República y cuestión nacional en España
C. Hermida
Las negociaciones emprendidas por Pedro Sánchez con los partidos independentistas catalanes de cara a su posible investidura como presidente del gobierno (Núñez Feijóo no tiene posibilidad alguna de lograrlo) ha vuelto a levantar la ira y el odio del Partido Popular y VOX contra el catalanismo, y una vez más los numerosos medios de comunicación de la derecha y extrema derecha anuncian, con tintes apocalípticos, la desintegración de España.
Lamentablemente, hay sectores de la sociedad española que son receptivos a las tergiversaciones históricas del rancio nacionalismo español, que desde el siglo XIX elaboró un discurso sin apenas variaciones en el tiempo. Sus líneas maestras son las siguientes: el reino visigodo logró la unidad de España, convertida en una entidad política independiente y cristiana. En el 711 los musulmanes invadieron nuestro país, pero en Covadonga se inició la Reconquista cristiana que, dirigida por Castilla, culminó en 1492 con la rendición de Granada. La unificación alcanzada por los Reyes Católicos propició un período de esplendor militar y expansión territorial durante el siglo XVI y primera mitad del XVII. A partir del siglo XVIII comenzó una larga decadencia causada por los enemigos externos e internos de España. Afrancesados, liberales, masones, republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, intelectuales de izquierdas y nacionalistas vascos, gallegos y catalanes. fueron los responsables de todas las desgracias de la patria. Durante la II República se alcanzó la máxima degradación, pero en esos momentos apareció la providencial figura de Franco, quien, como un nuevo Pelayo, destruyó a los enemigos de España y colocó al país en la senda de la paz, el orden y el progreso. A esta delirante narración los falangistas añadieron una definición de España como “unidad de destino en lo universal”. Aunque todos estos mitos han sido desmontados por la historiografía científica, la derecha sigue difundiéndolos y defendiéndolos.
La realidad histórica poco tiene que ver con estas historietas, y lo cierto es que la formación de la nación española y el Estado español son procesos extremadamente complejos ajenos a las simplificaciones sectarias de los Pío Moa y compañía. En ese largo y complicado acontecer histórico, en la segunda mitad del siglo XIX surgieron en Cataluña, País Vasco y Galicia movimientos políticos nacionalistas que reivindicaban las peculiaridades culturales e históricas de dichos territorios y reclamaban una organización de España distinta al férreo centralismo político y uniformización legal que se había iniciado con la dinastía borbónica en el siglo XVIII y había culminado con el triunfo de la revolución burguesa en la primera mitad del siglo XIX.
La cuestión de las nacionalidades en España es una realidad objetiva, responde a rasgos peculiares de todo orden que fueron diferenciando a los territorios citados de la configuración política, legal, social y lingüística de Castilla. La represión ejercida sobre las nacionalidades durante la Restauración (1875-1923), la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y la dictadura fascista de Franco (1939-1975) no solo no acabaron con las peculiaridades gallega, catalana y vasca, sino que radicalizaron las posiciones políticas, pasando de planteamientos autonomistas y federalistas a opciones decididamente independentistas.
En la actualidad hay en las tres nacionalidades históricas sectores sociales claramente independentistas que reclaman un referéndum sobre la autodeterminación, pero es en Cataluña donde esa reivindicación ha adquirido más fuerza. Ahora bien, y esto debe quedar muy claro, en la Constitución de 1978 no cabe esa figura jurídica. Los independentistas catalanes lo intentaron y se encontraron con la represión del Estado y si persisten en reiniciar el procés la respuesta será más contundente.
Dentro de la Constitución monárquica no hay salida para la cuestión catalana ni para los problemas estructurales que tiene pendientes nuestro país. La solución pasa por la ruptura democrática que instaure una República federativa, y en ese marco jurídico sí se podrán llevar a cabo referéndums para que los pueblos gallego, catalán y vasco decidan su futuro político.
Las negociaciones secretas entre el PSOE y los independentistas catalanes llevan a un callejón sin salida y enquistan la cuestión de las nacionalidades. Es necesario que la izquierda afronte este tema abiertamente, sin complejos ni miedos, explicando abiertamente que las posiciones de la derecha sobre España y su desarrollo histórico son radicalmente falsas, responden simplemente a posiciones ideológicas profundamente reaccionarias y no tienen nada que ver con la explicación científica que aporta la Historia como ciencia social.
Nuestro partido lo viene diciendo abiertamente desde su fundación. Defendemos el derecho a la autodeterminación con todas sus consecuencias, y consideramos que la mejor solución para la organización territorial y política de España es la República Popular y Federativa.
Sin República española no es posible un nuevo orden territorial en el país. Pretender que Catalunya, Euskadi y Galiza pueden alcanzar sus reivindicaciones político-territoriales en el marco del actual régimen político es un gravísimo error, tanto si lo sostiene la izquierda estatal o los partidos nacionalistas. No estará de más recordar el artículo 8.2 de la Constitución: Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
España no es una entidad que se remonta a tiempos remotos, ni es portadora de esencias ni destinos universales; es, sencillamente una formación histórica que se estructura en la época del ascenso de la burguesía como un Estado centralista, cuestionado por nacionalismos periféricos sustentados por una amplia base social. En consecuencia, debemos considerar y aceptar que el modelo autonómico no satisface las aspiraciones de las nacionalidades históricas y la necesidad de una reordenación territorial diferente.
¿Es admisible la independencia de esas nacionalidades? Sí.
¿Nuestro partido defiende esa alternativa? No
¿Cuál es el marco idóneo para solucionar la cuestión de las nacionalidades? La República Popular y Federativa.
Sostener el modelo actual, ignorar los otros sentimientos nacionalistas opuestos al nacionalismo español y emplear la represión para mantener lo que algunos consideran la “sacrosanta unidad de España”, solo contribuirá a dividir y enfrentar a los trabajadores y a las clases populares, fomentando odios que únicamente benefician a la burguesía.
Fuente → pceml.info
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