El Régimen del 78 quiere garantizar su supervivencia y no va a permitir que la Amnistía salga adelante
El Régimen del 78 quiere garantizar su supervivencia y no va a permitir que la Amnistía salga adelante
 

Es posible que Pedro Sánchez consiga la investidura como presidente del Gobierno, pero lo que no va a ocurrir bajo su presidencia es la resolución del conflicto estructural entre Cataluña y el Estado español, hipótesis ésta que le sirve al presidente en funciones para justificar todos los vaivenes y cambios, no menores por cierto, en relación con tal asunto. Con sus limitaciones, los Rodalies se podrán transferir, y la condonación de 15.000 millones de euros de deuda a Cataluña es posible que también, pero la materialización de una Ley de Amnistía merecedora de tal nombre no va a suceder, lo aseguramos desde ya. Por supuesto que no tenemos ninguna información privilegiada de ningún tipo para afirmar esto, ni tampoco la necesitamos. Lo que sí mantenemos intacta es nuestra capacidad de análisis y razonamiento. Es posible, y hasta probable, que en el Congreso de los Diputados se apruebe una Ley de Amnistía, con contenido similar a la demandada por Junts y ERC, pero tal Ley no se hará efectiva, al menos en su esencia. El Régimen del 78 está diseñado para impedir ese tipo de cuestiones, y pondrán en marcha -de hecho ya lo está haciendo- todos los mecanismos para ello. El movimiento soberanista y republicano catalán debería haber aprendido de los hechos acontecidos alrededor de la consulta del 1 de octubre de 2017; estaban convencidos que ni la Guardia Civil ni la Policía intervendrían para impedirla, porque consideraban que ante Europa esa imagen sería inadmisible por parte de un Estado miembro de la UE; por nuestra parte, estábamos convencidos/as de que sucedería lo que finalmente ocurrió, y así se lo trasladamos. Sobra evaluar la rotundidad de la respuesta represiva por parte del Estado español.

Las leyes en el Estado español tienen que pasar por el Senado; el PP tiene mayoría absoluta en esa Cámara y en su Mesa, el órgano que la gobierna. Ya han planteado una reforma del reglamento del Senado que les permita mantener los trámites para su aprobación durante varios meses, aunque se intente tramitar por el procedimiento de urgencia, además de que el voto mayoritario, por supuesto, será contrario. Hoy mismo se reúne el pleno del Consejo General del Poder Judicial para pronunciarse sobre el asunto, y salvo la irrupción de cuestiones no previsibles, habrá un voto mayoritario en contra de la Ley. Los contrarios a ella, que ya han informado de que la recurrirán al Tribunal Supremo, pueden encontrarse con una resolución de ese Tribunal favorable a sus tesis. Los partidarios de ella, por necesidad, como dice Sánchez, recurrirán esa decisión al Tribunal Constitucional, en donde el Gobierno tiene mayoría bajo la Presidencia de Conde-Pumpido. Pero el Presidente de este Tribunal en la actualidad está más que tocado: su hijo es un “violador reincidente” que consigue zafarse de la “Justicia” por ser hijo de quien es.

¿Qué juez o jueza se atreve a procesar en serio al hijo del Presidente del Tribunal Constitucional? Pero, en paralelo, ¿cómo repercute en la autoridad de ese señor (el Presidente del TC) la trayectoria de su hijo? En cualquier país europeo esta sería una situación insostenible.

En las próximas semanas y meses vamos a asistir a una batalla con muy poco interés para el pueblo trabajador entre el ala izquierda y el ala derecha del Régimen del 78, salvo para que se demuestren nuevamente las limitaciones democráticas de éste. Es muy significativo y esclarecedor que la ANC (Asamblea Nacional Catalana) o los CDR (Comités de Defensa de la República) se hayan manifestado ya con toda contundencia sobre la Amnistía de Pedro Sánchez, rechazándola de plano. Asistiremos también a una maniobra de entretenimiento de la opinión pública; seguirán intentándonos convencer de que la alternativa a la izquierda del Régimen (la continuidad del actual Gobierno) es un Gobierno de la derechona. Eso es simplemente un falso dilema, y la evolución de las cosas en lo inmediato servirá precisamente para demostrar lo contrario de lo que pretende el Gobierno y los partidos que lo apoyan. Servirá para confirmar que desde el Régimen del 78 no caben más medidas que aquellas a las que éste en su conjunto dé el visto bueno. En esa idea es en la que el movimiento popular comunero tiene que incidir, implicándose en cuerpo y alma para conseguir aquello que no se dio en los inicios de la Transición, esto es, la ruptura democrática.

Nos resulta impresentable que la actual Ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero, haga críticas al Gobierno por su actitud en la guerra genocida de Israel contra Palestina, pero al mismo tiempo su organización tenga como objetivo principal real que ella siga de titular de ese Ministerio. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. Podemos está, como es habitual, en una de las operaciones más sórdidas del Régimen del 78: intentar convertirse en una referencia mediático-política para los sectores más combativos del movimiento popular. Nacieron para intentar liquidar e institucionalizar al potente movimiento social de la época, pero en Madrid, en Castilla, sólo lo consiguieron en muy pequeña medida. Ahora tienen un objetivo menor, pero tendrán la máxima colaboración de los medios de comunicación, como lo tuvieron en aquel momento. Los resultados de la maniobra serán aún más escasos que el conseguido con su nacimiento, por dos razones fundamentales: primero, porque no tienen “inteligencia” suficiente para ello; y segundo, porque tampoco tienen militancia para llevarlo adelante. Esta operación, hecha solo a través de los medios, tendrá un alcance muy limitado.

La guerra genocida contra Palestina necesita abrir un frente político

El domingo 6 por la mañana, una vez finalizada la reunión entre Mammoud Abbas y Anthony Blinken, este último explicó que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina le había informado de su disposición a tomar el control de Gaza como parte de una solución diplomática a la actual guerra. En las horas previas, Blinken se reunió con los ministros de exteriores de varios países árabes (Jordania, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Qatar y Egipto), para después reunirse con representantes iraquíes y chipriotas y finalmente volar a Turquía para encontrarse con Erdogan. No es difícil imaginarse que las conversaciones tuvieron muy en cuenta las posibilidades y maneras de implementar el plan acordado con Mammoud Abbas. La guerra entre Hamas y el Estado sionista de Israel está siendo muy complicada para este último, con un número importantísimo de bajas en su Ejército, que por supuesto no cuentan en toda su amplitud.

En cualquier caso, a pesar de todos los crímenes cometidos por el Ejército israelí y los colonos, la guerra/genocidio no se va a resolver rápidamente. Mientras, la opinión pública mundial se va posicionando, de forma cada vez más clara, a favor del pueblo palestino. Además ha aparecido con fuerza un fenómeno de la mayor relevancia: en Israel hay un movimiento social en ascenso que exige que el Gobierno se centre en la liberación de los rehenes, llegando incluso a pedir la dimisión de Netanyahu. En diferentes países occidentales, especialmente en EEUU, sectores de la comunidad judía se manifiestan en contra de la guerra/genocidio contra Palestina.

Si la victoria militar no es fácil, y menos a corto plazo, parece que les resulta imprescindible abrir un frente político-diplomático en el que se pueda intentar dibujar un marco del conflicto diferente al actual, aunque este sea más virtual que real. Hay que reconocer que los EEUU/Hollywood, a pesar de su decadencia, siguen siendo la principal y más experimentada fuente de “cuentacuentos” del mundo.

En los medios de comunicación españoles tardaron muchas horas en hacerse eco de la información reseñada, una vez avanzada la tarde del domingo. Solo se nos ocurre una interpretación: tardaron en comprender el alcance de ella y no estaban previamente informados. ¿Qué se pretende con esta maniobra puesta en marcha por Blinken y apoyada por Abbas? Romper la unidad del pueblo palestino, frenar el ascenso de las simpatías hacia Hamás entre los pueblos árabes y, con ello, dar un margen de maniobra a sus gobernanzas, en muchos casos claramente reaccionarias y a las que solo las circunstancias, como a Pedro Sánchez, hacen cambiar sus posiciones iniciales. Ahora se pueden entender mejor las exigencias en Europa, y en general en el mundo occidental, para que cualquier declaración sobre la guerra genocida vaya precedida de una condena hacia Hamás como organización terrorista. Algunas declaraciones, como la del Ministro de Patrimonio israelí, Amichai Eliyahu, sobre el posible uso de armamento nuclear, tienen como virtualidad el lanzar globos sonda para distraer a la opinión pública de los problemas principales. Pero por si acaso la maniobra político-mediática que han iniciado no les sale bien, los EEUU han incorporado un submarino nuclear a la flota desplegada en la zona.

En apoyo a esa línea iniciada por Blinken y Abbas confluirán no pocos gobiernos occidentales, así como fuerzas políticas autoconsideradas “progresistas”, lo cuál llevará también a un intento de división en el movimiento de solidaridad con Palestina. En esta línea es muy significativo el titular de un artículo en La Vanguardia, «Palestina sí, Hamás no«. Una de nuestras tareas es intentar evitarlo.

Salvando todas las distancias, respecto a esta iniciativa de Blinken-Abbas, pueden traerse a colación dos ejemplos que tienen al Estado francés como centro; uno nefasto e indigno, y otro que fue justamente lo contrario. Por un lado, la creación del Régimen de Vichy, un protectorado del III Reich en Francia dirigido por Petain, héroe de la I Guerra Mundial, y que supuso un golpe del que aún no se ha recuperado el movimiento popular francés. Es muy cierto que en ese país hubo una resistencia antinazi significativa, pero no es menos cierto que estuvo basada esencialmente en el exilio republicano español. Por otro lado, el ejemplo de la lucha anticolonial de la resistencia argelina hasta la liberación de su pueblo, que también tiene repercusiones hasta nuestros días. No es difícil observar las diferencias entre dos antiguas colonias francesas como son el Estado de Argelia y la Monarquía-Estado de Marruecos.


Fuente → izca.net

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