
Este año se cumplen 100 años del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, primer dictador español del siglo XX. Y, todavía hoy, los historiadores debaten sobre el papel de Alfonso XIII en la conspiración que urdió el entonces capitán general de Catalunya. ¿Tenía conocimiento? ¿Intervino para convencer a alguno de los capitanes generales? Lo que está claro es que el monarca ayudó a preparar el terreno que hizo posible el golpe; y, al mismo tiempo, que tenía motivos suficientes para acogerle con entusiasmo, más allá de la capacidad o no de darse cuenta de que con su apoyo al dictador estaba preparando el terreno para la República.
Tras el desastre militar de Annual, que había provocado la muerte de más de nueve mil soldados españoles, Alfonso XIII empezó a expresar abiertamente sus reservas hacia el sistema parlamentario. Las “pequeñas de la política”, tal y como las llamaba. En un discurso pronunciado en Córdoba el 23 de mayo de 1921, el rey instaba al Congreso a “recordar que es mandatario del pueblo” y añadió que “dentro y fuera de la Constitución debería imponerse y sacrificarse por el bien de la patria”. Algunos meses después, en un almuerzo con algunos oficiales del destacamento de Barcelona, Alfonso XIII les recordó que no tenían “ningún otro compromiso que el juramento prestado a la patria y al rey”. Meses después, el monarca advirtió a García Prieto, el presidente del ejecutivo, que estaba dispuesto a gobernar solo, sin los partidos; y anunció la posibilidad de una dictadura militar que debería “dejar paso a los gobiernos que respetaran la voluntad popular”, como si él fuera el intérprete de esa voluntad. El rey, que desde el primer día de mandato se dedicó a hacer y deshacer a gobiernos como quien intercambia cromos, preparó a conciencia el terreno de la dictadura.
Alfonso XIII con Miguel Primo de Rivera pocos días después del golpe de estado.
El monarca y el desastre de Annual
El socialista Indalecio Prieto fue uno de los primeros en denunciar los motivos reales de Alfonso XIII para apoyar el golpe de estado de Primo de Rivera. A su juicio, el monarca quería evitar asumir las responsabilidades por el desastre de Annual, que había provocado la muerte de 9.000 soldados españoles.
Cavar la tumba de la monarquía
Gabriel Maura, ex diputado en Cortes y último ministro de Trabajo de la monarquía, dejó escrito que “era muy posible que ni él [el dictador, Miguel Primo de Rivera] ni el rey [Alfonso XIII] se dieran cuenta entonces... ] que de entre las instituciones derribadas por el nuevo régimen estaba también la monarquía”. Maura se mostró muy crítico con el monarca; pero, sin embargo, cerró filas hasta el último momento y se convirtió (junto al catalán Francesc Cambó) en uno de los promotores del Centro Constitucional, uno de los últimos intentos de salvar a la monarquía.
El menosprecio al presidente del gobierno
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Manuel García Prieto.
Alfonso XIII menospreció a todos aquellos que le advertían de los riesgos de apoyar al dictador. Uno de ellos era el presidente del gobierno. Manuel García Prieto pidió al monarca la destitución del general Primo de Rivera días antes del golpe de estado; y volvió a hacerlo después de éste. También reclamó al rey la apertura de Les Corts para recuperar la dinámica democrática. Pero el monarca no le hizo caso. Sin embargo, García Prieto no tendría muchas manías en aceptar el ofrecimiento del monarca para ocupar la cartera de Justicia en el último gobierno de la monarquía.
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