Casi cuarenta años después, el veterano periodista Jacinto Toryho, aún recordaba con vehemencia su papel en la organización revolucionaria de Barcelona durante los primeros meses de la guerra. Toryho, había sido director del popular diario anarcosindicalista Solidaridad Obrera -una de las cabeceras de mayor tirada de la historia de España-; convirtiéndose además, tras el 19 de julio, en el máximo responsable de la oficina de prensa y propaganda de la CNT-FAI de Cataluña. Unos cuantos años más tarde, tras triunfar en el campo del periodismo en Argentina, se dedicaba a escribir con pausa sus memorias: No fuimos tan malos.
La amnesia no había hecho excesiva mella en Toryho, quien en 1936 había acaparado -como protagonista de un pasado lejano- el objetivo de numerosas fotografías que aún hoy se custodian en los polvorientos fondos documentales del instituto IISG de Ámsterdam. Su palabra narró las crónicas radiofónicas y la propaganda cinematográfica cenetista, su opinión fue escuchada en los comicios y plenos republicanos, y su pluma fue temida por los adversarios que inevitablemente han de surgir en una época histórica tan intensa. Sin género de dudas, Toryho había sido una de las voces de esa revolución irrepetible.
Pero aquel otrora audaz joven y escritor rebelde, nacido en Villanueva del Campo (Zamora) en el año 1909, aún conservaba la ilusión de regresar a España -tras la inminente muerte del dictador- y reencontrarse allí con viejas amistades y amores ya olvidados. Sin embargo, era perfectamente conocedor que no iba a hallar a un antiguo amigo suyo, famoso poeta, a quien conoció durante la contienda bélica, pues este había fallecido en México en 1968. Sabía que no vería a León Felipe y por ello, en su homenaje póstumo, decidió dedicarle un capítulo en la autobiografía.
Toryho dice que León Felipe le fue presentado, una tarde en la dirección de la Soli, por el dramaturgo andaluz Enrique López Alarcón, antiguo amigo del poeta zamorano, quien no dudo en compararlo en grandeza literaria con el mismísimo Antonio Machado. Ese primer encuentro, causó una profunda impresión en el periodista zamorano.
A partir de entonces la relación se fue haciendo cada vez más estrecha. Ambos departen con frecuencia sobre el devenir de la guerra y la experiencia económica colectivista. Y Toryho descubre el poemario Versos y Oraciones del Caminante. León Felipe se convierte, junto a Toryho, López Alarcón, Ezequiel Endériz y Leandro Blanco, en un asiduo de las tertulias surgidas en la redacción del mítico rotativo libertario. Por allí, también se dejaría caer Berta Gamboa, poeta mexicana y esposa de Felipe, otra ilustre visitante de aquella Iberia fratricida que se despedazaba.
Quizá también en esas impresionantes oficinas, antaño propiedad de la burguesía catalana y por aquel entonces incautadas por la CNT, conociera Felipe a la fascinante joven que enamoró a Toryho. Rosa Zimmerman Segalevich había llegado a Barcelona tras un extenso periplo por varios países de Europa. Procedía de una próspera familia judía, originaria de Odessa, exiliada tras la consolidación del sistema socialista soviético en Ucrania.
Zimmerman era una excelente escritora y tenía un don innato para las lenguas, por ello no tuvo demasiados problemas para incorporarse pronto a la redacción de la oficina de propaganda cenetista, deseosa de sumar a gente valiosa y cosmopolita que pudiera ayudar a contar al mundo las excelencias del nuevo régimen libertario que intentaban construir. Tan útil era una camarada políglota que pronto supieron encontrarle otra tarea: controlar las conversaciones del consulado ruso de Barcelona. La mutua desconfianza entre libertarios y comunistas durante la contienda es bien conocida, siendo Zimmerman la encargada de descolgar el teléfono y transcribir aquellas comprometedoras palabras en ruso, ininteligibles para el resto de sus compañeros. Por aquel entonces, León Felipe, buen sabedor de aquella rivalidad, dedicó algunos de sus versos a esa inevitable reyerta entre hermanos que nunca podría pacificar puesto que su concepción de la vida era antagónica.
Según cuenta Toryho, las confesiones que le efectúa el poeta (quien se autodenomina “judío errante”) son sorprendentes: «Yo no he leído a Bakunin, ni a Kropotkin, ni a Reclus, ni a Stirner; lo confieso con un poco de vergüenza. Pero soy ácrata, no me caba duda. Primero, por español; luego, por convicción, por idiosincrasia y por carácter. Y esto desde mi adolescencia y no me abochorno de ello». León Felipe no se casaba con nadie, aunque su desconfianza hacia toda estructura orgánica partidista pudo hacer posible ese acercamiento con los libertarios.
Y como reconoce el periodista de Tierra de Campos, quizá víctima de los recuerdos y un excesivo afán proselitista: «Me acometió la obsesión de convertirlo en nuestro poeta. No en el poeta de los anarquistas, sino en el de todos los que luchábamos por una misma causa. Pero el empeño era sumamente arduo porque a León Felipe lo acompañaba una susceptibilidad maravillosa y un individualismo extraordinario. Detestaba los elogios, que le sonaban a adulación. Las sugestiones no le causaban mella. Hacía únicamente lo que quería él».
Ese empeño llegó a ser constante. Y finalmente, León Felipe escribiría un extenso tratado lírico inspirado en la guerra de España y en su particular visión de las facciones antifascistas enfrentadas, se trata de La Insignia.
Probablemente, Jacinto Toryho y Rosa Zimmerman, dos años después, mientras huían en el vapor Orbita del horror que se cernía sobre Europa, tuvieran presente a todos aquellos escritores que habían conocido en la Barcelona revolucionaria durante la guerra. El ascenso nazi era imparable y Francia -el efímero hogar de la pareja durante el primer exilio- pronto sería ocupada. El barco tenía por destino Cuba y junto a ellos iban 350 judíos alemanes refugiados. Felipe terminó en México.
Como para tantos, comenzaría un largo exilio, plagado de recuerdos y dificultades, siendo América la nueva casa de aquellos quijotescos antifascistas ibéricos.
Este artículo apareció en el suplemento cultural de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA (domingo 24 de septiembre de 2023), con el título Dos zamoranos en la revolución: Leon Felipe y Toryho en unos tiempos difíciles, siendo a su vez una adaptación de un capítulo del libro, Un verso en la trinchera. El grito revolucionario de León Felipe (Calumnia Edicions), cuyos autores son Jordi Maíz y Carlos Coca.
Fuente → serhistorico.net
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