Cándida Bueno, una maestra rural republicana y católica, violada y fusilada en 1936 por retirar crucifijos de la escuela
Cándida Bueno, una maestra rural republicana y católica, violada y fusilada en 1936 por retirar crucifijos de la escuela / Candela Canales

Durante la Guerra Civil, 29 maestras y maestros fueron asesinados en la provincia de Zaragoza. Una de ellas fue Cándida Bueno y Natalia Salvo recoge su historia en un libro
 
Cándida Bueno nació en Castilistar, un pueblo de las Cinco Villas, en 1912. En esta misma localidad ejerció como maestra y muy cerca, en Farasdués, fue fusilada en 1936. En esta comarca zaragozana no hubo un frente activo durante la Guerra Civil Española, pero sí que se sufrió “una represión muy fuerte por parte del bando sublevado hacía la gente que había sido cercana a la República”, explica Natalia Salvo, autora del libro ‘Cándida. La maestra de Castilistar’, editado por Círculo Rojo. 
 

Cándida fue una de las maestras asesinadas durante la Guerra Civil, aunque no fue la única, 29 maestros y maestras perdieron la vida a manos del bando sublevado durante el conflicto en la provincia de Zaragoza. Los maestros eran muy perseguidos, puesto que “fascismo vio en ellas y ellos a peligrosos demócratas”, recoge Salvo en el libro. 

“Las maestras encarnaron el ideal republicano de mujer moderna e independiente. Las maestras republicanas fueron, también, entusiastas activistas en diferentes causas, lo que las llevó, en muchas ocasiones, a ligar las actividades educativas con sus deseos de transformación social y su militancia política y sindical”, expone Salvo. Cándida fue una maestra nacional de escuela rural, defensora del ideal educativo de la Segunda República, empezó muy joven a ejercer la docencia y desde la escuela de su pueblo impulsó “novedosos programas educativos” y acciones culturales. Pertenecía a una familia propietaria agraria de clase media, que apoyaba la Ley de Reforma Agraria del Gobierno Republicano. Una mujer creyente y practicante, que sentía gran devoción por la Virgen del Pilar. 

Sin embargo, con el inicio de la Guerra Civil, las mujeres republicanas y, en especial las que habían roto los roles asociados a su género, fueron un objetivo. Los castigos de género fueron frecuentes: “el rapado de cabello, la ingesta de aceite de ricino o las agresiones sexuales fueron formas de violencia machista que los golpistas propinaron a las republicanas”. Cándida Bueno fue una de las mujeres que sufrió este tipo de violencia. “Es algo que se produjo en la Guerra Civil Española y lo seguimos viendo ahora. Hasta la Guerra de Bosnia ni siquiera se contemplaban este tipo de crímenes u en la historiografía más reciente se ha empezado a reflejar esto, que las mujeres sufrían violencias específicas”, explica la autora.

Fue detenida, junto a su hermano Manuel, el 4 de septiembre de 1936 acusada de haber retirado los crucifijos de la escuela municipal. Salvo recoge en su libro el testimonio de Maria Millán, una joven que compartió celda con Cándida, y que explicaba que otro de los motivos por los que Cándida fue represaliada “fue por no querer salir con un mando militar que la cortejaba”. Según testimonios orales, durante su cautiverio en la cárcel ejeana, Cándida sufrió reiterados abusos sexuales y vejaciones de sus captores, que se prolongaron hasta los momentos previos a su fusilamiento, en que fue violada por tres de sus verdugos en el lugar del crimen.

Finalmente, Cándida fue fusilada, junto a su hermano, el 16 de septiembre de 1936. A Cándida, como otras muchísimas personas, no se le incoó ningún expediente. No tuvo defensa. En la carta que pocas horas antes de ser fusilada escribió a sus familiares, junto a su hermano Manolo, hasta tres veces nombra a Dios y aconseja a los suyos tener paciencia, dando muestras de confianza en la justicia. “No os preocupéis que, en esta ocasión, como en todas, son culpados los malhechores, pero jamás los inocentes”, reza la misiva.

Oficialmente, su cuerpo no ha sido identificado, pero “a los pocos días de ser asesinada junto a su hermano, su otro hermano, Jesús Bueno, ve el lugar donde han sido asesinados, ve los cuerpos y los entierra. No hay una identificación desde el punto de vista más formal pero sí que se sabe. Hablando con la familia les parecía importante que costase así, porque la familia sabe dónde están los cuerpos, que por otro lado es algo frecuente en entornos rurales”, explica Bueno, que asegura que “por respeto a la familia” se plasmará esta idea en la siguiente edición del libro. 

Su detención y asesinato causó una gran conmoción en Castiliscar y en la Comarca. La gente hablaba de la maestra de Castiliscar a la que la habían matado, entre otras cosas, por ser acusada falsamente de haber mandado quitar los crucifijos en las escuelas.

Salvo escribió esta historia por un componente “personal”, ya que se ha criado escuchando en su casa historias como la de Cándida. Aparte de reivindicar su figura, Salvo quería mostrar una imagen real de la maestra, “sí que me parecía muy importante no negarle determinadas facetas de su vida, sobre todo la parte religiosa, era algo que me parecía importante reconocerle porque es algo que la acompañó toda su vida, es una creencia que tuvo durante toda su vida y que se utilizó de manera muy espuria durante las torturas y su muerte. Calvo quería reflejar en este libro y con esta historia que ”se podía ser republicana, creer en el ideal educativo de la segunda república y ser devota de la virgen del Pilar, y que se podía poseer tierra y estar a favor de la reforma agraria. Los y las republicanas no eran arquetipos cerrados, eran personas complejas con múltiples aristas y circunstancias“.  

El 21 de marzo de 2022 el pleno del Ayuntamiento de Castiliscar aprobó renombrar el edificio municipal de la escuela como ‘Cándida Antonia Bueno Iso (1912-1936). maestra de Castiliscar fusilada en Farasdués’.


Fuente → eldiario.es

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