Abril 1938. La recomposición de las Brigadas Internacionales tras las Retiradas
Abril 1938. La recomposición de las Brigadas Internacionales tras las Retiradas / Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales

 

Como ya se ha visto, el mes de abril comenzó con los episodios finales de las Retiradas. Las dos brigadas de la 45 División Internacional intentaron poner obstáculos sucesivos al avance de las unidades franquistas, que disfrutaban de una enorme superioridad de armamento (aviones, artillería y tanques). Sin armas defensivas y con poca información y coordinación, sus esfuerzos fueron inútiles.

Lo mismo sucedió con la 35 División. Los intentos de la XI BI por crear núcleos de resistencia en Mequinenza, Fabara y en el río Algars, delante de Batea, fracasaron. En el caso de la XV BI, esta intentó taponar el avance por la carretera de Alcañiz a Calaceite y Gandesa; pero fueron rebasados.

Al final Gandesa fue tomada el día 3 de abril por el CTV, que atacó desde el oeste, en colaboración con las unidades de la 1ª División franquista que venía atacando por el norte, desde Fayón y Villalba. Muchas pequeños grupos de internacionales quedaban embolsados y, o bien lograban escapar hacia el río Ebro o eran hechos prisioneros y ejecutados, como fue el caso del comandante de la XV brigada, Robert Merriman y el comisario Dave Doran, caídos en Corbera (hay un memorial dedicado a Merriman junto a la iglesia de Sant Pere, en el ‘Poble Vell’ de Corbera).

A pesar de todo, la resistencia llevada a cabo esos día por los brigadistas internacionales permitió la evacuación republicana de material y hombres al otro lado del río Ebro.

La reubicación de las Divisiones Internacionales en diversas zonas del frente del Ebro

Hans Kahle, jefe de la 45 División, decidió que sus unidades mantuvieran la contención del avance italiano en su carrera por llegar al Mediterráneo por Tortosa. Los restos de sus unidades se fueron uniendo a las fuerzas de Líster, que mantuvieron durante 10 días el bloqueo del avance italiano en la zona de Pauls a Cherta e impidieron el sueño italianos de ser los primeros en llegar al mar. Finalmente, al quedar las fuerzas republicanas cercadas por la operación de García Valiño -que atacó desde el suroeste- Líster ordenó recular hasta Tortosa y posteriormente replegó sus tropas a la orilla izquierda del Ebro, lo que hizo el 18 de abril. Fue una operación ejemplar.

Con él pasaron algunos restos de la 45 División internacional que, finalmente, se instalaron, en las zonas de Rasquera (XII BI) y Benifallet (XIV BI), con la misión inicial de vigilar la orilla izquierda del Ebro ante un posible cruce del mismo por parte de las fuerzas franquistas. Ya antes habían cruzado el Ebro otros grupos de la 45 División, de manera que ya pudieron celebrar en Rasquera, el 14 de abril, el 7º aniversario de la creación de la II República.

Aunque algunos grupos interbrigadistas de la 35 División siguieron el anterior derrotero, la mayoría siguió la consigna del general Walter de encaminarse por la carretera que conducía a Mora de Ebro. Los que pudieron, porque otros muchos cruzaron el río en barcas o a nado. Una vez allí, los restos de las brigadas fueron posicionadas en las zonas comprendidas entre Flix y Ascó (la XI) y entre García y Darmós (la XV), con la misión de vigilar, y evitar, cualquier eventual cruce franquista. Así describió Alvah Bessie la situación anímica del batallón Lincoln:

Empezamos a darnos cuenta de lo mala que era la situación. La brigada había empezado el combate (se refiere al momento en que él llegó a finales de marzo, con la llegada de nuevos combatientes) con dos mil hombres y salió de los combates con mil trescientos. El Lincoln había iniciado la contienda con cerca de quinientos y ahora quedaban alrededor de 120… Cuando regresé el batallón se había trasladado a un profundo barranco más cerca del río y ya había comenzado el trabajo de reorganización… Los hombres estaban construyendo cabañas hechas de ramas de pino, de caña o de cualquier cosa que pudiera proporcionar abrigo. De vez en cuando, del otro lado del río, llegaban bombas que caían sobre el borde del barranco; ninguna cayó dentro… Iban llegando otros hombres, de los parques móviles, de trabajo cómodos en Barcelona, de hospitales, cárceles y batallones de trabajo, y entre todos formábamos una pandilla desastrosa. Poca disciplina y menos moral…”

La XIII BI, que junto con la 46 División del Campesino había defendido el frente del Segre al norte de Lérida -ciudad que cayó en poder de las tropas de Yagüe-, se mantuvo unas semanas controlando aquel sector hasta que, a finales de abril, se le encomendó la misión de defender la línea del Ebro entre Mequinenza y Fayón.

Miembros de la Compañía de ametralladoras Jan Zizka, del batallón Dimitrov, en su combate de resistencia en tierras de Teruel

La 129 BI

Esta unidad, bastante destrozada tras los combates en el sector de Morella-Monroyo, pudo reagruparse y completarse en Benasalt, logrando reunir más de 2.000 efectivos a los que se unió un grupo de guardias de Asalto, un batallón anarquista, y dos baterías del 155 mm. Sus batallones internacionales fueron el Dimitrov, el Masaryk y el Djatovic.

Su nueva misión la llevó a Ejulve, cerca Montalbán, donde debía frenar, junto con otras divisiones y brigadas republicanas, la ofensiva general del Levante lanzada por el Ejército franquista, que prefirió optar por avanzar en esta zona hasta Valencia en lugar de hacerlo por Cataluña hasta Barcelona. La ofensiva franquista tuvo dos líneas de avance: una por la costa y montañas cercanas hacia Castellón y otra desde Teruel hacia el este y desde Montalbán hacia el sur.

Fue en este sector de la ofensiva -dirigida en este caso por el general Varela- donde la 129 BI, dirigida por el polaco Wacek Komar, comenzó a combatir el día 17 de abril. Pronto, el 24, tuvo que ceder sus posicione en Ejulve, iniciando así una larga retirada estratégica en la que las sucesivas posiciones fueron defendidas con tesón. Fue una etapa dura, durante la cual persistía el recuerdo de la derrota de Morella y en que la brigada quiso demostrar la valía de sus batallones luchando contra unas fuerzas superiores y soportando con estoicismo la lluvia y la nieve -en el macizo de la sierra de Gúdar – así como un frente discontinuo, propenso a las infiltraciones enemigas. Esta larga retirada estratégica, siempre dando la cara al enemigo, fue una de las hazañas más desconocidas, pero heroicas, de los voluntarios internacionales.


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