La reina descubre que hay miseria en España
La reina descubre que hay miseria en España
Arturo del Villar 
 

Su majestad la reina católica nuestra señora, que Dios guarde para satisfacción de su marido, ha descubierto este 7 de junio de 2023 que hay miseria en España. Así nos lo hace saber la Secretaría de Prensa de la Casa Irreal, en su información sobre la clausura de la XV convocatoria del programa “Euros de tu nómina”, impulsado por el Banco Santander, celebrada en el Complejo Duques de Pastrana, en Madrid. La soberana fue agasajada en el acto por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, y por la presidenta del Grupo Santander, Ana Patricia Botín. La Leti, como es conocida popularmente nuestra señora la reina por sus vasallos, entregó las ayudas a proyectos sociales presentados por trabajadores de la entidad, con el fin de mejorar la calidad de vida de personas en situación de vulnerabilidad social. Para clausurar el benéfico acto, con el que el Banco Santander quiere aparentar ser una ONG al servicio de los pobres, nuestra señora la reina pronunció unas palabras en las que agradeció haber sido invitada a presidirlo, por permitirle “el hecho de poder conocer la enorme cantidad de asociaciones y de entidades que hay en España dedicadas a la acción social”.

Hay tantísimas entidades de beneficencia en el reino porque la miseria está extendida por todas las poblaciones en mayor proporción. Se conoce que tiene mala memoria, porque ella lo sabía muy bien antes de casarse en 2004 con el heredero del trono, cuando era una locutora de televisión, residía en un barrio humilde y viajaba en metro. Entonces convivió con la pobreza endémica del reino, que no para de incrementarse. Ahora desconoce la realidad de lo que sucede en su reino porque la llevan en vehículos de alta gama a toda velocidad, y en los lugares a los que es conducida las fuerzas brutas policiales del régimen tiene estabulados a los vasallos descontentos para que no pueda escuchar sus protestas.

Así no ve las largas colas del hambre que aguardan ante las puertas de los centros de caridad, que nunca jamás son entidades bancarias, para recibir un bocadillo y en el mejor de los casos una bolsa con alimentos. Ya no anda por las calles de noche, por lo que no se encuentra con hambrientos agolpados ante los contenedores de basura de los hoteles y grandes almacenes, peleándose por los desperdicios que conservan algo comestible. Ella, que cada día estrena un vestido de firma y lo adorna con joyas, no puede contemplar a las personas que piden limosna en las calles, cubiertas con jirones de ropa, ni a las que duermen en los bancos (bancos callejeros para sentarse, no lujosos edificios para operar con dinero) utilizando cartones para resguardarse del frío.

Esas escenas tuvo que verlas cuando iba a trabajar de madrugada a la cadena de televisión que la empleaba, pero al parecer las ha olvidado desde que ha ascendido a la primera categoría del reino, por méritos propios, sin necesidad de hacer una oposición. Tampoco recuerda las hambres y los fríos que pasaba cuando vivía en casa de sus padres, sin comida ni calefacción, según el cumplido relato hecho por su primo favorito, David Rocasolano, en su amena e instructiva biografía “Adiós, Princesa”, editada por Akal en 2013, páginas 60 y siguiente. Como dirán sus antiguos compañeros de trabajo, los que la apodaban Fictizia, “Quién la ha visto y quién la ve”.

Por fin en este 2023 ha descubierto la existencia de múltiples entidades dedicadas a la protección social, porque el Gobierno del reino desatiende esa cuestión mientras se dedica a malgastar el dinero encargando estudios estúpidos sin interés a empresas afines. No ha dicho que piense intervenir de alguna manera para colaborar con alguna de esas muchas entidades benéficas. Ella tiene bastante con presidir actos en los que leer los discursos que le han escrito, igual que cuando trabajaba en la televisión. Con la diferencia de que entonces realizaba un trabajo productivo.
 

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