La punta del iceberg de la pederastia en la Iglesia
La punta del iceberg de la pederastia en la Iglesia
Juan Mari Arregi  
 
El Defensor del Pueblo del Estado Español ha hecho público recientemente su informe sobre la pederastia o abusos sexuales a menores en la Iglesia de su territorio y en consecuencia incluye también los casos conocidos en la Iglesia de Hego Euskal Herria. Las cifras que se desprenden del informe de 779 páginas elaborado por el equipo del Defensor del Pueblo son demoledoras. Cuando se habla de esta lacra en la Iglesia se refiere a la constatada en sus parroquias, colegios, seminarios, casas religiosas, campamentos de scouts o instalaciones dependientes de su régimen.
 

Al menos 440.000 personas sufrieron abusos sexuales a manos de sacerdotes, religiosos o individuos vinculados a la Iglesia Católica. Representan el 1,13% de la población del Estado español adulta actual. Ese porcentaje se extrae de la encuesta a 8.013 personas realizadas para el Defensor por el instituto demoscópico GAD3, una metodología aplicada de las ciencias sociales que evita sesgos y especulaciones. En 2021, tras conocer los datos de la Iglesia de Francia, 330.000 víctimas, el portavoz de la Conferencia Episcopal española, Luis Argüello, aseguraba que conocía «cero o muy pocas» denuncias… en el caso de la Iglesia del Estado Español.

Aunque es admitida científicamente, esa metodología llevada a cabo por el Defensor del Pueblo es un tanto discutible y de hecho ha provocado que los responsables de la Conferencia Episcopal Española la minusvaloren y hayan criticado la extrapolación que se ha hecho con esas encuestas.

No obstante, en términos generales el citado informe recoge hasta final de 2022 unos 728 casos de abusos sexuales y 927 víctimas en el conjunto del Estado Español. Sus diócesis, reacias en general a informar y aportar sus datos, han admitido 354 casos y sus órdenes religiosas otros 786, por lo que en total se han constatado oficialmente un total de 1.140 casos. La base de datos de "El País", cuya labor en estos últimos cinco años hay que reconocer y aplaudir, constata con datos concretos hasta el momento 1.303 acusados con 2.495 víctimas.

En el caso de Hego Euskal Herria, el informe recoge un total de 84 lugares o centros donde se produjeron abusos sexuales, aunque no aclara el total de sus víctimas. En Araba fueron 7 lugares, pueblos o centros de abusos sexuales; otros 33 en Bizkaia; otros 17 en Gipuzkoa y otros 27 en Nafarroa. En Araba los lugares donde se han constatado esos abusos son Gasteiz (varios lugares), Llaudio, Zuazo de Cuartango. Los 33 de Bizkaia han sido localizados en Bilbao (varios), Carranza, Erandio, Trapagaran, Lemoa, Bedia, Gernika, Kortezubi, Leioa, Durango, Muxika, Derio, Barakaldo (varios), Bermeo, Basauri, Portugalete, Balmaseda y Amorebieta. Los 17 casos de Gipuzkoa han sido en Donostia (varios), Tolosa, Urnieta, Beasain, Orereta, Arrasate, Irun, Zumarraga y Eibar. Los 27 de Nafarroa, han sido en Isaba, Barañain, Murchante, Iruña (varios), Tafalla, Tudela, Estella, Puente de la Reina, Dicastillo, Burgi, Castilo Novo, Peralta, Altsatsua y Artajona.

Esos lugares y centros recogidos en este informe, ¿son los que realmente se han producido en el conjunto del Estado Español, y en concreto en Hego Euskal Herria en estas últimas décadas? Sin duda que son la expresión de lo que es la punta de un gran iceberg que nunca podremos llegar a saber por qué las autoridades de la Iglesia no están por la labor y quienes fueron sus víctimas, muchas de ellas no quieren hablar y otras muchas van perdiendo la vida.

Hay, sin embargo, personas que han sido víctimas y que no quieren pasar esta página sin dejar su testimonio. Como es el caso de quien suscribe este artículo. Un testimonio que en su día fue publicado tanto en prensa, radio y televisión. Y que en este momento de hacerse público este Informe, conviene recordarlo, sobre todo de cara a avalar que sus datos son la punta de todo un iceberg.

En el Informe del Defensor del Pueblo aparece como uno de los lugares de abusos sexuales el Seminario de Derio. Lo que no dice, porque tampoco tenía datos de cada una de sus víctimas, el número de quienes padecieron aquellos abusos de uno o varios sacerdotes educadores de aquella institución. Víctimas, por ejemplo, de quien en 1953-55 fue director Espiritual del Seminario de Derio, Manuel Estomba, y otros dos o tres superiores del mismo seminario, no fue solamente quien suscribe. Muchos de mis compañeros, como de otros dos cursos, varias decenas como mínimo, fueron tan víctimas como yo. Tan solo hubo dos denuncias. Amparándose en enseñarnos la higiene sexual, el citado director abusaba de nosotros jugueteando con los genitales y abrazándonos. Tras un tiempo, y sin ninguna explicación, fue trasladado a las Misiones Diocesanas de Ecuador y Venezuela.

Quien suscribe no forma parte en la actualidad de la Iglesia. Fui ordenado sacerdote en 1966 y, tras mi exilio en 1969, abandoné la Iglesia, aunque nunca me secularicé. Siempre he sido muy crítico con la Jerarquía de la Iglesia y lo digo por lo que ahora voy a comentar sobre este caso de la pederastia, y de forma positiva, especialmente en el caso de la Jerarquía de Bizkaia con Joseba Segura al frente de la misma como Obispo.

Hasta que llegó él a Bizkaia como Obispo, 2021, yo no había mantenido desde 1969 ningún contacto con la Jerarquía de la Iglesia vasca... Pasaron al frente la diócesis obispos como Pablo Gúrpide, Jose Maria Cirarda, Antonio Añoveros, Juan Mari Uriarte, Luis Maria Larrea, Ricardo Blazquez, Carmelo Etxenagusia, Mario Iceta... Ninguno de ellos, salvo Añoveros, contactó conmigo. Unicamente Juan Mari Uriarte me envió una lacónica y burocrática carta hacia 1973 en la que tras años de exilio y cárcel, y sin ningún contacto previo, me emplazaba a que en un plazo de tiempo manifestara mi voluntad o no de continuar en la estructura de la Iglesia. Por mi parte, no contesté a aquella fría y disciplinaria carta.

Esos obispos nada hicieron por investigar y tomar decisiones sobre aquella lacra. Fue necesaria la llegada de Joseba Segura en 2021 para que asumiera aquella situación y decidiera crear una comisión de investigación poniendo al frente a un sacerdote diocesano, Carlos Olabarri, quien ha sabido gestionarla. Quien suscribe fue recibido en una ocasión por esa comisión y en otra, a solas, por el propio obispo Joseba Segura. Las noticias que han trascendido sobre la respuesta de la Conferencia Episcopal Española a la pederastia de menores en la Iglesia –tardías, fatales, minusvalorando, minimizando el problema, impidiendo la investigación– no pueden tapar a quienes, aunque muy pocos obispos y diócesis, han sabido gestionar esta lacra. Y ahí hay que situar al menos a una parte de la Jerarquía de la Iglesia Vasca: la de Bizkaia y la de Araba. De la de Gipuzkoa y Nafarroa, no tengo datos.


Fuente → naiz.eus

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