Muchos de los cuerpos que exhumamos no son víctimas de la guerra, sino de una represión posterior, son víctimas de una dictadura
Laura Martínez Panizo: “Muchos de los cuerpos que exhumamos no son víctimas de la guerra, sino de una represión posterior, son víctimas de una dictadura” / Sol Gómez Arteaga
Entrevistamos a Laura Martínez Panizo, historiadora, participa desde el 2014 en exhumaciones de fosas comunes de la Guerra Civil española y la postguerra con distintas asociaciones.

 

Laura Martínez Panizo nació en Ponferrada, El Bierzo, en 1990. Se graduó en Historia en la Universidad de Santiago de Compostela, donde realizó el máster de Historia Contemporánea. Colabora desde 2015 con el Instituto de Estudios Bercianos. Forma parte del grupo Patrimonio Industrial del Noroeste Ibérico, integrado en la Cátedra de Territorios Sostenibles y Desarrollo Local de la UNED. Participa desde el 2014 en exhumaciones de fosas comunes de la Guerra Civil española y la postguerra con distintas asociaciones. Desde 2018 forma parte del equipo técnico de Sputnik Labrego, estudiando contextos de la guerrilla antifranquista en los montes de Casaio y entornos asociados a las explotaciones del wolframio. Actualmente realiza su tesis doctoral sobre contextos mineros asociados a las explotaciones de carbón en el noroeste de España.

¿Qué es Ciudad de la Selva en cuanto hecho histórico? ¿y en cuanto al documental?

Como hecho (o lugar) histórico, Ciudad de la Selva, es la denominación que el Estado Mayor de la Federación de Guerrillas de León-Galicia dio en sus estatutos al conjunto de campamentos instalados en los montes de Casaio (Ourense) para desarrollar su actividad guerrillera con el firme propósito de acabar con el franquismo y el fascismo durante los años 40.

En cuanto al documental, se trata de una pieza audiovisual dirigida por Miguel Riaño Roa que cuenta la historia de lo que hemos considerado “el último frente de batalla de la guerra civil española”. En estos montes se plantea una resistencia activa contra el fascismo gracias al apoyo de personas de la comunidad local. El documental, presenta, a través de un análisis histórico, arqueológico y varios testimonios, el estudio de las razones que llevaron a crear este enclave de resistencia, así como los medios de que se valían para subsistir, cómo afectaba esta realidad a la comunidad local, etc. Gracias a la proyección de Ciudad de la Selva, hemos conseguido resignificar este lugar en la memoria colectiva de la gente de Casaio y se ha dado a conocer todo el trabajo científico que Sputnik Labrego viene desarrollando en este ámbito desde 2017.

¿Cómo surge y en qué consiste tu participación en el equipo técnico de Sputnik Labrego?

Me incorporo a Sputnik Labrego cuando ya llevaban un par de años de andadura. Lo cierto es que tenía contacto con varias personas del equipo y en la campaña de enero de 2019 se comienza a investigar más exhaustivamente la parte relacionada con la minería del wolframio y me invitan a participar en la campaña. Llegué para quedarme. Me enamoré del proyecto, del sistema de trabajo, del equipo, de la gente de Casaio, de toda la intrahistoria del lugar… Fue un todo en un momento en que acababa de terminar el máster de Historia Contemporánea y no sabía muy bien qué hacer con mi vida.

En el equipo soy una más, aunque mi ámbito de investigación está más relacionado con la minería y la industrialización, participamos todos en todos los procesos. En Sputnik Labrego soy historiadora, soy arqueóloga, cocinera cuando toca, ayudo a organizar las cuestiones logísticas y como me gusta el monte más que a los corzos, soy también esa parte del equipo que normalmente le toca irse a prospectar y localizar cosas nuevas.

Háblanos del papel de la guerrilla durante la Posguerra en los territorios que, en calidad de historiadora, has investigado.

El caso que me toca más de cerca es el de este entorno de Casaio. Yo soy del Bierzo y toda mi familia materna de Cabrera, son todo territorios limítrofes. Desde pequeña escuché contar historias de “los del monte”, en casa se hablaba del Girón, de los “rojos”, los “escapaos”. Al final te vas familiarizando con toda esa realidad. Ahora me doy cuenta de que las mismas personas de las que se hablaba en mi casa tantas veces eran estas que se establecieron en Casaio de manera permanente en ese lugar al que llamaron Ciudad de la Selva.

Una de las características principales de esta guerrilla del noroeste peninsular es la importancia que tuvo en su conformación el mundo rural y el componente campesino. Ese origen campesino es una de las partes más significativas de las personas que integraron la Federación de Guerrillas de León-Galicia y, precisamente, es en el entorno rural donde esta guerrilla tuvo un desarrollo más fuerte. Independientemente de que hubiese guerrilleros de origen obrero y se operase también en las ciudades.

A través de las excavaciones arqueológicas y la diversidad de materiales localizados y analizados, se ha podido obtener una gran cantidad de información sobre distintos aspectos vinculados, sobre todo, con la vida cotidiana de la guerrilla y su relación tanto con las comunidades locales, como con las redes de apoyo, incluso internacional. Su papel era resistir frente al franquismo con el objetivo de terminar con él y realmente consiguieron ponerlo contra las cuerdas.

Como voluntaria desde 2014 con distintas asociaciones vinculadas con la Memoria Histórica, ¿qué aprendizaje y enseñanzas destacarías?

He aprendido muchas cosas, en lo personal y en lo profesional. En lo personal me resulta imposible explicar con palabras lo que me llevo de cada experiencia en este ámbito, pero si tuviera que quedarme con algo sería con los vínculos emocionales y las relaciones humanas que se generan, además de esa sensación de estar contribuyendo a que, de alguna forma, se haga justicia.

También he tenido que aprender a tener una paciencia infinita con algunas personas discordantes que se acercan a increparnos en las fosas que intervenimos y a las que nos toca explicar porque desenterramos esos cuerpos. Es evidente que las víctimas de la Guerra Civil tuvieron un tratamiento totalmente asimétrico en función del bando de la contienda al que pertenecieron, y mientras unas pasaron a ser “mártires de la patria” y “caídos por dios y por España”, las otras no sólo fueron invisibilizadas, sino también criminalizadas y estigmatizadas. Pero hay algo fundamental en todo este proceso de recuperación de cuerpos que parece no querer entrarle en la cabeza a buena parte de nuestra sociedad y es que muchos de los cuerpos que exhumamos no son víctimas de la guerra, sino de una represión posterior, son víctimas de una dictadura. Cualquier sociedad que ha pasado por procesos similares pone en marcha mecanismos de justicia transicional, en España esto no se hizo en su momento y a día de hoy es una herida infectada que seguirá supurando hasta que la consigamos curar.

Y me he dado cuenta de algo que considero fundamental, que es que los procedimientos de exhumación y el tratamiento de los cuerpos deben ser llevados a cabo por personal técnico especializado, igual que cuando excavamos una necrópolis medieval, por ejemplo. Si bien la cuestión de la Memoria Histórica emerge de la sociedad civil ante la ausencia de interés por parte del estado durante años por este tema, cada vez hay personas más especializadas en este ámbito y desde la academia se ha ido ofreciendo formación específica en este campo, por lo que lo lógico a día de hoy es que sea personal técnico cualificado quien intervenga.

¿Puedes señalar alguna exhumación o trabajo que te haya conmovido de manera especial?

La intervención que recuerdo con más cariño fue la primera en la que participé: La exhumación de Vicenta López y su hijo Jesús Camuñas, asesinados en El Bierzo en 1948 por prestar ayuda a varios guerrilleros. Fue en noviembre de 2015, yo llevaba varios meses colaborando voluntariamente con ARMH y uno de los historiadores que trabajaban allí entonces, Alejandro Rodríguez, me pidió que revisase una causa, la Causa 495/48, allí ponía específicamente en qué parte del cementerio de Villafranca estaban enterrados los cuerpos. Como tenía experiencia en arqueología me invitaron a participar en la exhumación. Es un momento que recordaré toda la vida. El verano siguiente hicimos la entrega de los restos a la hija, nieta y biznieta de Vicenta (hermana y sobrinas de Jesús) y sentí que de alguna forma había aportado mi granito de arena a que aquella familia pudiese cerrar aquel capítulo tan doloroso en sus vidas.

Pero la intervención que más me removió las entrañas fue Belchite, en 2021. Nunca había visto tanta violencia y tanto dolor revelados en una fosa. Iba para un par de días y me quedé allí casi 3 meses. Con el avance de los trabajos nos dimos cuenta que no era una única fosa, sino que eran varias que se habían ido haciendo correlativamente. Seguramente se ejecutaron durante los primeros días tras el golpe de estado de 1936, por lo que toda aquella crueldad había sido perpetrada por falangistas de la zona. El resultado fueron cientos de cuerpos, algunos con cal viva, otros atados de pies y manos con alambre, eran además cuerpos, por lo general, de personas jóvenes, adolescentes prácticamente, muchísimas mujeres. En Belchite esa fortaleza que nos caracteriza cuando hacemos este trabajo flaqueaba por momentos cuando excavábamos un cuerpo de mujer, por ejemplo, y teníamos que limpiar los alambres de los corpiños, o las peinetas en los cráneos, cuerpos maniatados o con hasta media docena de balas en las costillas… Fue muy duro y muy difícil de gestionar emocionalmente, sobre todo conforme iban pasando los días y tomábamos consciencia de lo que había pasado y cómo. Pero lo volvería a repetir sin dudarlo ni un segundo.

¿Qué sentimientos te produce participar en una exhumación?

Cuando se puso en marcha la exhumación de Vicenta y Jesús recuerdo que me puse muy nerviosa, no sabía cómo lo iba a afrontar y si sería capaz de superar la emoción sin derrumbarme. Me sorprendió la entereza que tuve durante toda la intervención, llegué incluso a cuestionarme mi reacción, porque allí a pie de campo una parece hacerse de hierro. Lo digieres y lloras todo cuando llegas a tu casa. En Belchite, como he comentado, fue distinto.

Creo que el sentimiento que más presente ha estado en mi cuando participo en una exhumación es alegría. Alegría de poder aportar luz a este capítulo oscuro de nuestra historia que se ha intentado ocultar y negar durante tantos años. Y esperanza de que nos sirva para aprender algo como sociedad, aunque últimamente esto no lo tengo tan claro. Desde luego siempre está presente cierta indignación y rabia con la situación, compasión con las familias… pero exhumar una fosa en este contexto a mí me suele producir sentimientos positivos y la satisfacción al terminar un trabajo es enorme.

¿Sientes que tus experiencias vinculadas con la Memoria Histórica cambiaron tu forma de pensar, de sentir?

Realmente mi forma de pensar no creo que haya cambiado, en todo caso estas experiencias han podido contribuir a que sea más firme. Y a la hora de sentir sí creo que me ha hecho evolucionar, porque he aprendido a disfrutar más y mejor de las cosas más inmediatas. ¿Podemos acabar en cualquier momento en una cuneta? A la mayoría de esas personas no creo ni que les diese tiempo a plantearse esa pregunta.

¿Estás trabajando en la actualidad en algún proyecto relacionado con la Memoria Antifascista?

Soy antifascista y como tal me interesa especialmente el aporte de la lucha antifascista a la historia. En la actualidad estoy participando en varios proyectos de Memoria, pero ninguno lleva la etiqueta de “antifascista”, aunque en cierta manera podríamos decir que todos lo son. Como investigadora no me queda otra que moverme en la complejidad de la historia y no es todo blanco o negro, hay muchos grises, mi labor es trabajar en ellos, investigarlos y divulgarlos con el mayor rigor posible.

A día de hoy seguimos trabajando desde Sputnik Labrego en toda esa historia relacionada con la resistencia antifranquista y esa guerrilla antifascista, que posiblemente fuese la primera de Europa. Además, investigamos sobre la explotación del wolfram en ese contexto de Casaio (Ourense) interesándonos especialmente por ese periodo en la antesala y durante la Segunda Guerra Mundial en que los alemanes, los nazis, tenían prácticamente potestad total sobre este mineral en el Estado Español. Con el Ayuntamiento de Ponferrada se ha puesto en marcha un proyecto de “Lugares de Memoria” relacionados con la Guerra Civil y la posguerra, que se pueden visitar online a través de un mapa en el que despliega una ficha con una breve explicación de cada lugar. También colaboro con el grupo HISMECON de la ULE en el inventario de Lugares de Memoria de la provincia de León. El año pasado me incorporé como colaboradora al grupo del CSIC que está llevando a cabo las excavaciones arqueológicas del Campo de Concentración de Jadraque (Guadalajara). El pasado mes de diciembre celebramos en Carucedo (El Bierzo) unas jornadas con motivo del 80 aniversario de la fundación de la Federación de Guerrillas de León-Galicia que tuvieron una gran acogida. Se puede decir que alguna cosa sí que estoy haciendo.

¿Cuáles son tus planes de futuro?

Pues intentar sacar tiempo para hacer la tesis doctoral, porque estoy en el tercer año y necesito centrar mi tiempo en ella, pero es complicado de compaginar con tanta aventura y más trabajando de camarera, que es en realidad de lo que trabajo.

En un futuro próximo trataré de focalizar mis investigaciones en temas relacionados con la historia social en torno a la minería del carbón en El Bierzo y Laciana, que es mi ámbito de estudio. Y trataré de compaginarlo con todas estas colaboraciones, porque la verdad que los proyectos en que estoy inmersa son apasionantes y no me quiero descolgar de ellos.

Por último, y desde tu experiencia, ¿qué mensaje les darías a las generaciones más jóvenes en materia de memoria?

Que no pasen de todo. Que no hablen ni juzguen sin saber. Que escuchen y aprendan de las personas mayores, las que vivieron un mundo que ellas ya no van a conocer. Que se informen, tengan un mínimo de conciencia y no se dejen engañar por discursos baratos y vacíos, porque lo que pasó en la Guerra Civil y posguerra no ocurrió hace tanto tiempo y podría volver a ocurrir en cualquier momento.


Fuente → nuevarevolucion.es

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