"Mi caso debe abrir camino para que las torturas del franquismo lleguen a los tribunales"
"Mi caso debe abrir camino para que las torturas del franquismo lleguen a los tribunales" Daniel Bartolome / Pau Casanellas

"Mi caso debe abrir camino para que las torturas del franquismo lleguen a los tribunales" 
 

Carlos Vallejo fue una de las muchas personas que, durante los últimos años de la dictadura, fueron torturadas por la policía franquista. Aprovechando la brecha abierta por la Ley de Memoria Democrática, y con el apoyo de Irídia y Òmnium, ha presentado una querella contra los agentes de la Brigada de Investigación Social que participaron en su detención. Aunque el juzgado de instrucción inadmitió la querella, tanto la Fiscalía de Sala de Derechos Humanos y Memoria Democrática como la Fiscalía de Barcelona han recurrido la decisión. Como presidente de la Asociación Catalana de Personas Ex-presas Políticas del Franquismo y miembro del Ateneo Memoria Popular, Vallejo ha estado también implicado en la campaña para pedir que la comisaría de Via Laietana se convierta en un espacio de memoria. Nos encontramos con él, justamente, frente al lugar donde fue torturado.

La semana pasada la juez de instrucción inadmitió tu querella. ¿Ha sido un cubo de agua fría?

No somos ingenuos. Era una posibilidad bastante probable, dado el perfil de la juez del número 18 [Carmen García Martínez]. Sabíamos que no era precisamente una simpatizante de izquierdas. Si hubiera hecho caso de la posición de la Fiscalía de Sala de Derechos Humanos y Memoria Democrática, debería haber admitido a trámite a la querella. Creo que ha primado su perfil ideológico.


¿Qué argumentos jurídicos dio la jueza?

“Uno de los argumentos de la jueza es que durante el franquismo no existía el delito de tortura. Evidentemente que no existía, como tampoco en la época del Tercer Reich estaba prohibido el genocidio”

Uno de sus argumentos es que durante el franquismo no existía el delito de tortura. Evidentemente que no existía, como tampoco en la época del Tercer Reich estaba prohibido el genocidio. Es un argumento que da mucho miedo, dicho por una juez. No ha tenido en cuenta las novedades introducidas por la Ley de Memoria Democrática. Presentaremos recurso hasta donde haga falta. Si es necesario, llegaremos al Constitucional ya la justicia internacional. No vamos a detenernos. Con el equipo de juristas de Irídia, que prepararon la querella, entendemos que éste es un litigio estratégico, que debe servir para abrir camino, para que otros casos de tortura y vulneración de los derechos humanos durante el franquismo lleguen a los tribunales. Y entendemos que la Ley de Memoria Democrática debería permitirlo.


Más allá de la vertiente jurídica, también está en marcha una campaña pública, en la que están implicadas diversas entidades.

Queremos conseguir que el espacio de Via Laietana 43 deje de ser una comisaría y se convierta en un centro de interpretación. Cada mes se realizan concentraciones, se ha hecho una recogida de firmas y otras actividades. Y el domingo 19 de noviembre se hará un gran acto público frente a la comisaría. No sé si soy un optimista por naturaleza o un pesimista bien informado, pero creo que hay posibilidades de que se consiga el objetivo de reconvertir la comisaría en un espacio de memoria.

El actual presidente de la Asociación Catalana de Personas Ex-presas Políticas del Franquismo lucha en contra de la impunidad |Daniel Bartolome

Antes hablabas del cambio que ha supuesto la Ley de Memoria Democrática, aprobada en octubre de 2022. ¿Qué valoración de la ley hizo desde el tejido asociativo por la memoria?

La primera ley de memoria se aprobó en 2007, bajo el gobierno Zapatero. Fíjate cuántos años tuvieron que pasar desde el fin de la dictadura. Fue un paso al frente, pero muy limitado. Por eso reivindicábamos una nueva ley. El proceso negociador ha sido largo y no se ha obtenido todo lo que pedíamos, pero se ha dado un salto cualitativo. La valoración general es positiva. La mayor limitación es que no se ha anulado la Ley de Amnistía de 1977. La Ley de Memoria Democrática interpreta que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles, y que, por tanto, no hace falta derogar la Ley de Amnistía . Nuestra preocupación actual es que no exista una involución política. Una de las primeras cosas que haría un gobierno de PP y Vox sería retirar la ley de memoria. Ya lo han hecho, o están intentándolo, en las autonomías en las que han ganado.


Tú has sido represaliado por el franquismo y, además, provienes de una familia represaliada. ¿Cómo te influyó esto?

“La mayoría de las familias de represaliados no transmitieron su historia a sus hijos. El trauma y la voluntad de supervivencia hicieron que mantuvieran su experiencia en silencio”

La mayoría de las familias de represaliados no transmitieron su historia a sus hijos. El trauma y la voluntad de supervivencia hicieron que mantuvieran su experiencia en silencio. En mi caso, esto no fue así: mi familia me transmitió su vivencia como perdedores de la guerra, pero no como vencidos. Esto fue una gran suerte. Gracias a ese ambiente familiar, yo era consciente de que nuestros enemigos eran la policía, los serenos y los porteros que nos vigilaban. Y que debía tener una doble personalidad: había cosas que sólo podía hablar en casa o con las amistades cercanas.


La primera vez que te detienen no fue por ninguna acción concreta, sino por tu activismo sindical. ¿Por qué te detienen exactamente?

El objetivo principal de la brigada político-social no era sólo destruir a las personas, sino sobre todo destruir a las organizaciones. Querían impedir que hubiera estructuras organizadas que impulsaran el conflicto, las luchas. A mí me detuvieron durante el estado de excepción de diciembre de 1970, en plenas protestas contra el Proceso de Burgos (en el que varios militantes de ETA fueron condenados a muerte). La policía aprovechó ese momento para desmantelar las Comisiones Obreras de la SEAT, donde yo trabajaba. Me habían estado vigilando, sospechaban de mí, porque, según la documentación policial, el día antes de mi detención habían estado revolviendo mis cajones en la empresa.

En el marco de esta entrevista, para poder fotografiarse delante de la comisaría, le pidieron su DNI |Daniel Bartolome

Pasaste veinte días en comisaría, aquí delante… Esto es una eternidad.

¡No había vuelto a poner los pies hasta ahora! [Hemos pedido permiso para tomarle una foto delante de la comisaría y nos han pedido el DNI]. En esa época, el límite legal de la detención en manos de la policía era de 72 horas. Pero durante los estados de excepción ese límite quedaba anulado. Los activistas antifranquistas éramos conscientes del riesgo que corríamos. Teníamos algunos libretos sobre cómo resistir a la detención y la tortura. Pero siempre pensando que la detención tenía un límite legal y que había que aguantar tres días. Cuando ese límite desaparece, desaparece el horizonte de la salida de comisaría. Esto es lo peor, porque no sabes hasta cuándo te estarán torturando.


¿Hasta qué punto has arrastrado las consecuencias de la tortura a lo largo de los años?

“Cuando desaparece el límite legal de detención durante tres días, desaparece el horizonte de la salida de comisaría. Esto es lo peor, porque no sabes hasta cuándo te estarán torturando”

Los efectos de la tortura los interiorizas. Te acompañan desde el momento en que te torturan. Quien diga lo contrario, no está diciendo la verdad. Lo que ocurre es que en cada persona son unos efectos diferentes. El trauma ha sido que ninguno de nosotros hemos tenido atención psicológica. Aquí parece que las únicas víctimas existentes sean las del terrorismo, que tienen todo el reconocimiento. Nosotros somos víctimas del terrorismo de Estado, creo que merecemos al menos el mismo trato. Somos víctimas por reivindicar derechos que hoy son constitucionales.


Una vez en libertad condicional, vuelves a la SEAT, pero te detienen de nuevo y te vas al exilio.

Mi segunda detención fue algo posterior a la ocupación de la fábrica de octubre de 1971, que fue un momento álgido de lucha. [A raíz de la intervención policial, murió el trabajador Antonio Ruiz Villalba.] Fue una detención corta, pero la petición fiscal era muy alta. Extrañamente, me dieron la condicional, y decidí irme al exilio, a trabajar para encauzar la solidaridad internacional con el antifranquismo. No volví hasta después de la muerte de Franco.


¿Cuándo empiezas a implicarte en la lucha por la memoria?

La Asociación Catalana de Personas Ex-presas Políticas del Franquismo tiene su germen en las Comisiones de Solidaridad, que se crean a finales de los sesenta para apoyar a los presos políticos. La asociación propiamente se crea en 1976, si bien no está legalizada hasta más adelante. También en aquella época funcionaba la Amical de Mauthausen, que se había creado clandestinamente ya en 1962. Inicialmente, la asociación de expresos fue una herramienta para resolver los dramas humanos de la gente que salía de la cárcel después de muchos años, sin trabajo, sin cobertura médica (porque no había sanidad universal), sin haber cotizado, y tenían que rehacer su vida. Yo me incorporé en los años noventa. La gente de mi generación, quienes estuvimos implicados en la lucha antifranquista hacia el final de la dictadura, continuamos activos política y sindicalmente algunos años. No fue hasta más adelante cuando tomamos el relevo de la lucha por la memoria que había impulsado la generación de la guerra y la posguerra.


Fuente → directa.cat

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