¿Es España una nación?

 ¿Es España una nación?

Es una nación, afirman muchos; una, grande y libre. Otros dicen que es una nación opresora, que tiene bajo su poder a otras naciones y que no les deja decidir su propio futuro. También hay quien dice que España no existe como nación, que es un invento, es solo un Estado dentro del cual hay diversas naciones, todas ellas sometidas por el simple hecho de estar sometidas a ese Estado.

La primera pregunta que nos debemos hacer es si España es una nación. Para ello deberemos definir en primer lugar este concepto. El término «nación» ha variado a lo largo de la Historia, así que ninguna definición se puede considerar como absoluta.

Hay que decir que el concepto y la idea de «España» no existía en el acervo ideológico de los Reyes Católicos ni de sus sucesores. Sí que es cierto que, en el siglo XV, con la alianza entre el Reino de Aragón y la Corona de Castilla por medio de los Reyes Católicos, se produjo una cierta unidad – pero ésta fue simplemente religiosa: el monarca no fue llamado Rey de España hasta el siglo XVIII.

El primer intento serio de someter toda la pluralidad de la Península Ibérica bajo una misma identidad, una misma nación, se produce en 1625, cuando el Conde-Duque de Olivares ocupa el cargo de gobierno y propone por primera vez en la Península un Estado centralizado y unido. De esta forma, el Conde-Duque se avanzaba varios siglos y ya hablaba de «unidad nacional de España». Será en el siglo XVIII y sobre todo en el XIX cuando se forje el sentimiento nacionalista español y cuando se cree el Estado llamado «España».

Para seguir este proceso de formación, veamos cómo se refleja en las constituciones. La primera constitución, la de 1812, es una constitución centralizadora, en la que nunca aparece el término «España». Sí que aparece la palabra «Españas» (en plural) y se habla de una «nación española», pero que no abarca lo que hoy es el Estado Español, sino que se refiere a todos los territorios colonizados de África, Asia y América.

En el Estatuto Real de 1834 sucede lo mismo, se habla de «reino», pero nunca aparece el concepto de «España». Lo mismo pasara con la constitución moderada de 1845 y en la non nata de 1857. El cambio se produce en la Constitución de 1869, con la primera monarquía democrática, la de Amadeo de Saboya. Aquí aparece por primera vez en una carta magna el concepto «nación española» ligado a la palabra «España».

Pero apenas tardará 4 años en aparecer la otra cara de la moneda. Será en 1873 cuando se proponga la primera Constitución republicana, en la que se respeta la pluralidad de «España» frente a la propuesta centralista y unitaria de los monárquicos de 1869. En esta constitución se propone, por tanto, una república federal, unos «Estados Unidos de España». Esta fue otra constitución non nata porque Pavía y la Guardia Civil entraron a caballo en las Cortes y las disolvieron. En 1876, con la restauración monárquica, se vuelve a los planteamientos de 1845, pero ya se utiliza el término «España».

En definitiva, diremos que el sentimiento nacionalista español surge con la llamada «Guerra de la Independencia» a principios del siglo XIX y no quedará plasmado en una constitución hasta 1869, y que apenas tardará 4 años en verse que gran parte de la población no compartía ese sentimiento.

Y las preguntas son: ¿cuáles son los factores que determinan una identidad? ¿Son todos los factores necesarios? Iremos por partes. Los factores que determinan una identidad son la lengua, la cultura, las tradiciones, las creencias religiosas, el territorio, la voluntad política y la Historia. La respuesta a la segunda pregunta creo que es bastante evidente: no es necesario compartir todos estos factores para tener una identidad común, nadie duda que los gitanos tienen una identidad común y sin embargo no tienen ningún territorio, y además, si esto fuera así, la nación castellana abarcaría toda América Latina – cosa que nunca he oído reivindicar a ningún castellanista.

Por tanto, me permitiré el lujo de contradecir a nuestra tan querida y respetada Constitución y a millones de «buenos patriotas españoles» diciéndoles que España no es una nación: por una parte, como hemos visto, carece de unidad histórica. Desde el momento en que surgió el sentimiento nacionalista español surgieron también, como respuesta a éste, el resto de movimientos nacionalistas de la Península Ibérica, con la diferencia de que estos movimientos no defienden un nacionalismo que someta a otras naciones, sino que se trata de un nacionalismo solidario y revolucionario.

Hay quien dice que esto no es así, que todo nacionalismo en su origen es reaccionario, que está promovido por la burguesía que solo busca beneficiar sus intereses económicos. No dudo que en parte esto tenga sentido, pero, ¿quién es capaz de compararme el nacionalismo andaluz revolucionario de Blas Infante de principios del siglo XX con el nacionalismo reaccionario español que firmó la Constitución de 1869? ¿Eran acaso los revolucionarios asturianos de 1934 iguales que los patrióticos cristianitos de la CEDA? Yo creo que no, no tiene nada que ver una cosa con la otra, pues permitidme deciros que hay «nacionalismos» y «nazionalismos». Los primeros defienden un mundo solidario, donde las naciones se respeten con sus lenguas, su cultura y su historia, en una palabra – internacionalismo; mientras que los otros no defienden la igualdad entre naciones, sino que les importa aumentar sus territorios imponiendo así su cultura y su lengua a otros pueblos.

Las naciones son construcciones históricas, son un invento del hombre, como todo, pero no se puede negar que existen, no son algo que se pueda tocar, son sentimientos de unidad, todo el mundo se siente parte de una comunidad cultural. Ahora eres tú quien tiene que decidir si prefieres abogar por un nacionalismo que defiende unos territorios que considera «irrenunciables» o un nacionalismo que busca la igualdad entre las culturas y que no trata de imponerse, es decir, un nacionalismo basado en el respeto y la solidaridad entre las naciones: un nacionalismo internacionalista.


banner distribuidora