Francisco Merino Valenzuela, una vida entre dos aguas
Francisco Merino Valenzuela, una vida entre dos aguas
María Pilar López Vera

Jaén fue uno de los últimos sitios en caer durante la guerra, el 29 de marzo de 1939, pocos días antes que Madrid y, a partir de ahí, la represión fue brutal. El 13 de abril lo cogieron preso en Pegalajar, en una cárcel improvisada.

Francisco Merino Valenzuela, mi bisabuelo, nació en Pegalajar, un pueblo de cerca de tres mil habitantes a unos 20 km de Jaén. Enclavado en el paraje natural de Sierra Mágina, presidido por la labor callada del agua que ha marcado su identidad a través de los siglos con la presencia de la charca.

Nació el 19 de abril de 1875, lunes, a las 6:00 am. Era alto, de pelo azafranado, ojos claros y mirada inteligente. Casado con Manuela Espinosa, una mujer menuda y trabajadora. Tuvieron seis hijos: Manuela, Francisca, Dolores, Ana María, Natalia y José Antonio. Campesino, hijo de campesinos, y honrado. Y comprometido con su gente y con su tierra.

No era alcalde, era teniente de alcalde por el PSOE, y estaba afiliado a UGT del campo y actuaba como secretario en el ayuntamiento de Pegalajar porque sabía leer y escribir con fluidez. Era republicano y no abandonó su responsabilidad. Ejerció como alcalde cuando el titular salió huyendo del pueblo al percibir que estaba en el bando de los perdedores. Pero él permaneció fiel a su compromiso, a su pueblo y a sí mismo hasta el final, con todas las consecuencias. Lo conocían por el alcalde de los mantecaos porque en Navidad iba por las casas pidiendo “mantecaos” para llevar a la gente más necesitada.

En mi familia nunca se hablaba de él. Yo sólo escuchaba decir a mi abuela, Francisca, y a mi madre que eran muy buenos. Sólo eso. Y que él estuvo preso en la cárcel de Jaén cuando mi madre era una niña de seis años. El silencio era una lápida infranqueable. Y yo pasé durante siete años por delante de esa cárcel, cuatro veces al día para ir al instituto y nunca me pregunté por qué él estuvo ahí, qué habría hecho, qué habría pasado si era tan bueno… Pero se derribó la cárcel y en su solar se construyó el Museo Ibero en 2017, y yo entonces empecé a hacer preguntas, a buscar respuestas… y llegué a Telmo Comesaña que fue realmente quien me descubrió qué le había pasado, dónde estuvo sus últimos meses y dónde “descansan” sus restos…

La Historia nos dice que Jaén fue uno de los últimos sitios en caer durante la guerra, el 29 de marzo de 1939, pocos días antes que Madrid y, a partir de ahí, la represión fue brutal. El 13 de abril lo cogieron preso en Pegalajar, en una cárcel improvisada porque la prisión del ayuntamiento estaba desbordada. Y en Pegalajar se le hizo un juicio sumarísimo con testimonios falsos de las fuerzas vivas del pueblo. Incluso su “abogado” actuó en su contra. Se le acusó de rebelión militar con circunstancias agravantes y adhesión a la rebelión y de ser extremadamente izquierdista. El día 22 de mayo de 1939, viejo y enfermo, se dicta auto de procesamiento y se le condena a cadena perpetua y ahí empieza a morir lentamente recorriendo cárceles cada vez más crueles e inhumanas, lejos de su familia, de su casa, de su tierra y de su gente…

Ingresa en la cárcel de Jaén el 22 de febrero de 1940. Una cárcel acondicionada para alojar 80 presos, que en 1934 albergaba sólo 23, y que, cuando él ingresó alcanzó el hacinamiento máximo con más de cuatro mil reclusos. En los patios malvivían unos 700 – 800 reclusos y en los dormitorios proyectados para 15 personas convivían 80 o 90. Había presos en los pasillos y en las escaleras donde dormían sentados y se amarraban a las barandillas con sus cinturones para no caerse por la noche. Además del hacinamiento, del frío, del calor, de la falta de higiene, se vivía la desnutrición a causa de la inanición y las enfermedades. Pasaban hambre, miseria y las condiciones climáticas eran aprovechadas como otra forma de tortura para los internos.

De allí, el 16 de agosto de 1940, lo llevaron en un tren de mercancías, en un vagón de ganado plagado de suciedad, pulgas y piojos, casi sin agua y sin comida, a la prisión de Burgos donde ingresa el 19 de agosto. Las condiciones en esa prisión eran de las más crueles por el hambre, el hacinamiento, las enfermedades, el frío, la brutalidad de los castigos que infligían a los presos y su anulación como personas. Muchos murieron por esas condiciones y por las sacas que a diario se producían.

Y el 19 de octubre sale de ese infierno camino del campo de exterminio de San Simón donde llega el 4 de noviembre. 15 días de viaje en condiciones extremas e inhumanas. A la isla llegaban de todas partes sobre todo vellos, algunos de más de 80 años. Alejarlos de su tierra era otra forma de castigo. Las condiciones en las que llegaron eran absolutamente lamentables, plagados de piojos, enfermos y famélicos. Allí recibió la ayuda de los propios compañeros y de as madriñas, As Mulleres da Illa. Siempre hay gente buena incluso en el infierno. Pero, viejo y enfermo, sólo pudo sobrevivir al invierno en esas condiciones límite entre la vida y la muerte a los que eran sometidos. El 14 de junio de 1941 muere por cardiopatía, el eufemismo para designar a los que no eran fusilados, a los que morían por la hambruna en el ano da fame. Murió solo, y sin calor de nadie, y sin consuelo, lejos de su familia, de su tierra, de su gente, rodeado de aguas negras y frías con olor a sal… La familia recibió un telegrama escueto sin más indicaciones de dónde había ocurrido su fallecimiento ni dónde reposaban sus restos. Y, a partir de ahí, sólo hubo silencio. Silencio y miedo y hambre. Y eso es lo que yo he vivido siempre… Gracias a Telmo Comesaña sabemos que sus restos descansan, junto a sus compañeros que murieron en la isla, en una fosa común sin una placa, sin una lápida, sin un nombre, en el cementerio de Lavadores (Vigo).

Y ahora, más de 80 años después, su familia reivindicamos su memoria y recuperamos su historia como parte de nuestro patrimonio y de nuestras raíces. Y porque, como dijo Irene, mi nieta, su trastataranieta, con 7 años, nadie muere del todo mientras sigamos recordándolo porque vive en nuestros corazones


Fuente → nuevarevolucion.es

banner distribuidora