Agustín Arcas Merlos, un hombre arrastrado por los vientos de la Historia
Agustín Arcas Merlos, un hombre arrastrado por los vientos de la Historia
Antonio Gascón Ricao

Justificación previa

En ocasiones el conocimiento de la Historia en general, y muy en particular la pequeña historia de las personas, se adquiere por extraños caminos y uno de ellos es el de la propia amistad. Conocimiento que ahora permite conocer la trayectoria vital de un viejo militante comunista a lo largo de casi 70 años. Circunstancia que presta la oportunidad de poderconocer los vaivenes personales vividos por el personaje, muy similares a los sufridos por otros muchos compatriotas y con total indiferencia de sus respectivas militancias políticas.

Corría el año 1986 cuando fui invitado por un amigo y mienbro de las Juventudes del Partit Comunista de Catalunya, (PCC), a participar en una comisión de trabajo, que tutelada por el partido, tenía como objetivo el recuperar la memoria del pasado político de dicha organización durante la época republicana.

Iniciativa que había partido de los propios dirigentes de aquel momento, que caso de alcanzar buen puerto, permitiría recobrar la antigua historia del PCC, desde su primera aparición pública en el año 1932 hasta 1936. En su caso por mediación de los recuerdos conservados por diversos veteranos supervivientes de aquella época. Comisión que recibió el nombre de “Fundación Ramón Casanellas”, en memoria de su primer secretario general, fallecido trágicamente en un accidente de circulación acaecido en el Bruc en 1933.

Oferta que acepté de buen grado, pero con la condición de que mi papel en dicha comisión sería el de observador independiente, al no ser militante. De hecho mi decisión de implicarme en aquel grupo había pasado por uno de los argumentos esgrimidos por el comité, que fue el que más me espoleó, al afirmar de que el partido tenía la firme intención de “abrir las puertas y las ventanas” (sic), con la intención de que entrara la luz de la verdad histórica, al respecto del papel jugado por el partido durante su primera época, hasta su unificación en el PSUC en 1936, un hecho hasta aquella fecha inédito en dicha organización.

Dicha comisión estaba formada por un núcleo principal, compuesto por un grupo de veteranos que habían vivido en persona la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) en 1936, y otro grupo más reducido de jóvenes y entre ellos mi amigo o yo mismo. De los veteranos destacaba el amigo Agustín Arcas, con el cual trabamos una intensa relación que finalmente devendría en personal. Provocada en parte a causa de nuestra curiosidad, al estar en aquel momento elaborando junto con mi amigo una breve biografía de una conocidísima militante catalana de aquella época: Paulina Odena García, más conocida como Lina Odena.

Iniciados los trabajos, las diversas sesiones de la comisión fueron sucediéndose de forma plácida, hasta que en los principios de noviembre saltó la sorpresa, al llegar la noticia del fallecimiento de Pere Ardiaca en Moscú, personaje histórico que en aquel tiempo ostentaba el cargo de presidente del PCC. Noticia que recibimos de forma oficial durante una de las sesiones de la comisión de historia.

Momento en que un conocido miembro del comité, cortando la sesión, nos informó de forma solemne que el comité después de reunirse al conocerse la noticia, había decidido, que nuestra comisión, que hasta entonces había recibido el nombre oficial de “Fundación Ramón Casanellas”, pasaría a partir de aquel momento a denominarse “Fundación Pere Ardiaca”, “en honor del compañero desaparecido”.

Ante aquella noticia, el primero del grupo en reaccionar fue Agustín Arcas, uno de los veteranos comunistas de la primera época del partido, que levantándose airado protestó vivamente, recordando al portavoz del comité que el culto a la personalidad había concluido hacía muchos años, concretamente tras la muerte de Stalin en 1953. Continuó Arcas, que por lo mismo no era de recibo aquel “oportunista” cambio de nombre de la Fundación, y menos aún al conocerse los antecedentes de la carrera política de Ardiaca durante su primera época.

Actitud de Arcas e fue secundada en bloque por el resto de los veteranos, que en aquel mismo momento tomaron la decisión de darse de baja de dicha comisión. Actitud que también adoptamos de forma solidaria los pocos jovenes que pertenecíamos a la comisión. Nuevo nombre adoptado para aquella Fundación que no fue dado a conocer al gran público hasta el 26 de enero de 1987, es decir hasta casi tres meses más tarde.

Se inician las confidencias

Después de aquel incidente, nuestro interés personal por Arcas se disparó, dado el papel de protagonista que había adoptado durante aquel incidente, y de aquel modo, con independencia indagar sobre su conocimiento al respecto de la figura de Lina Odena, se pasó a la pregunta directa sobre su propia vida de militante. Una vida, la de Agustín Arcas, que recogida durante aquellos días fue tocada brevemente en 1996 y 1997, pero que ahora se complementa de forma exponencial, gracias a otro trabajo posterior del 2015, cedido amablemente por el autor, al que se une el actual. En el cual nos permitimos hacer públicas algunas de las manifestaciones de Arcas en 1996 que quedaron en el tintero, a las que se suman diversas aportaciones documentales aparecidas en fechas muy recientes.

La azarosa vida de un eterno emigrante

Agustín Arcas Merlos nació en Vélez Blanco (Almería) en marzo de 1905, y como muchos otros naturales de aquella misma tierra, empujado por la misería decidió desplazarse a Cataluña en busca de un futuro mejor. A su llegada pudo fijar su residencia en la calle Pujadas (Poble Nou). Poco tiempo después contrajo matrimonio con María Más Albareda, vecina de la Barceloneta, pasando a residir la pareja en el pasaje Recaredo 47 bajos, Poble Nou, donde nacería su hijo Pedro Arcas Más en septiembre de 1927.

Al conseguir trabajo en la Compañía de Tranvías de Barcelona, Arcas empezó a vivir en piel propia la dura realidad cotidiana de las luchas sociales y políticas en la Barcelona de aquella época, y más aún al coincidir en el tiempo con la Dictadura de Primo de Rivera, régimen que se alargará desde 1923 hasta 1930. Admitiendo el personaje que de aquel cúmulo de circunstancias nació su toma de conciencia política, que le llevó en 1929 a ingresar en la Federació Comunista Catalana-Balear (FCCB), organización fundada en otoño de 1924, a partir de los que habían sido los Comités Sindicalistas Revolucionarios, que actuaban dentro de la CNT, con la intención de aglutinar a los simpatizantes comunistas dentro del sindicato, en su caso dirigidos por Joaquín Maurín.

En 1924 la FCCB decidió su ingresó en el PCE, pero con el tiempo acabó oponiéndose a la política estalinista del PCE, lo que produjo su escisión en los meses previos a la proclamación de la República en abril de 1931. El 1 de marzo de aquel mismo año, la FCCB se fusionó con el Partit Comunista Catalá (PCC), dando lugar al Bloque Obrero y Campesino (BOC), y más tarde al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

Al producirse aquella escisión, y como consecuencia de la misma, Maurín fue expulsado en 1931. Salida en la que se vio acompañado por unos cuantos militantes más, entre ellos Agustín Arcas, que a efectos sindicales decidió ingresar, sin dudarlo, en las filas de la CNT, al ser dicho sindicato, según sus palabras, “el predominante entre la clase obrera durante aquellos años”, pero uniéndose a los “trentistas”, el sector liderado entre otros por Ángel Pestaña.

Su ingreso en el PCC

En el aspecto político Arcas tomó la decisión de ingresar en el Partit Comunista de Catalunya (PCC) en 1933, en aquel momento, una formación con una cierta autonomía, pero sin dejar de ser la sección catalana del PCE en Cataluña. Bien recibido en el partido, Arcas aceptó la propuesta que se le hizo de presentarse como candidato a diputado por Barcelona en las elecciones de 1933, ocupando la quinta posición en la candidatura de su partido, y obteniendo al final un total de 2.460 votos.

Poco tiempo después pasó a ser dirigente de la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU), sección de Tranviarios, el sindicato del PCE, constituido en junio de 1932. En febrero de 1936 Arcas tras su ingreso en la Unión General de Trabajadores, (UGT) y tras conseguir ser dirigente de la Federación Nacional de Transportes de Cataluña, alcanzó a ser miembro del Comité Nacional.

Se inicia la guerra en España

Al inicio de la guerra civil española en julio de 1936, según sus propias declaraciones, tuvo que huir a Monzón (Huesca), donde pasó a representar al Comité de Transportes del PSUC. Huida que obedeció a las amenazas que había recibido por parte de algunos conocidos suyos anarquistas, que al parecer antes habían decidido expulsarlo de la CNT, al observar sus maniobras políticas dentro del sindicato. Maniobras que sus antiguos compañeros habían interpretado como de “proselitismo comunista”.

Lo que reportó también el ser expulsado de su trabajo como tranviario en Barcelona unos días después del levantamiento del 18 de julio. Volviendo de nuevo a ser acusado de ser: “el autor material y moral de toda la campaña que el Partido Comunista ha desplegado contra la colectividad de los tranvias”. Hechos que obligaron a Arcas a tener que trasladarse a Madrid, eso sí, bajo una falsa identidad.


Cartel de propaganda de 1938, Archivo Roberto Lahuerta (ARL)
 

A finales de 1936, Arcas continuaba siendo miembro de la Federación Nacional de Transporte de la UGT, al ser elegido vocal de la Ejecutiva Nacional del Transporte, después del Congreso que dicha Federación realizó en Valencia.

Bajo la lupa de la Comisión de Investigación

Durante aquel mismo Congreso, Arcas entabló conversación y trato con un conocido suyo de Barcelona, ignorando que dicha persona era un agente de la oficina de Manuel Escorza del Val. Ignorante de ello, Arcas se explayó a gusto, informando a su interlocutor, que él entonces desempeñaba el cargo de Secretario General de la Federación Nacional del Transporte de la UGT. Haciéndole también partícipe de otras confidencias referidas a Largo Caballero, o de la intención que tenía el PCE de eliminar incluso al propio Partido Socialista.

Poco tiempo después Joan Comorera, lider del PSUC, dió orden a Arcas de que regresara inmediatamente a Barcelona, al tener la intención de asignarle otras nuevas tareas. Intención que se materializó en agosto de 1938, durante un pleno de la Junta de Sindicatos de la Federación Local de Barcelona, donde Arcas fue designado secretario general de la Federación Local de Barcelona de la UGT.

En la ficha que la CNT poseía sobre Arcas, consta que el personaje en aquellas fechas residía oficialmente en la “calle Recaredo 47 bajos de Pueblo Nuevo”, pero que sin embargo su familia vivía en Gramanet del Besos (Santa Coloma de Gramanet) en la avenida de la Primavera, esquina avenida de Cataluña, s/n, pero “que enfrente de su casa había un economato”, y que Arcas “todas las noches se dirigía a aquel domicilio”, Prueba evidente de que sus pasos eran seguidos de muy cerca por la CNT.

Durante aquel mismo tiempo, Arcas colaboró activamente escribiendo abundantes artículos en el diario Frente Rojo, organo del PCE, más en concreto, en su edición matutina barcelonesa. Colaboraciones que no pasaron precisamente desapercibidas a los inquisidores franquistas, ya que al concluir la guerra civil, dichas colaboraciones aparecen referenciadas en diversas fichas policiales que hoy todavía se conservan. Lo que permite reseguir su trayectoria periodística de aquellas fechas.

El final de la guerra y su estancia en la URSS

Poco antes de concluir la guerra civil, Arcas y su familia ya estaban en Francia, Circunstancia que no le salvó de que finalmente acabara internado en el campo de concentración de Agde (Hérault), más conocido como el “campo de los catalanes”, mientras que la gran mayoría del Secretariado Regional de la UGT, a gran diferencia de él, consiguió escapar de los campos franceses, gracias a la intervención de los dirigentes de la CGT francesa. Finalmente pudo salir del campo.

Su marcha a la URSS

Lo que Arcas no debió llegar a conocer fue que el 12 de marzo de 1939 tuvo lugar en Toulouse una reunión del Buró Político del PCE, en la que se realizó balance de las causas de la derrota en España, y entre otras muchas cuestiones se incluyó una dura autocrítica, por haberse dejado sorprender por el golpe casadista del 5 de marzo. Y debió ser muy probablemente durante aquella misma reunión donde se debió tomar la decisión de evacuar a la URSS a una selecta minoría de comunistas españoles, y de sus familiares, siempre en el caso de que los tuvieran en Francia.

Para realizar aquella operación el PCE encargó a sus cuadros en Francia la confección de unas listas con la gente que se presuponía sería la más idónea para seguir estudios militares y políticos en “la patria del proletariado”, pero con la intención de formar con ellos cuadros cualificados con los que afrontar el futuro incierto que se abría.

Sobre la base de aquellas listas y dado el número reducido de españoles que el camarada Stalin se mostró dispuesto a acoger, menos de dos mil, la dirección del partido fue la encargada de realizar la selección final, en la que Arcas tuvo la suerte de poder figurar. Llegado a la URSS como muchos otros compañeros, por vía marítima, pasó a estudiar en alguna de las escuelas políticas del PCUS, junto con otros compañeros españoles, asistiendo a las clases en la escuela Planérnaya, o en la escuela Leninista de Moscú, donde se codeó con Ignacio Gallego o José Fusimaña.


1941, Cía. NKVD, Fila superior, el segundo por la derecha, Agustín Arcas, (ARL)
 

Se inicia la II Guerra Mundial

Al iniciarse la invasión de la URSS por parte de la Alemania nazi, en junio de 1941, los comunistas españoles afincados en el país se ofrecieron en masa como voluntarios para engrosar el ejército sovietico, pero no todos fueron aceptados, ya que en función del capricho de Stalin, unos fueron aceptados y otros no, al tener el dictador la idea de preservar para el futuro a los mejores cuadros de militares y políticos españoles, ante la posibilidad de un futuro regreso a España. De ahí que Arcas pudiera alistarse como voluntario al no formar parte de la gran élite.

La compañía a la cual fue asignado, estaba integrada mayoritariamente por exiliados españoles, y entre ellos trabará amistad con el valenciano Pelegrín Pérez, que en los tiempos de la guerra civil española, había sido comisario político del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero. Condecorado en la URSS, con la Orden de la Estrella Roja, más tarde sería jefe guerrillero en el maquis español, falleciendo en España en agosto de 1948, cerca de Mas de las Matas, “en circunstancias extrañas”, cuando marchaba de retirada camino Francia, y muy posiblemente asesinado a manos de uno de los suyos.

Tal como explicaba Arcas, la sorpresa fue que al concluir su periodo de instrucción durante el cual les “torturaba”, un mujer, María Fortus, la viuda de Ramón Casanellas, antes miembro de la Checa. y en aquel entonces alto oficial del NKVD, que en su caso era la encargada de espolearles durante la instrucción en perfecto castellano, se les dio el uniforme reglamentario, que su caso correspondía al de los miembros del “Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos”, la temida (NKVD), antecesora de la famosa KGB, y que a la pregunta sobre a qué se debía aquella “prebenda”, se les contestó, que dado que los españoles de la unidad eran todos comunistas, por lo mismo se les reconocía el merito, de ahí que se les hubiera seleccionado para formar parte de la 4ª compañía de la NKVD, una unidad considerada de élite.

Unidad con la que Arcas le tocaría participar en la Batalla de Moscú, que tuvo lugar entre el octubre de 1941 y el 7 de enero de 1942. De aquel modo a la 4ª Compañía se le asigno la defensa del Kremlin, y allí fueron a parar los españoles, al mando de Pelegrín Pérez.

En las puertas del Kremlin

Arcas se quejaba, que nunca en su vida había pasado tanto frío como durante aquellos días, en sus guardias del Kremlin. Pero la peor parte fue para los españoles de la unidad procedentes de regiones más cálidas de España, como eran los canarios o andaluces, que no paraban de tiritar. Hasta que un día vieron acercarse hasta sus posiciones a unos soldados rusos, que venían con las camisas desabrochadas y los puños arremangados, y exclamando a voz en cuello, el buen tiempo de primavera que estaba haciendo en Moscú. Ante el choteo de los recien llegados, los españoles les preguntaron de donde demonios venían, y riendose los nuevos contestaron casi a coro de ¡Siberia! Habían llegado los siberianos. Después los españoles se enteraran de que al tener noticias el estado mayor soviético de que Japón no tenía intención alguna de invadir la URSS, permitió a Stalin el traslado de la mitad de las tropas siberianas en dirección a Moscú.


El matrimonio Arcas en Moscú año 1953, (ARL)
 

Concluida aquella misión en Moscú la unidad de Arcas fue destinada a Stalingrado, donde asistirían al final de los combates y a la rendición de los nazis en 1943. De aquella terrible época solo mencionaba el lamentable grado de alcoholismo de las tropas rusas, que ante el frio y el hambre que se había padecido, suplían las carencias de ropa o comida con abundantes raciones de vodka. Concluída la guerra pasó a trabajar en grandes fábricas donde se producian camiones y todo tipo de vehículos, como muchos españoles, ya que el trabajo no faltaba. Y donde la mano de obra española, siendo muy apreciada, también era muy temida por los funcionarios, ante sus constantes quejas frente a cualquier incidencia de puntas de trabajo o de salarios, al aducir, que al ser comunistas se debería aceptar también la autocrítica, táctica que al llevarse a efecto en algunas ocasiones les daba frutos, y así estuvo trabajando como obrero manual hasta 1962.

Cooperante en la Cuba de Fidel

Al producirse la caída del regímen de Fulgencio Batista en Cuba, en enero de 1959, en lo que significó el triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro, el nuevo regimen cubano no tardó en pedir ayuda al gobierno de la URSS, que a su vez hizo una petición a los dirigentes del PCE, solicitando especialistas españoles en todas las áreas, con la idea de que se desplazasen a Cuba como asesores hispano-soviéticos, ante la necesidad que tenía la revolución cubana de ayuda en sectores vitales tales como la economía, la medicina, la agricultura o los transportes, al estar necesitados de todo, siendo uno de los principales requisitos de los dichos “asesores” que hablasen de forma fluída el castellano.

Pero según la opinión de Arcas, debió ser el KGB, más que las propias autoridades soviéticas, las que debieron llegar a un acuerdo con el PCE, que no sería efectivo hasta 1963, y cuando Santiago Carrillo ya estaba bien asentado como secretario general del PCE, y con Nikita Kruschev en el poder de la URSS. Lider soviético que en una intervención del 25 de febrero de 1956 pronunció su celebre “discurso secreto”, titulado:”Acerca del culto a la personalidad y sus consecuencias”, denunciando las purgas de Stalin y el advenimiento de una nueva era, que dio lugar un giro radical a la polítíca sovietica, momento en que se decidió oficialmente el envío de los “voluntarios” españoles a Cuba.

De su estancia en Cuba, lo que más le sorprendió a Arcas fue la deserción de algunos “camaradas” de las tareas que tenían adjudicas. Explicando que además de los españoles que acudieron a Cuba procedentes de la URSS, también hicieron su aparición por la isla otro grupo de comunistas españoles, provenientes en su caso de Méjico, Afirmando Arcas que según su opinión eran una gente muy “floja” en todos los conceptos, pues los pocos que estaban en el mismo hotel en que él residía, apenas duraron unas semanas, al desaparecer al poco tiempo de su estancia, quejándose de que en aquel “hotel se vivía muy mal y que además no tenía piscina” (sic) actitud que le sorprendió de forma negativa. La estancia de Arcas en Cuba se prolongó así desde 1963 hasta 1966, al tener encomendado, en su papel de asesor cooperante, el de técnico especialista del transporte, rama que según él era una pieza clave para la organización de los sindicatos cubanos.


Agustín Arcas en Cuba, año 1963, (ARL)
 

El regreso a España

En el año 1966 Arcas empezó a tener problemas de salud, que según los médicos cubanos venían derivados del clima caribeño, lo que finalmente le obligó a tener que emprender su regreso a la URSS. A su llegada, y a la vista de la apertura que había sufrido el régimen soviético, la familia decidió regresar a España, pero pasando antes una temporada en Francia.

Momento en que Arcas y otros compañeros que como él tenían la misma intención, solicitaron por vía oficial, que se les devolvieran las mensualidades que como trabajadores habían “prestado” al estado sovietico, para la reconstrucción nacional después de la guerra, un préstamo obligatorio, pero en el caso español, con la promesa de que si algún día ellos se marchaban del país, el dinero les sería devuelto por el estado. Dinero que equivalía a una mensualidad por año trabajado, lo que significa que de producirse la devolución cobraría unas 25 mensualidades integras. Petición que fue mirada con muy malos ojos por parte de los burócratas soviéticos, pero al final lograron su objetivo, pudiendo efectuar su salida sin más problemas en 1971.

A su regreso a Barcelona, residió temporalmente en el barrio de La Verneda, hasta conseguir una vivienda en la Guineueta, en la Vía Favencia, 120-126, 2º 1ª, y durante sus ultimos años de vida laboral se dedicó al trabajo de comercial, en la empresa Barcinova, Durante aquella época conectó con el PSUC, cuando todavía estaba en la clandestinidad, desarrollando actividad política en Nou Barris, y recobrando el contacto con otro veterano cooperante en Cuba, Vicente Carrión, vecino de su mismo barrio. En los años siguientes siguió incrementado su actividad política en el aspecto público haciendo esporádicas apariciones en diversos actos vecinales hasta la legalización del PCE o del PSUC en 1977.

En 1982, tras la cascada de expulsiones y deserciones que se producen en el PSUC, como consecuencia de lo sucedido en los meses posteriores a la celebración del V Congreso, Arcas pidió su ingreso en el recién creado Partit dels Comunistes de Catalunya, la reencarnación de su viejo PCC de 1936, donde el autor lo conoció en 1996. Agustín Arcas Merlo, el eterno viajero falleció en Malgrat de Mar (Barcelona) el 8 de octubre de 1998.

Partido político recién refundado en 1982 a causa de una escisión del PSUC.

A. Gascón, “Ramón Casanellas, bajo la sombra de dos banderas”. serhistorico.net 2020/07/06; en el mismo accidente también falleció Francisco del Barrio, lo que propició el pensar, en función de las circunstancias, que aquellas dos muertes se habían fraguado en el seno del propio partido.

A. Gascón, M. Moreno, Lina Odena una mujer. Barcelona 1996.

Lo que equivalía a recordar a los oyentes la actitud de la debilidad política demostrada por Ardiaca, durante los Hechos de Octubre de 1934, al desaparecer durante los mismos, cuando en aquellos días ocupaba el cargo de secretario político. Motivo por el cual Ardiaca a posteriori fue apartado de su cargo. A lo que se unía su incomparecencia en el castillo de Figueras en 1939, donde estaba reunido el gobierno de la República, antes de su paso a Francia, lugar en el que tenía asignadas diversas responsabilidades, que no cumplió al no presentarse, al haber huido antes sin permiso a Francia.

Op. cit. p. 48.

M. Moreno, Abono inagotable, Historia del PCC 192-1936, p. 85, Barcelona, 1996.

Roberto Lahuerta, De la URSS a la Guineueta pasando por Cuba, l´Arxiu, revista de Roquetas-Nou Barris, nº 69, diciembre de 2015.

Agradecemos al amigo Roberto Lahuerta el permitirnos utilizar las fotos de su archivo, para uso del presente artículo.

Informe sobre Agustín Arcas, Archivo Histórico Nacional, FC-Causa General, 1586. Exp.7, Expediente sobre militantes de partidos políticos y sindicatos.

Dicha dirección es la que consta en el informe mencioando anteriormente el mismo que aparece en la Causa General.

En aquel tiempo muchos militantes del PCC optaron por la misma militancia sindical, afiliándose a la CNT, como fueron los casos de los destacados comunistas Josep Serradell, alias Roman, y su compañera Margarita Abril. Así como gran parte de los militantes del sindicato del Vidrio de Mataró. Entrevista del autor con Serradell y Abril en 1996.

Roberto Lahuerta, op. cit.

FC-Causa General, 1586. Exp.7.

FC-Causa General, 1586. Exp.7

Frente Rojo editado como vespertino en Valencia desde el 21 de febrero al 20 de noviembre de 1937, y como matutino en Barcelona, desde el 24 de noviembre de ese año, hasta prácticamente cuando la ciudad cayó en manos de las tropas franquistas e italianas, el 26 de enero de 1939.

Testimonio de Carmen Parga, compañera de Manuel Tagüeña. Entrevista, Barcelona, 1979

La información la transmitió el famoso espía ruso Víctor Sorge.


Fuente → serhistorico.net 

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