
El libro, que se presentará en el Salón de Cristal del Ayuntamiento de València el próximo 11 de mayo, hace un exhaustivo recorrido por su trayectoria, una historia que comienza años antes de la llegada del franquismo, aunque en un contexto siempre convulso. Fue en Madrid donde desarrolló su carrera en sus primeros años, tiempo en el que colaboró con publicaciones como como el emblemático semanario Gutiérrez, dirigido por Ricardo García ‘K-Hito’, o el diario La libertad. Durante los primeros años se caracteriza por un humor blanco y amable, viñetas copadas por personajes costumbristas, una producción que se politiza profundamente con la llegada de la Segunda República, una evolución en los contenidos que muy pronto tiene respuesta en forma de amenazas de muerte. “Todas las mañanas suena el teléfono. Un compañero coge el teléfono y recibe recado para mí: Oye, que los fascistas te avisan. Esta noche, sin falta, irás a ver a San Pedro”, relataba el dibujante en una desenfadada entrevista para la revista Umbral, recogida en el ensayo de René Parra.
El avance de las tropas franquistas en Madrid obligó al gobierno de la Segunda República a trasladarse a València, que se convirtió en capital durante un corto periodo de tiempo. El asedio a Madrid, explica el propio Bluff en distintas declaraciones, acaba con su vivienda destruida por las bombas, momento en el que opta por trasladarse a València. La ciudad mediterránea vive entonces un “gran momento de creatividad cultural”, explica Parra, una ciudad donde se vive un “gran clima de movilización artística y política”. “En València encuentra más medios donde desarrollarse como caricaturista político, en distintos diarios como Adelante o La correspondencia de Valencia o el semanario La Traca, donde se puso en contacto con Carceller algo que fue muy importante, porque pudo sacar su lado más incisivo”. Esta relación entre uno y otro tiene, sin embargo, una parte de misterio, pues la represión llevó a los autores a destruir gran parte de sus archivos, dibujos o cartas que les pudieran incriminar.
Pero, ¿cómo representaba Bluff al dictador Francisco Franco? En 1937 publicó la historieta ¿Qué le han traído a usted los Reyes Magos?, unos Reyes Magos encarnados por Mussolini y Hitler que, entre otros, entregan sus regalos a Franco, a quien obsequian con “carmín, polvos, crema y demás objetos de tocador para que se ponga más guapo de lo que es”, un dibujo que refleja la posición ‘inferior’ frente a los otros dictadores europeos y que sirve de ejemplo para ilustrar los constantes chistes en torno a la ‘feminidad’ del español, que era representado en muchas ocasiones travestido y en otras como amante de otros hombres. De hecho, una de las portadas más populares de la revista presenta el dictador maquillado y mirando con lujuria a unos plátanos, un retrato acompañado por el texto: “¡Ay! Cuando veo de cerca ciertas cosas, ¡cómo me acuerdo de Marruecos!”. Otro de los temas recurrentes que trató en sus dibujos fue la pasividad de las democracias europeas ante el auge de los fascismos, un trabajo que le convertiría en última instancia en un “dibujante de referencia del bando republicano".
Una de las novedades que aporta el libro es la manera detallada en la que se relata todo el proceso que vivió el dibujante hasta su ejecución final, una sentencia que estuvo marcada por los dibujos que realizó en publicaciones como La Traca... pero no solo. Una vez encarcelado, Bluff comenzó a colaborar en el semanario carcelario Redención, publicación en la que plasmó las últimas historietas de su vida. Muchas de estas eran recicladas, dibujos que se muestran “inocentes” pero cuyo aparente “doble sentido” derivó en su sentencia final, una muerte que le alcanzó cuando apenas tenía 36 años.
La investigación relata con detalle “cómo se fabrica esa acusación” y de qué manera esas últimas viñetas fueron clave en la sentencia, dibujos sobre los que los propios prisioneros aplicaron una lectura política. Ente ellos, una serie de viñetas publicada el 27 de abril de 1940, en la que dos pescadores se disputan un pez, que sería interpretada por algunos presos como el “el triunfo rojo sobre una España Nacional desunida”, algo que negó Bluff. De hecho la viñeta era una versión de una publicada años atrás en Gutiérrez, aunque en este caso contaba con tres personajes en lugar de dos. Las dudas y rumores acabarían, sin embargo, haciendo mella, tal y como queda reflejado en los documentos recogidos por Parra, unos dibujos con los que justificaron la condena a muerte del historietista.
La sentencia es, explica Parra, un caso “único” pues, aunque han sido registradas numerosas condenas y casos de represión, no es tan común la pena de muerte en el caso de los dibujantes de prensa. “No hay caso equivalente en lo que respecta a los dibujantes de prensa. Evidentemente hubo muchos represaliados, mucha gente fusilada, pero por unos dibujos concretos es algo que no he visto…Es un caso único en ese sentido. Se la jugó bastante, sus caricaturas en La Traca fueron de las más corrosivas del bando republicano, pero además tuvo esa mala suerte de ser señalado en prisión”. La sentencia por la que Carceller y él fueron condenados, de hecho, tuvo una tercera víctima. Se trata del dibujante José Mª Carnicero, a quien se condenó a varios años de prisión por publicar en La Traca “dibujos e historietas en los que se insultaba a los invictos Generales del Ejército Español para la publicación de los cuales se entendía directamente, según sus propias manifestaciones, con el Vicente Miguel Carceller (sic)".
Con todo, el régimen franquista fue aniquilando la libertad de expresión, un proceso que también enterró gran parte de un patrimonio, en este caso gráfico, cuya recuperación continúa siendo una cuenta pendiente por lo que respecta a la restauración de la memoria histórica de España. “El legado de Bluff desapareció con él, o casi: fue relegado a la más completa oscuridad. Al menos durante el reinado de sus verdugos y aún varias décadas después. Solo recientemente se ha comenzado a recordar, a disipar esas tinieblas arrojando algo de luz”, relata Parra en el libro. Es ahora, ocho décadas más tarde, cuando estás voces vuelven a resonar, viñetas recuperadas del olvido que ocupan de nuevo páginas a todo color, aunque en este caso no en semanarios satíricos sino en ensayos históricos. Sea como fuere, la risa acaba volviendo.
Fuente → valenciaplaza.com
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