Yo escribo mucho. Pero una cosa es el enfoque sociológico o antropológico de la vida pública y de los mecanismos del poder allá donde se aloja (que es en los términos en que suelo escribir), y otra implicarse en análisis de una política española asquerosamente viciada por ese punto de partida falso. Es decir, por una Transición escandalosamente tramposa donde empieza la corrupción del nuevo Régimen y sigue la corrupción de la mayoría de los políticos a partir de entonces. Y sobre semejantes cimientos -está claro- es imposible levantar un Estado mínimamente sólido, serio y responsable con propósitos nobles y de altas miras, como pueda ser cualquier otro europeo. Y es que España al parecer, está condenada por los dioses y por la Historia a ser una nación destartalada, bronca y casi tercermundista, por muchos esfuerzos que se hagan desde distintas instancias españolas y europeas, para europeizarla.
De modo que a nadie debe extrañar que, desde hace muchos años, la posición personal de millones de españolas y españoles respecto a la política española, tal como se entiende y practica en España, sea de indiferencia o bien filosófica, ésa que recuerda al filósofo Epicuro que decía a sus alumnos de la Academia: ¡Lejos de la política! Eso al menos, es lo que hago yo…
Fuente → aporrea.org
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