Clara Campoamor en Cádiz-1933. Un célebre caso de crimen machista
Clara Campoamor en Cádiz-1933. Un célebre caso de crimen machista / Manuel Almisas Albéndiz

 

Una sola vez visitó Clara Campoamor la ciudad de Cádiz. Fue en marzo de 1933, cuando ya se había convertido en una heroína para muchas mujeres: la diputada republicana por Madrid que había conseguido que las Cortes aprobaran el sufragio femenino en igualdad de condiciones que el hombre, quedando recogido sus nuevos derechos políticos en la Constitución de diciembre de 1931; la fundadora y presidenta de la «Unión Republicana Femenina» en noviembre de 1931.

Esta primera y única visita a Cádiz, según la inmensa mayoría de la prensa de la época, la hizo en calidad de abogada, pero no cabe duda de que también realizó actividades de proselitismo, como veremos a continuación. Coincidió con un 8 de marzo, pero aún en España no se celebraba ese día de la mujer ni tenía connotación reivindicativa alguna.

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Desde enero de 1933 la escritora republicana Yosi (Josefina) Campos venía realizando una intensa campaña en la prensa gaditana para organizar la «Unión Republicana Femenina» en Cádiz. A pesar del apoyo incondicional del primer alcalde republicano de Cádiz y diputado en junio de 1931 por la Conjunción Republicana Socialista, Emilio de Sola Muñoz -aunque no de los jefes de otras facciones republicanas de la localidad-, Yosi se encontró al principio con la apatía y el temor propio de las mujeres republicanas que hasta ese momento no se habían planteado organizarse y reunirse para hablar de sus derechos y de su intervención como nuevas ciudadanas. Pero el tesón de Yosi Campos no tuvo límites.

También es verdad que desde la organización de Madrid recibió los apoyos más entusiastas. Y los recibió en forma de una bulliciosa visita. El Diario de Cádiz del 4 de febrero de 1933 publicaba esta interesante noticia:

Vocales de la Unión Republicana Femenina de España, en Cádiz. En el tren rápido del pasado jueves 2 de febrero llegaron a nuestra ciudad varias vocales del Consejo Nacional de la Unión Republicana Femenina de España, a cuyo frente se encuentra Consuelo Berges. Fueron recibidas por la escritora Yosi Campos y visitaron diversos museos de nuestra ciudad y el local en la calle Ancha que la Peña Republicana de Cádiz ha cedido a esta agrupación para sus reuniones en nuestra ciudad.

La visita, de la que no se conocen más detalles, fue del más alto nivel, pues Consuelo Berges Rábago era entonces la vicepresidenta primera de la organización republicana femenina. Maestra, escritora y periodista de larga tradición librepensadora y anticlerical, se había exiliado en Argentina durante la Dictadura de Primo de Rivera. Con la proclamación de la Segunda República, regresó a Europa instalándose unos meses en París, llamándola su amiga Clara Campoamor a Madrid para que fuera su mano derecha al frente de la organización femenina.

Junto a Berges es muy probable que acudiera a Cádiz su íntima amiga la abogada Eloína R. Malasechevarría, secretaria del colectivo, la vicepresidenta segunda y fecunda oradora feminista Emilia Solovera Blanco y algunas de las nuevas vocales de la Unión Republicana Femenina nombradas en enero de ese año, como Carmen Valle de Fabra o Ana Cenamor de Carrión, pero no se citaron en la prensa. Sin duda que hoy día esta sería una noticia de mucha mayor repercusión socio-política por la calidad de las mujeres que estuvieron en la ciudad, pero el caso es que, por ejemplo, en El Noticiero Gaditano, donde tantas noticias y artículos publicaban de Yosi Campos y de su organización femenina, esta señalada visita no mereció ni una sola línea.

Al final de la nota anterior del Diario de Cádiz se informaba que «dentro de unos días llegará a Cádiz la abogada Clara Campoamor para dar una conferencia política». Y así fue.

Tras llegar a Sevilla la tarde del 7 de marzo y pasar allí la noche, el miércoles 8 de marzo llegaba a la estación de ferrocarril de la ciudad de Cádiz.

Los primeros medios que lo anunciaron fueron el Diario de Cádiz en su edición de la mañana («Clara Campoamor en Cádiz») y El Noticiero GaditanoLa señorita Campoamor en Cádiz»), ambos en sus ejemplares del 9 de marzo de 1933. El tratamiento de ambos periódicos fue radicalmente distinto. Para el Diario la llegada a Cádiz de la «distinguida escritora, abogada y diputada en Cortes, Clara Campoamor», obedecía a «estudiar la causa que se sigue al cubano Dr. Secades, del cual está nombrada defensora», y añadía que a su llegada fue «cumplimentada por la culta escritora local Yosi Campos, don Emilio de Sola y otros amigos y correligionarios». Por su parte, El Noticiero Gaditano decía:

Se encuentra en esta capital la señorita Clara Campoamor, notable escritora y abogada, hospedándose en el Hotel de Francia.

La diputada de la minoría radical ha venido a nuestra ciudad para ocuparse de la formación de Unión Republicana Femenina, empresa cuya dirección en la localidad se halla en manos de la escritora señorita Yosi Campos.

Al dar nuestra bienvenida a tan ilustre visitante, le deseamos al propio tiempo un rotundo éxito en la misión tan laudable que ha motivado su presencia en nuestra ciudad.

Parecían dos noticias distintas. Esta segunda motivación más militante de la visita de Clara Campoamor no se reprodujo en otros medios de la prensa de Sevilla o de Madrid. En breves notas todos ellos coincidieron en destacar que el motivo de su presencia era «estudiar la causa instruida contra el abogado Secades, autor de la muerte de su esposa a bordo del vapor que los traía desde La Habana».

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El caso del asesinato de Manuel Secades Japón había sido un escándalo de mayúsculas proporciones cuatro años antes; no solo porque se había producido en el camarote de un lujoso trasatlántico, sino porque los protagonistas eran ciudadanos cubanos muy conocidos. A finales del mes de mayo de 1929, el matrimonio formado por Manuel Secades Japón, famoso escritor, periodista, abogado y comandante del Ejército Libertador de Cuba en 1898, y su esposa Lucrecia Humara Quintana, una joven de treinta años perteneciente a una influyente familia habanera, con quien se había casado en segundas nupcias hacía tres años, se embarcaban en el vapor de la Compañía Trasatlántica «Manuel Arnús». En mayo se había inaugurado la Exposición Iberoamericana de Sevilla y la Exposición Internacional de Barcelona, que iban a visitar, por supuesto, pero Secades, además, viajó financiado por la Presidencia del Gobierno dictatorial del general Gerardo Machado, de quien Secades era amigo personal y abogado asesor, como Delegado en la Comisión nombrada para el estudio de los delincuentes jóvenes en las capitales europeas y el estudio sobre los sistemas penitenciarios extranjeros.

Pero la travesía se convirtió en una tortura para Lucrecia. Su esposo, veinte años mayor que ella, de carácter pendenciero, dado a retar a duelo a quien dudara de su honor -cosa que ocurrió hasta en ocho ocasiones, corroborado en el juicio posterior por el informe del jefe de policía de La Habana- y tremendamente celoso, mantuvo encerrada a Lucrecia en el camarote durante todo el viaje y solo la dejaba salir para comer o para asistir a cultos religiosos en la capilla del barco, siempre en su compañía. Lucrecia tenía en su poder una carta solicitando el divorcio de Manuel Secades, hecho que nunca sucedió. La mañana del 4 de junio de 1929, Manuel entró en el camarote y disparó tres veces contra Lucrecia ocasionándole la muerte. El vapor estaba próximo a entrar en el puerto de Cádiz, por lo que se avisó a las autoridades y al atracar Manuel fue inmediatamente detenido.

Desde ese momento la noticia corrió como la pólvora en los diarios españoles, cubanos y de otros países. Aunque el gobierno del general Primo de Rivera había manifestado que darían todo tipo de facilidades para la extradición de Secades a Cuba, el gobierno cubano -sumido en una grave crisis- negó esa posibilidad respetando el principio de jurisdicción: si el crimen se había producido en aguas españolas, era allí donde debía juzgarse. Muy pronto se trató de hacer pasar a Secades como a una persona que no estaba en sus cabales, y que había cometido el crimen en un arrebato pasional. A pesar de que la autopsia del cadáver de Lucrecia desmontó su primera versión de que había sido un accidente al caerse su revólver al suelo; tras herirla con el primer disparo, la había rematado en el suelo con dos disparos mortales más. De hecho, el 10 de julio de 1929 Secades ingresó en el Manicomio de Cádiz a instancias del Juzgado de Marina, donde estuvo internado muchos meses. La vista de su causa se fue retrasando una y otra vez, por motivos personales y debido a la situación política española, y cuando por fin se puso la fecha de marzo de 1931, la situación generada por el inminente final del reinado de Alfonso XIII, volvió a suspender la vista de la causa.

El 25 de marzo de 1933 se había señalado la nueva vista oral del juicio contra Manuel Secades, y el Colegio de abogados de La Habana había solicitado a la prestigiosa Clara Campoamor que accediera a ser su abogada defensora. ¿La feminista Clara Campoamor defensora del asesino a tiros de su esposa? Era difícil de imaginar, pero, sin prometer nada aún a sus amigos cubanos, viajó a Cádiz para estudiar el estado de la cuestión.

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Al día siguiente de que se anunciara en la prensa la llegada de Clara Campoamor a Cádiz, el 10 de marzo de 1933, el habitual colaborador del Diario de Cádiz que firmaba como «Erregé» (el portuense Rafael García Rodríguez) escribía en la Edición de la Tarde su columna con un tema muy interesante titulado Clara Campoamor no defenderá al señor Secades. Feminismo en acción. Política. Unión Republicana Femenina. Gracias a ERREGÉ conocemos más a fondo algunos pormenores de su estancia en la ciudad. Allí explicaba que Clara Campoamor había viajado hasta Cádiz para conocer las actuaciones llevadas a cabo en el largo y tortuoso proceso judicial contra el famoso abogado cubano Manuel Secades por haber asesinado a su joven esposa Lucrecia Humara a bordo del «Manuel Arnús» cuando viajaban desde La Habana. El Colegio de Abogados de La Habana así como el embajador de Cuba en España, Mario García Kholy, habían mostrado especial interés en que Clara Campoamor se encargase de la defensa de Secades. Y a continuación escribía Erregé:

Su amiga en Cádiz, la notable publicista Yosi Campos, conocía su llegada, al igual que el diputado Emilio de Sola, y fueron ambos a cumplimentarla, almorzando los tres en el comedor del Hotel de Francia… Después de estar por la tarde en el despacho del procurador Lepiani Muñoz, designado por el abogado Fernández de Castro, estudiando los escritos del proceso, Clara se marchó al Gran Hotel Victoria y allí fue el reportero para saludarla.

En el Gran Hotel Victoria, situado en primera línea de la playa del mismo nombre, encontró a Clara Campoamor que estaba en una de las terrazas en compañía de «sus amigos la señorita Yosi Campos, don Emilio de Sola y don Carlos María de Vallejo», ex-cónsul de Uruguay, poeta y amigo de Yosi Campos. Después de los saludos de rigor y de una conversación banal, sin entrar en temas políticos, el grupo decidió volver a la ciudad y realizar la entrevista periodística en el Café Parisién (establecimiento que todavía existe) frente al Hotel de Francia. Allí, sentados y tomando un té «en un lugar confortable», «hablamos con esa mujer destacada, ferviente republicana, todo dinamismo espiritual». Clara le comentó al reportero que como Secades ya tenía asignado otro abogado y el proceso estaba muy avanzado, no tenía sentido que ella aceptase la defensa del asesino parricida. Ella lo consideraba un demente, y era de la opinión de que debía solicitarse un informe psiquiátrico, pero que la defensa ya estaba en marcha, y ella se desentendía.

A continuación escribía Erregé: «En esto intervino Yosi Campos y expresó que fueron a visitarla dos jóvenes los cuales pretendían que firmase en unos pliegos. Trataban de hacerle un homenaje a Clara Campoamor de parte del Señor Secades, y yo les dije -añade- que no me sumaría al homenaje que organizase un asesino de mujeres; que fueran ellos solos». A lo que Clara Campoamor añadió: «– Desde luego, el asunto no es nada simpático para una mujer».

Después planteó Erregé algunos temas sobre la situación política, sobre las posibilidades de un gobierno de Lerroux o de concentración republicana, y añadía: «Yosi Campos expresa que es un temor infundado el que algunos propalan respecto a un mayor incremento de las derechas, y estima que cada Gobierno que se suceda en la República habrá de ser más izquierdista cada vez».

A continuación escribía un apartado con el título «Unión Republicana Femenina», y añadía:

Clara Campoamor preside el Comité de Unión Republicana Femenina de Madrid, y como Yosi Campos ha organizado o está organizando el movimiento republicano femenino en esta provincia, creímos oportuno preguntarles algo sobre el particular.

Ambas se muestran muy satisfechas del desarrollo de la organización.

Clara Campoamor dice que las adhesiones son cada día más numerosas en Madrid y en las provincias. La mujer comienza a usar sus derechos, y ya deja de estar cohibida por la férula del hombre, que en la casa «es una cosa» y en la calle otra distinta, como gran hipócrita que es en tesis general.

(…)

– ¿Dará usted en Cádiz la Conferencia ofrecida?

– No -dijo la señorita Campoamor-. Por ahora, no; para más adelante organizaremos una serie de actos escalonados en esta provincia, y en Cádiz desde luego celebraremos también un acto. Hay que luchar con entusiasmo.

Se generalizó luego la conversación, y próxima la salida del exprés, las personas indicadas dieron un pequeño paseo por la ciudad. Visitaron el Hotel Atlántico, que la señorita Campoamor no conocía y marcharon luego a la estación. Allí, en el tren expreso de la noche, fue despedida Clara Campoamor por los citados amigos».

ERREGÉ

La prensa madrileña Luz-diario de la República de ese mismo día 10 de marzo destacaba en su titular: «Clara Campoamor no quiere hacerse cargo de una defensa», y decía su corresponsal en Cádiz, que no debía ser otro que Erregé, reproduciendo parte del artículo del Diario de Cádiz: « … El objeto del viaje era estudiar, como abogado, el rollo del proceso que se sigue contra Manuel Secades, abogado cubano que mató a su esposa Lucrecia Humara, al llegar a Cádiz en el vapor “Arnús”. La señorita Campoamor ha manifestado que no podía hacerse cargo de la defensa de Secades… y lamentó que por ello no pudiera corresponder al interés del Colegio de Abogados de la Habana, que fue quien le encargó dicha defensa. (…) Manifestó también que en breve volvería a Cádiz para hacer propaganda de la Unión Republicana Femenina y daría conferencias en varios pueblos de la provincia… En el expreso regresó por la noche a Madrid.

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Clara Campoamor ya no volvió a Cádiz. La situación política con el horizonte de las elecciones generales de noviembre de 1933, y su frenética actividad -el mismo día que llegó de Cádiz, el 10 de marzo, ofrecía en Madrid un homenaje a la escritora, feminista y primera doctora uruguaya Paulina Luisi de visita en España- se lo impidieron.

Yosi Campos, por su parte, después de este radiante día que pasó en compañía de Clara Campoamor, y unido a la visita del mes anterior del resto de la Directiva de la Unión Republicana Femenina, no perdió ni un instante y se lanzó a organizar definitivamente su colectivo femenino.

El lunes 20 de marzo de 1933 volvía a leerse en la primera plana del Diario de Cádiz una breve nota que sería histórica, pues finalmente, después de dos meses de preparativos, se había constituido la Unión Republicana Femenina de Cádiz.

UNIÓN REPUBLICANA FEMENINA

En el local social de Unión Republicana Femenina, n.º 7 de la calle Ancha, se reunieron en la tarde del sábado 18 de marzo gran número de afiliadas a esta organización con el fin de elegir al comité directivo de la misma en Cádiz. Dicho comité queda constituido de la siguiente forma: Presidenta: Yosi Campos; Vicepresidenta y tesorera, doña Ángeles Martínez de Puigdengolas; vocal, doña Avelina Rengel, y secretaria, Aurora Campos [la hermana mayor de Yosi].

Inmediatamente tomaron posesión de sus cargos las elegidas y a continuación se cambiaron impresiones y se dejaron trazados los rumbos a seguir en total acuerdo con el sentido y los fines de Unión Republicana Femenina. Se habló de los actos de propaganda que se preparan y se acordó telegrafiar a Clara Campoamor, creadora de Unión Republicana Femenina y presidenta de la Agrupación de Madrid, comunicándole la constitución del grupo de Unión Republicana Femenina en Cádiz.

El telegrama cursado dice así: «Clara Campoamor, presidenta de Unión Republicana Femenina.-Madrid. Constituido grupo Unión Republicana Femenina en Cádiz, elegido Comité directivo, cumplo acuerdo adoptado expresándole nuestra simpatía y adhesión.- Campos, presidenta».

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Ante la negativa de Clara Campoamor de defender al «parricida», el Colegio de Abogados de La Habana y el embajador de Cuba pidieron a la abogada republicana Victoria Kent y al abogado republicano federal y de simpatías anarquistas, «el batallador diputado» Eduardo Barriobero que se hicieran cargo de la defensa de Secades, pero ambos tampoco aceptaron. Finalmente fue José Antonio Balbontín, abogado de ínfulas revolucionarias, que había pasado del republicanismo al comunismo, pasando por un efímero Partido Social Revolucionario que fundó en Sevilla en mayo de 1931. En ese momento de marzo de 1933, Balbontín, que había conseguido acta de diputado por su Partido en las elecciones de junio de 1931, había ingresado ya en el PCE, convirtiéndose así en el primer representante comunista en las Cortes, aunque abandonaría el partido un año después.

La vista del proceso tuvo lugar finalmente el 2 de julio de 1933. La defensa pedía la absolución alegando enfermedad mental, en este caso «paranomía» -síndrome paranoide-, que fue desestimado por los peritos. La sentencia del Jurado Mixto, recién instaurado en España, compuesto por cuatro mujeres y cuatro hombres, declaró culpable de homicidio a Secades y fue sentenciado a 20 años y un día de reclusión mayor. Una sentencia ejemplar en aquella época para un asesinato machista. Sin embargo, se acordó abrir un expediente para solicitar un indulto por parecerle al Tribunal que esa sentencia era «excesiva» dada las «circunstancias excepcionales que concurrieron en el doloroso caso de índole pasional». Tras su paso por el Penal de El Puerto de Santa María y por el de Cartagena, Secades fue beneficiado de varios indultos que le rebajó la condena a cinco años, siendo liberado el 4 de junio de 1934, cuando se cumplían cinco años del asesinato de su esposa Lucrecia.

De Cartagena viajó en barco hasta La Coruña donde se reunió con su hijo Manuel Secades Manrara, fruto del primer matrimonio de Secades Japón, y de allí marcharon a Madrid a revalidar el título de abogado que su hijo había obtenido en La Habana. También tenía concertado dar una conferencia en Granada. ¿Salió el «loco» de Secades tan «loco» como entró en el manicomio de Cádiz? Ni mucho menos. Sus primeras palabras fueron que iba a pedir la revisión de su causa, y que iba a publicar en breve dos libros sobre sus cinco años de encierro entre locos y delincuentes. Al llegar a Madrid en septiembre, la prensa silenció su crimen machista y Secades Japón fue citado como «un prestigioso periodista y culto abogado cubano», que, además, había sido «uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa en Cuba y de la Asociación de Reporteros de La Habana». No solo eso, sino que en el homenaje que se hizo en Madrid a los ocho estudiantes de Medicina fusilados en La Habana el 27 de noviembre de 1871 por las autoridades coloniales españolas, y considerados héroes de la independencia cubana, Secades fue protagonista al solicitar en el Ministerio al revisión del proceso de los ochos estudiantes cubanos, injustamente condenados. En diciembre de 1935 Secades volvió definitivamente a Cuba y allí siguió siendo un personaje influyente, dirigiendo el nuevo diario La República, y dando conferencias con su aureola de Comandante del Ejército Libertador. El cuerpo embalsamado de Lucrecia Humara fue enviado a Cuba siendo enterrado por su familia en La Habana y cada año fue recordada con actos fúnebres por familiares y amigos. Estos fueron los distintos destinos de los protagonistas de la trágica historia que motivó la primera y única visita de Clara Campoamor a la ciudad de Cádiz.

NOTA: Basado en el libro de Manuel Almisas Albéndiz Yosi Campos y la «Unión Republicana Femenina» de Cádiz (1933-1934) -Tras los pasos de Clara Campoamor. Ediciones Suroeste-El Puerto, marzo de 2022.

Notas al pie:

Tras la decepción de noviembre de 1933 y del gobierno radical-cedista durante el bienio negro, Consuelo Berges se fue acercando a las ideas libertarias, colaborando poco después con Mujeres Libres y con la CNT-FAI.

El famoso y antiguo Hotel de Francia donde se alojó Clara Campoamor se hallaba situado en la céntrica Plaza de «Galán y García Hernández», los mártires del levantamiento republicano de Jaca en 1930, y se llama Hotel de Francia y París, situada en la Plaza de San Francisco.

Se había fundado en 1886 por el cocinero Adrián Lebourhis como «Grand Hotel de France» y situado en la Plaza de Mina nº 16-17. En 1902 la viuda de Lebourhis vendió el hotel y los nuevos propietarios, la familia de Constantino Paredes, lo situaron en el emplazamiento actual de la plaza de San Francisco, donde tenían una importante empresa de carruajes.

Así se decía entonces del que asesinaba a su esposa, de la misma forma que si matara a su padre, madre o cualquier otro pariente cercano.

Esta misma nota, algo más escueta, se publicó en El Liberal (Sevilla) del 24 de marzo.

Esposa del coronel Ildefonso Puigdendolas Ponce de León, masón, miembro de la Unión Miliar Republicana Antifascista (UMRA) y de ideas próximas a la Unión Republicana de Martínez Barrios. Fue oficial republicano muerto con honores de héroe en el frente de Madrid en octubre de 1936. Ángeles Martínez fue reconocida por donar sus joyas a la causa de la República, estando ya viuda.

Avelina Rengel Arroyo, maestra superior natural de Salamanca y de 53 años de edad, era regente de la escuela de niñas aneja a la Normal de Maestras de Cádiz, y fue separada de su cargo en junio de 1937 por la Comisión Depuradora franquista.

El Noticiero Gaditano del 2 de junio de 1933.


Fuente → kaosenlared.net 

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