“Aún sobreviven en el imaginario colectivo ideas inculcadas por la dictadura”
“Aún sobreviven en el imaginario colectivo ideas inculcadas por la dictadura”
 
Emilio Silva, de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica 

La sala La Ermita de Tías acogió este mes de octubre la exposición Monumento a la oscuridad, de Miguel G. Morales y Eugenio Merino. Con esta instalación, los artistas convierten el fondo del mar en un memorial en recuerdo de las víctimas del franquismo asesinadas y arrojadas al mar. Documentan el punto exacto en el que fue arrojado el poeta tinerfeño Domingo López Torres. Emilio Silva ofreció una conferencia en el marco de esta muestra.

-Sigue llamando la atención que haya historias como la de López Torres que no sean más conocidas, ni siquiera en Canarias.

-No es casualidad. Alguien se ha encargado de que este pasado, en muchos casos, siga oculto. Lo que hacen Miguel y Eugenio es señalar un lugar donde ocurrió una parte de esa represión en Tenerife, y cómo se utilizó el mar como una gran fosa para que desaparecieran personas que se oponían al golpe. Con la llegada de la democracia, hay gente que sigue intentando que sea un tabú, es algo de lo que no se habla, que genera problemas. El arte y la cultura, si son algo, son actos de significado. Y este monumento es un gran acto de significado, es un suceso que debe importarnos para conocer la historia de lo que fuimos y de lo que somos. Visibilizaciones así ayudan a conocer el pasado. Nuestra asociación llega a cierta gente, abrimos puertas al conocimiento para un sector, pero el arte puede llevar esto a otros lugares.

-En Canarias puede haber entre 1.000 y 3.000 desaparecidos y tan solo se han hecho unas cincuenta exhumaciones. ¿Cómo calificaría esta situación, comparada con otras regiones de España.

-Va acompañando al resto. Esto es algo que todavía se arregla con subvenciones. Es una infrapolítica de derechos humanos. Y estás creando una competición entre familiares, a ver quién presenta el mejor proyecto y consigue el recurso. Es el modelo que se ha aplicado en buena parte del Estado, salvo en País Vasco y Navarra, donde han abierto organismos para los familiares, que es lo que nosotros pedimos, y que a cualquiera que busque a un familiar se le ayude, no con una subvención sino de forma automática, porque es un derecho. Mientras eso no ocurra, no se trata esto como un derecho y eso que España ratificó la Convención internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, que le obliga a buscar e investigar y reparar a las familias. Canarias está como todos, con gente o movimientos sociales. Conozco a Pino Sosa, gente que pelea y empuja a las administraciones, que a veces no tienen voluntad política. Hay un conflicto entre la sociedad civil y las instituciones y es la sociedad civil la que las empuja hacia donde deben ir.

-La labor histórica y de documentación sobre las fosas se ha hecho pero faltan los recursos económicos...

-Y a veces la Administración pública tiene el capital humano para hacerlo. Hay forenses en todas las comunidades autónomas y laboratorios de ADN. Hay arqueólogos, historiadores en universidades públicas... En el ámbito de lo público están los recursos necesarios, pero falta voluntad política.

“Gelman decía que tras las dictaduras se empieza a trabajar en el olvido”

-¿En cuántos lugares de España ha escuchado eso de “es que aquí no hubo guerra”?

-Se utiliza la Guerra Civil como una falsa coartada. En muchos lugares no hubo dos ejércitos luchando. Los golpistas se hicieron con el poder y empezaron a eliminar a quienes consideraban que podían ser un obstáculo para construir una dictadura. Se dice para ponerlo dentro de otra lógica, pero cuando alguien saca de un lugar de detención ilegal a Domingo López Torres, lo lleva a un punto de la costa y lo lanza al mar, no hay nadie en una trinchera en esa isla. Simplemente, quienes lo asesinaron utilizaron ese método para crear la sociedad que ellos creían que era mejor. Muchas veces, la Guerra es una excusa. Hay películas o libros que hablan de la dictadura y se habla de ellas como si trataran de la Guerra, aunque transcurren cuando ya no había guerra. Hasta la expresión Guerra Civil es una coartada. Quienes no quieren que se conozcan estas historias porque están vinculados a quienes las protagonizan utilizan ese tipo de discurso. Yo soy nieto del primer desaparecido identificado en una fosa. En El Bierzo (León) nunca hubo dos ejércitos. El que sí estaba era el comandante Manso que dio la orden de limpiar los pueblos. La Guerra es un discurso que a veces esconde la represión y busca la equiparación, que todos sufrieron. Pero ellos mandaron durante cuarenta años.

-En Lanzarote no hay fosas comunes pero sí hubo represaliados, detenidos y hasta personas que acabaron en campos de concentración.

-Recuerdo una noticia hace años de un lanzaroteño que metió su nombre en google y encontró a su abuelo muerto en un campo de concentración nazi...

-No fue el único.

-La vida de ese hombre…, lo que tuvo que pasar por su cabeza. Tiene que ser bestial hacer ese recorrido y terminar así, en un campo nazi. Forman parte de la misma represión. Esto no se estudia, y parte del problema está en que esto no está en los centros de enseñanza. Parte del problema es ese. En el caso de Miguel Morales y Eugenio Merino, me llama la atención que son personas crecidas después de la dictadura y se han vinculado a esta historia, supongo que porque entienden que es un asunto que les importa y afecta a la sociedad en la que viven, pero estamos hablando de algo que está muy vivo.

“Se quemaron millones de documentos, se sacó la historia de los libros”

-¿Nos ahorraríamos muchos pasos si se enseñara con claridad lo que fue la dictadura en el colegio?

-Ha salido en prensa que por primera vez los libros de texto van a llamar Golpe de Estado a lo que ocurrió el 18 de julio de 1936. La pregunta es qué se ha estado haciendo en los últimos años, porque hay dos posibilidades: o han mentido o lo han ocultado. Y en muchos casos, seguro que las dos cosas. Decía Juan Gelman que cuando acaban las dictaduras empiezan a trabajar los organizadores del olvido. Pues aquí se quemaron millones de documentos, se sacó la historia de esos libros de texto durante cuarenta años, y cuando se muere Franco se intenta fabricar ignorancia acerca del pasado. Si la gente supiera lo que ocurrió habría mas voluntad política en las instituciones, pero todavía sobreviven en el imaginario colectivo ideas que han sido inculcadas por la dictadura y no han sido derribadas por la educación democrática, y aún se oyen frases que se podían oír hace treinta años, como si no supiéramos más hoy de la represión. Sería barato hacerlo porque hay colegios, alumnos y profesores pero políticamente debe ser caro porque no se hace...

“Cuando se muere Franco se intenta fabricar ignorancia acerca del pasado”

-Su asociación está siendo muy crítica con la nueva Ley de memoria democrática, entre otras cosas porque no habla de los verdugos.

-Hay varias cosas. Una es esa. Uno no puede decir que se compromete con el derecho a la verdad y no hablar de quién cometió esos crímenes. En el Memorial de Vitoria hay una planta dedicada a los victimarios, a quienes decidieron convertir a esas personas en víctimas. La Ley no dice ni una vez la palabra verdugo ni menciona a la Iglesia católica, que fue una institución intensamente colaboradora y beneficiaria de la dictadura, no solo porque legitimó internacionalmente la dictadura. En la posguerra se necesitaba un permiso de un sacerdote para tener un puesto de trabajo. Y luego hay una fecha muy conflictiva: querer celebrar el 31 de octubre como el Día de todas las víctimas de la Guerra Civil. El dolor de una persona que pierde a un familiar es eso, un dolor, pero un Estado democrático no puede homenajear a quien participó en un Golpe de Estado. Si en otro país europeo, un político propone algo similar, se acaba su carrera política. Hacer un día de homenaje a las víctimas del nazismo y de los soldados nazis... Ese discurso de la equiparación y la equidistancia está en el espíritu de esa ley. Espero que en el proceso que le queda ahora, en el Senado, se incluya alguna enmienda y se mejore con la creación de una oficina que atienda a los familiares. La Ley habla de contarnos la historia, de contarnos quiénes lucharon por construir la democracia, pero igual de importante es contar la historia de quienes la destruyeron.

-¿Gran parte de esas resistencias tienen que ver con que el poder económico no hizo una transición? Las oligarquías de hoy son heredadas directamente de la dictadura.

-Tiene que ver con la estructura social, que aún está marcada por la violencia y la corrupción política y económica de la dictadura. Cuatro de las grandes empresas del Ibex 35 usaron esclavos para beneficiarse de su trabajo y nunca han reparado a nadie ni se han desmarcado públicamente de eso. Aquí, durante cuarenta años, unos tenían todas las oportunidades, tenían las licencias de los estancos, de las gasolineras, de la lotería... Hubo un personaje en Canarias, José Carrillo, que era familiar de un ministro de Franco y tuvo durante muchos años la exclusiva de llevar en camiones frigoríficos todos los productos perecederos de la Península a las Islas. Somos el resultado de eso. Las víctimas no hemos conseguido la suficiente fuerza para torcer esa falta de voluntad política. Incluso, en la mayoría de los gobiernos del Estado español, de las tres siglas que han estado en la presidencia, eran fundamentalmente hijos del Régimen. En ciencia política existe la Ley de hierro de la oligarquía, y eso ha funcionado: aquí hay una línea, y ninguno ha tomado ninguna medida política para quitar privilegios a esas élites franquistas. La ley que se debate ahora está adscrita dentro del mismo marco que se hizo en la Transición. Es triste que en 45 años no hemos despegado una esquinita de ese marco y estamos dentro de los mismos límites sin molestar a esas élites y manteniendo una equidistancia de que todos somos generosos y perdonamos. Mi abuela murió 32 años después que Franco y nadie le preguntó si quería buscar a su marido o necesitaba ayuda. Alguien, en su nombre, decidió en 1977 que ella se tenía que morir sin saber el paradero de su marido. Se mantienen las mismas reglas a pesar del paso del tiempo. No hay manera de romper esa ley de hierro.

“En una democracia, un monumento no puede glorificar una dictadura”

-Canarias aprobó en 2018 su propia Ley de memoria histórica, pero no ha tenido gran efecto. Sin ir más lejos, el Monumento de Santa Cruz de Tenerife sigue en pie.

-La mayoría de las cosas que reclamamos a las instituciones no necesitan una ley, necesitan voluntad política. No hace falta una ley para que no quede un solo vestigio franquista en las Islas de homenaje a la dictadura ni para buscar las fosas. Solo hace falta tomar una decisión. España va a mandar forenses a Ucrania y no ha habido ninguna ley para ello ni debate en el Parlamento. Alguien ha tomado esa decisión. A veces las leyes se usan para no dar solución a las cosas. Ha pasado en Canarias y en casi todas las comunidades autónomas. Hasta la de Zapatero se ha escrito sobre papel mojado.

-No la han cumplido ni los que las aprobaron.

-Exactamente. Zapatero la aprobó en 2007 y estuvo hasta 2011, y quedaban miles y miles de calles franquistas en España. Y como Estado tienes herramientas para hacer que se cumpla. Cuando un monumento, como el de Tenerife, celebra el asesinato de todos esos civiles que arrojaron al mar, las instituciones democráticas no pueden estar consintiéndolo de manera pasiva. Deberían hacer algo, rechazarlo, y la forma de rechazarlo es demolerlo. En una democracia, un monumento no puede glorificar una dictadura. No debería ser discutible lo que la democracia dice sobre la dictadura. Debería ser indiscutible.


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