
Nació en Huétor-Tájar (Granada) el 5 de julio de 1945, en una humilde familia de jornaleros que emigró pronto huyendo de la miseria. Cipriano fue jornalero en Morón de la Frontera, minero en Teruel, obrero textil en Sabadell y Terrassa y encofrador en Reus, adonde llegó en la primavera de 1973. Por entonces ya se había forjado en la lucha contra la precariedad y la opresión en la OSO (Oposición Sindical Obrera), en el PCE (m-l) y en el FRAP.
Nuestro camarada fue detenido por la Guardia Civil en Ramón Cubero, S.A., donde trabajaba, a las 14 horas del 25 de agosto de 1973, para ser interrogado por distribuir propaganda antifranquista. En ese momento, Braulio Ramos dirigía la GC en Reus.
En julio de 1973, en pleno auge de huelgas y lucha en la calle, el FRAP lleva a cabo una campaña de agitación contra la dictadura y su recambio impuesto: “Ni Franco, ni Rey, ni Yankis: República Popular y Federativa”. “Abajo la monarquía del pelele Juan Carlos”.
Cipriano fue acusado de haber repartido «propaganda subversiva» en Igualada la noche del 10 de aquel mismo mes. Fue detenido en el marco de una redada en Reus y otros puntos de la provincia de Tarragona contra la proliferación de propaganda antifranquista y republicana.
Tras dos días de tortura en la casa cuartel, fue obligado a ingerir el llamado "cóctel de la verdad", un método importado de la CIA: hacer tragar al detenido ácido sulfúrico mezclado con gasolina.
Aquel veneno le abrasó por dentro y fue trasladado al Hospital Sant Joan.
Los informes médicos señalan «pronóstico grave»: «vómitos oscuros,
dolor abdominal, quemaduras de aspecto blanquecino en cara interna de
labios y lengua». «No se encuentra en condiciones de declarar», añaden.
Cipriano
luchó durante 21 días por su vida, sin poder ver a sus familiares ni a
sus camaradas, hasta que finalmente falleció en el Hospital Sant Joan, a
la edad de 28 años. Murió sin delatar a ninguno de sus compañeros, como
un auténtico comunista.
Cipriano fue arrojado a una fosa común, bajo un absoluto secretismo, para silenciar el crimen.
Allí le erigió nuestro Partido una losa de mármol y fue a visitarle su hermano Antonio en diversos actos de homenaje y denuncia, para exigir verdad, justicia y reparación.
Solo la intervención de la Justicia argentina, con la jueza María Servini al frente, logró finalmente esclarecer las circunstancias del crimen y efectuar la exhumación de los restos de nuestro camarada, que hoy yacen por fin en su Huétor-Tájar natal.
¡Honor y Gloria a nuestro camarada Cipriano Martos!
Fuente → pceml.info
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