
La Biblioteca Nacional de España conserva el archivo visual más grande de la contienda, con más de 44.000 imágenes, y entre ellas se esconden fotógrafos decisivos en la recuperación de la memoria pendientes de investigar
Inmediatamente emerge una imagen más: cuatro soldados sentados a una mesa en la que comparten un plato de comida. Están a refugio de otra montaña de escombros que hace las funciones de trinchera. Es de la misma jornada y posiblemente del mismo fotógrafo que las anteriores. Estampas que dejan la verdad al descubierto y la gloria en los huesos. “Hay más retaguardia que frente”, cuenta Isabel Ortega, que se ha dedicado a revisar el fondo completo desde hace cuatro décadas.
“Hay más de 44.000 fotos, entre positivos y negativos. La base de la colección que custodiamos es el fondo que llegó en 1980 del antiguo Ministerio de Información y Turismo, en la Sección de Estudios sobre la Guerra de España”, comenta la conservadora. Esta sección se creó como organismo de contrainformación para combatir ideas contrarias al régimen franquista. Después de los fondos de la Biblioteca, el segundo centro con un archivo más extenso es el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca con unas 30.000 imágenes.
De todo el volumen de la guerra hay digitalizado más del 80%. El resto está pendiente. Cuenta Isabel Ortega que es posible que en un par de años esté toda la Guerra Civil digitalizada y ella, jubilada. Pero el fondo completo de la Guerra Civil no podrá estar a disposición en la web por las limitaciones que marcan los derechos de autor. “Hay imágenes que se pueden usar porque están libres de derechos, pero hay colecciones con propietarios de derechos de autor. Por ejemplo, las de Robert Capa”, indica la conservadora. Los derechos del famoso fotoperiodista los gestiona la agencia Magnum.
La BNE conserva fotos de la mayoría de los fotoperiodistas que estuvieron en España cubriendo la batalla. Luis Vidal, Antifafot, Baldomero, Campúa, Agustí Centelles, Foto Oliva, Fotolabor, José F Aguayo, Torrents, Hermann, Walter Reuter, David Seymour, Gerda Taro o Robert Capa. Pero el fondo fotográfico de la BNE es mucho mayor y su responsable indica que apenas habrán digitalizado un 25% de todas las imágenes que conservan.
“Desde luego es el fondo más usado y el más pedido en la Biblioteca Nacional”, asegura Isabel Ortega. “Hemos avanzado mucho gracias a los fondos para Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE). Se trata de un Plan de Digitalización Masiva. Primero, lo más antiguo y delicado, colecciones de retratos y acabaremos de digitalizar la colección de fotografías del siglo XIX. Por ejemplo, de Jean Laurent (1816-1886) hay mucho digitalizado pero no está todo completo. En total, el plan podría abarcar 500.000 imágenes”, cuenta Ortega.
Un archivo inagotable
Junto al fondo que llegó en 1980 desde el Ministerio de Manuel Fraga, la Biblioteca Nacional ha ido adquiriendo varios archivos, como el del fotógrafo alemán Edward Foertsch (1890-1973), amigo de Margarita Nelken. Posiblemente sea uno de los fondos de la Guerra Civil más desconocidos de todos, a pesar de que llevan en la institución desde 1992. Se conserva en las pequeñas cajas y sobres donde van colocadas las placas de cristal y en soporte flexible de 35 milímetros. Suman cerca de 2.500 unidades. También tiene más de 1.600 copias positivas en papel, conservadas en cuatro archivadores. “Él entraba cuando se iban los ejércitos. De este modo retrató toda la destrucción”, apunta la responsable.
El paso de las páginas de este fondo funciona como una unidad cronológica, en la que se suceden los acontecimientos en una narración muda. Y cruel. El periodista se hallaba en Madrid los primeros días de la sublevación. Fotografió instantes después del asalto al Cuartel de la Montaña y también del Alcázar de Toledo. Pero lo que más impresiona son sus retratos a personajes anónimos. También, la destrucción de las poblaciones que cruzó cuando las armas callaban.
Otro de los fotógrafos en construcción es el alemán Walter Reuter (1906-2005), del que la BNE conserva unas 1.500 copias, pero ningún negativo. “Gracias a esas copias hemos podido determinar muchísimos negativos sin atribución”, explica Aku Estebaranz, responsable de la recuperación de un fotógrafo del que dice tiene una calidad similar a la de Robert Capa. Pero del que no ha quedado ni rastro de su archivo: huyó al exilio por Perpignan, llegó a París, donde usó el laboratorio de Robert Capa, hasta que con el régimen de Vichy es detenido y enviado a Argelia a trabajos forzados a construir el ferrocarril. Su mujer consigue pasaportes y billetes para ellos y su hijo, en un barco que los llevará desde Casablanca a México. Reuter escapa y llega a tiempo para subir y salvar la vida.
Un fotógrafo pendiente
Fuente → eldiario.es
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