La historia del movimiento obrero contra el franquismo: desarmando el relato oficial de la transición
La historia del movimiento obrero contra el franquismo: desarmando el relato oficial de la transición / Cynthia Lub

La década del setenta, y en especial los años 1973 a 1976 estuvieron teñidos de procesos de lucha y organización de la clase obrera que han ido conformando una gran oposición obrera al Régimen franquista, que había comenzado décadas antes y que en los años setenta se habían desarrollado de manera intensiva y extensa. Muy especialmente en los inicios de la llamada “transición democrática”.

¿Por qué damos cuenta de esto? La hipótesis general de partida de este taller, es que la clase trabajadora ha sido la fuerza social -aunque no la única- que más se ha manifestado en la oposición a la dictadura de Franco y durante la transición democrática. Se trató de un proceso ascendente que mientras se extendía se enfrentaba a una fuerte represión que acababa en detenciones, torturas y hasta muertes por disparos de las fuerzas represivas, profundizando sus tendencias a la coordinación, a la autoorganización y a la politización de sus reivindicaciones.

A partir de esta hipótesis general nos proponemos analizar la relación entre movimiento obrero y la configuración de la transición del régimen democrático español. Y lo hacemos en debate con la visión de la historiografía tradicional, de que la crisis del régimen “empezó con la muerte de Franco”. Y creemos que tampoco su causa principal se explica por la incapacidad de las estructuras políticas del franquismo para gobernar frente a los cambios económicos y sociales, a lo que un recambio de élites y de instituciones sería la “solución” a la crisis.

El fondo ideológico de esta visión estaba en la necesidad de presentar a la transición como un “acto de reconciliación de las dos Españas” en el que lo determinante ha sido la intervención del mutuo entendimiento de sólo dos partes: el Régimen y la oposición. Estas teorías acaban sosteniendo una negación del conflicto y de los sujetos colectivos como ejes explicativos y con ellos la conflictividad obrera. El movimiento obrero desaparece de todos los manuales y estudios sobre la transición.

Nuestra visión es que la crisis del Régimen se fue gestando durante años y en la década del setenta, a partir del año 1973, la clase trabajadora transformada en un nuevo movimiento obrero organizado comenzó a protagonizar un ascenso o auge obrero que cuestionaba aún más profundamente a la dictadura franquista

Es decir, para nosotros ha sido la enorme e intensa conflictividad obrera el motor determinante de la crisis del Régimen franquista. Lo cual devela el carácter de la misma transición, que lejos estuvo de ser pacífico, sin traumas y, sobre todo, de un marco exclusivo de pactos y reformas entre los partidos del Régimen y los partidos de la oposición antifranquista. Y que en la izquierda se trasladó como un debate entre: reforma o ruptura democrática.

Las experiencias de las décadas de 40, 50 y 60 en sus diferentes niveles, había logrado una recomposición de sus fuerzas. Una de las conclusiones más importantes del análisis de las décadas de 1950 y 1960, es entender cómo los cambios estructurales de la clase obrera producto del crecimiento económico y la modernización del aparato productivo provocaron una “recomposición” de sus fuerzas, creando una nueva subjetividad: una confianza en sí misma motorizada por nuevas aspiraciones, ante la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. Esto permite el desarrollo de la extensión y radicalización de los procesos de lucha en la década del 70’.

El rol del PCE: pactos de reconciliación con el nuevo Régimen y traiciones a la clase trabajadora

Esta dinámica de la conflictividad no indicaba una “dinámica inevitable” hacia las políticas “pactistas” o de “reconciliación” que marcó el final de la llamada transición. Y existía una gran diferencia de intereses entre la clase obrera y la fuerza política que más influenciaba en ella: el PCE y PSUC en Catalunya. La corriente política de izquierda de mayor influencia en la clase obrera acabó profundizando su política de moderación y freno de la lucha obrera y movilización; y por esa vía, pasaban a tomar una posición abiertamente “pactista”, lo que el PCE llamó “ruptura pactada”.

Desde allí, operó hacia un enorme bloqueo o desvío de la dinámica de ruptura que marcaba el conflicto de clase. Ante ello, un análisis importante de este análsis es sobre cómo estas fuerzas políticas, intentaron mantener controladas las movilizaciones callejeras y desviarlas hacia un carácter “pacífico y responsable”, tal como decían, con el objetivo de mantener la conflictividad obrera dentro de unos límites a cambio de la apertura de un proceso negociador para acabar integrándose al Régimen.

Es en este marco que el objetivo principal del PCE pasó a ser no quedar fuera de este proceso de reformas que planteaba el Gobierno de Suárez, cuando éste ya estaba entablando negociaciones con el PSOE. Conseguir la legalidad empezó a ser una obsesión, para lo cual se propusieron la unidad con la oposición unificando la Junta Democrática liderada por el PCE con la Plataforma Democrática liderada por el PSOE; hasta que en 26 de marzo de 1976 se constituyó la Coordinadora Democrática o la Platajunta. En agosto de 1976 se iniciaron las negociaciones entre el PCE y el segundo Gobierno de la Monarquía con el vicepresidente Alfonso Osorio.

La “ruptura pactada” que proponía el PCE -que en este momento continuaba en clandestinidad-, acabó siendo parte de una “reforma” llevada a cabo bajo el Gobierno de Adolfo Suárez. Al respecto Santiago Carrillo planteaba en sus Memorias: “En el año 1976 ya no existían barreras aislantes entre la oposición y los reformistas de régimen. Informaciones y opiniones políticas fluían fácilmente de un extremo al otro, de modo que algunas veces no sabías si las sugestiones que te hacían venían de la oposición o del Gobierno.”

Es en 1976 cuando se produce una profundización del giro a la moderación del PCE: los Sucesos de Atocha. son un ejemplo emblemático de ello.

Mientras, la clase trabajadora profundizaba en su radicalización. La aparición de nuevas estructuras organizativas que mostraban una cierta adecuación de las herramientas del movimiento obrero en este periodo de conflictividad. La huelga de Roca Radiadores es un ejemplo de ello. La masificación de las asambleas y las tendencias a la coordinación (coordinadoras, intersindicales, comités de huelga, Intersindical del Baix Llobregat, Inter-ramos en Sabadell. Diferentes instancias de autoorganización en diferentes puntos del Estado, no sólo en Barcelona.

Se desarrollaban y profundizaba la politización de las huelgas iniciadas por motivos laborales; reacción y radicalización ante la dureza de la patronal respondiendo con despidos, presos, heridos y muertos; solidaridad y campañas contra la represión que llevaba a un enfrentamiento al régimen. Los elementos nuevos en este año habían sido la masificación de las asambleas y las tendencias a la coordinación (coordinadoras, intersindicales, entre otros).

Lamentablemente hay pocos estudios sobre estos procesos, que se pueden encontrar como parte de la historiografía de análisis local de la conflictividad. Sin embargo es interesante destacarlos ya que marcan, como decíamos, una posible dinámica de lucha y organización del movimiento obrero, que de haberse desarrollado y generalizado, podría haber cambiado el rumbo que las corrientes pactistas dieron a la llamada transición.

Esta nueva dinámica, que fue siendo truncada durante y después de la transición, mostraba elementos más cercanos a una perspectiva rupturista que reformista. Que la izquierda revolucionaria supo protagonizar pero luego fue presa de su estrategia de “ruptura democrática”.

De haberse desarrollado y generalizado estos procesos, podría haber cambiado el rumbo que las corrientes pactistas dieron a la transición. Un proceso que podría haber ido más allá de la política de reformas, ciertamente bastante limitadas como hemos expuesto anteriormente.

Finalmente las negociaciones y la aceptación por parte de la dirección de Carrillo de la reforma ofrecida, incluida la Monarquía y la rojigualda, el sábado 8 de abril de 1977 se legalizaba el PCE. Las palabras de Santiago Carrillo dan cuenta del convencimiento de sus “concesiones”: “Esta estrategia implicaba una serie de concesiones mutuas, importantes, no fáciles para los espíritus dogmáticos que atribuían a la “ruptura democrática” un contenido mucho mas radical del que la correlación de fuerzas hubiera permitido.”

Una vez legalizado el PCE, el 15 de junio de 1977 se desarrollaron las elecciones democráticas finalmente aceptadas por la oposición que claramente había abandonado en su discurso la vía de la “ruptura”, para empezar a hablar de “ruptura pactada” y avanzar hacia el camino de las reformas impuesta por sectores del franquismo. Veamos una vez más las conclusiones de Santiago Carrillo luego de una entrevista con Suárez a quien caracterizaba como un demócrata lejos del fascismo: “De esa entrevista yo saqué la convicción de que Suárez se la estaba jugando de verdad para que la “reforma” desembocara en la democracia. Aquello era la ’ruptura pactada’. Observándole atentamente yo no vi en Suárez ningún “tic” fascista; se parecía a cualquier político demócrata europeo.”

Sin embargo, no era sólo la reforma impuesta por sectores del franquismo, sino también por la Monarquía, con la que Carrillo también confiaba y pactaba, con el siguiente fundamento: “Suárez había insistido mucho en la posición del rey, dispuesto a ir a una democracia sin discriminaciones. Yo le insistí en que desde 1942 habíamos dicho que la alternativa no era monarquía o república, sino dictadura o democracia. Teníamos una visión real de la correlación de fuerzas e íbamos a actuar responsablemente.”

Como dijo Carrillo: “Había una memoria histórica, la de la guerra y la derrota de la República y los años de terror, que alimentaba la tendencia al acuerdo y la renuencia a cualquier paso que pudiera suscitar nuevos enfrentamientos civiles.” Visto desde hoy, tal vez sea el momento de revisar críticamente esta “memoria histórica de la reconciliación” que no hace más que justificar la constitución de un Régimen con grandes elementos de continuidad, heredero del franquismo y la Monarquía.

Charla realizada en la V Escuela de Verano de la CRT, en septiembre de 2023. 

Doctora en Historia en la Universidad de Barcelona (UB), especializada en clase trabajadora durante el franquismo y la Transición. En estudios sobre género y clase, feminización del trabajo y precariedad. Trabajadora de la educación y dinamización sociocultural.


Fuente → izquierdadiario.es

banner distribuidora