La construcción del macho ibérico y la mujer sumisa durante el franquismo

La construcción del macho ibérico y la mujer sumisa durante el franquismo / Máximo Relti 

¿ Qué tuvo que ver la pérdida de la última colonia con la construccion de una "nueva virilidad" en España?

¿Cuál fue el embrión histórico de la construcción, una "nueva virilidad" franquista, que casi noventa años después continúa perdurando en la sociedad española ¿Cuál fue su origen? ¿De qué fuentes históricas provenía? ¿De cuáles bebió? Según el autor de este artículo, Máximo Relti, después de los acontecimientos del llamado "Desastre del 98", determinados sectores ultraconservadores de las clases dirigentes españolas, comenzaron a reclamar “modelos viriles alternativos” al que entonces existía. Una concatenación de eventos históricos facilitaron que aquella fantasía, sin embargo, lograra materializarse (...)

El Régimen franquista que fue implantado en España a partir de la victoria obtenida en la Guerra Civil por los militares sublevados tres años antes trajo consigo, igualmente, la construcción de una nueva identidad nacional, basada en una concepción militarista y agresiva de la masculinidad.

Pero, ¿cuál fue el embrión histórico de este “hombre nuevo del franquismo”? ¿Cuál fue su origen? ¿De qué fuentes históricas provenía? ¿De cuáles bebió?

EL "DESASTRE DEL 98"

Con la pérdida de Cuba, una de las últimas colonias del Imperio español, se produjo lo que en términos del establishment de entonces fue denominado como el desastre del 98”. Ese hecho histórico sumió a España en una profundísima crisis de “identidad nacional”.

Aquella “catástrofe” nacional que, en realidad, lo unico que hizo fue terminar situando al país en el plano subalterno que le correspondía en su relación con las grandes potencias imperialistas del momento, resumió en un solo epitafio todas las derrotas coloniales precedentes. Pero, de paso, se llevó por delante las bases del prototipo de masculinidad hispana que predominaba entonces en la Peninsula ibérica.

La "masculidad" dominante a finales del siglo XIX estaba basada en los valores de la burguesía decimonónica. La profunda frustración causada por la constatacion tardía de que ya no existía el Imperio llevó a los sectores más conservadores de la sociedad española a considerar la idea de que el “modelo de hombre” que en ese momento dominaba en España como arquetipo era incapaz de liderar al conjunto del país.

Como suele suceder en los momentos de grandes conmociones históricas, rápidamente empezaron a aparecer en las capas dirigentes de la sociedad española “modelos viriles alternativos”, extraídos de imágenes de un medievo glorioso, sobre cuyas bases grupos de militares y civiles derechistas pretendieron construir un “nuevo varón”, guerrero, violento, pletórico de agresividad, defensor de los valores patrios, que tuviera como referencia a imitar al caballero medieval, al conquistador de territorios y forjador de grandes imperios.

En ayuda de ese proyecto del “nuevo macho español” se presentaron varios eventos histórico-políticos. Uno de ellos fue la guerra colonial de Marruecos. Los éxitos militares obtenidos por el Ejército colonial español en África del norte vinieron a reforzar el modelo que con tanta avidez se estaba buscando.

La imagen del soldado aguerrido, dispuesto al sacrificio del “todo por la patria”, que evocando nuevamente el recuerdo del Imperio, podía venir como anillo al dedo. El general Millán Astray y su “Legión Extranjera” fueron los máximos exponentes de esa nueva masculinidad militarista, de la que también resultaron impregnados el propio Franco y a la mayoría de los oficiales africanistas.

DEL ADVENIMIENTO DE LA II REPÚBLICA A LA "FEMINIZACIÓN"

La sorpresiva llegada de la II Segunda República española supuso para los sectores ultrareaccionarios españoles, que demandaban la “nueva virilidad”, una confirmación de que España se estaba hundiendo de nuevo en los abismos de la decadencia.

Los avances republicanos en los derechos de las mujeres, la modernización de las relaciones entre los dos sexos, el divorcio y el derecho al voto femenino, fueron sentidos por esos sectores como una afrenta intolerable a la virilidad histórica nacional, que se hacía preciso recuperar. La República, -proclamaban- representaba la "feminización" de España en contra de la cual era necesario reaccionar.

LA GUERRA CIVIL

Y vaya si reaccionaron. Cuando en 1936 estalla la Guerra Civil el bando sublevado la presenta como una “Cruzada de hombres de corazón", dispuestos a ofrecer sus vidas para “salvar España”. En el imaginario franquista, aquellos hombres estaban representando el arquetipo de la nueva masculinidad que había que imponer. Encarnaban, segun ellos mismos, una virilidad con raíces historicas, frente a unos republicanos afeminados e indignos de ser llamados hombres.

Tras la victoria de los insurrectos, el Régimen franquista se propuso la rápida imposición sobre el conjunto de la sociedad española de su ideal de la “nueva virilidad”.

A través de la educación, el cine y el arte se difundió la imagen del héroe fascista: un joven atlético y belicoso dispuesto a todo tipo de sacrificios en aras de la Patria en peligro. La figura de José Antonio Primo de Rivera fue erigida como el máximo exponente del nuevo modelo de masculinidad nacional.

La violencia desatada contra el bando republicano revela la obsesión por lograr reafirmar una identidad nacional con categoría hiperviril. Las violaciones, castraciones y fusilamientos masivos contra el enemigo buscaban destruir cualquier tipo de residuo de la "decadencia" republicana.

No obstante, las grandes perjudicadas por la aplicación del nuevo modelo fascista de hombre resultaron ser, naturalmente, las mujeres. Su sumisión total, así como la persecución de la homosexualidad, completaron el proyecto de crear una España "hipermasculina", gobernada por los ideales militares.

No obstante, pese a todos esos brutales esfuerzos, la realidad social distaba mucho de que la mayoría pudiera reconocer ese ideal de “masculinidad omnipotente”. La pobreza y las trágicas secuelas de la guerra civil hacían mella en la fortaleza de los hombres. La distancia existente entre el arquetipo viril del franquismo y la miseria de la vida cotidiana era sentida por muchos hombres como una humillación más de la Dictadura.

EL CRUCIAL PAPEL DESEMPEÑADO POR LA IGLESIA CATÓLICA

Simultáneamente al prototipo de la nueva masculinidad propuesta, y utilizando a la Iglesia como instrumento, la Dictadura impuso en todo el territorio del Estado una moral sexual ultraconservadora y extraordinariamente represiva. El matrimonio monógamo y la procreación dentro del mismo se convirtieron en obligaciones cívicas a cumplir.

Por otra parte, la homosexualidad fue perseguida de forma implacable en nombre de la denominada “virilidad nacional”. Miles de hombres y mujeres fueron encarcelados, enviados a campos de concentración y vejados por no ajustarse a la estricta normatividad sexual franquista.

En ese territorio, la Iglesia católica desempeñó un papel clave en la construcción ideológica de la masculinidad franquista y en su imposición social.

La Iglesia proporcionó una justificación religiosa a la Cruzada militar contra la República, presentándola como una lucha entre “el bien y el mal”. Ello sirvió tambien para reforzar la “épica viril” que ostentosamente exhibía el bando sublevado.

Desde los púlpitos se participó en la demonización de la masculinidad de los republicanos, presentándolos como "afeminados", “invertidos“ y "débiles", frente a la virilidad poderosamente triunfante de los nacionales.

Asimismo el clero se prestó a bendecir la violencia franquista, presentándola como un acto de purificación masculina de España. Un ejemplo de ello fue la pastoral del conocido obispo franquista Pla y Deniel, en la que ensalzaba la Guerra Civil como "escuela de hombres".

La fuerte asociación que la Iglesia estableció entre homosexualidad y pecado sirvió igualmente para otorgar carta blanca a la represión franquista contra los que consideraban “enfermos sexuales”, en nombre de la sagrada “masculinidad nacional “.

El discurso católico tradicionalista en materia de género se puso al servicio de la construcción de esa masculinidad agresiva y belicosa que el franquismo pretendió imponer a toda la sociedad española.

LA "NUEVA VIRILIDAD" EN EL MARCO DE LA VIDA DOMÉSTICA ESPAÑOLA

De manera similar, la vida doméstica de las familias españolas durante el franquismo fue modelada con idénticos criterios. La mujer tenía como principal obligación el cuidado del hogar y la familia. Tareas como la limpieza, cocina o costura eran vistas como inherentemente vinculadas a la "condición femenina".

De las mujeres se esperaba una sumisión absoluta como esposas hacia sus maridos. Ni decir tiene que las decisiones cruciales debían ser tomadas invariablemente por el cabeza de familia, y la mujer debía acatarlas con lealtad. En los casos en los que no se reproducían estos roles una parte de la sociedad interpretaba que el cabeza de familia era un “calzonazos” y su mujer una “marimandona”.

La sexualidad estaba estrictamente relegada a la procreación dentro, claro, de los estrictos marcos del matrimonio. El placer sexual femenino, incluso dentro del matrimonio, estaba muy mal visto. La sexualidad no debería de pasar de ser simplemente un “trámite” aséptico con el único objetivo de la procreación. Lo contrario podía sugerir las sospechas de "ninfomanía" por parte de la mujer.

Ni que decir tiene que la planificación familiar estaba estrictamente prohibida. El uso de anticonceptivos se consideraba antinatural y, obviamente, sólo propio de mujeres “que fuman” o "son fáciles".

La violencia doméstica en contra de la esposa era ampliamente tolerada en nombre una autoridad marital que tan solo tenía propositos reeducadores . La soltería femenina o el no tener hijos se veían como un fracaso vergonzoso. La maternidad intensiva era el ideal.

LA ADAPTACIÓN DE LAS LEYES A LA “NUEVA VIRILIDAD”

Los cambios que en la línea descrita se operaron en la sociedad española requerían que las leyes se adaptaran al nuevo tipo de relaciones entre los dos sexos.

Así, por ejemplo, con el Código Penal del año 1944 se procedió a la despenalización del uxoricidio por adulterio. Es decir, un marido que acabara con la vida de su esposa por haberle sido infiel podía perfectamente quedar exento de responsabilidad criminal.

A partir de entonces, los denominados "crímenes pasionales" contra las esposas adúlteras solían ser sancionados con penas muy leves o, incluso, acababan con la absolución del homicida si su defensa jurídica utilizaba el argumento de que al asesino se le había nublado la mente en una reacción de "arrebato" u "obcecación".

En aras de la “nueva virilidad”, las leyes españolas permitían al marido cornudo acabar con la vida del amante de su esposa si los sorprendía in fraganti en el hogar conyugal. El código penal español consideraba entonces que se trataba de un “supuesto de legítima defensa del honor”.

Sin embargo, en contraposición con tanta benevolencia de las leyes hacia el marido homicida, el adulterio femenino podía ser penado con hasta 6 años de cárcel, frente a los 2 años como máximo, a los que podía ser sentenciado el varón.

La nueva legislación del franquismo procuró no dejar ningún cabo suelto. El Código Civil establecía, por su parte, el "deber de obediencia" de la mujer hacia el marido. Este artículo en cuestión era frecuentemente utilizado para justificar el ejercicio de la violencia contra la esposa, si ésta llegaba a atreverse a desobedecer al esposo.

EL REFUERZO DEL ARGUMENTARIO "TEÓRICO-CIENTÍFICO"

Al igual que la legislación española requirió de un “remozamiento” en su normativa para poder adaptarla a las exigencias planteadas por la “nueva virilidad”, de forma similar el “corpus teórico y científico” de este gran proyecto franquista requirió de una batería de tesis que permitieran justificar los desmanes legislativos que iban a verse progresivamente plasmados en las leyes del Nuevo Estado de la España Una, Grande y Libre.

Para cubrir este flanco del “proyecto” se recurrió a la contribución científica del psiquiatra Antonio Vallejo Nágera, un comandante del Ejército de Franco instruido en las Universidades alemanas de las decadas de los 20 y 30 del pasado siglo que, utilizando sesgados argumentos pseudobiológicos, trató de proporcionar una base presuntamente "científica” al marco legislativo implantado o por implantar.

Para justificar pseudocientíficamente la idea franquista de la inferioridad mental femenina, Vallejo dejó plasmado en un libro titulado "La inferioridad mental de la mujer" algunos de sus principales argumentos al respecto, de los que entresacamos y enumeramos los que siguen:

- Las mujeres tienen un menor tamaño y peso cerebral, lo que demuestra su menor capacidad intelectual innata, según las teorías craneométricas de la época.

- Existen estudios que muestran una temprana maduración intelectual de las niñas, lo que demuestra que alcanzan antes su techo mental, inferior al masculino.

- Las mujeres destacan más en tareas memorísticas que en razonamiento lógico-abstracto. Esto revela que su mente es más primitiva e irracional.

- Existen datos que indican una mayor prevalencia de oligofrenias y psicosis entre mujeres, síntoma, Vallejo dixit, de debilidad mental.

- Hay visibles diferencias en rendimiento intelectual entre ambos sexos en test de inteligencia, espaciales, verbales o matemáticos.

- La mujeres tienen mayor tendencia a la superstición, misticismo y fanatismo, hecho que demuestra una mentalidad menos cultivada e inferior.

- La capacidad de razonamiento femenina está más ligada a procesos hormonales, lo que las vuelve mentalmente inestables.

- Los roles históricos de género como prueba de que todas las culturas reconocieron siempre la inferioridad mental femenina.

- Debilidad intelectual: se las veía como menos inteligentes, racionales y cultas que los hombres. Su mente estaba centrada en lo intuitivo y lo emocional.

- Debilidad moral: se consideraba que las mujeres son más propensas a la tentación y al pecado, como Eva. Necesitaban la guía de los hombres.

- Debilidad espiritual: dependientes de los hombres también en su relación con Dios. Se las veía más supersticiosas y menos capaces de elevados pensamientos.

- Debilidad emocional: el estereotipo de la mujer histérica, sentimental y que llora fácilmente. Incapaz de controlarse sin la presencia masculina.

- Debilidad de carácter: las mujeres eran vistas como naturalmente sumisas, temerosas, dependientes y con necesidad de protección masculina.

Con estos y otros sesgados argumentos pseudobiológicos, Vallejo-Nágera trató de dar una base científica tanto a la misoginia del régimen franquista como a la construcción de la “nueva virilidad”. La supuesta debilidad de las mujeres las hacía, - según el franquismo- , incapaces de valerse por sí mismas en ningún ámbito sin la tutela del hombre. Esta visión fue utilizada para justificar su papel subordinado en la sociedad y al varón.


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