La ocultada historia de la España alternativa: la republicana
La ocultada historia de la España alternativa: la republicana 
Vicenç Navarro

Desde el inicio de la dictadura, a finales de los años treinta del siglo pasado, hasta el día de hoy, la historia de la población española republicana no se conoce en España. Ha estado silenciada y ocultada durante la mayoría de este periodo por los mayores establishments políticos y mediáticos del país. Y ello a pesar de que, en el periodo citado, la mayoría de la población fue y ha sido, según las encuestas creíbles, favorable a la República.

La historia que se conoce y se promueve por tales establishments (monárquicos en su mayoría), tanto en el periodo dictatorial como en el periodo democrático, es la historia de la España monárquica de siempre, la de los vencedores de todos los conflictos bélicos y golpes de estado que han abundado en el pasado de este país. La historia de los vencidos, los republicanos, sin embargo, se ha ocultado. Y esta historia (que es la historia de la gran mayoría de las clases populares del país) no se ha contado, y continúa silenciada.

Se me dirá que, aunque esta descripción de la realidad haya sido cierta durante muchos años, ya no lo es. Se asume que los intentos de corregir el sesgo profundamente conservador de la historia de España por parte del Estado (mediante medidas correctoras de la desmemoria histórica) han sido exitosos, permitiendo que se conozca ya la historia real de las clases populares de este país. Se dice que en las escuelas de España se enseña ya tal historia, y como prueba de ello se muestran los libros de historia que muestran una versión corregida de la tergiversada y dominante en periodos anteriores. Y también se dice que en los mayores medios de comunicación han aparecido artículos y programas radiofónicos y televisivos cubriendo la parte ocultada de aquella historia.

Pero una cosa es lo que debería ser y otra es lo que ocurre. En realidad, casi nunca se cubre, por ejemplo, la historia de la II República y sus grandes logros en la enseñanza pública. Y en los grandes medios de comunicación, formación y persuasión (la mayoría de los cuales son de derechas), raramente cuentan la historia tal como fue, mostrando tales logros. Tampoco explican las movilizaciones populares llevadas a cabo contra la dictadura que forzaron su fin. En su lugar se presenta este fin como resultado de las decisiones lideradas por figuras claves del régimen dictatorial. Y en ambos casos sé de lo que hablo, pues como hijo de los vencidos (de los que lucharon en defensa de la República y de sus reformas) y como uno de los que lucharon en la resistencia antifascista, he podido constatar que lo que se enseña todavía hoy sobre nuestro pasado es distinto a lo que yo conocí y viví, ignorándose la realidad tal como ocurrió. Veamos los datos. 

¿Qué es lo que se oculta?: los importantes cambios iniciados en la II República

Y tengo que referirme a mi propia experiencia. Lo hago con cierta incomodidad, pues nací en una familia en la que se veía con malos ojos que uno hablara de sí mismo. Pero habiendo aconsejado a los republicanos que hablaran de su pasado a fin de recuperar una memoria silenciada, por mera coherencia tengo que hacerlo yo ahora con el mismo fin.

Mi padre y mi madre fueron maestros que participaron activamente en las reformas educativas de la II República. También mis tíos y tías trabajaron en tal profesión, y todos ellos y muchos otros me mostraron y explicaron lo que la escuela pública-republicana hizo. Tales reformas educativas estaban destinadas a establecer una escuela pública para todos los infantes y adolescentes, libre y gratuita, laica y solidaria, dedicada a establecer una sociedad justa y democrática, un objetivo del quehacer público altamente popular.

Tales reformas incluían también la alfabetización de las poblaciones rurales, componente importante de aquellas reformas en un país en el que al principio de la II Republica solo el 3.1% de la población entre 14 y 19 años había hecho estudios secundarios, porcentaje incluso menor entre las mujeres.

Las medidas liberadoras republicanas también incluyeron una legislación muy avanzada, aumentando los derechos políticos y sociales de las clases populares, con notable mejoramiento del bienestar y calidad de vida de la población y muy en especial de las mujeres, que habían sido sujeto de amplia explotación durante los gobiernos anteriores (para mayor expansión de los datos ver mi reciente libro, Una Breu Historia Personal de Catalunya y Espanya, Editorial Icaria, 2023).

En realidad, las reformas educativas que se hicieron durante la II República llamaron la atención internacional. Gente de todo el mundo venía a ver qué se hacía en tales reformas educativas en España. 

Otra ocultación: la enorme represión de la dictadura

Tampoco se ha informado correctamente de la enorme represión llevada a cabo por una de las dictaduras más sangrientas que haya existido en Europa en el siglo XX. Según el mayor experto en fascismo europeo, el profesor Malefakis de la New York University, por cada asesinato político del régimen de Mussolini, el régimen de Franco fue responsable de 10,000. Aquella dictadura ha sido responsable del mayor número (proporcionalmente) de asesinatos políticos (con cuerpos desaparecidos) en el mundo en el siglo XX, después de otra dictadura, la de Camboya.

Y un grupo profesional especialmente reprimido fueron los maestros, represión que incluyó fusilamientos, campos de concentración, expulsión del cuerpo docente, exilio y muchas otras medidas. A mi padre y a mi madre les expulsaron de la escuela pública de un pueblo, Gironella, en la zona pre pirinaica de Cataluña, Berguedà, donde dirigían las escuelas públicas, mi padre la de niños y mi madre la de niñas.

A mi padre, el Tribunal golpista que lo juzgó y castigó, le acusó de "rojo" y "separatista", la peor combinación posible, según los fascistas gobernantes. En realidad, mi padre y mi madre eran socialistas, pero de separatistas no tenían nada. Los dos amaban profundamente a España, pero no la España jacobina profundamente injusta, insolidaria, y enormemente reaccionaria, dominada por las instituciones económicas, financieras, religiosas, y militares opuestas a una España justa, democrática, plurinacional y solidaria a la que sí amaban y a la que habían dado toda su vida.

Toda esta represión en contra, predominante, de las clases populares del país, incluyendo de sus instituciones educativas, se ha ocultado por mucho tiempo, resultado del miedo que todavía existe. Y esto lo pude ver recientemente.

Hace solo diez años que recibí una llamada de una persona anciana de Gironella, el pueblo donde mis padres habían sido maestros, que me preguntó si yo era el hijo de la maestra que había tenido durante la República y que había estimado enormemente. Al decirle que sí lo era, me dijo que le encantaría verme y me invitó a ir a conocerla. Acepté encantado y con mi esposa y hermano fuimos a verla.

Y nuestra gran sorpresa fue que al llegar a la escuela pública donde nos había citado, nos encontramos con un grupo de aproximadamente quince personas ancianas, todas ellas alumnos y alumnas de mi madre y mi padre. Fue una sesión de recuperación de la memoria histórica muy emotiva. Nos dijeron cosas de nuestros padres (a los que mostraron una gran estima y aprecio) de lo que habían hecho que ni siquiera mi hermano y yo sabíamos. Lo que era sorprendente es que al hablar de aquella época y de mis padres, bajaban el tono de la voz, que simbólicamente representaba el temor que todavía tenían a la hora de hablar de aquella experiencia.

Gironella había estado gobernada por mucho tiempo durante el periodo democrático por la derecha catalana muy próxima a la Iglesia Católica. La Iglesia y la Falange habían sido los denunciantes de mis padres. Y la Iglesia tenía de nuevo la escuela privada para la gente de bien del pueblo. Los estudiantes de mis padres habían hecho una petición al gobierno municipal de derechas catalanas para que hicieran una placa en la escuela pública en su memoria. Tal petición había sido desatendida, pero debido a la presión de las generaciones más jóvenes lograron por fin tal reconocimiento, aprovechando el cambio de signo político del gobierno municipal. 

Más ocultaciones: el desconocimiento de la diáspora republicana a nivel mundial y de la resistencia antifascista en España durante la dictadura

Y lo que tampoco se conoce es lo que le paso a mis tíos y tías que dejaron España y fueron a Francia cuando perdieron la guerra. Muchos otros fueron a otros países, y muy en particular a países de Latinoamérica.

Esta diáspora significó una gran pérdida de recursos progresistas, responsables de la enorme mediocridad intelectual de la cultura dominante durante la dictadura. En general, la mayoría de los países en América Latina dieron bienvenida a tal diáspora. Pero no así la Europa llamada democrática que no ayudó en nada a las fuerzas republicanas en su lucha contra el fascismo. Mientras Hitler y Mussolini apoyaron militarmente a los golpistas fascistas, las llamadas democracias no ofrecieron ninguna ayuda, y no recibieron con los brazos abiertos a los exilados republicanos.

En Francia, además, el país fue ocupado por los nazis, quienes asumieron con razón que la mayoría de los españoles en Francia eran antifascistas. Ello explica que fueron precisamente los republicanos españoles los que iniciaron la resistencia antinazi en Francia, hecho desconocido en España, pero conocido y reconocido en Francia después de la II Guerra Mundial.

Se sabe ya algo en España de la heroica lucha llevada a cabo por las tropas españolas republicanas en el ejército francés liderado por el General de Gaulle. Su famosa División Novena liberó París, llevando la bandera republicana al lado de la francesa. Pero lo que todavía no se conoce en España es que la resistencia antinazi fue iniciada por españoles republicanos. Una de ellas fue mi tía, Amparo, que fue detenida en un campo de concentración nazi. Cuando fue liberada, el gobierno francés le otorgó más tarde una medalla de distinción por su contribución a la liberación de Francia y recibió una pensión del gobierno francés durante el resto de su vida. En España, nunca hubo ningún reconocimiento ni agradecimiento por su lucha contra el fascismo y contra el nazismo. El que dirigió tal resistencia antinazi española fue Manolo Azcarate, una de las personas que conocí más tarde en la resistencia antifascista española que más me impresionó por su capacidad de servicio para alcanzar una España justa y democrática.

Tal desatención y olvido de la diáspora republicana ha ocurrido también con los que lucharon en la resistencia antifascista durante la dictadura, resistencia que jugó un papel determinante en forzar el fin de la dictadura. La crueldad de la dictadura se mostró hasta el último día de su existencia.

Yo viví en la Sagrera, en Barcelona, el barrio obrero más conocido en aquella ciudad. Fue en aquel barrio en donde se iniciaron las luchas obreras en contra de la dictadura, y donde hubo mayor actividad antifascista en Barcelona y en Cataluña, reflejando el liderazgo en aquella resistencia de la clase trabajadora, tanto la nacida en Cataluña como fuera de ella.

Barcelona era la ciudad con más trabajadores y trabajadoras en España. En el año 1972 Barcelona tenía 138.911 empresas con más de un millón de trabajadores, siendo la ciudad de España con mayor número de trabajadores, y también siendo la Sagrera uno de los barrios donde la resistencia tuvo mayor incidencia, no solo en resistir la enorme represión, sino también en desarrollar organizaciones que consiguieron victorias en sus luchas contra el régimen.

Uno de los honores que valoro más en mi vida fue la invitación del barrio a que diera yo el pregón de la fiesta mayor de la Sagrera. Más tarde, ya en democracia. Fue ahí donde se iniciaron Comisiones Obreras que jugaron un papel clave en la defensa del mundo del trabajo, apoyando todas las huelgas de la clase trabajadora en contra del régimen, siendo España el país en Europa donde más agitación laboral de tipo político existía.

El Partido Comunista fue la mayor fuerza dentro de tal movimiento antifascista y fue sujeto de especial represión debido a ello. Su labor y tarea para derrotar la dictadura y facilitar el resurgimiento de la democracia no solo ha sido ignorada, sino que ha sido incluso demonizada por los grandes establishment políticos y mediáticos del país, la gran mayoría monárquicos.

La ausencia de pluralidad ideológica en los mayores medios de información y persuasión del país, con ausencia de medios de izquierdas, tanto en Cataluña como en el resto de España, ha reproducido una cultura profundamente conservadora en la que se pone al Partido Comunista en la misma categoría que Vox, definiéndolo como "extremista". Viví en muchos países durante mi largo exilio (obligatorio primero y voluntario después); Suecia, Gran Bretaña, y Estados Unidos, trabajando también en muchos otros, y en ninguno de ellos he visto la cultura mediática tan derechizada como en España, resultado del enorme poder que las derechas desde siempre han tenido en este país. 

La falta de diversidad, no solo ideológica sino también nacional

Las izquierdas fueron las únicas fuerzas políticas existentes en la resistencia antifascista y su objetivo era crear una España justa, libre, democrática, y plurinacional. El enorme dominio de la ideología fascista durante la dictadura y su todavía existencia en amplios sectores del Estado y de la sociedad, explica que frecuentemente la visión plurinacional se identifique en los medios como separatismo. Por desgracia no ha habido suficiente recuperación de la memoria histórica para saber que tanto el socialismo como el comunismo en España estuvieron comprometidos con la plurinacionalidad del estado en la época de lucha contra la dictadura.

La ideología jacobina uninacional del régimen fascista, era enormemente opresiva. La primera vez que yo tuve problemas con la Policía de aquel régimen fue a la muy temprana edad de los once años, cuando hablando en Catalán, mi lengua materna, un gris (como se llamaba a la policía franquista) me paró y me dio un bofetón en la cara y me gritó: "No hables como un perro, habla como un cristiano". Yo le respondí escupiéndole en la cara, lo que causó que me llevaran al cuartelillo llamando a mis padres. Siempre recordé que mi padre me acarició la cabeza diciendo para sí mismo: "tan joven ya". Y mi madre me dio uno de los besos más fuertes y políticos que una madre haya dado a un niño en Cataluña para mostrar lo sumamente orgullosa que estaba de mí. Mi catalanidad no me hacía menos español, sino que era la manera mía de ser español, considerándome parte de una identidad más amplia, compartida con otras nacionalidades y pueblos cuyas clases populares tenían mucho más en común entre ellas que con las clases dominantes de sus distintas nacionalidades, lo cual continúa ocurriendo en este país. Los datos están ahí para mostrarlo (ver mi libro "El Subdesarrollo Social de España: Causas y Consecuencias", Editorial Anagrama, 2016).

Por desgracia, no hay todavía comprensión en grandes sectores de la población española por la necesidad de este reconocimiento de la plurinacionalidad de la España republicana, falta de reconocimiento que está originando unas tensiones innecesarias que benefician a las derechas nacionalistas tanto jacobinas como periféricas.

La interesada ocultación de la historia de las izquierdas republicanas españolas, incluyendo las catalanas, explica lo absurdo de presentar la llamada Guerra Civil en España como una guerra entre Cataluña y España. Tal versión histórica promovida por algunos sectores del independentismo catalán olvida que la enorme represión de la dictadura en contra de las clases populares de todos los pueblos del país era precisamente el resultado de su percepción (acertada) de que tenía a la gran mayoría de ellas (que sumaban la mayoría de la población española) en contra.

En realidad, el presidente Companys de la Generalitat de Catalunya era uno de los políticos más populares entre tales clases en el resto de España, habiendo este expresado su gran apoyo al Madrid sitiado por las tropas golpistas con su famoso grito, "Madrileños, Catalunya os ama". Las fuerzas republicanas nunca identificaron el jacobismo monárquico centrado en la Capital del Reino con el pueblo madrileño, victima de aquel régimen. 

Una última observación: la ocultación del carácter fascista del franquismo

En España, el término fascismo no es ampliamente utilizado para definir la ideología de la dictadura franquista. El mayor ideólogo del uso del término franquismo para definir lo que existía en España durante la dictadura fue el politólogo Juan José Linz que definió tal régimen como autoritario, pero no totalitario. Por totalitario, definía Linz aquellos regímenes como los comunistas, que según él tenían una ideología totalizante que se imponía a la población y que abarcaba todas las dimensiones del ser humano. Estos regímenes, a diferencia de los regímenes autoritarios, eran de difícil, casi imposible, transición a sistemas democráticos. Los regímenes autoritarios, por el contrario, podían transformarse fácilmente en sistemas democráticos, una vez desaparecido el Dictador. Y en estos países autoritarios, la dinámica de cambio, por regla general, surgía de la propia clase dirigente del sistema autoritario. Linz, (que fue otorgado en el año 1987 el Premio de Asturias de Ciencias Sociales) presentó el régimen dictatorial español, dirigido por el General Franco, como ejemplo de estado autoritario que nunca fue totalitario.

Linz, hijo de familia vencedora de la llamada Guerra Civil, pertenecientes sus padres al Movimiento Nacional, parece no haber detectado el carácter invasivo y brutalmente totalizante de la ideología promovida por aquel régimen que abarcaba todas las dimensiones del ser humano, desde el lenguaje permitido que la gente utilizara hasta la manera de realizar la sexualidad.

Bajo tal dictadura no había área de actividad humana que no estuviera controlada a fin de crear una sociedad basada en la superioridad de clase, de raza (el día nacional se llamaba "el día de la raza") y de género (relegando la mujer a ser un mero apéndice del varón con promoción de la virilidad y de la fuerza física) dominantes. En realidad, un indicador del error de Linz es que la ideología totalizante (de claras características fascistas) que caracterizó lo que él definió como franquismo autoritario, ha continuado después de la muerte del dictador y está extendida en algunos aparatos del estado llamado democrático y en amplios sectores de la derecha española. La falta de cultura de las derechas españolas es enorme, definiendo como ilegal cualquier gobierno distinto al suyo. Definir tal dictadura como meramente autoritaria me parece una enorme simplificación y frivolidad. De la misma manera que no se define al nazismo como Hitlerismo, o al fascismo italiano como Mussolinismo, no es científico definir al fascismo español como Franquismo. El hecho que así se haga en España es debido al intento exitoso de promover la visión histórica, primordialmente por parte de las derechas, de que la dictadura era una dictadura personal que desapareció con la muerte del dictador. El fascismo español fue la versión española del fascismo que fue la ideología promovida por las oligarquías y clases dominantes de todas partes del país. (ver mi artículo Franquismo o Fascismo. Publico Diciembre 15, 2017)

Algunos politólogos próximos a Linz han llegado a admitir que el fascismo caracterizó al régimen, pero solo al principio y por una etapa muy breve de la dictadura que coincidió con la influencia del partido fascista (La Falange) en su momento inicial.

Pero definir un sistema por el tamaño de una formación política en su espectro partidista es un error profundo. Hoy el liberalismo económico y político es la ideología dominante en el mundo occidental y, en cambio, los partidos liberales son en general muy minoritarios. Lo que define el carácter de un sistema político son las relaciones de poder de clase, raza, y género reproducido a través de sus instituciones. La perpetuación del fascismo, bien en su totalidad o en alguna de sus características en la cultura dominante en varias dimensiones del estado y sociedad española, se debe a la función que tal ideología tiene en la reproducción de las relaciones dominantes de poder dentro del país, incluyendo las relaciones de poder por clase social.

La postura de Linz, indicando que el empresariado español tenía poca influencia sobre el estado autoritario español, es otra enorme falsedad. El empresariado tenía el dominio de los sindicatos verticales, con gran intercambio de cargos políticos y empresariales (tanto públicos como privados). Es más, mientras el mundo empresarial continuaba teniendo sus propios organismos, a los obreros nunca se les autorizó que tuvieran los suyos. (Ver el reciente libro de Xavier Domenech Sanpere, "Lucha de Clases, Franquismo, y Democracia. Obreros y Empresarios (1939-1979)" Editorial Akal, 2022).

Y la legislación sistemáticamente favoreció al empresariado a costa de la clase trabajadora que sufrió la represión más brutal de las ejecutadas en los estados dictatoriales existentes en aquel momento. En realidad, el fascismo fue el máximo defensor del mundo empresarial, que era el centro de la clase dominante en España.

El surgimiento de nuevos movimientos a los dos lados del Atlántico Norte con características típicas del fascismo se debe a la enorme crisis de los sistemas democráticos tanto en Europa como en Norteamérica, y surgimiento de movimientos contestarios y alternativos que amenazan la permanencia de las estructuras clasistas, machistas, racistas y jacobinas de poder. (Ver mi artículo, "El predecible resurgimiento del fascismo y nazismo a los dos lados del Atlántico Norte y sus consecuencias" Público, octubre 5, 2022).

El fascismo en los años treinta y cuarenta del siglo pasado fue la respuesta de tales estructuras para mantener su poder. Y una situación semejante está ocurriendo ahora. De ahí la enorme urgencia de que se recupere la historia ocultada de la población republicana en España, enriqueciendo a las fuerzas republicanas actuales, aprendiendo de sus intervenciones que facilitaron su éxito cuando ocurrió (que las derechas han ocultado) y de las intervenciones que lo obstaculizaron.

A la juventud (de todas las edades) en este país hay que concienciarlas de que hay una continuidad en el proceso de democratizar nuestras sociedades y hacerlas más justas, enriqueciendo a las luchas actuales con el conocimiento de sus antecesores, definiéndose así mismas como herederas de las anteriores. Hay enormes puntos en común entre lo que pasó ayer y lo que pasa ahora y más importante todavía, lo que ocurrirá mañana.

Mirar el pasado no es ser anticuado, sino aprender de la experiencia y enriquecerse con su cultura y conocimiento adquirido. La ley de gravedad es muy antigua, pero no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo verá. Y esto ha pasado en muchas ocasiones en sectores progresistas también.

Propuse que se usara la bandera republicana hace muchos años durante el 15M en el cual participé activamente. Me alegra ver que muchas de las formaciones políticas enraizadas en el 15M, que no eran favorables de ello entonces, hoy lideran el movimiento republicano de izquierdas, siendo la alianza y coalición entre las fuerzas que lucharon ayer a favor de la República, y más tarde en contra de la dictadura y las nuevas fuerzas generadas por el 15M, las que sean hoy el eje del espacio transformador del país para alcanzar mañana la España Republicana justa, democrática, y plurinacional que las fuerzas progresistas siempre desearon.


Fuente → blogs.publico.es

banner distribuidora