Barea, el éxito pese a todo
Barea, el éxito pese a todo

Manel Barriere Figueroa | Muchas de las obras narrativas, literatura o cine, que plantean un realismo comprometido políticamente, son catalogadas como menores por el mundo académico y la crítica desde un supuesto punto de vista puramente artístico. Parece como si el intento por parte de un narrador o narradora de transmitir ciertas ideas a través de las herramientas del arte fuera en detrimento de su correcto uso, dicho de otro modo, como si las ideas políticas existieran al margen de la realidad y por tanto la narración realista del mundo no pudiera estar contaminada por la ideología.

Este fenómeno se manifiesta de dos maneras diferentes. En un primer caso se acusa al autor de panfletario. Algunas de las películas de Ken Loach, por poner solo un ejemplo, han sufrido estos ataques por parte de la crítica “especializada”, en aras de reivindicar la “neutralidad” del arte ante la instrumentalización partidista. En un segundo caso se cuestiona la calidad de la obra sin atender a lo político. Si el arte debe ser “neutral”, también debe serlo la crítica.

La biografía de Arturo Barea escrita hace más de veinte años por Mike Eaude y reeditada ahora por la editorial Renacimiento contradice e incluso combate esta estrecha visión muchas veces no exenta de prejuicios ideológicos. La forja de un rebelde es uno de los testimonios literarios más destacados de la Guerra de España y sus antecedentes históricos, sociales y políticos. Esta conjunción de factores la hacen merecedora de una atención no solo mayor, también más acorde a las intenciones de su autor, quien pensaba que escribiendo “podía contribuir de alguna manera al movimiento obrero”.

Barea se formó como escritor fuera de los mundos académico o literario. No encuadrado por tanto en ninguna de las corrientes de la época, participó en la contienda como censor en Madrid, negándose a abandonar su puesto cuando el gobierno se trasladó a Valencia. Asumió una responsabilidad acorde a un compromiso para él irrenunciable. Su padre murió siendo muy pequeño y su madre tuvo que subsistir como lavandera. Arturo se fue a vivir con un tío y una tía adinerados, separándose del resto de la familia. Al morir también su tío vio frustrados sus planes de convertirse en ingeniero. Lanzado al mundo del trabajo, empezó desde abajo en un gran banco como meritorio, donde se afilió a UGT y se forjaron sus convicciones políticas.

Aunque luego prosperó profesional y económicamente, el recuerdo de sus orígenes, la lucha de su madre por sobrevivir lavando la ropa de gente de bien, su primer encuentro con la explotación trabajando sin cobrar en el banco, su infancia en el barrio de Lavapiés, todas esas experiencias le empujaron a escribir desde una encrucijada, para comprender en el proceso sus conflictos emocionales y para intervenir desde la escritura en la realidad social de la que fue partícipe.

Estas dos corrientes de fondo transitan a lo largo de su trilogía, le confieren una profundidad y una complejidad más allá de cualquier consideración sobre el estilo o la gramática que pueda haber surgido a lo largo de los años, sobre todo por parte de quienes disfrazan de juicios estéticos sus reticencias políticas.

Visto así, Mike Eaude acierta al titular su biografía de Arturo Barea Triunfo en la medianoche del siglo, porque por encima de todo hay que reconocer el éxito literario y artístico de una obra como La forja de un rebelde, representativa no solo de una época histórica, también de una forma de entender el compromiso con la realidad de un escritor con fuertes raíces populares.

Lo que hace Mike Eaude en su libro es un análisis riguroso y crítico en el mejor sentido del término, pues sitúa en su justo lugar cada uno de los aspectos de la vida y la obra de Barea, sin eludir sus fracasos. Aborda con detalle la relación entre política y literatura, para establecer unos límites claros al servicio de una comprensión mayor del escritor. Ninguna universidad ni academia, ninguna tertulia, ningún oficio literario le acercó a la escritura, fueron sus experiencias, las emociones que le provocaron, la gente que conoció, con la que se relacionó, su combate por la verdad frente a quienes querían imponer una propaganda torticera, la necesidad de contarlo con toda la sinceridad posible.

La política actuó como un puente, un catalizador, lanzándole hacia la literatura concebida también con un fin político. Es ahí donde reside su éxito, pero es un éxito en la medianoche del siglo porque cuando ese tiempo pasó y Barea agotó su capacidad de recurrir a lo vivido, su talento literario se resintió.

Exiliado en Inglaterra, Barea se dedicó a retransmitir pequeños relatos por la radio de la BBC, anécdotas de la vida inglesa contadas por un exiliado español, recopiladas la mayoría en los pequeños pubs donde habitualmente asistía, entrando en contacto con las clases populares inglesas como antes lo había hecho en su Madrid natal, especialmente en su barrio de la infancia, Lavapiés, mientras los escritores de su generación se prodigaban en tertulias literarias y otros ambientes de la élite cultural.

Barea tal vez nunca llegó a formar parte de la élite cultural, en Inglaterra no se relacionaba con los círculos de exiliados, pero forjó como novelista una de las obras más importantes escritas durante la medianoche del siglo, testimonio crucial de la Guerra Civil española y sus antecedentes. El libro de Mike Eaude nos ayuda a comprender y a valorar la obra de Barea, el éxito de un escritor que nunca renunció a sus raíces ni a aquello que le convirtió en quien era.


Fuente → poderpopular.info

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