Los objetivos socialistas para el Ayuntamiento de Madrid (1931)
Los objetivos socialistas para el Ayuntamiento de Madrid (1931)
Eduardo Montagut 

 

En el primer e histórico pleno del Ayuntamiento de Madrid una vez proclamada la Segunda República en abril de 1931, Julián Besteiro, en nombre de los socialistas, planteó las prioridades que debía abordar el Consistorio en aquella nueva etapa.

Besteiro se felicitaba de las numerosas iniciativas de orden estético y en relación con los servicios que habían surgido en aquella sesión, pero era importante que cada grupo definiera claramente su actitud en la vida municipal, que declarasen en qué medida iban a contribuir a la transformación de Madrid, porque la vida municipal se hallaba necesitada de una urgente transformación.

En primer lugar, recordaba que el Gobierno Provisional había dispuesto que los Ayuntamientos se rigiesen por la Ley Municipal de 1876 por la necesidad de restaurar la legalidad, en alusión implícita del paréntesis que había supuesto la Dictadura de Primo de Rivera, pero también expresaba que era una legislación a todas luces anticuada, expresando el sentir general de que por cauces legales se crease una nueva estructura legal municipal. Como sabemos, llegaría, por lo menos en el marco general, con la Constitución de 1931.

El político socialista aludía a que se había hablado de la reorganización de los servicios, pero dicha reorganización no podía darse si no se restructuraban los Ayuntamientos. Era preciso garantizar a los obreros, empleados y concejales un régimen de libertad, así como exigirles responsabilidad, porque el Municipio había vivido una larga etapa de inactividad frente a una ciudad que había crecido de forma desordenada. Ese crecimiento había generado anomalías. Estaba el problema de la expulsión de muchas familias del centro de la ciudad porque no podían pagar los crecidos alquileres, teniéndose que ir a vivir al extrarradio, y aunque seguían en el término municipal, se encontraban con que allí no había servicios. Si salían del término la situación era aún peor. Era urgente trazar un plan sobre este crecimiento, porque no se había terminado el Ensanche, ni se había comenzado el Extrarradio, así como otros proyectos de gran envergadura.

Otro problema importante era el de la vivienda en sí, de su higiene, con un notable retroceso, aludiendo a que hubo un momento en que se tacharon de las Ordenanzas municipales todos los artículos relativos a la higiene de la vivienda, y se había hecho alguna reforma pero que había sido un atraso. Para Besteiro las viviendas de la clase obrera, incluso de la clase media y hasta de los sectores más pudientes, eran insalubres.

El tercer problema tenía que ver con el abastecimiento de la capital. Se había levantado el nuevo Matadero. Cuando se tomó el acuerdo de construirlo se había hecho con el fin de municipalizar el abasto de carnes, pero triunfaron los intereses particulares, y no se produjo dicha municipalización, un objetivo claro de los socialistas y desde siempre, como hemos comprobado en algunos estudios. Los servicios debían ser públicos, defendía Besteiro, y no podían entregarse al negocio de empresas particulares. La enseñanza era la cuarta cuestión que sacó Besteiro en el Pleno, planteando la necesidad de construir escuelas. Por último, se refirió a los presupuestos municipales. El Ayuntamiento sería, en ese momento, un conjunto de acciones o de gremios que disfrutaban de los beneficios de las contratas, de las rentas de la Deuda municipal o de los negocios que se hacían alrededor del Consistorio. Había que poner fin a esta situación. Se tenía que elaborar un presupuesto claro, que reflejase la realidad, para que fuera entendido por todo el mundo.

La Alcaldía, por fin, no podía ser un trampolín para ocupar cargos más altos como consideraba había ocurrido en el pasado, porque, en realidad, valía más que muchos Ministerios. Por eso, eran necesarios responsables que mereciesen la confianza del pueblo. Besteiro quería, como vemos, prestigiar el ejercicio municipal, en la línea tradicional que los socialistas siempre dieron a esta Administración con la que poder cambiar las cosas que más afectaban directamente a los ciudadanos, especialmente, los de condición más humilde.

Hemos consultado el número 6924 de 18 de abril de 1931 de El Socialista. Sobre estas cuestiones municipales es fundamental la consulta del libro de Santiago de Miguel Salanova, Madrid, un laboratorio de socialismo municipal, 1900-1936, Madrid, Ediciones La Catarata, 2019.


Fuente → nuevatribuna.es

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