
Miquel Grau Gómez nació en Rafal (Alicante), en 1957. La noche del 6 de octubre de 1977, en la plaza de los Luceros de Alicante, 4 jóvenes miembros del Moviment Comunista del País Valencià pegaban carteles convocando a la Diada de la Comunidad Valenciana, el 9 de octubre. Eran Llum Quiñonero (24 años), Miquel Grau (22), Juan Ángel Torregrosa (19) y Javier Álvarez (14). Cientos de personas en toda la ciudad y el País Valencià, pegaban pasquines que llamaban a la celebración, la primera movilización legal tras las elecciones al parlamento de ese año. Poco antes, en algún lugar cercano, les habían arrojado unos cubos de agua.
La extrema derecha, violenta, dirigida y tolerada, generaba terror cotidiano frente a los avances de la izquierda en el País Valencià. Las 4 barras del cartel causaban, y aún causan, una profunda ira entre el franquismo que no aceptaba ningún cambio. Un militante de Fuerza Nueva, Miquel Ángel Díaz-Panadero Sandoval, subió a la terraza de una finca de la plaza de Los Luceros y comenzó a apedrear a los antifascistas. Arrancó un ladrillo de mayor tamaño, y desde un balcón de su piso, apuntó con cuidado, y no falló. Miquel Grau fue alcanzado de pleno en la cabeza y se desplomó envuelto en sangre, desmadejado, con el cráneo partido. Miquel, en coma, fue trasladado a la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social. Al día siguiente continuaba en estado crítico.
El día 9, primera celebración de la Diada tras la dictadura franquista, hubo una concentración de varios miles de personas. Las fuerzas políticas democráticas de Alicante firmaron un manifiesto condenando con la mayor energía el atentado perpetrado contra Miquel Grau. A los pocos días, el 16 de octubre, Miquel Grau falleció.
Su entierro fue acompañado por una multitud silenciosa, más de 18.000 personas quisieron rendirle homenaje en el mismo lugar en el que fue abatido. No fue posible, no fue bastante arrebatarle la vida. La policía franquista, grises armados de porras y material antidisturbios arrebataron el ataúd en plena calle a la familia y amigos, y a la fuerza, lo introdujeron en un coche fúnebre que arrancó a toda velocidad, dejando a miles de personas entre el dolor, el miedo y la incredulidad. Durante horas, esa misma policía persiguió por la ciudad a cientos de jóvenes que exigían la dimisión del gobernador, José Duato de la UCD, y del ministro de gobernación, Rodolfo Martín Villa, responsables de las fuerzas represivas.
Miquel Ángel Panadero era miembro de una familia franquista, propietaria de varias gasolineras en la ciudad. El juicio contra Panadero se celebró el 2 de junio de 1978 en la Audiencia Provincial de Alicante. La plaza ante la Audiencia estaba a rebosar de fascistas armados con simbología nazi y franquista, mientras, desde la fiscalía, la defensa de Panadero, y los medios de comunicación se insistía que se trataba de un homicidio accidental sin motivaciones políticas. Además de la fiscalía, hubo 2 acusaciones: una de la familia, y una acusación popular integrada por partidos de izquierda. La fiscalía la dirigía un fascista de la médula del franquismo, Francisco García Romeu, alcalde, procurador en las Cortes franquistas, miembro del movimiento nazional, y, tras, parte de los tribunales que enviaron al paredón a cientos de personas en la ciudad.
Miquel Ángel Panadero fue condenado a 12 años y un día de reclusión menor. En 1979, el gobierno de Adolfo Suárez le concedió un indulto parcial. Finalmente Panadero Sandoval fue puesto en libertad 20 días después de que los tanques se pasearan por Valencia el 23F de 1981. Sus vínculos con la extrema derecha se mantuvieron también durante su encarcelamiento. Como siempre, sobre todo en España, al fascismo, la industria del asesinato le salía barata. Arrancaba la “ejemplar transición”. Hoy Panadero Sandoval es procurador de los tribunales en Valencia, sigue siendo propietario de varias empresas, incluidas las gasolineras. Ahora se llama Díaz-Panadero. La Justicia de la transición veló por él, como por varios cientos más de responsables de asesinatos y atentados que quedaron impunes, sin investigar, amnistiados, indultados.
Miquel fue muerto porque se oponía al fascismo, porque quería libertad, su muerte no fue un hecho aislado ni accidental, como ninguno de los ataques mortales o heridos de gravedad llevados a cabo tras la muerte de Franco contra antifascistas. Acrecentaron el terror heredado de la dictadura, avisando de los límites del “cambio” pilotado desde el propio Estado. El terrorismo franquista lucía sus emblemas, reivindicaba la dictadura, imponiéndose con la fuerza y la violencia. La “democracia” nacía controlada por la misma carroña que había sustentado la dictadura, fascistas, policías, conmilitones, franquistas, nazis. Las víctimas siguen esperando Justicia.
Documentos: Público (Llum Quiñonero Hernández). Wikipedia. Alicante Vivo (Juan José). Dossier, Los muertos de la Transición española, 1975-1981
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