El 1 de octubre de 1931, las Cortes Constituyentes de la II República aprobaban el sufragio femenino por primera vez en España.
En un contexto sociológico marcado por una gran exclusión de la mujer en el ámbito público, la introducción del sufragio femenino distaba mucho de los procesos de algunos países en los que los movimientos sufragistas habían reivindicado desde finales del siglo XIX la eliminación de esta exclusión social. La influencia de la iglesia y la escasa introducción de la mujer en el ámbito laboral, hacían temer a algunos sectores de izquierda una regresión de derechos por el peso demoscópico de las mujeres.
Sin embargo, el debate no estuvo marcado por un posicionamiento claro de bloques y partidos. Clara Campoamor, una de las tres primeras diputadas de la historia del país, elegida en las elecciones generales de junio de aquel año y miembro del Partido Republicano Radical, lideró durante el debate las posiciones a favor del voto.
«Sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino», clamaba Campoamor en las Cortes.
Finalmente, el debate concluyó con la aprobación por 161 votos a favor frente a 121 en contra, presentando el voto dividido de la mayor parte de las formaciones con escaños en le hemiciclo.
Fuente → tercerainformacion.es
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