"¿QUIERES ESTUDIAR y tienes capacidad para ello?
LA REPÚBLICA te costeará la carrera.
LA CULTURA ha dejado de ser privilegio de una minoría.
EL GOBIERNO del Frente Popular ha creado miles de
BECAS para costear los estudios de todos los hijos del
PUEBLO que acrediten su talento."
(Cartel anunciador del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del Gobierno de la República).
En plena guerra de 1936-1939, y cuatro meses después de iniciada, y por iniciativa del entonces Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el comunista Jesús Hernández Tomás, se crearían los Institutos Obreros.
Eran una institución educativa, para que la cultura y los estudios superiores dejaran de ser un privilegio de clase, y dirigida a los mejores estudiantes, y la vanguardia de la clase obrera antifascista, para tras cursar un bachillerato que constaba de cuatro semestres, fluyera un nueva élite de personas bien formadas, y que fueran útiles para la reconstrucción de la España democrática.
El primer Instituto Obrero, a modo de ensayo, se fundaría en Valencia -siendo su primer director Enrique Rioja-, para posteriormente crearse en Sabadell, Barcelona y Madrid, extendiéndose después a Alcoy, Gijón...
A continuación, compartimos el Decreto ministerial publicado, el 23 de noviembre de 1936, en la "Gazeta de la República", en el que se exponen los motivos y las directrices principales.
"GAZETA DE LA REPÚBLICA".
MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y BELLAS ARTES.
DECRETO.
"Es preocupación del Gobierno de la República, en consonancia con las nuevas orientación de la enseñanza, el recoger y encauzar las mejores inteligencias del pueblo a fin de que su acceso a los estudios superiores sea, en lo posible independiente de toda consideración de orden económico. Con este propósito fiel a los postulados de la cultura popular, el Gobierno quiere hacer un ensayo encaminado a que puedan alcanzar rápidamente los beneficios de la enseñanza superior las mejores capacidades que, habiendo sobrepasado la edad escolar para los estudios secundarios, ofrezcan la garantía de su absoluta lealtad a los principios que el pueblo español defiende con las armas. Este ensayo, cuando haya sido contrastado por la práctica, será desarrollado sistemáticamente en la medida en que las circunstancias lo consientan.
Por todo ello, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta del de Instrucción Pública y Bellas Artes, vengo a decretar:
Artículo primero: Se crea un Bachillerato abreviado para los trabajadores cuya edad está comprendida entre los quince y los treinta y cinco años. Estos estudios se irán poniendo en práctica progresivamente en aquellos lugares del territorio leal a la República designado por el Gobierno.
Artículo segundo: Los alumnos para este Bachillerato serán reclutados, previa la selección señalada en el artículo siguiente, entre los candidatos propuestos por las organizaciones sindicales y juveniles que luchan contra el fascismo.
Artículo tercero: Antes de iniciarse los cursos, propiamente dichos, los aspirantes sufrirán una prueba eliminatoria de aptitud y de cultura general que ponga de manifiesto los conocimientos que posea el alumno y su preparación para estos estudios.
Artículo cuarto: Los aspirantes de positivo talento, pero con insuficiente formación primaria, serán sometidos a un cursillo especial de intensificación que les ponga en condiciones de ingresar en el Bachillerato con el nivel cultural imprescindible.
Artículo quinto: La edad mínima para poder acogerse a los beneficios de este Decreto, es la de quince años cumplidos al someterse a las pruebas de ingreso.
Artículo sexto: La enseñanza durante dos años, divididos cada uno de ellos en dos cursos semestrales.
Tantos estos cursos como las materias que los integran no son obligatoriamente para todo los alumnos por igual, sino que las Juntas de profesores, a la vista de la preparación individual de cada uno de ellos, podrán dispensarles de algún curso o de determinadas asignaturas.
Artículo séptimo: Las materias objeto de estudio, serán las siguientes: lengua y literatura españolas, francés, inglés, geografía, historia, economía, ciencias naturales, matemáticas, ciencias físico-químicas y dibujo.
La enseñanza de estas materias se distribuirá en diversos cursos, con arreglo al plan de estudios que se fijará oportunamente.
Artículo octavo: El Ministerio destinará a estas enseñanzas los locales adecuados.
Artículo noveno: Los profesores para estas enseñanzas, serán designados libremente por el Ministerio.
Artículo décimo: Los alumnos tendrán representación con los organismos rectores de los centros en que se curse este Bachillerato, con el fin de poder intervenir directamente en su marcha.
Artículo onceavo: Al final de los estudios, los alumnos considerados aptos, obtendrán gratuitamente el título de Bachillerato, con plena validez académica.
Artículo doceavo: La matrícula en estos centros de enseñanza será gratuita y el Estado facilitará a los alumnos todos los libros y material de enseñanza necesarios. El Estado proveerá a los gastos de manutención de los alumnos y abonará una indemnización adecuada a los que, para cursar estos estudios, se vean obligados a abandonar un trabajo productivo con el que sostuviesen a su familia.
Artículo transitorio: Mientras dure la guerra que el pueblo viene sosteniendo contra el fascismo, sólo podrán inscribirse para estos estudios las personas cuya edad esté comprendida entre los quince y los diez y ocho años.
Dado en Barcelona, a 21 de Noviembre de 1936, MANUEL AZAÑA.
El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, JESÚS HERNÁNDEZ TOMÁS."
Una iniciativa de un ministro comunista que venía a significar una decidida apuesta, en plena guerra, para la instauración de un plan y un ideario revolucionario pedagógico, y que sería inaugurado el domingo 21 de enero de 1937, en el paraninfo del Instituto Obrero de Valencia. Inauguración que contaría con la presencia del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el militante comunista Jesús Hernández Tomás, el cual se dirigiría a los allí asistentes con un importante y extenso discurso, del que queremos destacar su referencia a que "Dentro de una sociedad dividida en clases, la cultura está subordinada a la influencia de la clase dominante".
"... Era la sinrazón y la injusticia de una sociedad que tanto maltrataba a una clase de productores y que condenaba de esa forma a la más completa ignorancia a los hijos de los proletarios. La otra, el afán, invencido todavía, de saber y aprender. Pero el saber y el aprender tiene en todas las etapas de la historia un significado propio y una característica bien definida. Podrá pensarse que la cultura es una cosa inmortal, una cosa continuada, una cosa que está por encima del bien y del mal. La cultura, compañero, como todas las cosas dentro de una sociedad que está dividida en clases, es un aspecto de la influencia que ejercen sobre el pueblo, sobre las personas, sobre las mentalidades, la moral y la voluntad de las clases dominantes.
Hay una razón esencial que da siempre la tónica de todo lo que se puede llamar subestructura de la sociedad y del fundamento económico en que descansa esa misma sociedad; de las relaciones sociales en que viven, dentro de la misma, los hombres. La cultura, en definitiva, en todos sus aspectos, no es más que un reflejo del sistema económico en que está asentada una sociedad concreta.
Tomemos, por ejemplo, cualquier período de la época pasada. Podrá pensarse que el profesor continuaba ejerciendo su misión independientemente del régimen que existía. No es verdad. Había una clase, había unos dueños que imponían una orientación determinada a la enseñanza, que imponían una orientación determinada en la literatura, en la pintura, en las artes y hasta en las ciencias. La imponían a través de su sistema económico, porque si había un profesor que por su liberalismo o por su independencia mental constituía para esa sociedad un peligro, desde el momento en que podía comenzar a interpretar esa sociedad desde un punto de vista que no fuese prudente o conveniente para aquella clase dominante, ésta inmediatamente le ponía coto y procuraba alejarle. Si había un literato o literatos dispuestos a enfrentarse con esa sociedad odiosa, existía también una especie de sabotaje que imposibilitaba aquella labor y la expansión de aquellas ideas. ¿Por qué? Pues porque les sujetaba económicamente. Y los poetas, los literatos, los profesores, en fin, en todas las ramas del sabor, tenían que fundamentar sus enseñanzas o sus predicciones sobre la base de la justificación de aquel régimen en el que un puñado de parásitos vivían del esfuerzo de los demás (...)".
Para más tarde reafirmar que los Institutos Obreros suponían una respuesta, aunque no fuera total, a la falta en la instrucción de las grandes transformaciones revolucionarias de clase:
"(...) Yo sé que surgen también voces diciendo que se echan de menos en el Ministerio de Instrucción Pública esas transformaciones revolucionarias de clase. Sí, camaradas, se echan de menos, porque la situación histórica de nuestro país no nos permite hoy inmediatamente a esas transformaciones.
Porque si se quiere una revolución socialista triunfante, y mientras no tengamos la revolución socialista triunfante, nadie eche de menos en el Ministerio de Instrucción Pública las hondas transformaciones de tipo exclusivista. Hoy tenemos una misión, y yo, como ministro y como hombre del Partido declaro que nuestra lucha está orientada y dirigida a arrojar de nuestro país a los que con privilegios, con la aristocracia y con el señoritismo, y dar a nuestro pueblo la posibilidad de regir sus destinos con arreglo a su voluntad, a la voluntad que ha sido expresada.
Esas profundas transformaciones de clase, esa cultura de tipo proletario, es nuestra ambición del mañana, es nuestra meta del porvenir próximo, pero hoy nuestra obligación es hacer una cultura de tipo popular, educar a nuestro pueblo, educar a nuestros hombres del saber, a nuestros ingenieros, a nuestros poetas, a nuestros médicos; educarles dentro de esta aspiración de nuestro pueblo, educarles dentro del antifascismo.
Por consiguiente, toda la obra de nuestro ministerio, desde la que realice el ministro hasta la del último colaborador, ha de llevar el sello característico del Frente Popular, porque si actualmente el esfuerzo y el sacrificio para salvar a nuestra patria, a nuestra España, está siendo realizado desde los republicanos hasta los anarquistas, pasando por toda la gama de hombres honrados y decentes que hay en nuestro país y que no están adscritos a una ideología determinada, si este esfuerzo es común y nadie mide la cantidad de sacrificio que se le exige, ¿con qué derecho nosotros, en nombre de una clase, nos íbamos a levantar para decirles: ¡Ah!, señores, ustedes serán buenos para estar derramando su sangre y estar pasando privaciones y sufrimientos pero no son buenos para recibir la cultura propia de la República?
¿Con qué derecho nosotros podríamos negar a esta clase, que sin ser eminentemente proletarios tiene tantos derechos como nosotros en esta hora histórica en que vivimos, cómo podríamos negarle la posibilidad de poner a su alcance y al alcance de sus hijos, la cultura que nosotros tenemos la obligación de dar a todos? No tendríamos ninguna razón para proceder de esta manera, y si lo miramos desde el punto de vista exclusivamente proletario, genuinamente revolucionario, tampoco tenemos derecho a ello, porque la clase trabajadora, los obreros, en su anhelo de emancipación, no solamente quieren emanciparse ellos como clase, sino como parte integrante del pueblo trabajador, quieren liberar y emancipar a todas las clases que sufren dentro de un régimen de explotación capitalista.(...)".
(Fuente: "Frente Rojo". Órgano del Partido Comunista (SEIC). Edición especial para Cataluña y Levante. Año Iº - Núm. 10 - Página 3. Valencia, lunes 1 de febrero de 1937).
Enlaces relevantes: - uv.es - mundoobrero.es - memoriahistoricaregiondemurcia.com
Fuente → amistadhispanosovietica.blogspot.com
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