Del Franquismo Pop a la impunidad por los crímenes del fascismo
Del Franquismo Pop a la impunidad por los crímenes del fascismo 
David García Aristegui

 

La popularidad en países como EEUU de la serie sobre forenses “CSI: Crime Scene Investigation” llegó a afectar la manera en como se comportaban los jurados populares durante los juicios. Salvando las evidentes distancias, podemos hablar de que en España hubo un programa con al menos el mismo impacto popular e influencia incluso política que series cómo CSI. Y no hablamos de espectáculos como “Tribunal popular” o series como “Turno de Oficio”, sino de “Quién sabe dónde”.

El programa de “telerrealidad” fue creado por Ernesto Sáenz de Buruaga y posteriormente presentado por el ínclito Paco Lobatón. Se emitió en RTVE entre 1992 y 1998 y su objetivo era encontrar a personas desaparecidas. Pero… ¿qué tiene que ver todo esto con un supuesto Franquismo Pop, es erróneo el título de este artículo? Retrocedamos en el tiempo, un poco de paciencia.

Almanaque. Franquismo pop fue una recopilación de textos prologada y coordinada por Guillem Martínez con autores como Pere Gimferrer, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Jordi Costa -este último y Martínez repetirían en el hipercitado durantes años CT o la Cultura de la Transición-. En el libro Franquismo pop se diseccionaba la vida cultural y literaria del tardofranquismo y su convivencia con fenómenos que luego generarían escenas como la antes idealizada y ahora denostada Movida Madrileña.

De acuerdo… ¿¡y qué pinta Paco Lobatón en todo esto!? Para el medio dirigido por Pedro J. Ramírez se habló de ‘Quién sabe dónde’, el programa que hizo olvidar las cunetas franquistas. Y el ex-diputado de Podemos Eduardo Maura reflexionó sobre el programa en su libro Los 90: euforia y miedo en la modernidad democrática española. Medios conservadores como El Confidencial compraron el discurso de Maura:

«En 1993 El País publicó un editorial elogiando ‘¿Quién sabe dónde?’ […] como espacio constructivo, ni morboso ni rencoroso. Recordemos la enorme influencia que tenía El País entonces. Por ahí creo que late el conflicto de la represión y las cunetas.»

Hablamos de Franquismo Pop ya que la llamada Transición ha operado como un auto-clave ideológico que ha dejado la lucha contra la impunidad del franquismo reducida a un mero espectáculo, más allá de una supuesta reparación simbólica a víctimas y familiares (por supuesto, algo imprescindible y de justicia) y restos de interés arqueológico.

Simplemente viendo un par de episodios de CSI, una persona puede llegar a intuir que algo falla cuando en el escenario de un crimen -por ejemplo, en la apertura de unas fosas comunes- no hay jueces, policías o forenses, pero sí políticos, periodistas y las habituales asociaciones en torno a la llamada Memoria Histórica. Y hablamos de los crímenes de lesa humanidad, que no prescriben.

Un caso paradigmático es de “Los 8 de Benagéber” donde el Equipo Nizkor representó a una de las familares. Ocho trabajadores fueron asesinados en 1947 acusados de haber dado comida a un grupo de maquis. Y aquí brilla en todo su esplendor la manera de funcionar del Franquismo Pop, una engrasada maquinaria de generar impunidad.

Sebastiana Ortega es la sobrina de uno de esos trabajadores. En 1996, y gracias “Quién sabe dónde”, supo que el cuerpo de su tío se encontraba en una fosa común abierta en el cementerio de Benagéber el 26 de marzo de 1947. Fue asesinado por la Guardia Civil y estaba junto a otro maqui herido, al que no quiso abandonar a su suerte.

El caso se destapó ya que un alto cargo de la Guardia Civil aportó el expediente de la ejecución al ver el programa. Y en esa fosa estaban las pruebas de un asesinato, no simplemente restos arqueológicos (no es un reproche al trabajo de arquélogas/os).

Es en estos casos cuando los caminos se bifurcan. Y se elige entre el Franquismo Pop o el antifascismo.

El camino pop de Matías Alonso y el Grupo para la Recuperación de la Memoria. Para ellos descubrir una fosa común implica «un simple traslado de restos, y eso no se les puede negar a los hijos de las víctimas».

El camino del antifascismo y la lucha contra la impunidad es el de Sebastiana Ortega: “no quiero que lo ultrajen. Y si exhuman que lo hagan con un juez. Fueron crímenes contra la humanidad y como tales no prescriben. No son simples restos arqueológicos, como quieren hacer creer”. Por desgracia, finalmente la exhumación se pudo realizar y se destruyeron las pruebas de una ejecución extrajudicial.

Un aspecto poco conocido en la lucha contra la impunidad del franquismo es el tratamiento jurídico que reciben los maquis a nivel institucional -y que es otro punto ciego escandaloso que nunca denuncian las asociaciones de memoria histórica-: Sebastiana como a mucha otra gente le fue denegada la documentación existente en los archivos de la Guardia Civil. Los «guerrilleros» fueron siempre considerados bajo la Ley de Bandolerismo franquista, y, hasta la fecha, nunca fueron reconocidos jurídicamente. Otro éxito del Franquismo Pop.

Y acabamos este texto con una cita del Equipo Nizkor, que aclara a la perfección por qué usamos el (doloroso) término de espectáculo cuando hablamos de cómo se abren actualmente las fosas comunes:

«Es evidente que el Gobierno español, a través de la Ley de la Memoria, tiene la intención, no sólo de consolidar lo que denominamos «el modelo de impunidad español», sino que además y mediante una forma perversa de utilización del poder, tiene la pretensión de enfrentar memoria a justicia como forma de obviar la aplicación del derecho penal internacional y del derecho europeo, así como de la práctica seguida en toda Europa con las víctimas del nacionalsocialismo y del fascismo, convirtiendo los desenterramientos bajo esta ley en una forma legal de destrucción de pruebas penales y de fortalecimiento del negacionismo histórico.»

No hay que mirar para otro lado ante la impunidad de los crímenes del franquismo, ya que la Memoria Histórica ha sido despojada de su componente antifascista.

Una de las fosas comunes descubiertas en Estépar (Burgos) proveniente de agosto-septiembre de 1936, al inicio de la Guerra Civil Española. Autor: Mario Modesto Mata. Fuente: Wikipedia.
 

Fuente → serhistorico.net 

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