Desgraciadamente, la historia colocó a Paterna en el mapa del horror, la tristeza, la incomprensión y la muerte. Esta ciudad de l'Horta Nord se convirtió en testimonio directo de las atrocidades del franquismo, por eso, hay que felicitar al Museo Valenciano de Etnología (L'ETNO), que ha hecho posible condensar la arqueología y la memoria en un espacio íntimo que invita a la absoluta reflexión sobre el episodio más amargo de la historia reciente del País Valencià: el asesinato de 2.238 personas durante la represión franquista.
Si el pasado octubre el Terrer de Paterna se convirtió en el primer Sitio de Memoria Democrática Valenciana por su protagonismo histórico, el cementerio de Paterna lo es, por sí, desde los primeros fusilamientos franquistas allá por el año 1939. Familias enteras han ido durante ochenta y muchos años a rendir homenaje a las víctimas represaliadas, la mayoría de ellas arrojadas a las fosas comunes del campo santo. Y es que de esto va la exposición Arqueología de la memoria. Las fosas de Paterna».
Los equipos de arqueología que han trabajado y están trabajando han permitido adentrarnos en un mundo que para muchas personas les era ajeno. Así pues, ¿qué puede decirnos la arqueología sobre la memoria de un lugar o de las personas? Todo, sinceramente. Nos ayuda a establecer la relación entre los testigos, el cementerio y el propio pueblo de Paterna, fiel reflejo de la sociedad valenciana de ese momento concreto. También podemos preguntarnos qué sabían y qué no sabía el vecindario que convivió escuchando los rasgos de los verdugos en el paredón del Terrer durante dos décadas. Y por último, si ese episodio impactó en sus vidas cotidianas.
En España interrogar el pasado dictatorial más reciente a través de los testigos ha sido una tarea kafkiana. Los historiadores y las historiadoras podemos dar constancia de que entrevistar a personas que vivieron directamente los hechos ha sido, y es, cómo andar por un laberinto. Ahora bien, ¿qué ha conseguido la arqueología desde que empezaron a desenterrarse las primeras fosas? Pues ha dado a conocer y aproximar la realidad del pasado tiempo. En otras palabras, la arqueología se ha preocupado por dar luz a la responsabilidad colectiva, e individual, sobre el pasado.
Ninguna sociedad sana puede basarse en el olvido de sus errores, porque, si pretende hacerlo, reaparecerán como espectros y envenenarán la convivencia democrática de los ciudadanos. La ciudadanía en nuestro país ha hecho del olvido su identidad, no como en otros países, por ejemplo en Alemania. Nos habíamos acostumbrado a ver cómo muchos practican la política del olvido, incluso, las propias autoridades. Ahora bien, el paradigma está cambiando, puesto que son las nuevas generaciones las que están rompiendo con el olvido y comienzan a reclamar un recuerdo activo y responsable del pasado franquista. Esto está siendo gracias a una serie de iniciativas, así como de exigencias, ciudadanas que formarán parte de nuestra identidad, lo que ayudará en la consolidación de la democracia. Por tanto, vaya al museo y visite la exposición. Nadie dejará indiferente.
Si el pasado octubre el Terrer de Paterna se convirtió en el primer Sitio de Memoria Democrática Valenciana por su protagonismo histórico, el cementerio de Paterna lo es, por sí, desde los primeros fusilamientos franquistas allá por el año 1939. Familias enteras han ido durante ochenta y muchos años a rendir homenaje a las víctimas represaliadas, la mayoría de ellas arrojadas a las fosas comunes del campo santo. Y es que de esto va la exposición Arqueología de la memoria. Las fosas de Paterna».
Los equipos de arqueología que han trabajado y están trabajando han permitido adentrarnos en un mundo que para muchas personas les era ajeno. Así pues, ¿qué puede decirnos la arqueología sobre la memoria de un lugar o de las personas? Todo, sinceramente. Nos ayuda a establecer la relación entre los testigos, el cementerio y el propio pueblo de Paterna, fiel reflejo de la sociedad valenciana de ese momento concreto. También podemos preguntarnos qué sabían y qué no sabía el vecindario que convivió escuchando los rasgos de los verdugos en el paredón del Terrer durante dos décadas. Y por último, si ese episodio impactó en sus vidas cotidianas.
En España interrogar el pasado dictatorial más reciente a través de los testigos ha sido una tarea kafkiana. Los historiadores y las historiadoras podemos dar constancia de que entrevistar a personas que vivieron directamente los hechos ha sido, y es, cómo andar por un laberinto. Ahora bien, ¿qué ha conseguido la arqueología desde que empezaron a desenterrarse las primeras fosas? Pues ha dado a conocer y aproximar la realidad del pasado tiempo. En otras palabras, la arqueología se ha preocupado por dar luz a la responsabilidad colectiva, e individual, sobre el pasado.
Ninguna sociedad sana puede basarse en el olvido de sus errores, porque, si pretende hacerlo, reaparecerán como espectros y envenenarán la convivencia democrática de los ciudadanos. La ciudadanía en nuestro país ha hecho del olvido su identidad, no como en otros países, por ejemplo en Alemania. Nos habíamos acostumbrado a ver cómo muchos practican la política del olvido, incluso, las propias autoridades. Ahora bien, el paradigma está cambiando, puesto que son las nuevas generaciones las que están rompiendo con el olvido y comienzan a reclamar un recuerdo activo y responsable del pasado franquista. Esto está siendo gracias a una serie de iniciativas, así como de exigencias, ciudadanas que formarán parte de nuestra identidad, lo que ayudará en la consolidación de la democracia. Por tanto, vaya al museo y visite la exposición. Nadie dejará indiferente.
Fuente → diarilaveu.cat
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