Represión franquista contra las mujeres: así las asesinaban y enterraban
Represión franquista contra las mujeres: así las asesinaban y enterraban / Silvia Marimon Molas

Las exhumaciones constatan diferencias entre los hombres y las mujeres fallecidos en la retaguardia

 

A Jerónima Blanco la mataron los fascistas, estando embarazada, junto a su hijo de 3 años, y los enterraron en una fosa común en Flores de Sil (Ponferrada). En la fosa de Fuentes de León (Badajoz) estaban los restos de una madre con su hija adolescente. No quisieron separarse y las mataron juntas. En el barranco de Víznar (Granada) había muchos imperdibles, dedales y todo de botones que solían llevar las costureras a las batas. Allí asesinaron y arrojaron a la fosa a una docena de mujeres que formaban parte del Sindicato de la Aguja. Durante la Guerra Civil fallecieron muchas mujeres, pero a diferencia de los hombres, la mayoría murieron lejos de la línea de frente.

Al régimen franquista le costaba fusilar a mujeres . "Tendían a no condenar a muerte a las mujeres, porque consideraban que no lo merecían; hacerlo quería decir darles una entidad, darles la misma importancia que a un hombre", asegura la historiadora y especialista en fosas comunes Queralt Solé. A la mayoría se las condenaba al ostracismo social, se las marcaba de por vida o se les robaba el derecho a ser madres.

Sin embargo, cuando no había juicio las cosas cambiaban. Muchas mujeres fueron asesinadas y las cifras, a medida que se realizan más exhumaciones y se tienen más datos, aumentan. "Si en los consejos de guerra un 2% de los asesinatos eran mujeres, en la retaguardia el porcentaje puede llegar a un 9%, una cifra que podría incrementarse cuando excavamos más fosas", detalla Solé. Hasta 2018, aparecieron restos de mujeres en 58 fosas de las 7.843 exhumadas. El trato también difería si las mujeres eran juzgadas o si eran asesinadas sin juicio previo. En el primer caso, se esperaba que la mujer pariera antes de llevarla delante de la guerrilla de fusilamiento. En la retaguardia las mataban con sus hijos en el vientre.

¿Había distinciones entre mujeres y hombres cuando se trataba de asesinarles? ¿Se les enterraba diferente? Poco a poco se realizaron más estudios sobre la violencia contra la mujer durante la Guerra Civil, pero los datos todavía son escasos. "Queda un largo camino por recorrer, es un tema que se ha estudiado poco", dice Solé. No hay muchas pistas que ayuden a encontrar los restos de las mujeres asesinadas, porque no hay registros ni documentación y, por tanto, sólo queda la memoria oral, que se ha ido desvaneciendo después de más de 80 años de silencios. Todo ello hace que se conozcan pocas fosas exclusivamente femeninas.

 Asesinadas lejos del pueblo

Una de ellas es la Fosa de Mujeres de Grazalema (Cádiz). Se creía que las 15 mujeres y el joven de 14 años enterrados habían sido asesinados en una curva de la carretera que lleva hasta Ronda, en septiembre de 1936, pero posteriores investigaciones que hizo el periodista David Doña y que explica en el documental Sucedió en Grazalema demuestran que no fue un "golpe caliente". Las mujeres estuvieron encarceladas durante unos meses y después, en 1937, premeditadamente, trasladadas y asesinadas lejos del pueblo. Las víctimas tenían entre 18 y 62 años y se las enterró de cualquier forma a no mucha profundidad. En la fosa y en su entorno había pocos proyectiles, pero bastantes señales de que se habían utilizado armas blancas, como cuchillos y un hacha. Así, por ejemplo, los impactos de bala en uno de los cráneos se mezclaban con una fragmentación que podía ser la consecuencia de haber recibido el golpe de una pala.

Otras fosas dejan constancia de que se llevaron a las mujeres lejos del pueblo, antes de matarlas, como la fosa de Candeleda (Ávila), donde las subieron en un camión y las mataron en un giro de la carretera. La mayor era Virtudes de la Puente Pérez: 53 años. Su "delito", fue protestante. Pilar Espinosa Carrasco tenía 43 años y la mataron por leer El Socialista . Valeriana Granada, de 26 años, estaba embarazada. Su marido luchaba con el bando rebelde, pero una vecina envidiosa, según los testigos orales, la denunció.


Catalina Alcaraz, asesinada y enterrada, en una fotografía con su madre y sus hermanos Fotograma del documental 'Sucedió en Grazalema' 
 

Es difícil definir un patrón, pero a menudo las mujeres eran enterradas con menor cuidado; existen numerosos ejemplos en el sur de la Península. "Muchas estaban mucho peor colocadas y en algunos casos, cuando estaban mezcladas con hombres, eran las últimas en ser enterradas", explica Eulalia Díaz Ramoneda, arqueóloga y antropóloga forense, que ha participado en muchas exhumaciones. "A través del análisis de casos intentamos ver si existe un trato diferencial que demuestra un mayor desprecio por estas víctimas", señala. En algunas ocasiones las medio enterraron o las dejaron a la intemperie, como hicieron con su mujer y su hijo en Flores de Sil, donde fue un vecino quien les inhumó. "También nos hemos encontrado con posiciones muy forzadas, como si las hubieran obligado a estar arrodilladas o les hubieran atado las manos", añade Díaz Ramoneda. En Gerena (Sevilla), por ejemplo, había balas de fusil Mauser español y de fusil Mauser italiano, que es armamento militar, y restos de alambre que se supone que se utilizaron para esposarlas.

 Fosas comunes pendientes de encontrar

La falta de registros y de señalización hace que muchas de las fosas todavía no se hayan podido localizar. Es el caso de 15 mujeres de Puebla de Guzmán (Huelva), o de la Fossa de las Niñas de El Aguaucho (Sevilla), donde se cree que podría haber enterradas nueve mujeres jóvenes que los militares detuvieron. Según la memoria oral, los franquistas se llevaron a las mujeres a su cuartel general, donde les obligaron a servirles comida y bebida, totalmente desnudas, después las violaron y, después, las mataron. No ha habido éxito tampoco en la búsqueda de la Fossa de las Mujeres de Pedraja (Burgos), donde se cree que habría los restos de entre 9 y 20 mujeres, esposas de ferroviarios de Miranda, activistas como sus maridos o vinculadas a sindicatos y partidos de izquierda, así como profesoras.

Algunas de las mujeres enterradas tenían una clara vinculación política. Es el caso de la fosa de Izagre (León), donde se exhumaron los restos de María Alonso Ruiz, de 22 años, presidenta de la Unión Republicana de La Bañeza. "En el caso de las mujeres, su asesinato y su forma de entierro pretenden ser más ejemplarizantes; es un mensaje a la sociedad en general y directamente dirigido a aquellas mujeres adultas, chicas o niños, para que no tengan una actitud contraria a la sociedad machista que quiere imponer al régimen", señala Díaz. "Se ha minusvalorado el papel de las mujeres. Algunas estaban politizadas y eran activistas, pero otras no sólo eran las mujeres de alguien, sino que duplicaron su rol: continuaron haciendo tareas tradicionales como cocinar, lavar, cuidar a los hijos , cuidar a los enfermos o heridos y, además, esconder heridos, alimentarlos a casa y ocultar a los que huían o traerles comida a la montaña, hacer de enlace, pasar información... Son tareas que no se han recogido lo suficiente de forma escrita", añade la arqueóloga y antropóloga.

 El sonajero de La Carcavilla

Saber qué ocurrió con estas mujeres antes de que las mataran, desde un punto de vista arqueológico y antropológico, es complicado, porque las torturas y violaciones no dejan marcas en los huesos. Aunque a veces hay señales distintivas, como en el barranco de Víznar, donde estaban enterrados 49 individuos, 24 de los cuales eran mujeres: ellas tenían más lesiones en la parte posterior del cráneo. En sus fosas quedan rastros de la vida que tuvieron y que las diferencia de los hombres: botones de nácar, madera y cobre más pequeños; suelas de zapato más pequeñas y de materiales más duros que pertenecían a botas y botines de cuero, atuendos para el pelo como clips y diademas, pendientes, brazaletes y collares, o el sonajero que encontraron en el Parque de La Carcavilla (Palencia), que pertenecía a Catalina Muñoz, una mujer de 37 años y madre de 4 hijos. Seguramente, el sonajero era de su hijo de 9 meses que llevaba en brazos cuando la detuvieron. "Algunas de las mujeres hasta ahora exhumadas iban muy bien vestidas, algo que no hemos encontrado con los hombres, pero no sabemos si se vistieron así conscientes de que las matarían o si las detuvieron un día que iban especialmente arregladas", concluye Díaz Ramoneda .


Fuente → ara.cat 

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