimen criminal campean otra vez por nuestras calles. Y, aunque resulte inaudito, es el mismo y viejo monstruo que se levanta de nuevo apoyándose en la incultura generalizada y en la ignorancia de la historia pasada.

 Don Francisco Baptista Florenza

El 18 de julio de 1936, don Francisco Baptista Florenza, zaragozano y casado con doña Sara Torrente Márquez, era maquinista de cargo en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, que permanecía atracado en el Arsenal de la Carraca. Entre el 21 y 23 de julio, mientras la marinería y las dotaciones de varios buques atracados intentaban recuperar el arsenal para la República, unos quince o veinte miembros de la dotación del Juan Sebastián Elcano, entre ellos Francisco Baptista Florenza, comunicaron a su comandante, el capitán de navío don Cristóbal González-Aller, que no secundarían el golpe de Estado y que no cumplirían sus órdenes. Honestidad y valentía que sirvió de poco.

González-Aller ordenó que fueran desarmados, desembarcados y encarcelados en el Penal de Cuatro Torres. De nuevo, los que se habían sublevado contra la II República acusaron de rebelión a los que mantuvieron la lealtad al Gobierno. Es el repetido ejemplo de la justicia al revés. En este caso se le abrió la Causa 156/36 en la que consta como único delito "manifestar al comandante del Elcano que no colaboraría con el Glorioso Movimiento Nacional". Pero no hubo sentencia. En la madrugada del 11 de octubre de 1936, por orden del almirante Ruiz Atauri, jefe del Departamento Naval, lo sacaron del penal junto a [...] cuatro compañeros maquinistas de la Armada y los asesinaron.

A los cinco maquinistas condujeron hasta la tapia del cementerio de San Fernando. Allí les atendió don Segundo Martínez Ojeda, teniente cura de la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Luego fueron asesinados por un pelotón de guardias civiles voluntarios y abandonados los cuerpos a pie de tapia. Más tarde los arrojaron en la fosa común del cementerio civil de San Fernando. El cura dejó escrito que les aplicaron la ley de guerra y pocos datos más. 

Tenía Francisco Baptista Florenza treinta y un años "…vivía en Ferrol, en el Núm. 60 de la calle Canalejas. Estaba casado con Sara Torrente Márquez y tenían dos hijos, María del Carmen, de seis años y Francisco, de cuatro. En el momento del asesinato, la madre y los dos niños estaban en la casa de veraneo al otro lado de la ría. Se tuvieron que ir a Vigo, para esconderse en casa de una amiga de la madre, ya que los persiguieron, amedrentaron y amenazaron. No le concedieron pensión a su viuda y la familia sobrevivió en condiciones muy precarias" / Fuente: “República, alzamiento y represión en San Fernando”. Amede, 2019

 Juan Valverde Colón

...los falangistas lo sacaron a empellones de su casa, por la noche. Iba en mangas de camisa y ningún miembro de su familia volvió a saber de él. Juan procedía de Paterna de Rivera, era tipógrafo y trabajaba de conserje en la Peña Conservadora de San Fernando. El cura que asistió a su muerte dijo que le aplicaron la Ley de Guerra y que lo enterraron en San Fernando. Actualmente seguimos sin saber por qué lo mataron el 5 de septiembre de 1936, con 31 años. Su viuda, María Antonia Quintana García, tenía un hijo de dos años llamado Francisco y estaba encinta de una niña que se llamaría Pilar. Nadie relató a Francisco la suerte de su padre y tuvo que pasar más de medio siglo para que encontrara su nombre entre los fusilados que describió Casado Montado en su obra Trigo tronzado. / Fuente: “República, alzamiento y represión en San Fernando”. Amede, 2019.

 Manuel Barbacil Mejuto

Y el 12 de agosto de 1936 también detuvieron en su domicilio a su padre, don Manuel Barbacil Mejuto, tranviario de sesenta y siete años, masón de la logia Igualdad 53 de San Fernando. Lo encerraron en los calabozos del ayuntamiento y dos días más tarde, por orden directa del comandante militar de la plaza, Ricardo Olivera Manzorro, fue conducido hasta el Penal de la Casería de Ossio "…donde permaneció hasta el 29 de octubre del mismo año, siendo pasado por las armas a poco de salir, por su oposición al triunfo del Glorioso Alzamiento Nacional…". Ese día, estando bajo la tutela de Olivera Manzorro, lo asesinaron junto a su amigo don Cayetano Roldán Moreno. Ambos fueron arrojados en una de las fosas que abrieron en el patio ampliado del cementerio de San Fernando. En el caso de don Manuel, según consta en el registro que logró hacer su viuda en 1940, "falleció a consecuencia de haber sido pasado por las armas". Y pasados unos años, a don Manuel y a don Eladio Barbacil, padre e hijo, la contumacia represora del Régimen les abrió sendos expedientes por masonería. Aquel remedo de justicia, efectivamente, era ciega. / Fuente: “República, alzamiento y represión en San Fernando”. AMEDE, 2019

No podemos y no debemos olvidar.


Fuente → lavozdelsur.es

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