No es un Estado de Derecho, es un Régimen: el Régimen del 78
No es un Estado de Derecho, es un Régimen: el Régimen del 78

 

El Régimen del 78, es decir, el que hoy y desde hace 45 años sufrimos, no es un Estado de derecho, por mucho que nos quieran hacer creer tal cosa; es el Régimen de la IIª Restauración borbónica, decidida por el General Francisco Franco, obviamente con aquellos cambios cosméticos que las propias circunstancias obligaron a hacer. Los elementos esenciales del anterior Régimen, el franquista, sobreviven en el actual Régimen del 78: sigue vigente el mismo poder económico, la concentración del poder político y el caciquismo de nuevo tipo inspirado en lo que fue la Iª Restauración Borbónica, y, por supuesto, el desprecio por la cultura, la inteligencia y la investigación, de forma similar a como sucedía durante el franquismo.

El actual Régimen no fue fruto de un proceso constituyente, pese a la manipulación histórica. Fue consecuencia de un pacto entre la oposición que claudicó ante el aparato franquista y el propio franquismo. El único Régimen con legitimidad democrática en la historia del pasado siglo en el Estado español fue la II República, y ésta tiene que ser la referencia para la construcción de cualquier proyecto político democrático en el Estado español. El que sufrimos actualmente encuentra su referencialidad y legitimidad histórica en quienes impulsaron la guerra desarrollada entre 1936 y 1939, y, con el apoyo del fascismo internacional, la vencieron.

Hay algo que sí ha cambiado sustancialmente: la puesta en pie de todo un aparato político, social y mediático de “estómagos agradecidos”, de mercenarios/as al servicio del poder, que tienen en las diferentes elecciones que el Régimen convoca su herramienta principal. Las pasadas municipales y autonómicas y las generales del 23 de julio son una expresión sin disimulo de esto. Y tal proceso se va intensificando con el paso del tiempo.

Movilización «Rodea el Congreso»
 

Hace unos cuantos años era muy habitual que en las movilizaciones se gritase aquello de “Lo llaman democracia y no lo es”; la aparición y llegada a las instituciones de la “nueva izquierda” sirvió para hacerle un lavado de cara al Régimen del 78 y que ese tipo de consignas dejaran de utilizarse durante un tiempo. Es hora de que retomemos la denuncia del Régimen del 78 en su globalidad y que volvamos a sacar a las calles aquellas consigas que denuncian su carácter no democrático.

El nerviosismo entre los partidos de la izquierda del Régimen del 78 que se enmarcan en ese mundo es creciente, así como entre los comentaristas políticos que viven a su alrededor, tanto en medios de comunicación como en redes sociales. Perciben que el chollo se les va acabando. Nosotros/as no podemos más que alegrarnos de ello. Esos sectores, desde hace unas cuantas semanas, vienen enfilando contra aquellas gentes del pueblo que optaron por la abstención, y parece que se decantarán por repetirla de nuevo ante las próximas elecciones generales. Esa abstención es fundamentalmente de izquierdas, una expresión de que la gente ya está harta de votar con los ojos, la nariz y los oídos tapados. Aun así es imposible no percibir el hedor que produce la izquierda del Régimen, especialmente aquella situada “a la izquierda” del PSOE, con su lideresa a la cabeza.

Desde el movimiento comunero vamos a impulsar activamente una campaña a favor de la abstención, el voto nulo o en blanco, porque consideramos que esa opción política es la más coherente en Castilla en estos momentos. No hay en nuestra tierra, desgraciadamente y en la actualidad, candidatura alguna que merezca el apoyo de las clases populares, desde los agricultores y ganaderos despreciados por esa “izquierda progre”, pasando por el mundo rural en general, al que también desprecian, hasta los/as trabajadores/as de la industria y de los servicios, esto es, entre aquellas personas que viven en los barrios obreros de nuestras villas y ciudades. Nadie del pueblo trabajador en Castilla debería votar a ninguna de las candidaturas del Régimen, que solo pretenden seguir viviendo “a cuerpo de rey” a costa del erario público. La abstención en estos momentos es realmente el voto que más les duele.

Somos muy conscientes de que el Gobierno del PP, con o sin Vox, va a llevar adelante programas totalmente antipopulares, entre otros motivos por las exigencias de la Unión Europea. Al mismo tiempo que anuncian que enviarán 50.000 millones de euros más a Ucrania están avisando de que a partir del otoño empezarán a hacerse recortes muy severos en los servicios públicos -y el gasto social en general- porque hay que ajustar de nuevo la política fiscal (así lo ordena la UE).

El tratamiento de las fuerzas políticas del Régimen ante la actual crisis va a ser cada vez más parecida a la dada en 2007-2008. No es que las diferencias que se dieron en el Estado español tuvieran que ver con las características del Gobierno actual, sino que hasta ahora estaban condicionadas porque la política económica general de la UE fue diferente; consideraron que aplicar una política similar a la de 2007-2008 generaría tal conflictividad social que potencialmente podría conducir a una desestabilización de las sociedades europeas, algo que aún así ha ocurrido en cierta manera. Teniendo en cuenta que están entregados por completo a la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, el escenario podía ser explosivo. Pero el dinero se ha acabado, y seguir fabricando más, sin límite, está generando una crisis en el Sistema económico capitalista internacional -el europeo en particular- que se traduce en un proceso inflacionario, el cual a su vez puede tener, está teniendo ya de hecho, graves consecuencias desestabilizadoras. La dirección del capitalismo europeo no sabe muy bien qué hacer, muy especialmente quienes dirigen el cotarro en el Estado español. Es por ello que renuncian de forma casi absoluta a su soberanía y capacidad para tomar decisiones, y simplemente siguen a pie juntillas las instrucciones que marcan desde Bruselas. Esta situación es un desastre para el futuro de los pueblos del Estado español, muy particularmente para Castilla.

En Castilla, además de hacer una campaña a favor de la abstención activa, el voto nulo o en blanco, hay que poner en marcha un proyecto estratégico de construcción de soberanía para nuestro pueblo en lo político, lo económico y lo cultural, porque sin ello no tenemos futuro. Pero la construcción de tal proyecto es perfectamente posible y se pueden dar pasos rápidamente en esa dirección en la coyuntura actual.

Venimos diciendo que, de forma simbólica, con las próximas elecciones generales del 23 de julio se acaba un ciclo político para el Régimen del 78. Con ello no nos estamos refiriendo solo -ni tan siquiera es lo principal- al más que probable Gobierno del PP acompañado de una u otra manera por Vox. Nos estamos refiriendo a que se acaba el ciclo político que comenzó con el engaño a la sociedad a través del proyecto de Podemos, en el que se prometía que con el simple hecho de votarles a ellos y que obtuviesen una gran representación institucional se podrían resolver todos nuestros problemas.

Antes del 2011 las fuerzas de la izquierda del Régimen estaban seriamente debilitadas, así como también las de la derecha. La propia monarquía borbónica, como institución, estaba atravesando uno de sus momentos más críticos. En el año 2009 se constituye la candidatura “Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos” como opción electoral en los comicios europeos convocados para mayo de ese año. Esta candidatura, que incorporaba a una buena parte de las izquierdas soberanistas y rupturistas en el Estado español, causó gran conmoción en el Régimen y en sus medios de comunicación. La primera intención del Estado fue ilegalizarla, y a ello se dedicaron desde la Junta Electoral Central y el Tribunal Supremo. Posteriormente el Tribunal Constitucional, justo unas pocas horas antes de que se iniciara oficialmente la campaña, resolvió que esta candidatura podía presentarse. Por supuesto no se le facilitó el censo electoral, porque la Junta Electoral dijo que la petición estaba hecha fuera de plazo; y cuando esta se había hecho en plazo, contestaron que la candidatura estaba ilegalizada. Estas son las cosas que precisamente definen a este engendro jurídico-político que tenemos como Régimen, y no a un Estado de Derecho. A lo largo de la campaña la criminalización sobre la candidatura fue permanente, y, por último, cuando se presentó un recurso por los resultados electorales, a todas luces manipulados, el Tribunal Supremo admitió que efectivamente una parte más que significativa de los votos nulos o en blanco podían ser realmente votos a Iniciativa Internacionalista, pero en su resolución argumentaban que esta irregularidad no hubiera cambiado en lo esencial los resultados electorales. Así es como el Tribunal Supremo entiende el funcionamiento de las normas democráticas.

El 15M “supo” canalizar en buena medida el descontento social que se había generado en aquellos años, pero su apuesta fue por una vía estéril para el movimiento popular; Podemos fue la segunda etapa de ese proceso de reseteo del malestar y rechazo ciudadano que se había acumulado en los años anteriores hacia el Régimen del 78. Desde el primer momento desde IzCa denunciamos la falsedad de que Podemos fuese una herramienta para la transformación social, y aclaramos cuáles eran las intenciones reales de la puesta en marcha de dicho proyecto. La batalla mediático-política, como era lógico, la ganaron, pues tenían todos los recursos a su alcance. Pero hubo otra batalla muy importante, que se dio en Madrid, Valladolid y otras ciudades castellanas, y que perdieron por goleada: la batalla por el activismo y la militancia.

La mayor parte del activismo no se acomodó a ese montaje empresarial-electoral que fue Podemos, y se mantuvo fiel a la necesidad de impulsar la lucha en las calles. Esa batalla se libró de forma contundente y con intentos descarados de manipulación mediática, especialmente por parte del Grupo PRISA, en el seno de la Coordinadora 25-S. Aquello se hizo muy evidente en la última convocatoria “Rodea el Congreso” en 2016; las personas vinculadas a Podemos presentes en la Coordinadora 25-S intentaron hasta el último momento que esa convocatoria no saliese adelante. Finalmente se hizo y fue un éxito significativo, porque en ella se consiguió agrupar a la mayoría del activismo en Madrid.

Movilización de la Coordinadora 25-S
 

En otras ciudades de Castilla, las posiciones liquidacionistas del activismo militante también fueron derrotadas de forma clara. Los resultados positivos del proyecto de Podemos, primero en las autonómicas de Galicia (coincidiendo con una profundísima crisis orgánica -inducida- del BNG), así como en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, supusieron un cierto refuerzo de la influencia de Podemos en la sociedad. La actitud de otras fuerzas políticas, teóricamente de izquierdas, que se entregaron de pies y manos a ese nuevo crecepelos aparecido en el escenario político, también facilitó esa consolidación. Desde Comuner@s, y de forma cada vez más clara también desde la Coordinadora 25-S, nos posicionamos en la denuncia de lo que eso significaba e intentamos avanzar por la línea de mantener la lucha social, algo que se consiguió en buena medida a pesar de la brutal represión alrededor de todo el montaje de la abdicación de Juan Carlos I y el nombramiento de Felipe VI como rey. A esa época corresponde la gestión de la Delegación del Gobierno en Madrid por parte de la delincuente Cristina Cifuentes, que aplicó de forma descarada en Madrid un 155 a la brava. Las imágenes de la represión de las movilizaciones en contra de la Monarquía durante la coronación de Felipe VI, o en octubre de 2014, cuando numerosas personas fueron gravemente heridas a la salida de Sol, son todo un ejemplo de cómo intentaban resolver las cosas. También en aquellos años se produjo la impresionante movilización de la Coordinadora 25-S y otras organizaciones denunciando los primeros presupuestos impulsados por el Gobierno de Mariano Rajoy (“Ante el saqueo de la mafia, democracia”). En enero de 2020 llegó la pandemia de Covid-19, que supuso la irrupción de un escenario muy favorable para quienes se oponían a las movilizaciones, recurriendo para ello a la represión pura y dura cuando estas eran convocadas desde las fuerzas de izquierdas, no así cuando eran convocadas desde la derecha.

Movilización convocada por la Coordinadora 25-S en 2020
 

Estamos, como decíamos, ante un final de ciclo que incluye el fin de las herramientas creadas para la desorientación del movimiento popular. Este nuevo ciclo que ya se ha inaugurado, y que se hará aún más explícito tras las elecciones del 23J y la conformación del nuevo gobierno, será de extrema dureza, más que durante el Gobierno de Rajoy. Volveremos a una situación parecida a la que hubo entre los años finales de la primera década del siglo XXI y hasta que el 15M se reconvierte en Podemos con la ayuda del poder mediático, para mayor gloria del Régimen. Ahora mismo no tienen herramientas, al menos a la vista, para hacer una labor similar a la que hicieron con el 15M y Podemos. Parece ser que Podemos está hablando de reorganizarse después de las próximas elecciones, y seguro que lo intentarán, o bien buscarán nuevas herramientas que cumplan esa función; pero los resultados no serán los mismos, porque las clases populares en general y las fuerzas revolucionarias en particular hemos aprendido mucho en estos años, y embaucar a la gente va a resultarles mucho más complicado.

Las dificultades mayores que tenemos ahora y en los próximos meses desde el movimiento comunero tienen que ver con ser capaces de atender a las necesidades de la lucha popular, en lo cualitativo y en lo cuantitativo. Tenemos que poner nuestra energía, inteligencia y corazón en ello. De que lo consigamos o no va a depender el futuro del movimiento popular en Castilla y, por tanto, el de nuestro pueblo y nuestra tierra.


Fuente → izca.net

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