Emérito
Emérito
Carme Adán


La monarquía es un régimen político tan anacrónico que es difícil definir su relación real con el Estado y sus instituciones. De hecho, el papel decorativo de las monarquías europeas les otorga dos funciones principales: vender revistas y atesorar riquezas. En este bucle temporal que viven las casas reales, renuncio conscientemente al uso de mayúsculas, hay alguna que otra línea de fuga. Como Harry de Inglaterra o el Emérito. Cada uno a su estilo, siguiendo también la estirpe que les precede. El primero facturando a su manera y el segundo dilapidando, siguiendo a sus antecesores pero con aportaciones innovadoras y propias. 

En lugar de ir a las carreras de Ascot para lucir sus sombreros, los Bourbon están más interesados ​​en los deportes acuáticos. Así que todo está listo en Sanxenxo. Lástima que no podamos disfrutar del anacronismo en todo su esplendor y tenga que ser a escondidas, sin trompetas ni séquitos como en los cuentos. Solo alguna que otra bandera ondeando en manos de unos pocos y mucha vergüenza colectiva. Mientras miramos para otro lado, las instituciones compiten por dar declaraciones a la altura de una velada de monólogos. El local cree que el emérito, cuyos méritos se desconocen con los que se le honra tras la jubilación forzosa, debería venir a descansar. ¿Descansar? Eso sí, en Emiratos Árabes Unidos trabaja en una ONG para dar cobijo a otros miembros de la realeza que han caído en desgracia y están condenados a vivir como inmigrantes pobres.

La Xunta de Galicia sigue apostando por la promoción turística que el ex rey trae a las Rías Baixas. El año anterior, según Rueda, puso a Galicia en el mapa. Frase típica hecha de la que poco podemos decir, más que sugerir al Presidente la contratación de nuevos guionistas para estas representaciones. Este año las declaraciones ya no alcanzan la categoría de hechos consumados. Con una ocupación del cien por cien en Semana Santa, Rueda lo considera un atractivo turístico. Otro ejemplo de la falta de guionistas ingeniosos y de qué oa quién impulsa la Xunta de Galicia. Tomamos como ejemplo Son do Camiño, donde la presencia de artistas gallegos es residual. Esta es la promoción cultural que entiende la Xunta, alfombra roja para los de fuera y migajas para el tejido cultural propio.

El Gobierno del Estado, con el corazón dividido entre los monárquicos de alma republicana y los republicanos de aguante monárquico, apela a la buena conducta de su majestad. Como si se tratara de un adolescente revoltoso en una excursión de fin de curso, los ministros cruzan los dedos y se miran con cara de "por favor, volvamos todos enteros". Los medios aseguran que el Gobierno quiere que mantenga un perfil bajo y que los días pasen rápido. Es decir, no pedir explicaciones sobre el cambio de domicilio fiscal, ni sobre todo lo que se robó este señor para ser un Pícaro, ni sobre quién paga su nuevo domicilio. Nada de exigir explicaciones a quien fuera jefe de Estado. Nada. Mucho mejor, como dice el alcalde de Sanxenxo, descansar. Seguro que lo necesita.


Fuente → nosdiario.gal

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