"La policía franquista no podía concebir que las mujeres lideraran o decidieran nada por sí mismas"
"La policía franquista no podía concebir que las mujeres lideraran o decidieran nada por sí mismas" / Paula Quilez Relaño

 

Gemma Pasqual y Escrivá (Almoines, la Safor, 1967) es escritora con una larga trayectoria en el campo de la narrativa de ficción. Ahora acaba de debutar en el campo del reportaje de no ficción Torturades (Comanegra, 2023) una panorámica sobre las mujeres represalias en la comisaría policial de la Vía Layetana de Barcelona, ​​desde el momento más duro de la dictadura franquista, en la década de los cuarenta, hasta las protestas vinculadas a la sentencia del proceso, en 2019. En el volumen, la autora recoge los testimonios de las torturadas a través de los años, con un estilo a la vez humanizador y reivindicativo, dando voz a aquellas que durante tanto tiempo han sido olvidadas en callar. Especializada en literatura infantil y juvenil para mentes inquietas con novelas que le han valido numerosos premios, Torturades es su primer libro de no ficción. Escritora, conferenciante, programadora, traductora y activista, Pasqual y Escrivà es miembro prominente de muchas asociaciones de la defensa de la cultura, la educación, la lengua y la literatura en catalán. Hablamos con ella de su experiencia investigadora y memorialística, un día antes de que presentara el libro, este 22 de abril, en Barcelona, ​​acompañada por algunas de las mujeres cuyo testimonio recoge el libro, en un acto multitudinario frente a la dependencia policial protagonista, en el que se cortó la Via Laietana y entidades como la Comisión de la Dignidad reivindicaron que la actual sede de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña se convierta en un espacio museizado que vendique la memoria de las víctimas de la represión. 

¿Qué le llevó a escribir el libro?

La bofetada de realidad que me llevé al saber todo lo que les había pasado a las mujeres detenidas en la Comisaría de Via Laietana, durante la dictadura y durante la democracia. El programa del FAQS de TV3 sobre este tema me abrió los ojos de una forma nueva, hizo que me preguntara dónde estaban las mujeres en el proceso de restauración de la memoria, dónde quedaba la humanidad de las personas, y el impacto que tiene el sesgo de género en todo, incluso en la tortura y el derecho a la memoria. El resto vino gracias a mi pasión por la investigación y la justicia.

Usted ha escrito mayoritariamente por el público infantil y juvenil; ¿por qué ese cambio?

“La tortura no puede ocurrir en un estado democrático. Por eso es necesario que nos preguntemos si realmente vivimos en un estado democrático”

Porque esto no es un libro, es una denuncia bien documentada. La tortura no puede ocurrir en un estado democrático. Por eso es necesario que nos preguntemos si realmente vivimos en un estado democrático.

¿Por qué la abogada Carla Vall i Duran para el prólogo del libro?

Porque es una mujer, joven, y con una perspectiva legal y jurídica, además de ser una gran activista por los derechos de las mujeres.

¿Cómo logró contactar con las víctimas?

Por lo general fue bastante complicado, excepto las que son la cara pública de partidos políticos y asociaciones memorialísticas, las que fueron represaliadas por motivos políticos. Las que no, las represaliadas por orientación sexual o de género, por etnia o clase social fueron más difíciles de encontrar, sobre todo las de etnia gitana. Y lamentablemente, no fui capaz de localizar a mujeres migrantes torturadas en Via Laietana.

¿Qué es lo que más le ha impactado de sus testigos?

No podría destacar algo por encima de otros; todas ellas me han impactado igual. Pero lo que más me llamó la atención fue el encontrar a mujeres que habían sido torturadas en democracia, y ver cómo algunos de los poderes fácticos todavía son capaces de negar lo ocurrido, tanto durante la dictadura como durante la democracia.

"Quería haber entrevistado a mujeres migrantes y prostitutas torturadas en la comisaría de Via Laietana, colectivos muy poco investigados, pero no pude encontrar a ninguno" |Jaume Herrero


¿Cómo le ha influido como persona escribir este libro y conocer a estas mujeres?

Me ha transformado. Hay una Gemma de antes de escribir el libro y una Gemma de después, una que ha conocido y ha podido poner cara a las voces de las silenciadas.

Al escribir el libro y dar voz a las víctimas de la tortura, usted podría decir que ha roto el silencio . ¿Qué se siente al hacerlo?

Libertad. Ves cómo la libertad de hablar empodera a las mujeres que sufrieron esas torturas tan escalofriantes, y es un gozo y un privilegio poder formar parte.

Por usted, ¿qué es el famoso “silencio”?

El miedo, ese miedo tan fuerte que te inmoviliza y te roba la capacidad de pensar críticamente, de pensar más allá de lo que se te dice.

¿Ve algún paralelismo con la situación actual?

Sí, la impunidad del estado frente a sus propios crímenes. La voluntad de los instrumentos del estado de recurrir a la tortura.

¿Cree que hechos como éstos podrían volver a producirse en nuestro país?

"La libertad de hablar empodera a las mujeres que sufrieron estas torturas tan escalofriantes, y es un gozo y un privilegio poder formar parte"

Sí. De hecho, si miramos las amenazas que los policías de Laietana profieren en Victoria Pujolat en la década de los cuarenta y cincuenta, y en Xènia García en el 2019 –que podían violarlas, que ellos saldrían impunes de todo lo que lo hicieran, que los suyos compañeros y compañeras las habían abandonado, entre otros– vemos, en resumidas cuentas, que los instrumentos de tortura psicológica que se practican son los mismos.

Aparte de las diferencias más obvias, ¿que ve diferente en el trato que recibían estas mujeres respecto a los hombres?

Que las mujeres las tratan como animales, como objetos que no pueden pensar por sí mismas. Los policías no podían concebir que las mujeres lideraran o decidieran nada por sí mismas, siempre daban por sentado que estaban obedeciendo a un hombre.

¿Qué tienen en común las mujeres que ha entrevistado?

Nada, nada tenían en común más allá de ser mujeres, y por el régimen esto era un motivo más que suficiente. Por ellos, no había nada peor que una mujer disidente, y ellos decidían quién era disidente en cada caso.

¿Le hubiera gustado entrevistar a los torturadores, a los que permitieron que ocurrieran estas cosas? ¿Qué les preguntaría?

No, no querría entrevistar a ninguno de ellos, a ninguno. Sólo son instrumentos del régimen, nunca les daría voz. Y no les preguntaría nada; les exigiría verdad, justicia y reparación.

“els instruments de tortura psicològica que es practiquen són els mateixos als anys quaranta i cinquanta que el 2019”


¿Usted qué haría con la Comisaría de Via Laietana?

La convertiría en un museo de la memoria, en un museo de la tortura. En definitiva, la transformaría en un monumento a lo ocurrido, tanto en dictadura como en democracia. Los demócratas debemos ganar el relato, y eso no se hace en Twitter, se hace en la calle. Se manifiesta, lucha y reclama hasta que se consigue.

¿Hay algo que hubieras querido hacer en el libro que no hayas podido? ¿Por qué?

Sí, quería haber entrevistado a mujeres migrantes y prostitutas torturadas en la comisaría de Via Laietana, colectivos muy poco investigados, pero no pude encontrar a ninguno.

¿Hay algo que no quisiera haber puesto en el libro y que ha tenido que ponerlo?

No, me he encontrado muy libre durante todo el proceso de investigación y narrativo.

¿Esperaba que el libro tuviera la acogida que ha tenido?

Nada. Esperaba una buena acogida de los sectores afines a la lucha por la memoria antifranquista, pero no entre periodistas, partidos políticos y asociaciones de todo tipo.

¿Cuál es el precio de la memoria? ¿Y de la desmemoria?

"Lo que más me ha llamado la atención es ver cómo algunos de los poderes fácticos todavía son capaces de negar lo ocurrido, tanto durante la dictadura como durante la democracia"

El precio de la memoria es una sociedad libre, en la que todavía existe la posibilidad de repetir los errores del pasado, pero no es una certeza. ¿De verdad que el precio a pagar por eso es demasiado alto? Y el precio de la desmemoria es vivir en una sociedad democrática imperfecta y débil, que no avanza y está cargada de prejuicios. Una sociedad peligrosa.

¿Cree que como sociedad sufrimos desmemoria?

No, simplemente quieren que la padezcamos. Nos quieren desmemoriados, pero el pueblo resiste: resisten los jóvenes antifascistas, resisten a las personas que se manifiestan, resisten a las víctimas de Via Laietana contando su historia. Y mientras vamos recordando, vamos resistiendo.


Fuente → directa.cat 

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