El sistema político impuesto impide la solución de los principales problemas

El sistema político impuesto impide la solución de los principales problemas

La pregunta esencial del momento político no es otra que la de Monarquía o República

El CIS y otras entidades públicas y privadas, dedicadas a las encuestas de opinión, vienen haciendo un largo trabajo con fines electoralistas, dibujando un mapa de polarización política y reparto del país entre las izquierdas y las derechas del régimen, pasando por alto las principales cuestiones políticas. De hecho, nadie pregunta sobre quiénes detentan el poder de verdad; sobre la valoración de la monarquía, o sobre el poder judicial y policial, o acerca de la complicidad del reino de España con las guerras de los EEUU y la OTAN… De la misma manera tampoco se pregunta sobre aspectos esenciales del sistema político continuista de la dictadura, encargado de secuestrar la voluntad popular desde hace más de 40 años.

La campaña electoral -que soporta la población-, anodina y fuera de la realidad es un buen ejemplo de este bloqueo político e institucional que apreciamos como inestable. Las elecciones del 28 M, se han convertido en verdaderas primarias donde lo que prima, de una parte, es la insistencia de una serie de partidos en mantenerse en el gobierno del régimen (la izquierda oficial), y de otra, los ataques furibundos de las expresiones provenientes del franquismo, de la Iglesia…, coreada por los principales medios de comunicación. De ello resulta el ocultamiento de las soluciones a los principales problemas: el pasado y el consenso; los pactos sociales permanentes contra los trabajadores; la represión contra los derechos nacionales y democráticos de los pueblos…, agudizado ahora por la política de guerra, que ocupa el primer plano de la realidad. Problemas que no se discuten, sino ocultados por unos y por otros.

Ninguno de los partidos oficiales ha abordado seriamente la cuestión de la guerra, la multiplicación de los gastos de armamento y del papel del régimen monárquico. Cuando la explosión social en Francia, y la oleada de huelgas en Alemania e Inglaterra, anuncian crisis profundas de regímenes en competencia por un nuevo reparto del mundo. La llamada nueva geopolítica vuelve a ser invocada en todas las instancias internacionales. Fue un término utilizado históricamente por el imperio alemán, y hecho suyo por fascistas y nazis en preparación de la Segunda Guerra Mundial. Geopolítica de los amos del mundo, señores de la guerra promovida por potencias que discursean acerca de la “democracia” y de los “derechos humanos”, cuando maniobran al borde del abismo de una nueva guerra mundial.

Los EEUU buscan por todos los medios salir del pozo de una deuda impagable de 3,5 billones como expresión de su decadencia, extremando el enfrentamiento con sus principales competidores en el mercado internacional de materias primas, mercancías y capitales: China y Rusia, fundamentalmente. En este contexto, la Unión Europea, y los países que la componen, sufren las consecuencias inmediatas en su papel de vasallos del gendarme imperialista mundial. Sectores obreros y populares asocian el retroceso económico y social que sufren con los planes imperialistas de gastos militares y guerra.

Los planes de reconfiguración mundial, que ahora pasan por la política de guerra en Ucrania, afectan directa o indirectamente a la mayoría de países del mundo. Pero los Estados, para llevar a término sus planes, necesitan derrotar a los trabajadores y los pueblos, desarticular toda expresión organizativa que defienda mínimamente los derechos sociales y democráticos. Es lo que está sucediendo con el golpe de Estado en Perú y la decisión de hacer intervenir a las tropas norteamericanas en los asuntos internos.

Si ordenamos los principales problemas que desvelan las encuestas de opinión, vemos cómo el retroceso social, el paro, la precariedad, los bajos salarios y pensiones, la vivienda… ocupan el primer lugar. Pero, inmediatamente después, aparece el bloque de los problemas políticos, de la falta de representación, de la casta política y de la corrupción institucional. La gestión del gobierno de coalición no ha ido al fondo de los problemas y se ha traducido en parches y más parches, vendiendo humo como solución predilecta. La última ley de la vivienda mantiene alquileres impagables, e hipotecas sobrevaloradas, que preparan las condiciones de una nueva oleada de lanzamientos y desahucios. Después de tantos años, el problema de la vivienda está donde estaba: de un lado, en manos de banqueros y especuladores; y de otro, la precariedad habitacional de una buena parte de la población.

Toda nuestra sociedad se ha polarizado política y económicamente al calor de la crisis y la guerra. La brecha abierta entre explotados y explotadores, oprimidos y opresores, no ha hecho sino profundizar las diferencias de clase. La desigualdad se extrema en todas las relaciones sociales: con una tremenda acumulación de capital y el evidente empobrecimiento de la mayoría. Las colas del paro y del hambre; el trabajo en negro; las listas de espera hospitalarias; la casi extinción de la atención primaria…, son la evidencia de esta “moderna” agravación de la desigualdad social, que acelera la crisis política. Una situación que viene siendo fomentada por los gobiernos de todos los colores.

Asalariados, autónomos y jóvenes que se incorporan al trabajo, lo hacen en muchas peores condiciones que sus padres. La emancipación de los jóvenes, y su exigencia de un futuro digno, está siendo prohibida por la creciente desigualdad social. El reino de España se ha convertido, mediante su adhesión a la Unión Europea y la OTAN, y por mor de las relaciones directas de sumisión a los EEUU, en el marco de la política de guerra, en socio de segunda o tercera fila de los planes imperialistas, y por ello en uno de los eslabones débiles de dicha cadena. Los señores Borrell y Sánchez, cada uno en su papel institucional, responden a esta evidente sumisión y vasallaje político.

Las urnas del próximo día 28 van a reflejar esta situación nacional e internacional de manera deformada. De manera, que los problemas no resueltos por la política oficial del régimen van a ocupar un nuevo espacio, un nuevo combinado de cuestiones fundamentales: la cuestión de la guerra, el agravamiento de la cuestión nacional y de la situación social… Un nuevo “suma y sigue” de cuestiones fundamentales, que no pueden sino relacionarse directamente con el ejercicio del poder económico y político de nuestra sociedad por la monarquía heredera del franquismo. Por ello, la cuestión de quién y cómo detenta el poder no puede ser aparcada por nadie, no puede ser olvidada, como hace permanentemente la política oficial. La mayoría social no dejará de buscar una nueva representación política de acuerdo a sus intereses, y ese es el verdadero motor de la política de cambio, que unos y otros tratan de impedir con falsos debates.

En todas las encuestas de opinión se eluden las preguntas claves, pero las referencias políticas fundamentales expresan, de una u otra manera, esa necesidad material de giro político, que demanda el cambio y que también, de manera deformada, se expresará en las próximas elecciones. Subrayando, por todo ello, la importancia de promover en todas partes iniciativas por un referéndum legal y vinculante, para que los pueblos decidan sobre Monarquía o República. Una pregunta imprescindible para comenzar a despejar las principales incógnitas de nuestro futuro.


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