La actualidad no se entiende sin conocer lo que ha estado pasando en los últimos cuarenta años en este paí
Mariano Sánchez Soler: “La actualidad no se entiende sin conocer lo que ha estado pasando en los últimos cuarenta años en este país”. / Angelo Nero
 
Entrevistamos al escritor Mariano Sánchez Soler con más de 50 libros publicados, actualmente da cursos de guion cinematográfico en la Universidad de Alicante, que ha trabajado más de treinta años como periodista en publicaciones como Interviu, Tiempo, el Periódico de Catalunya o Diario 16.
 
 Durante años viajé por España siguiendo un rastro de sangre. Era mi trabajo. Como periodista he buscado la dimensión global de cada crimen. Son muchos los parricidios, los asesinatos económicos, políticos y familiares que he descrito en crónicas y reportajes. Sé que resulta difícil sentarse al lado de los muertos cuando los vivos, los agresores, acaparan nuestro interés y nuestro miedo. 
 

Existen crímenes que me han perseguido durante toda mi existencia. Me sumergí en ellos por trabajo como periodista de investigación, inconsciente de lo que iban a suponer en mi realidad profesional y personal. Han pasado las décadas desde aquella España posfranquista, y sigo siendo un experto en el asesinato de Yolanda González, de los marqueses de Urquijo, en la desaparición de El Nani, en el parricidio de la Dulce Neus, en el infanticidio de Paquito Reyes, en el atentado racista contra Lucrecia Pérez, en la secta montañera Edelweiss… El corazón humano es un misterio y el cerebro un infierno. Quienes escribimos sobre estos asuntos solo podemos ser humanistas a fuerza de conocer de cerca tanto horror.

Este libro visita por última vez mis crímenes verdaderos y algunos paisajes ensangrentados. Son los más importantes en mi carrera como periodista, y ahora, que me acerco a una edad inquietante, necesito escribirlos y devolverlos a este mundo tan salvaje que nos ha tocado en suerte.

Escritor con más de 50 libros publicados, actualmente da cursos de guion cinematográfico en la Universidad de Alicante, el alicantino Mariano Sánchez Soler ha trabajado más de treinta años como periodista de sucesos y tribunales en publicaciones como Interviu, Tiempo, el Periódico de Catalunya o Diario 16. Ahora recoge doce crímenes en una particular crónica negra a la que ha titulado “Una hojarasca de cadáveres. Crónica criminal de la España posfranquista”.

Conversamos por segunda vez en las páginas de NR con este polifacético narrador, y la primera pregunta que se nos plantea es ¿que le lleva a Mariano Sánchez Soler ha rescatar esta docena de historias, del largo inventario de crímenes sobre los que ha escrito -incluso ha novelado alguno de ellos- a lo largo de su carrera profesional?

En primer lugar porque son las historias que para mí, como periodista, han sido más importantes. Han sido grandes casos, unos muy conocidos, otros no tan conocidos, pero que en su momento si que tuvieron transcendencia. Yo pienso que se puede contar la historia de nuestro país a través de estos casos. Date cuenta que cada uno de ellos, tocan a un estamento fundamental. Me ha movido eso, y sobretodo el periodismo. Estoy un poco harto de que se juzgue al periodismo como sensacionalista, mal escrito, lleno de exabruptos. Yo he reivindicado el periodismo escrito con estos casos y la realidad del oficio.

Los sucesos que desentrañas en tu libro, la desaparición del Nani, el crimen de los marqueses de Urquijo, el asesinato de Yolanda González, la secta de Eduardo González Arenas, también dibujan el fresco de una época, de un país que pasaba del blanco y negro, al rojo de esa Transición Sangrienta que tan bien reflejas en otro de tus libros. ¿Estuvo muy alejada, realmente, esa Transición, de ser tan modélica y pacífica como nos la quisieron dibujar? Y, por otra parte ¿Estos crímenes reflejan las tensiones que se estaban produciendo con el cambio de régimen?

Es evidente que está muy lejos de lo que nos quisieron dibujar. Esta es la parte que no se quiere contar, la que metieron debajo de la alfombra de la democracia. Lo que hago con estos doce casos, es un recorrido por todos los estamentos: hay uno vinculado al ejército, al 23F, otro que implica a la iglesia, hasta un broker, el mundo del dinero rápido, los negocios oscuros, también el abuso policial, la tortura. Date cuenta que en algunas comisarias, sobretodo el grupo de atracos de Madrid, se seguía maltratando a los detenidos, de una forma salvaje, y el caso Nani refleja esa realidad. Podía haber hecho un libro con muchos casos, pero yo creía que valía la pena porque esa época de la Transición, con esos 600 muertos en pocos años, también tenía otra parte de la historia, y son justamente estos crímenes. El año que asesinan a los marqueses de Urquijo habían muerto 90 personas por atentados de ETA y de algunos otros grupúsculos. La violencia estaba muy metida en la sociedad.

También se aprecia en tu libro una reivindicación del periodismo de investigación, del que pisaba la calle más que los platós de las tertulias televisivas, del que se documentaba y buscaba testimonios directos para elaborar las crónicas. ¿Es realmente muy distinto el oficio de periodista, en las últimas décadas del siglo XX, al que nos interpreta la realidad ahora mismo?

La palabra periodismo abarca muchos campos, no es solo un oficio, desde mi punto de vista. El periodista es un intermediario entre la noticia y la gente, esa es su función, informar a la gente de las cosas importantes, de las cosas que tienen transcendencia. Lo que ocurre es que han llegado las televisiones, están las radios, y hay mucho ruido. El periodismo de verdad es aquel que va a buscar la noticia. Lo que decía Lord Northcliffe, el axioma famoso del periodismo del siglo XX: “Noticia es lo que hace alguien en alguna parte y no quiere que se sepa, lo demás es publicidad” Ese criterio sigue siendo así, y sigue siendo importante el intermediario, que tiene fuentes, que va a los sitios, que va a la calle, que no se fía de la primera versión, que contrasta la información, que busca documentos e intenta hablar con la gente directamente implicada, que hace reportajes.

En estos doce casos, yo lo que hago es contarlos tal y como yo los investigué, en su momento, pero también los traslado al presente, porque realmente son casos que siguen vivos. El caso Nani sigue vivo, ahora han hecho un documental magnifico, en RTVE, “Pacto de silencio”, que recomiendo, porque es buenísimo, porque, además, es una época en la que la televisión graba todos los juicios del caso Nani y de la mafia policial. Parece que los jueces en aquel momento no tenían tanto miedo a los medios.

Son casos muy importantes, y que recogen mi trayectoria como investigador, como periodista de investigación, pero también lo que hacen, como has dicho antes, es dibujar un mosaico de nuestra sociedad. Aquí hablamos de la actualidad, pero la actualidad no se entiende sin conocer lo que ha estado pasando en los últimos cuarenta años en este país. Yo reivindico eso. Podría haber hecho algo más, porque yo empecé a trabajar como periodista en el 79, y me jubilé en el 2000, y pase a una segunda fase como periodista de investigación. Esos casos estaban un poco perdidos, y yo quería que se contextualizara, que se viera lo que hay detrás de ellos.

Abres el libro con Yolanda González, con la que tuviste una vinculación política y personal, uno de los crímenes de las bandas del terrorismo de ultraderecha que tuvieron un triste protagonismo en la Transición. ¿Este asesinato fue el que te motivó a interesarte en la violencia política, especialmente aquella conectada con las tramas negras, y que recoges en “La transición sangrienta: Una historia violenta del proceso democrático en España (1975-1983)”?

A Yolanda la conocí personalmente, si. Cuando hablamos de víctimas, de gente muy joven, asesinada por unos fanáticos fascistas, aparecen los nombres y las cifras y nos apabullan, pero cuando tu conoces el dolor de las familias de las víctimas, o conoces a la víctima y sabes de lo absurdo del crimen, tiene otro carácter. Yo hablo del caso de ese caso, porque para mí ha sido el más importante a nivel personal, cubrí el juicio, lo he seguido de primera mano, en tiempo real. También empiezo con él, porque es el primero cronológicamente. El mismo año, meses después del asesinato de Yolanda, es el de los Marqueses de Urquijo, y el golpe del 23F fue al año siguiente. El contexto social y político del momento es muy convulso, con mucha violencia, motivada por todo tipo de cuestiones, pero sobretodo por cuestiones políticas.

Cuando tú te dedicas al periodismo, acabas convirtiéndote en un experto en determinadas cuestiones. Yo tuve la suerte de llevar el equipo de investigación de la revista Tiempo, pero también colaboré con Interviú, y con El Periódico de Cataluña, en el momento del periodismo más valiente. Cuando acabé la carrera, en la Complutense de Madrid, no tenía claro a que me iba a dedicar, pero luego resulta que me ofrecen dedicarme a Tribunales, en el Periódico, en su delegación de Madrid, en Justicia e Interior, como le llamaban a la sección, y desde entonces me he dedicado a eso. He hecho mucha Audiencia Nacional, que fue por donde pasaron los grandes casos, los que mejor reflejaban lo que estaba pasando en la sociedad española, el terrorismo, los delitos económicos, y eso me metió directamente en este sector. Y eso se combinó, justamente, con el asesinato de Yolanda. Eso fue antes de que apareciera la televisión privada, y toda esa nube informativa que lo envuelve todo de ruido.

Cuando se fundó la revista Tiempo me llamaron, y pude hacer esos reportajes, porque mi gran suerte es que mis grandes trabajos han sido reportajes, y tenía 14 o 15 páginas para escribir. Eso da para contar las cosas bien. Y luego, soy un periodista que siempre tengo una documentación, sumarios, declaraciones, documentos, siempre los he guardado, y me ha costado armarios y trasteros llenos de papeles.

Creo que deberíamos reivindicar revistas como en las que trabajaste, el buen periodismo de investigación que se hacía entonces.

Si, las revistas de información general, como Cambio 16 y Tiempo son fundamentales, para conocer lo que ha pasado en este país, y si que hay que reivindicarlo. Pero yo lo que he contado han sido 12 historias criminales donde dibujo ese mosaico de lo que era entonces la sociedad española, y además cuento hasta donde ha llegado la historia, que ha sido de los asesinos, que es lo que pasado, lo llevo hasta la actualidad, y sirve para que reflexionemos. Y cuento las historias de la forma más limpia posible, sin fabular, relatando como si fuera una novela, pero sin inventar nada.


Fuente → nuevarevolucion.es 

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