Valencia establece precedente contra el fascismo
Valencia establece precedente contra el fascismo

Núria Cadenas 

El lunes comienza en Valencia el juicio contra veintiocho de los individuos que agredieron violentamente a la manifestación del Nou de Octubre de 2017. Y es importante. Mucho

 

Tenían tanta rabia dentro, tantísima, que hicieron lo que saben: mostrar su impotencia a golpes. Contra la libre expresión de las ideas, contra la lengua que odian, contra las posibilidades abiertas, contra las personas. Apenas había pasado una semana desde el Primero de Octubre, aquella jornada histórica, el referéndum que España no quería permitir pero que fue, las urnas indestructibles y la voluntad también, el pueblo determinado y hecho red: diversa, flexible, fortísima. Apenas había pasado una semana y la ciudad de Valencia conmemoraba, como cada año, la Diada del Nou d'Octubre: al igual que están los dulces de mazapán y el pañuelo para los enamorados, están las celebraciones oficiales y, en la tarde, la manifestación. La convoca, desde hace un montón de años, la Comisión 9 de Octubre, una plataforma de asociaciones culturales y cívicas, sindicatos y partidos políticos que coordina Acció Cultural del País Valencià.

En 2017, la marcha reivindicativa se presentaba numerosa, colorista y efervescente por efecto y emoción del referéndum en el norte. La idea, para algunos, debió de ser insoportable. Tanto, que intentaron el reventón. Viendo cómo actuaban, además (los de la policía española, tan crispados contra los manifestantes y tan permisivos con la circulación de los asaltantes; los reventaires, con los bramidos y las amenazas y los engrapados de huevera al estilo Rubiales) , parecía que todos estuvieran allí para vivir su pequeña revancha (cada uno se venga como lo que es, que decía mi abuela). Porque contra los valencianos, ya se sabe. La facilidad, la impunidad, el campo abonado, etcétera.

El lunes, que será 25 de septiembre, comienza en Valencia el juicio contra veintiocho de los fascistas que agredieron violentamente a la manifestación del Nueve de Octubre de 2017. Son los individuos que se han podido identificar y de los que se han logrado imágenes que muestran sus agresiones. Porque insultaron, empujaron, golpearon, patadas, puñetazos, con bastones, de todo. Aquella chica que derribaron brutalmente. Aquel chico que fue atacado en manada cuando la defendió. Coza en la cara del hombre que ya está en el suelo. Patada por la espalda. Algunas imágenes salieron en televisión. Y todo, tanto si miras el detalle como si tomas una panorámica general, estremece.

Que no viene de nuevo. Que esos etcéteras que citaba más arriba. Que la instrucción se ha alargado durante seis años (esta vieja y conocida lentitud que en la práctica otorga impunidad a los agresores y causa indefensión a las víctimas). Y que no cometeremos ahora la ingenuidad de confiar en que los jueces nada. Pero que eso que va a ocurrir el lunes en Valencia es importante. Mucho. Establece precedente.

Y vale la pena que lo sepamos valorar.

Porque en la Comunidad Valenciana se acumula una larga experiencia de hacer frente al fascismo. Y porque también los procesos judiciales que tienen el resultado que tienen (con los casos paradigmáticos de los asesinos de Guillem Agulló o de lo que llamaron “operación Panzer”) otorgan experiencia. Y pueden servir como expositor y altavoz para hacer crecer la conciencia social. Que finalmente emerge.

Hoy, por ejemplo, debemos dar las gracias a los abogados que han picado piedra durante años, y las personas que han mantenido las acusaciones, y las que les han apoyado, y aquél el equipo de gente que fue capaz de superar el primer arrecife. Porque suele ocurrir, que no haya causa porque no haya identificaciones y, por tanto, acusados: la impunidad se amasa, con frecuencia, en la llamada instrucción previa, cuando, como en este caso, la policía española se declara, ve qué cosas, incapaz de identificar a los agresores ultras. Sólo que esta vez la cosa no quedó empantanada y extinguida: gracias a la determinación de un grupo de gente competente, se logró identificar veintiocho de los ultras (duro, en fin, una esvástica tatuada en la piel es facilitar bastante la tarea, por ejemplo), documentando los actos violentos.

En el juicio que debe empezar el lunes, habrá varias acusaciones que representan a las víctimas directas de las agresiones. También la que representa a la Comisión 9 de Octubre y que denuncia una cuestión clave: que el ataque fue un intento de vulneración de derechos elementales, que los ultras pretendían impedir el derecho de libre expresión, de reunión y de manifestación. Éste es un punto importante para la dimensión que le otorga: se explicita que los agresores cometieron un delito de carácter político.

De momento, este proceso ya ha tenido como consecuencia práctica el descalabro de los Yomus, el grupo violento que con la excusa del fútbol atacaba a las personas que consideraban “atacables” (por el color de la piel o por el aspecto o por la condición sexual o por la ideología que tenga o por la lengua que hable o volvamos con los etcéteras) y que por fin dejó de recibir apoyo y cobertura del Valencia CF. Y ha habido el señalamiento público de los ultras violentos. Que no es poco. Que, de hecho, es la clave de todo: la exposición pública y la extensión de la conciencia social de que esto es inaceptable y que no se puede dejar pasar. Que no se deja pasar.