El 22 de Julio de 1936, una columna de 4 ó 5 camiones y varios coches con cerca de 80 efectivos, fuerzas militares, guardia civil, de asalto y falangistas, al mando del “capitán” rebelde José Mª Nestares se acercaron a Güevéjar. Los asaltantes disponían de información sobre la escasez de medios de defensa del Comité Republicano de defensa, que sin preparación militar, entrenamiento ni costumbre en armamento, realizaban disparos sin precisión con sus escopetas y carabinas, que eran respondidos por armas reglamentarias. Se tuvieron que dar a la fuga, no sin dejar 2 defensores muertos.
Los fascistas entraron en el pueblo, se apoderaron del ayuntamiento y de la Casa del Pueblo sin lucha, y amenazando. Patrullaban las calles intimidando con disparos. Ocuparon rápidamente los puntos clave, organizaron la vigilancia, clausuraron los centros y asociaciones obreras, prohibieron los partidos Republicanos, sindicatos, agrupaciones campesinas, y se sucedieron las detenciones y represión de los Republicanos. Algunos habían huido, otros consiguieron hacerlo entonces campo a través. La oposición que ofrecieron los pacíficos y poco belicosos vecinos de la zona fue mínima o prácticamente inexistente. Los asaltantes, gente militar y paramilitar, estaban preparados y psicológicamente dispuestos a la violencia, no como los sencillos campesinos y obreros.
Los derechistas destituyeron a los ediles legítimamente Republicanos y colocaron a gente golpista. En Güevéjar, falangistas, guardia civil, fascistas locales, bajo control del “comandante” militar local practicaron una intensa crueldad. El párroco tomó partido por los sublevados, en quienes vio un valedor para recuperar el poder de la Iglesia antes de la llegada de la República. Se formó una “Escuadra negra de la muerte”de fascistas radicales, fanáticos, y simpatizantes que colaboraban en la represión. La gran mayoría de las víctimas eran asalariados que apenas sabían firmar, campesinos y obreros, miembros de la corporación, de la Casa del Pueblo, afiliados al PSOE, UGT, o partidos Republicanos, personas que habían apoyado a la República. Otras, simplemente eran amas de casa, comprometidas con los valores democráticos y la lucha social.
En Güevéjar las detenciones se iniciaron pronto según una“lista negra” arbitraria, con los nombres de los “extremistas del Frente Popular” merecedores de represalias. Los escuadristas entraban en el hogar de las víctimas por sorpresa, Registraban, insultaban, interrogaban, golpeaban y amenazaban de muerte a los familiares. Localizado y detenido el sujeto lo encerraban en la prisión local, donde era maltratado, vejado y torturado con serias palizas. Tras unas horas o varios días, era enviado a Granada para su procesamiento, o en la mayor parte de los casos era asesinado por fusilamiento en cualquier lugar y sin trámites.
Esta primera fase de ejecución sin control, de “terror caliente”, ocurrió principalmente en Julio, Agosto y Septiembre de 1936, también en fechas posteriores. La víctima era “paseada” y asesinada en las cercanías sin registro de su muerte en el juzgado, previa aprobación por los conmilitones golpistas, que contaban con matarifes de falangistas y guardia civil para llevar a cabo las eliminaciones. De madrugada, en silencio, a oscuras, los Republicanos eran “sacados” andando hasta las cercanías, o en camión si el crimen ocurría algo más lejos. Algunos cavaban su propia tumba. El tiro de gracia en la cabeza era habitual, pero no se aplicaba siempre, en ocasiones se “fusilaba mal”.
Pueden llegar a 40 las víctimas mortales. Los cuerpos eran enterrados en lugar desconocido para advertencia y escarmiento. A la mañana siguiente, cuando aparecían los familiares con la comida les insinuaban entre risas y burlas que “adonde ha ido, ya no le hace falta”, devolviéndole las escasas pertenencias. Cuando preguntaban sobre su paradero eran amenazados de muerte. Lugares para la “Memoria” además del Cementerio de Granada, fueron las tristemente conocidas “Eras Altas”. Otras zonas cercanas fueron el Cerro de la Mina, La Ventilla de Pulianas, Los Peñascares, Picado de la Rata, Camino de Calicasas en el río Bermejo, la Fuente de los Lecheros. La Cuesta de las Cabezas en el río Cubillas, junto a Víznar, es el lugar más alejado que se conoce.
Otros indefensos vecinos eran reprimidos mediante palizas que los fascistas locales proporcionaban de buen grado y a satisfacción. Estas actividades eran recompensadas con la apropiación de los bienes de los represaliados. La violencia se cebó también con las mujeres de izquierdas, por su su participación en manifestaciones y demandas laborales junto a los hombres. Algunas fueron asesinadas, otras vejadas y obligadas a asistir a actos religiosos, a ingerir aceite de ricino para continuar con la burla tras el efecto laxante. Muchas fueron amenazadas, subidas a los “camiones de la muerte” usados para transportar a los Republicanos a su asesinato. Todas, con insultos y amenazas, fueron forzadas al silencio. Hubo otras esposas o hijas sometidas a rapados, bofetadas, paseadas por el pueblo vestidas de falangistas, colocadas en medio del público en la iglesia, burladas e insultadas.
Documento original: II República, Guerra Civil y represión en Güevéjar (Granada), por Luis Ruiz Ruiz. El Independiente de Granada (María Andrade)
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