El 14 de agosto, se cumplen 87 años del inicio de la matanza de
Badajoz por la Columna de la Muerte, al mando del teniente coronel
Yagüe, de infausta memoria.
87 años del día más nefasto
de la reciente historia de Badajoz, a partir del cual comenzó un período
de violencia criminal que se llevó por delante a miles de personas, y
que marcó para siempre la vida de esta ciudad.
La masacre
que se desarrolló en la ciudad de Badajoz, a partir del 14 de agosto de
1936, fue una de las primeras evidencias ante el mundo, de la política
de exterminio del adversario, programado por los militares golpistas.
Es
posible que Badajoz sea la ciudad española en que, en relación con su
población, un mayor número de personas fueran asesinadas a consecuencia
del golpe militar y de la masacre realizada tras su ocupación en agosto
de 1936.
El cementerio de San Juan, y otros lugares de la
ciudad, pertenecen a la historia silenciada y oculta de Badajoz. Allí
fueron asesinadas muchas personas que pasaron luego a fosas comunes,
muchos incinerados, abiertas en el interior de dicho cementerio, hechos
de los que existe documentación gráfica, como son las imágenes captadas
por el cámara periodista francés René Brut que dieron la vuelta al
mundo. No hay Memoria sin lugares, ni lugares sin Memoria.
Uno
de los estudios más exhaustivos y documentados sobre la matanza es el
realizado por el historiador Francisco Espinosa, quien, en su libro "La
columna de la muerte" (Editorial Crítica, 2003), documenta unos 1.400
asesinatos registrados en los libros del cementerio y del Registro
Civil, pero constata que las personas asesinadas podrían ser más de
3.800, pues muchos nunca fueron registrados en el Registro civil, ni
anotados en los Libros del cementerio.
Como dice el citado
historiador sobre la represión franquista: "Dos fueron los instrumentos
de los que se sirvieron los golpistas para llevar a cabo el plan
represivo: los bandos de guerra y los consejos de guerra sumarísimos de
urgencia. Es sobradamente conocido el bando publicado por la Junta
Militar el 28 de julio de 1936; sin embargo son totalmente desconocidos
aquellos con los que se funcionó realmente a nivel local desde el primer
momento. En la práctica los bandos de guerra pretendieron dar un barniz
seudolegal a la gran matanza del 36. Luego miles de personas serían
inscritas en los registros civiles con la causa de muerte: "Aplicación
del Bando de Guerra". No obstante, lo que interesa destacar de esta
etapa fue el altísimo número de personas que quedaron sin inscribir en
el registro Personas de cuya muerte no ha quedado huella alguna:
detenidas ilegalmente, asesinadas y enterradas por lo general en fosas
anónimas abiertas en los cementerios, en el campo e incluso en fincas
particulares. "El mapa de las fosas comunes se superpone a la España
donde triunfó el golpe militar y se aplicó de inmediato el calculado
plan de exterminio que los sublevados tenían previsto desde el
principio".
"Respecto a la represión franquista cabe
establecer tres etapas. La primera, la de la represión salvaje con los
bandos de guerra, comprende desde el 17 de julio del 36 a febrero de
1937. La segunda, la de los consejos de guerra sumarísimos de urgencia,
va de marzo de 1937 a los primeros meses de 1945. Podría parecer que el
final de la guerra marca una separación pero realmente es lo mismo;
quizás la disminución del ritmo represivo iniciado en el 36 se perciba a
partir de 1943. Y la tercera sería la gran oleada represiva de fines de
los cuarenta y de los años cincuenta, marcada por la eliminación de
docenas de guerrilleros y de cientos de personas acusadas de servirles
de apoyo".
Fue, para Francisco Espinosa, “la mayor y más
efectiva de las salvajes matanzas que venían produciéndose de sur a
norte y desde el inicio del golpe militar”, lo que le lleva a pensar que
existió una intención previa de dar un fuerte escarmiento a Badajoz por
ser la capital de la provincia más comprometida con la Reforma Agraria.
La gran matanza
El
periodista portugués Mário Neves fue uno de los testigos de primera
mano de los sucesos de Badajoz, en las crónicas que remitió al Diário de
Lisboa, algunas de las cuales fueron censuradas por el gobierno de
António de Oliveira Salazar, claramente favorable al bando franquista.
Neves regresó a Lisboa horrorizado por el espectáculo del que había sido
testigo, y se juró no volver jamás a Badajoz, pero lo hizo en 1982,
para recorrer los lugares donde presenció estos hechos en un documental
para televisión,
Reseñas:
En
la Portada del Diário de Lisboa del sábado 15 de agosto de 1936, el
titular decía: "Badajoz ha sido entregada a los legionarios y regulares
marroquíes.". "Escenas de horror y desolación en la ciudad conquistada
por los rebeldes." La crónica la firma Mário Neves e incluye la
entrevista con Juan Yagüe, donde le informa y no le desmiente que ya
hubiera unos 2.000 fusilados.
"Durante toda la jornada, se
produjeron asesinatos por las calles de la ciudad, sobre todo a cargo de
legionarios marroquiés. El mismo día 14, Yagüe ordenó el confinamiento
de todos los prisioneros -la mayoría civiles- en la plaza de toros".
Las
crónicas de Mário Neves, de Diário de Lisboa, fueron primordiales para
sacar a la luz los asesinatos que se produjeron tras la caída de la
ciudad, y que fue definida por Southworth como la “masacre de las
masacres”, por marcar un punto relevante en la escalada de la violencia.
Las
crónicas de Neves fueron, las más elaboradas, con un lenguaje a medio
camino entre el periodismo y la literatura. Habitualmente, presentaban
un relato cronológico dividido en tres partes: en la primera, se creaba
expectación; en la segunda, se explicaban las cuestiones planteadas, y
en la tercera mantenían la atención del lector por el qué ocurrirá
mañana. La más impactante fue, sin duda, la última firmada por Mário
Neves prohibida por la censura y reproducida por primera vez en la obra
de Southworth El mito de la cruzada de Franco. Despertaba la atención
desde el comienzo con la descripción de sus sentimientos: “Vou partir.
Quero deixar Badajoz, custe o que custar, o mais depressa possível e com
a solene promessa à minha própia consciência de que não mais voltarei
aquí”. Mantenía la intriga y el suspense durante su desarrollo, y
alertaba al lector ante el terrible hecho que iba a contar y que se
ubicaba en el cementerio de Badajoz, donde ardían los cadáveres de los
fusilados:
Encontram-se, sobre traves de madeira
transversais, semelhantes às que se usam nas linhas férreas, numa
extensão talvez de quarenta metros, mais de 300 cadáveres, na sua
maioria carbonizados. Alguns corpos, arrumados com precipitação, estão
totalmente negros, mas outros há em que os braços ou as pernas,
intactos, escaparam às labaredas provocadas pela gasolina que derramaram
sobre eles. (Neves).
Mário Neves, junto con Marcel
Dany, de la agencia Havas en Lisboa, y Jacques Berthet, de Le Temps,
fueron los primeros en entrar en Badajoz el día 15, poco después de las
9:30 horas. La edición vespertina de Diário de Lisboa daba cuenta ya en
la mencionada fecha de las “cenas de horror e de desolação na cidade
conquistada pelos revoltosos”. Tras recorrer algunas calles plagadas de
cadáveres, los periodistas entrevistaron a Yagüe, quien les confirmó el
abultado número de fusilamientos: “–E fuzilamentos…, dissemos nós. Ha
quem fale em dois mil… O comandante Yangue [sic] olha para nós,
surpreendido com a pregunta, e declara: –Não devem ser tantos”.
La
crónica que Mário Neves no pudo publicar, pues fue censurada, describía
la dantesca visión de los cuerpos ardiendo y carbonizados,
inmortalizada después por la cámara de René Brut, y que el historiador
Espinosa interpreta como un precedente de Auschwitz. Si bien la censura
no tuvo inconveniente en que las primeras crónicas sobre Badajoz
recogieran la contundente represión por considerarla un acto legítimo de
los vencedores, las autoridades cambiaron de estrategia al conocer la
conmoción internacional que causó la extrema violencia aplicada contra
los defensores de la República. Se reforzó el control para ocultar la
dimensión de la matanza y se prohibió la publicación de la crónica de
Mário Neves “por inconveniente e horripilante”.
Según
artículos publicados por los corresponsales de Le Populaire, Le Temps,
Le Figaro, Paris-Soir, Diário de Lisboa y Chicago Tribune se produjeron
ejecuciones en masa en varios lugares de la ciudad, y las calles
aparecían sembradas de cadáveres.
El 15 de agosto, el enviado de Le Temps, Jacques Berthet, enviaba su crónica:
"...alrededor
de mil doscientas personas han sido fusiladas (…) Hemos visto las
aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y
las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la
ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de
cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos
cuerpos (…)".
El 18 de agosto, Le Populaire publicaba:
«Elvas,
17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy
continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de
personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas
excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra
la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso,
el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales
y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los
civiles cerca de las arenas».
El martes 18 de agosto, el
Premio Nobel de Literatura francés François Mauriac, publicó en primera
plana de Le Figaro un artículo sobre los sucesos de Badajoz que
conmocionó a Europa. El 30 de agosto apareció en el Chicago Tribune el
famoso artículo de Jay Allen, en el que narró con gran crudeza los
terribles sucesos de la ciudad.
Dentro de programado plan de
exterminio del adversario politico, los golpistas que tomaron la ciudad,
asesinaron a tres de los alcaldes durante la República que la ciudad
había tenido.
Vaya aquí un recuerdo y algunos datos de estos
tres alcaldes de Badajoz injustamente asesinados por la barbarie
fascista, en aquel verano de 1936:
Eladio López Alegría.
Republicano. Concejal hasta el 14 de Agosto de 1936. Abogado, Fiscal y
Corredor de Comercio, Secretario de la Cámara Urbana. Primer alcalde de
la II República. Presidente de los Jurados Mixtos Agrarios. Presidente
comisión para la reforma agraria en Badajoz. Fue asesinado el 16 de
Septiembre de 1936, en las tapias del cementerio.
Juan Antonio
Rodríguez Machín. Republicano. (Acción Republicana). Tercer alcalde
tras Rodrigo Almada. Concejal hasta el 14 de Agosto de 1936. Fue
asesinado el 20 de Agosto de 1936. Natural de Orellana la Vieja. Vecino
de Badajoz. 53 años. Soltero.
Sinforiano Madroñero Madroñero.
Socialista. Alcalde en dos etapas. Era el alcalde de la ciudad el 14
Agosto de 1936. Natural de Santi-Spiritu. Vecino de Badajoz. 34 años.
Soltero. Fue asesinado el 20 de Agosto de 1936, tras ser devuelto por
las autoridades portuguesas tras su marcha al país vecino, donde sin
respetar el Derecho internacional humanitario y de asilo, fue entregado
sin procedimiento alguno y sin garantías jurídicas de clase alguna, por
la policía política salazarista a elementos golpistas franquistas de
Badajoz.
IN MEMORIAM. Para todos los asesinados y
desaparecidos en Badajoz, en aquellos tristes días que sucedieron a
aquel nefasto 14 de agosto. Verdad, justicia y reparación.
Desde
la ARMHEX, apoyamos, nos sumamos y animamos a toda la ciudadania a
participar en cuantos actos y conmemoraciones se celebren en la ciudad
de Badajoz y en el viejo Cementerio de San Juan en la mañana del día 15
de agosto, en recuerdo de todos aquellos que sufrieron represión por
enfrentarse al fascismo, defendiendo la II República y una sociedad más
libre.
Archivos, investigación, análisis y divulgación precisa de aquellos hechos y del golpe de estado contra aquel gobierno legítimo.
IN MEMORIAM
Llegado
el día, los profanadores arramblaron con todo. Desvalijaron la casa que
mira hacia poniente, sobre el río. La casa que fue emblema, palabra
escrita, lugar al que acudía la nostalgia, y ahora es leyenda sin
retorno, flor del sueño, un gesto apenas en el que uno a veces descubre
la osadía…
La razón del poema se deshizo y apenas nos queda
su memoria, máscara y enigma que aún nos conmueven, tanto como ese
viejo manuscrito en tinta negra que rememora la tapia del cementerio de
la ciudad, plagada de cruces, de los que allí detrás se hicieron tierra,
cosida a balazos; y donde aún procuro cada tarde la luz de las
palabras, de sus palabras…
Angel Campos, Poeta.
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