La película narra la persecución a que fue sometida una expedición, en la que interviene el poeta, encargada de sacar el oro del Banco Central noruego ante la invasión nazi del país durante la segunda Guerra Mundial
Durante la segunda Guerra Mundial, y a fin de que el oro del
Banco Central de Noruega no cayera en poder los nazis, se organizó una
expedición de patriotas —custodiada por un pequeño destacamento
militar— que logró sacarlo del país, algo muy importante cuando el
patrón oro y las reservas de este metal eran un asunto capital de
Estado. Se requirió para completar esta labor hasta la participación de
embarcaciones pesqueras ante la prisa con la que el gobierno y el rey
de Noruega abandonaron el país para poner a salvo parte del
cargamento.
La invasión nazi se completó en dos
semanas, a partir del 9 de abril de 1940, con el establecimiento de
una administración militar que coexistió con un gobierno civil de
simpatizantes noruegos de la Alemania nazi, pero sin que el oro cayera
en sus manos, a pesar de la persecución por tierra y aire a la que fue
sometida la citada expedición por parte de los invasores, obedeciendo
expresamente las órdenes de Hitler.
No hay un momento en el film Gold Run,
que da cuenta de este episodio histórico, en el que decaiga la
tensión, magníficamente regulada por el director Hallvard Braein, aun
sabiendo de antemano que se cumplió el objetivo gracias a la
participación, entre otros, de una figura muy querida y admirada en
aquel país, el poeta, dramaturgo, escritor y periodista Nordhal Grieg. A
Grieg, familiar del compositor Edvard Grieg, se le considera el poeta
nacional de Noruega, hasta el punto de que su poema a la juventud viene
a ser como un segundo himno nacional. Los noruegos lo cantaron con
ocasión de los brutales atentados que tuvieron lugar hace años en la
isla de Utoya y en Oslo, perpetrados por un terrorista de ultraderecha.
Nordahl
Grieg, militante del Partido Comunista, fue un activo combatiente
antifascista que luchó en defensa de la segunda República en la Guerra
de España junto a 700 compañeros noruegos. Dejó escritas doce crónicas
periodísticas, con su correspondiente documentación gráfica, bajo el
título “Spansk sommer” (Verano español), que se publicaron en nuestro
país hace unos pocos años en una edición bilingüe para la que se
requirió una recaudación de fondos (crowdfundig). Grieg falleció en
combate en 1943 cuando intervenía en un bombardeo sobre Berlín con la
aviación aliada.
La película Gold rum puede verse en Filmin. La sucesión de episodios que la configuran, llegando a situaciones extremas con una solvente interpretación de los actores principales, mantiene en todo momento la atención del espectador. Bien puede servir de ejemplo para acometer en nuestro país proyectos similares sobre la guerra de 1936, en la que varios de los personajes de esta película intervinieron también en contra del fascismo. Lamentable que un libro como el de Grieg haya requerido una recaudación voluntaria de fondos para su publicación. ¿A que se dedica la Dirección General de la Memoria Histórica?
Según
comentó en su día Ernesto Viñas, con ocasión de la publicación del
libro de Grieg sobre la Guerra de España, dos constantes son de
resaltar en el mismo: “La admiración que siente el autor por las
cualidades, el entusiasmo y la resistencia del pueblo y el espanto
compartido con los civiles ante los bombardeos aéreos masivos y
reiterados. Seguramente, a la destrucción física que causaba esta nueva
arma aportada por nazis e italianos a la sublevación hay que añadir su
impacto moral, quizás todavía mayor. Los nuevos medios de bombardeo
eran entonces un recurso militar en fase experimental que se empleaba
por primera vez en condiciones reales para conseguir el terror. Franco,
cooperador necesario, permitió que Hitler y Mussolini usaran las
ciudades y los frentes republicanos como un gran polígono de pruebas
para ajustar equipos, tripulaciones y tácticas con vistas a usarlos
poco después sobre las poblaciones del resto de Europa”.
Es de resaltar también en “Verano español” la inclusión del discurso que pronunció el poeta y escritor noruego en el segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, celebrado en julio de 1937 en tres ciudades españolas bajo dominio republicano (Valencia, Madrid y Barcelona) y también en París, con el respaldo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
Fuente → elsaltodiario.com
No hay comentarios
Publicar un comentario