Argentina 1985 - España 1975, atado y bien atado
Argentina 1985 - España 1975, atado y bien atado 
David Martínez

“El fiscal, su fiscal adjunto y todo su equipo se enfrentan a una serie de amenazan y dificultades que muestran los largos tentáculos de una estructura dictatorial que actúan de forma más o menos soterrada en todas las instituciones democráticas”.

Argentina 1985, dirigida por Santiago Mitre y estrenada en septiembre de 2022 es un excelente retrato de un acontecimiento único, que en la propia película comparan con los juicios de Nuremberg. Lo sustancial es que tanto Videla como otros líderes militares de la dictadura Argentina fueron sometidos a un juicio civil mediante el cual fueron condenados a diversas penas, en el caso del dictador, a cadena perpetua. Poco importa que la historia dicte, a través de los vaivenes de la democracia, que Videla fuera excarcelado y encarcelado varias veces hasta su muerte. El protagonista, Julio César Strassera, interpretado por Ricardo Darín, se lamenta al final por aquellos altos mandos militares que han eludido una condena. Imagino que toda la película es una mistificación, y que múltiples detalles y matices serán discutibles. Sin embargo, la clave está en que un dictador y sus altos mandos militares fueron sometidos a un juicio civil por un gobierno democrático. Luego está el caso de España.

El dictador Francisco Franco murió el 20 de noviembre de 1975, es decir, una década antes de que los juicios de los que habla la película tuvieran lugar. Este dictador murió en la cama después de una dictadura de 36 años, si tomamos como inicio de la misma el final de la guerra civil española. Aún habrían de transcurrir 3 años más para que en España se proclamara la Constitución. La pregunta es cuántos años han de transcurrir para que se juzguen los hechos delictivos, todos los abusos en la forma de detenciones arbitrarias, prisiones políticas, torturas y un largo etcétera acaecidos durante la dictadura en el país en el que estos tuvieron lugar. Todavía hoy ciertos mantras de esta etapa histórica y presente a la vez que son válidos en algunos sectores de la población: el pasado histórico y glorioso, el leitmotiv de la lengua, la cultura y la religión en la conquista de América, la re-conquista, la negación de los elementos culturales de raíz islámica, la continuidad entre los reinos visigodos y los primeros reinos cristianos, la preeminencia de una Castilla desnaturalizada sobre el resto de regiones del país, en muchas ocasiones con su propia lengua, cultura e historia. En definitiva, en el relato del español de este tipo, el país entero es una colonia en el que la metrópoli es Madrid, en un proceso de cancelación de todo lo que no encaje en ese modelo. Imaginar, así, un juicio a altos jerarcas del franquismo es una entelequia.

Si volvemos nuestra vista a la película, el fiscal, su fiscal adjunto y todo su equipo se enfrentan a una serie de amenazas y dificultades que muestran los largos tentáculos de una estructura dictatorial que actúan de forma más o menos soterrada en todas las instituciones democráticas. El juicio sirve a la sociedad como catarsis para eliminar todas las dudas de aquellas personas que se habían manifestado a favor de la dictadura, a favor del prestigio de la institución militar y de lo que se ha dado en llamar la gente decente, no sin ironía, buenas personas, enfrentadas estas a los revolucionarios, comunistas, personas que siembran la disensión y demás ralea cuyo objetivo y fin último es la destrucción del estado, en palabras de los abogados defensores de los militares acusados. Estos delitos, no cometidos todavía, o delitos en ciernes, pero perseguidos como si de un Minority Report se tratara, son, en buena parte, el argumentario del que se sirven ciertos partidos conservadores y de derechas y extrema derecha en España y en el resto del mundo. Es especial el caso de la madre del fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo, quien, tras rechazar a su hijo por su posicionamiento ideológico frente a las personas “de bien”, queda sobrecogida ante las declaraciones de los testigos y representa a esa sociedad argentina, probablemente bien intencionada e ignorante de la realidad, que abrió los ojos durante el juicio para no ser capaz de cerrarlos nunca más a la impunidad con la que actuaron quienes decían defender Argentina pero cuyo único objetivo parecía ser maltratar con creatividad a aquellos ciudadanos de pensamiento diferente. Y la película no ahonda en estos testimonios, pues se sirve tan sólo de tres o cuatro casos para ejemplificar el resto.

Esto, ni más, ni menos, es lo que se nos ha robado en España, entre otras muchas cosas. Se nos ha robado la posibilidad de conocer todos los delitos cometidos contra la población civil durante y por la dictadura. Se nos ha robado la oportunidad de abrir los ojos a aquellos ciudadanos, personas “de bien” que opinan que cualquiera que piense de modo diferente, habla diferente y no comparta determinados presupuestos ideológicos, es poco más o menos que un filoetarra iraní comunista judeomasónico de raigambre venezolana empeñado en destruir y desmembrar España. Esta idea es semejante a la expresada por los abogados defensores en la película y es la misma que justificaba cualquier acción realizada por la dictadura española contra su propia población, y se trata de la misma idea que alumbra eslóganes del tipo “Comunismo o libertad”; la misma idea que justifica la utilización de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado para investigaciones realizadas contra determinados partidos políticos y con fines electoralistas; la misma idea que hace que instituciones democráticas como el Tribunal Constitucional sean secuestradas; la misma que hace que los medios vayan con ello, por muy burdo que pueda parecer, ser y estar. Es decir, un concepto pergeñado por el franquismo para justificar sus acciones y desarrollado por sus seguidores en el entramado democrático que justifica casi cualquier cosa, aún aquellas que se realizan contra las mismas reglas de la democracia. Al evitar enjuiciar el franquismo como periodo histórico se ha hecho imposible alterar el relato institucional fabricado desde el franquismo y prolongado por sus hijos presuntamente democráticos, que conservan mucho poder en todas las estructuras del estado, con el único fin de que las personas “de bien” continúen con sus ojos cerrados por educación, formación y, en última instancia, por miedo.

El alegato final del fiscal Strassera culmina con un brillante “Nunca más”, que manifiesta todo el rechazo de la sociedad argentina contra los actos realizados por la dictadura militar. Es una lástima que este “Nunca más” no pueda transponerse a la sociedad española, ignorante todavía de lo que acontece y de lo acontecido, envilecido y viciado el relato como está desde antes incluso de la aparición de la dictadura española. Así, al juicio crítico académico e ideológico, debería acompañarle un juicio penal y otro mediático, que condene y haga públicos todos las injusticias cometidas, tanto en la dictadura como en la democracia, en su nombre o en su sombra, con la tinta de los periódicos o en las cloacas del estado, escrito premeditadamente con minúsculas. En definitiva, un nunca más que cristalice en la apertura irremediable de los ojos y la mirada de la sociedad hacia la dictadura y sus hijos, que hagan posible una transición definitiva hacia una democracia más plena. Todo lo demás seguirá siendo blanquear a los hijos privilegiados de la dictadura y a las instituciones deudoras de la misma.


Fuente → luhnoticias.es 

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