De la mina al Congreso, con una Guerra Civil por el camino
De la mina al Congreso, con una Guerra Civil por el camino

La editorial AKAL reedita El único camino, la autobiografía de La Pasionaria, un texto que retrata las vivencias de Dolores Ibárruri hasta su exilio en la URSS.

El texto, revisado por uno de sus biógrafos, Mario Amorós, se completa con una selección de artículos de la política comunista y una breve biografía que sobre esta virgen laica escribió su hija, Amaia Ruiz Ibárruri

Dolores Ibárruri, conocida universalmente como La Pasionaria, tuvo una vida que daría, y de hecho da, para convertirse en el argumento de una novela del género de aventuras.

Ahora, se reedita El único camino, las memorias escritas por ella misma, en donde se descubre a una mujer, que además de comunista, fue feminista en una época en que lo uno y lo otro estaba perseguido por el Régimen.

Durante la Guerra Civil la figura de La Pasionaria se convirtió en uno de los bastiones culturales de la República, conformándose en una figura pública que aunaba a una madre trágica pero también amorosa para miles de comunistas.

Ahora la editorial AKAL reedita sus memorias en donde tiene una especial importancia algo que durante la Guerra Civil no fue lo suficientemente valorado: su irrenunciable defensa del feminismo.

Ibárruri hizo del feminismo una bandera ya desde sus primeras intervenciones como política comunista, en sus comienzos de activismo político y social en la zona minera de la margen izquierda del rio Nervión.

Un parte de sus memorias

En El único camino nos vamos a encontrar con la primera parte de sus memorias, que corresponden al tiempo que llega hasta el final de la Guerra Civil Española.

Pero en la reedición que acaba de realizar la editorial AKAL nos vamos a encontrar también con una selección de los artículos de prensa que publicó Dolores Ibárruri y al mismo tiempo con las memorias de su hija, Amaia Ruiz Ibárruri.

En este caso la editorial AKAL ha elegido como editor a Mario Amorós, el historiador y periodista que también se encargó de No Pasarán, otra de las biografías de la política comunista vizcaína.

Una vida marcada por la minería

En la reedición de sus memorias seremos testigos, a medida que avanzamos por la obra, de la progresiva toma de conciencia social de una mujer nacida en una familia de mineros, una señora que, paradójicamente, pasó de ser católica a ser dirigente comunista.

En el libro también podemos ver la represión y explotación que sufrían los mineros en los primeros compases del siglo XX, lo que hizo que en la cuenca minera vizcaína surgiera un movimiento sindical robusto.

El libro también se puede leer como un retrato antropológico y sociológico de España en los albores y primeros años del siglo XX, que casi mediado vería como españoles luchaban contra españoles en una guerra civil.

Tal como refiere la propia Ibárruri en sus memorias, todos sus antecesores, ya fueran de origen vasco o castellano, estuvieron de manera directa relacionados con la minería.

Su padre murió sepultado, a los 67 años, por un bloque de mineral y su madre, hasta que se casó, también trabajo realizado labores auxiliares en la mina.

Sus hermanos también trabajaron en el tajo, así como su marido, por lo que, como ella misma decía, era minera por los cuatro costados.

Un marido sindicalista

Julián Ruiz, con el que Ibárruri se casaría a los 20 años, también era minero de profesión y sindicalista de vocación y de él aprendió la militancia política y sindical.

Ruiz fue organizador de muchas huelgas en la cuenca minera vizcaína y era un admirador del poder que los sóviets habían logrado en el territorio que se acabaría convirtiendo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Fue Julián Ruiz el que introdujo a La Pasionaria en la militancia sindical y política y el que guio sus primeras lecturas marxistas de una mujer que terminada la Guerra Civil acabaría viviendo en la Unión Soviética hasta la vuelta de la democracia en España.

De hecho, el talento verbal que acabó desarrollando Dolores Ibárruri le llevaría a publicar artículos de opinión en la prensa de izquierdas e incluso a preparar los discursos que daba su marido.

Sería en uno de esos artículos donde firmaría por primera vez como La Pasionaria, un sobrenombre que le acompañaría ya toda su vida.

De tal palo tal astilla

Aunque Dolores Ibárruri había completado su educación primaria, una gesta para una persona que a su condición de mujer unía el ser hija de mineros, pero la mayor parte de su formación se llevó a cabo de manera autodidacta.

Eso no le impidió escribir cientos de discursos y de artículos de opinión en prensa, cuya autoría está fuera de toda duda porque han quedado para la posteridad los originales, escritos a mano, de los mismos.

La propaganda comunista, y la caja de resonancia de los medios afectos al PCE, la convirtieron en una santa laica, unida a la figura de una madre doliente, que tuvo que enterrar a sus cuatro hijas, fallecidas por la falta de asistencia sanitaria que sufrían las familias obreras.

De sus hijos solo sobrevivieron a la niñez dos: Rubén y Amaia y en el caso de su hijo moriría en combate luchando como soldado soviético en la batalla de Stalingrado. En el caso de Amaia siguió la trayectoria política de su madre.

Amaia se casó con un militar soviético que era ahijado de Stalin, con el que tuvo tres hijos. Con el tiempo se separarían y Amaia volvió a España con su madre con el regreso de la democracia.

También feminista

Como se puede rastrear en sus escritos políticos, al mismo tiempo que nacía su conciencia comunista surgía su conciencia feminista, una ideología de género que en aquellos momentos estaba prácticamente en mantillas.

Fue una rara avis, una mujer que acabó teniendo altas responsabilidades políticas habiendo nacido prácticamente en la indigencia.

Su ascenso no es comparable al que tuvieron Clara Campoamor o Victoria Kent, hijas de familias acomodadas y liberales que permitieron que sus hijas acudiesen a la universidad a estudiar.

Si La Pasionaria no se declaró explícitamente feminista fue porque consideraba que de las muchas luchas que llevaba incorporado el comunismo también se encontraba la igualdad de género.

En cierto modo también fue una rebelde dentro del PCE, ya que luchó a brazo partido para desterrar de ese movimiento político el paternalismo con el que la mayoría de las veces se trataba a las mujeres.


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