Viaje sonoro con las familiares de la Fossa 100 del Cementerio de Paterna, Valencia, que durante décadas han preservado la historia de los republicanos asesinados el 2 de noviembre de 1939
Cambiar el foco de la mirada y centrarlo en ellas, las esposas,
madres y hermanas de los fusilados republicanos, las mujeres que
callaron y guardaron cartas, fotografías y prendas en cajas escondidas
bajo la cama o en el fondo de un armario , las supervivientes de la
barbarie que vivieron el estigma de ser rojas, pobres y tener un
familiar apilado con otros dentro de un hoyo. Ésta es una de las
tareas principales que la sociólogo Isabel Gadea y la antropóloga Pepa
García han llevado a cabo en el trabajo Etnografía de una exhumación
, la historia de vida de la Fossa 100 del Cementerio de Paterna,
Valencia, y que repasamos en éste podcast, eminentemente femenino.
En
la Fossa 100 se asesinaron a 28 hombres, la mayor parte de la comarca
de la Safor, el 2 de noviembre de 1939. Ochenta años más tarde, el 2 de
noviembre de 2019, se iniciaban las tareas de exhumación. Para la
Victòria Català, limpia de uno de los hombres fusilados, Paterna
significa "una gran tragedia familiar, a la vez que una oportunidad para
asistir a la dignificación, justicia y reparación de la España arrasada
y humillada por la dictadura franquista".
Las mujeres silenciadas por el miedo y los objetos que conservaron como auténticos tesoros se dan la mano en ese reportaje. Hablamos de sus vidas de resistencia, de luto, de los altares domésticos que construyeron para recordar, de las cartas que han sido dobladas, besadas y lloradas tantas veces que casi son ininteligibles. Algunas de estas cartas de despedida, afortunadamente, han traspasado la frontera privada y se han convertido en públicas. La artista Maria Gomar las ha dado la vuelta por el mundo y las ha reunido en el proyecto Últimas palabras , que incluye exposiciones y lecturas colectivas como las que podréis escuchar.
Para Gomar ha sido un camino tan claro como orgánico y necesario: “Cuando estaba haciendo Objetos desaparecidos solía quedar con las descendientes para conocernos personalmente y las que conservaban las cartas de despido, me las leían. A mí ese momento tan íntimo en el que una limpia pone voz a las últimas voluntades de su abuelo me golpeó mucho. Mediante este acto me hacían cómplice de su esfera familiar, aparte de que el contenido de las cartas me impactó porque, sobre todo, hay mucho amor”. Así nació Últimas palabras .
Isabel Gadea: “Las mujeres eran socialmente las encargadas de mantener de forma material y simbólica el lugar donde sus familiares estaban enterrados, de honrarlos, por eso los cementerios se convirtieron en emplazamientos de resistencia y sororidad”.
En Las guardianas de la memoria hay
varios protagonistas, tanto humanos como espaciales. Uno de ellos es
el propio Cementerio de Paterna, como explica Isabel Gadea: “Las mujeres
eran socialmente las encargadas de mantener de forma material y
simbólica el lugar donde sus familiares estaban enterrados, de
honrarlos, por eso los cementerios se convirtieron en emplazamientos de
resistencia y sororidad”.
Teresa Llopis,
presidenta de la Asociación de Familiares de la Fossa 100 del Cementerio
de Paterna, recuerda perfectamente las visitas a la fosa cada 2 de
noviembre y cada 14 de abril. Ahora es la custodia de las cartas que su
abuelo Blas Llopis escribía desde la cárcel. Su abuela la hizo
heredera directa de los recuerdos familiares poco antes de morir, el día
que le pidió que le leyera la última misiva del marido asesinado.
Teresa asegura que “eso fue para mí un revulsivo, la entendí y comprendí
después de tanto tiempo, como si me hubiera abierto el cajón de su
memoria y de su vida, que nunca había contado en palabras”.
Fuente → elsaltodiario.com
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