Andrés Braña Rodríguez, tenía 27 años, era conocido por el nombre de un pájaro de color pardo, “Carrizo“. Marinero de profesión, nació en Ferrol pero vivía en Cedeira. Era miembro del Partido Comunista de España. Huyó en barco en los primeros días del Golpe de Estado. Fue declarado en rebeldía en en varias causas militares. Manuel Orjales Bouza era jornalero y trabajador de la industria naval, tenía 32 años, era natural del barrio de Labrada, Cerdido (La Coruña).
Braña y Orjales fueron detenidos el 3 de Diciembre en Régoa (Cerdido). Ambos habían huido a las montañas, sin unirse a ningún grupo. En Crónica negra de la marina española se explica que acababan de sustraer 1.490 pesetas mientras eran interceptados. Llevaban 2 pistolas y boinas con insignias de la hoz y el martillo.
Fueron encerrados en el castillo de San Felipe, una fortaleza, construida con fines defensivos en tiempos de Felipe II. Los franquistas la utilizaron como una prisión. Durante la guerra civil, muchos Republicanos detenidos tras el golpe fueron allí concentrados y juzgados en consejo de guerra. Las ejecuciones se hacían en sus fosos. Unas 80 personas fueron fusiladas por sentencia entre 1936 y 1942 en los muros de San Felipe. Era una jaula que solo se abría para matar a los pájaros que guardaba. El castillo presenció el ultimo palpitar de Andrés Braña y a Manuel Orjales.
El 20 de diciembre de 1938, El Correo Gallego incluía en la referencia a los consejos de guerra lo siguiente: “Mañana miércoles, a las 11, se celebrará en el cuartel de los zapadores un consejo de guerra para ver y decidir la causa que se sigue contra los paisanos Manuel Orjales Bouza y Andrés Braña Rodríguez, por el delito de rebelión militar y robo a mano armada”. Ambos fueron condenados a muerte el día 21. Se eligió el día de Navidad para llevar a cabo el asesinato de ambos.
“Los franquistas querían demostrar que los rojos eran peligrosos elementos revolucionarios y por supuesto enemigos de la religión, merecedores de ser fusilados el día de Navidad”, así lo ha explicado el historiador Xosé Manuel Suárez. Ambos fueron fusilados a las 5 de la tarde, el reloj de arena de la muerte acababa de dejar caer su último grano. Los cuerpos sin vida cayeron sobre la frialdad del suelo, sobre la frialdad en que se hundía todo el país. Ese mismo día les echaron tierra encima, se sembró la injusticia en el cementerio de San Salvador de Serrantes. Un 25 de diciembre, un día de Navidad, cualquier día…
Las panxoliñas no conseguían acallar los tiros ese día, era fiesta pero pocos la celebraban. Las casas de la gente olían al miedo que se había sembrado 2 años antes, estaba enconado, había sido regado con sangre. Ramón Braña y Brígida Rodríguez se quedaron sin su hijo aquella Navidad. José Orjales y Josefa Bouza sintieron el mismo dolor, una pena indescriptible, heridas grabadas en el corazón que nunca han encontrado vendaje.
Nacía España, decían los sicarios, lo que nacía, con un grito ahogado, era la negrura de una larga noche de piedra.
Documento original en El Salto Diario (Alejandra B. Tojo)
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