El republicanismo de Castelao
El republicanismo de Castelao
David Rodríguez Rodríguez

Abril es un buen mes para hablar de república. Pero no con la intención de hacer aún más un fetiche de una efeméride del pasado, sino para recordar la potencia del pensamiento republicano como corriente secular y totalmente viva para la praxis del presente. 
 

Para ello, me gustaría detenerme en la figura de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao , un dirigente del Partido Galeguista durante la Segunda República que, sin embargo, no escatimó críticas al modo en que el gobierno republicano gestionaba la cuestión nacional. Castelao pasa por ser casi todo en la historia moderna de Galicia, pero, en lo que toca a su labor como teórico político, el de Rianxo parecía estar siempre a la sombra de otros intelectuales galleguistas como Vicente Risco u Otero Pedrayo. En Libertades antiguas, tiempos modernos: el republicanismo de Castelao (Dr. Alveiros, 2022), libro que mereció el XXVI Premio Vicente Risco de Ciencias Sociales 2022, otorgado por la Fundación Vicente Risco, me propuse indagar en el pensamiento republicano de Daniel Castelao. Descubrí así a un Castelao con vida teórica propia. Lo que puso en marcha su ya enorme figura en mis ojos.

Nuestro hombre era republicano no sólo por ser diputado por el Frente Popular o porque estuviera comprometido con la suerte de la II República en la hora fatal del levantamiento fascista —hasta pagar con el exilio del que nunca volvería. Tampoco para que prefiriera una forma de Estado que no estuviera presidida por alguien que hubiera accedido al cargo por vía hereditaria. Castelao era republicano porque conocía la cultura republicana.

Pero, ¿qué tipo de republicanismo, en el sentido profundo del término, podría profesar quien, como se sabe, escribió palabras ásperas contra el país republicano por excelencia: Francia? Para explicarlo, es necesario contextualizar el pensamiento de Castelao históricamente. El siglo XIX español, período en el que se configuran los Estados-nación, consistió en una alianza entre una burguesía sin poder revolucionario y la (corrupta) monarquía borbónica. Fuera de ese pacto quedaba lo que José Luis Villacañas llamó como nación republicana y la nación carlista. Esta concepción del siglo XIX es la base de una de las tesis que planteo en el libro. A saber: a mi modo de ver no hay itinerancia entre un Castelao fuertemente influido por Vicente Risco, esto es, tradicionalista, es decir carlista, y un Castelao demócrata que abandonaría, para tranquilidad de los demoliberales homologados, el legado tradicionalista. Castelao se inscribe en un republicanismo federal progresista -no tradicionalista, en el sentido en que lo eran los tradicionalistas o carlistas- pero que teoriza una peculiar idea de la tradición. Una tradición anterior y alternativa a la que formó el Estado-nación español.

Entre los argumentos que ofrezco en el libro, quiero destacar dos que, a mi modo de ver, tienen especial relevancia: Por un lado, en el pensamiento de Castelao existe toda una articulación de un republicanismo que no es superficial, sino un fuerte republicanismo entendido como cultura política, no sólo como forma de Estado. Este republicanismo de Castelao sería nacionalmente gallego, tendría cariz ibérico y se diferenciaría en algunos aspectos —no todos— de los tópicos —no todos son ciertos— que existen sobre el republicanismo francés. Por otra parte, el republicanismo gallego e ibérico que teoriza Castelao no puede entenderse sin la ascendencia que, en España, dejó el sentido común preliberal del tradicionalismo, sentido común que se vio reforzado por la guerra contra Napoleón y por el resurgimiento de las sociedades de los antiguos reinos cuando el Estado y la monarquía se derrumbaron. Dicho de otro modo: sostengo que si, en cierto modo, el contenido del republicanismo liberal se fundamenta en el Discurso sobre la libertad de los antiguos frente comparado con la de los modernos , escrito en 1819 por Benjamin Constant, el republicanismo de Castelao pertenece al ámbito del sentido común republicano anterior al que se sigue del libelo de Constant. Es decir, es un tipo de republicanismo que, sin dejar de ser moderno y pensado para una sociedad moderna, se mantiene muy fiel a la concepción de libertad de los antiguos, es decir, a la libertad de las preindividualistas sociedades orgánicas . En cierto modo, podría decirse del republicanismo de Castelao lo que dice José María Ripalda de la concepción social profesada por un admirador de la Revolución Francesa que escribía desde otra periferia “retrasada” como Alemania. Hablo de Hegel, de quien Ripalda afirma que quiso acercar a Kant a Aristóteles; es decir, el individuo moral moderno con el comunitarismo implícito en la polis orgánica del mundo antiguo. Si Constant desterra cualquier idea de “bien común” y hace que la sociedad pivote únicamente sobre individuos autosuficientes, el republicanismo de Castelao está lleno de sustancia ética social, colectiva; es decir, Castelao piensa que la sociedad es algo más que la suma de las morales individuales, considera que la comunidad precede al individuo y cree que no existe libertad si no está fundada sobre bases materiales que permitan ejercerla efectivamente . Así, dice Castelao: “La famosa Democracia se convierte en una tapadera del viejo absolutismo cuando el pueblo sólo es soberano el día de las elecciones y su acción se limita al campo de la política, excluyéndole del poder económico. También es necesario revisar la palabra Liberalismo, que nada tiene que ver con Libertad”.

Otro aspecto del republicanismo de Castelao en el que quiero detenerme también tiene que ver con su lectura de la historia española. Una lectura caracterizada por una constante: la gran distancia que existe entre la forma en que se construyó el Estado, ya desde la época de los Austrias, y la vida de los pueblos que, junto al portugués, pueblan la Península Ibérica.

Para Castelao, el Estado español fue construido por élites ajenas al pueblo. Empezando por Carlos V, un rey extranjero que llegó acompañado de funcionarios flamencos. El s. XVI asistiría al levantamiento de las Comunidades de Castilla, movimiento republicanizante y contrario al carácter imperial del Estado, que con las Germanías de la Corona de Aragón tenía la esperanza de iniciar una revolución protoburguesa y popular. El gran antecedente de estos dos movimientos sería el de los Irmandiños. Si bien Castelao problematiza la revuelta irmandiña, considerando que la derrota de la nobleza gallega a manos de los Reyes Católicos, en el tiempo en que los irmandiños derribaban castillos, acabaría siendo contraproducente para las clases populares gallegas. A partir de entonces, la construcción del Estado español consistiría “en una sucesión de frustraciones” en la que los pueblos quedarían siempre relegados por las élites imperiales, flotantes y desarraigadas, y en la que el Estado sería impotente para su fundación de acuerdo con los sentimientos de las personas que la padecen.

La separación entre sociedad y Estado, o entre naciones y Estado, es, por esa lectura histórica de Castelao, fundamental. La gran obsesión del rianxeiro es pensar en una Hespaña (con H y en la que se incluye Portugal) en la que el Estado sea orgánico a las naciones y se nutra éticamente de ellas. La única forma de que Galicia pueda sentirse integrada en el concierto español y la única manera, en términos de Antonio Gramsci, de imaginar un Estado español que base su existencia en la hegemonía, no en la dominación. Porque, como sabía la escolástica tardía de Salamanca y Coimbra —cuyas ideas sobre el derecho natural tanto influirán en la cultura republicana— donde hay tiranía, hay derecho a la rebelión. O dicho de otro modo: donde existe dominación, la autodeterminación es legítima.

La concepción del Estado en su conjunto es otro de los posos del republicanismo antiguo perceptibles en Castelao. El Estado es la suma del ámbito de la sociedad civil y del aparato político-burocrático-coercitivo. El fracaso del Estado español consiste en la debilidad del vínculo entre el espacio de la sociedad civil y el aparato jurídico. Esta separación, y aquí voy a decir unas palabras sobre la relación entre Castelao y los republicanos españoles, también está presente en las fuerzas progresistas de raíz castellana. De ahí la incomprensión entre los republicanos españoles y los gallegos. Castelao acabará acusando a los republicanos españoles de ser demasiado estatistas, demasiado institucionales, de estar más atentos a la supervivencia de las estructuras heredadas que a contribuir a la irrupción democrática de los pueblos. Una lección que, a mi juicio, sigue siendo relevante y que emerge con claridad cada vez que se agudiza la cuestión nacional en el Estado español.

La democracia de 1978, nacida sin momento constituyente popular y tutelada por la monarquía restaurada por Franco, vivió en relativa estabilidad mientras las condiciones materiales y geopolíticas eran estables, pero desde 2008 vive una tensión continua sin solución ni final que ya ha tenido varios momentos de protesta social (el 15M y el Proceso catalán). Síntomas de que la vieja separación entre pueblos y aparatos jurídicos, entre democracia y derecho, sigue calando en las entrañas de esta parte de Iberia. La crisis moral de la monarquía, del sistema de partidos, del poder judicial, del ámbito bancario/empresarial, de los medios de comunicación; así como la existencia de un estado profundo al servicio de la corona y autónomo del mandato político, demuestra que las profundas corrientes diagnosticadas por Castelao a lo largo de su obra siguen operando en 2023.

Pero esta crisis vital de legitimidad tiene también ramificaciones que van más allá del Estado español. La creación de superestructuras fuera de todo control popular durante la globalización neoliberal empeora las cosas para la causa de la democracia tal y como lo entendía el de Rianxo. La utilización de la ley como dique para contener las demandas populares -de la que el conocido la guerra de leyes es sólo la punta del iceberg- no es algo exclusivo del Estado español. La peculiaridad española, eso sí, consiste en que el documento llamado a representar lo general —la Constitución de 1978— es en realidad una fuerza de contención, un katechon , desde el que impedir cualquier proceso democratizador. Si el uso de la ley contra el pueblo, propio del carácter distintivo liberal desde sus orígenes, quedó patente en el empeño alemán a la hora de flexibilizar la redacción de los tratados de la eurozona, cuando Grecia se acercaba al precipicio en la crisis del euro de 2010, en España el uso de la ley como ariete tiene el agravante de que esta ley (la, según Pérez Rollo, irreformable Constitución de 1978), es interpretada como el condición sine qua non de la existencia del mismo estado-nación. Cuestión de vida o muerte. Así, aunque la crisis de la democracia en el Estado español es paralela a la crisis de la democracia liberal, ésta tiene sus propias causas históricas.

El republicanismo democrático y comunitario de Castelao es un revulsivo para superar a una democracia excesivamente formalista, distante e individualista que hoy va a la deriva. La vinculación entre democratización y pluralidad nacional que hace Castelao, y la oposición de éstas a la refracción en el ámbito de la sociedad civil propia del Estado español, que también teoriza el de Rianxo, son el mejor antídoto contra la degradación general de la democracia para esta parte concreta del mundo.

Sólo otras dos pinceladas sobre otros temas de actualidad que aparecen en Castelao y que me gustaría mencionar.

Nuestro hombre creía, como otros pensadores contemporáneos suyos, críticos con el positivismo, en una idea de progreso distinta a la del progresismo mecanicista. Una concepción que ponía entre paréntesis qué debía entenderse como progreso y cuál como retraso. Pero se trataba de una concepción que no caía en el reaccionario. Algo muy pertinente para estos tiempos de límites físicos del planeta y deterioro de los ecosistemas.

Por otra parte, Castelao profesaba lo que Antoni Domènech denominaba "republicanismo fraternal", y que explicaba a través de la importancia de la metáfora de la casa y la familia. Éste es el republicanismo de los hermanos y hermanas —de ahí la fraternidad—, de las mujeres y los esclavos sujetos al derecho de familia y no al derecho civil y considerados menores de edad, de sujetos sometidos a la tutela del Pater familias , l dueño. Castelao dice, textualmente, que "no es lo mismo gobernar una familia que un gran grupo de familias, gestionar la economía de una casa que la economía común de una multitud de hogares" y señala que el Estado español se comporta como si tuviera la “patria potestad” sobre los pueblos que viven bajo su yugo.

Kant dijo que la Ilustración fue la salida de la humanidad de la minoría de edad. Pero la ideología de la Ilustración también sirvió para dar cobertura intelectual al sistema económico ya los regímenes sociopolíticos que oprimían y explotaban a las mujeres, homosexuales, pueblos subalternos, racializados y ecosistemas. La lucha de los de abajo consiste en salir de la opresión de la casa, en ser reconocidos como sujetos “fuera del armario”, fuera del ámbito doméstico, en el espacio público, en la Historia. En esto consiste "politizar un tema". Sacarlo del oikos , donde está escondido, y llevarlo a la luz de la policía . El republicanismo de Castelao, por contener este carácter fraterno, es también una invitación a pensar en la pluralidad del sujeto republicano actual.

Os invito, por tanto, a conocer más a fondo el republicanismo de Castelao. Porque es imposible que haya repúblicas si antes no existen republicanos y republicanas.


Fuente → realitat.cat

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