Un enraizamiento necesario. Reseña de «L’arbre de les llibertats, Republicanisme Països Catalans»
Un enraizamiento necesario. Reseña de «L’arbre de les llibertats, Republicanisme Països Catalans»

Reseñas / Un enraizamiento necesario. Reseña de «L’arbre de les llibertats, Republicanisme Països Catalans»

Este mes de enero de 2023 Illa edicions nos traía un libro colectivo, escrito por cuatro autores jóvenes que, sin esconder su propósito, como su subtítulo indica, se han propuesto ofrecernos una invitación a «volver a las raíces» de los «movimientos republicanos populares en los Països Catalans». Así, esta obra pretende ser (y lo consigue) un recorrido guiado por varios momentos determinantes de la historia de esa tradición política en los últimos dos siglos. No está mal como objetivo, especialmente cuando se trata de un libro de ciento cuarenta páginas. Pero la publicación consigue su objetivo precisamente por la cesura que se impone en términos de enfoque y su brevedad termina por ser una fortaleza. Los autores se sumergen no en períodos enteros ni con voluntad de aprehender los objetos de estudio en su totalidad, sino con un planteamiento más claro: analizar el papel del republicanismo en varios momentos de revuelta de nuestra historia. Y podríamos añadir otro objetivo: que este estudio de la forma de las revueltas pasadas interrogue a nuestro presente y pueda ofrecer horizontes. De esta forma, me gustaría destacar brevemente un par de elementos de cada uno de los capítulos, sin desvelar grandes partes del libro, y discutir un par de cuestiones.

La hidra del federalismo y su testa jacobina (1808-1873)
 
En este primer capítulo, Albert Portillo, con una documentación de fondo y bibliografía extensa sobre el período, desarrolla una genealogía por oleadas de toda una tradición del republicanismo federal desde las Cortes de Cádiz, en 1830, 1848-54 hasta llegar a desembocar al año 1873 y la Primera República, de la que este año se celebran los 150 años de su proclamación. En este capítulo inicial pues, aparece este «hilo republicano que a la vez es un hilo rojo», como afirma Xavier Domènech en el prólogo, y donde «la democracia, el republicanismo y el socialismo o comunismo no son tres eslabones prolongados y solo ensamblados por el paso del tiempo, sino que emergen en un mismo momento fundacional». Y emerge personificado en los personajes más significativos del propio hilo. Así, nos encontraremos con los nombres de Ramón Xaudaró, y la primera propuesta de Constitución republicana federal en 1832, Abdó Terrades y la vinculación con el movimiento carbonarios europeos de Blanqui, Anselm Clavé y sus corazones obreros o Pi Margall, como gran sintetizador ideológico y político.

Así, al final del primer capítulo toma sentido el método de análisis elegido para narrarlo en tanto que se puede comprobar cómo las diversas demandas de cada una de las olas que emergerían durante el siglo XIX cristalizarían en una propuesta de política de Estado en 1873. De este modo, en este capítulo se opta por explicar los anhelos y el proyecto de la I República que, si viene derribada por un golpe de Estado poco menos de un año después de su proclamación, fueron elementos demasiadas veces menospreciados en nuestra historia. Como afirma el autor, «en Cataluña las principales demandas del movimiento popular, es decir del movimiento republicano, se resumían en cuatro: contra el impuesto de sangre (es decir, contra el sistema de reclutamiento militar por levas conocido como quintas), contra los impuestos indirectos (los llamados “consumos”), por el sufragio universal (masculino) y la República Democrática Federal». Eran demandas de las más avanzadas política y socialmente del momento, basta con pensar en la represión de la Comuna de París (de gran influencia en los republicanos hispanos) o en las palabras de Friedrich Engels sobre Pi Margall que «entre los republicanos oficiales, Pi fue el único socialista, el único que vio la necesidad de apoyar a la república en los trabajadores». Además, esta republica planteaba una organización territorial donde cada pueblo histórico dispondría de su propio estado (así estaba recogido un Estado catalán, dos Estados andaluces -Andalucía Alta y Andalucía Baja-, gallego, etc), aparte de un reparto de tierras que rectificaba las desamortizaciones tal y como se hicieron, la laicización del Estado y la abolición de los títulos nobiliarios. Transformaciones contra las que se hizo en golpe de Estado de Pavía y contra las que se instauró el régimen de falsificación del sufragio de la Restauración pero que impregnaron a las siguientes generaciones de forma profunda, aunque este tema ya no es objeto del primer capítulo y represente un pequeño vacío del libro en su conjunto.

El hijo que mató a su padre. Del blasquismo al valencianismo republicano
 
El segundo capítulo, Xavier Calafat nos lleva a la historia del País Valenciano con un enfoque de ensayo histórico y con mayor carga de intervención explícita de conexión con los códigos con los que se produce el debate político actual. Estas primeras páginas en las que aparecen Boaventura de Sousa Santos o E.P. Thompson no le impiden empezar una narración que brotará desde las Germanías del siglo XVI vistas por Joan Fuster como «algo más que una simple revuelta popular», que «surgía de una viva pretensión igualitaria» y que «a la hora de buscar una fórmula política de organización: eran, debían ser, quieras que no, republicanas». Acto seguido, Calafat nos introduce en el corazón de su tesis fuerte y nos presenta algunas trazas de la biografía de un valenciano eminente como Blasco Ibáñez, sus orígenes en los planteamiento pimargallianos, su relación polar con todo lo que representó la Renaixença en el País Valenciano (especialmente con el ascenso de Lo Rat Penat de Teodoro Llorente y el acaparamiento por sus ideas conservadoras del propio movimiento de recuperación cultural valenciana), la construcción de un republicanismo de fuerte impronta obrerista que gobernaría el Ayuntamiento de Valencia hasta la Segunda República y su vinculación con la construcción del valencianismo político. Ahí es nada.

En este fascinante trayecto se ofrece una tesis que no deja de tener algunas paradojas. ¿Qué valor puede tener para la izquierda reivindicar a alguien que interesó tanto a Rita Barberà hasta el punto de hacer el prólogo de un libro sobre su figura? Calafat ofrece una respuesta en el desarrollo de una explicación de la propia construcción de la identidad popular valenciana, en la historia del republicanismo y en la historia de la construcción de la propia realidad nacional valenciana. Así, el blasquismo habría sido tachado de españolista —una comparación muy interesante existe con el llamado lerrouxismo— y en consecuencia se habría menospreciado completamente en todos sus elementos y su compleja realidad. Se habría rehuido de ver su valencianidad clara y cómo su oposición al catalanismo se habría producido precisamente en aquellos momentos en que éste habría sido más hegemonizado por los elementos derechistas y clericales. Éste es un valor de este capítulo. Otro es la claridad de la exposición de sus planteamientos a la vez que la superación losas historiográficas lejanas —pero quizás no tanto a nivel de debate público y publicado—, con una ligereza explicativa que hace posible a la vez la síntesis y la precisión. De una forma sintética lo ponía Josep Vicent Marquès que, en un ensayo de 1973, Un País Perplex, criticaba una explicación muy deudora de los esquemas etapistas de los sesenta, decía que «Cambó.—personaje inexistente en el País Valencià (ídem Prat de la Riba ). En las noches de luna llena se aparece a los valencianistas insomnes.» En esta crítica estaba poniendo de relieve que se estaba haciendo a una mala comprensión de cómo se había explicado el proceso nacionalizador catalán y que a la vez se cogía de modelo con un trasplante demasiado mecánico. En cambio, en este capítulo se explica que la Esquerra Valenciana en los treinta emerge del tronco del blasquismo y hereda su imbricación con el mundo obrero a la vez que plantea los elementos de soberanía, de construcción nacional en clave valencianista y de redefinición del Estado en su conjunto. En su manifiesto fundacional quedan pocas dudas: «La conquista de la autonomía regional, de la libertad de la región, establecida mediante un Estatuto que respete íntegramente la personalidad y los derechos de lo que bien podemos llamar, en buena doctrina federal, el Estado Valenciano. Y a este respecto, buscaremos una cordial inteligencia con las regiones que como Cataluña, sienten las mismas ansias de liberación».
 
Sueños republicanos en Mallorca
 
El tercer capítulo está escrito por Ivan Montemayor y seguramente es el más personal de los cuatro textos del libro. Su estilo combina descripciones biográficas de los protagonistas del panteón republicano con fuentes precisas de prensa de los distintos momentos que presenta. Así, el autor pretende realizar un estudio dedicado a la tradición republicana en Mallorca pero en las propias necesidades que presenta esta tarea acaba haciendo otra cosa de la que se propone. Queriendo hacer una historia de Mallorca, en realidad hace una historia desde Mallorca sobre la historia de las izquierdas en la isla, sí, Mallorca está, pero va mucho más allá de la misma. Y tiene mucho sentido que así sea, me explico. Cuando uno va a ver un período como la crisis de la Restauración (1898-1931) se da cuenta de que existen varias figuras mallorquinas que toman un protagonismo de primer nivel en diversas instituciones de poder y de relevancia pública en todo el Estado. Tanto en el poder central como en Barcelona y tanto de derechas como de izquierdas. Desde la persona que fue más veces presidente del Estado durante aquellos 30 años, Antonio Maura, a un Miguel de Sants Oliver que sería director de La Vanguardia durante casi veinte años, o un militar que comandaría la represión colonial de Cuba y acabaría siendo varias veces ministro de la Guerra. Ya la izquierda un Gabriel Alomar, ideólogo del catalanismo popular, primer presidente de la Unión Socialista de Cataluña y embajador de la República en varios países. Así la condición periférica o incluso de doble periferia, tanto de Madrid como de Barcelona, ofrecía una visión privilegiada en figuras con alta capacidad de pensar en zonas de frontera. Quizás por eso la única conmemoración de la Primera República en todo el Estado será precisamente en Palma en esta Ruta histórica por la Palma de la I República, a cargo de Catalina Martorell, quien precisamente ha escrito el epílogo de este libro.

Pero si alargamos la genealogía y echamos atrás, el texto pone de relieve un hilo rojo con una claridad impepinable. Aquí brilla como en ninguno de los otros textos el elemento biográfico de los protagonistas humanos de esa tradición política. Cuando Montemayor nos habla del siglo XIX, aparece la figura de Antonio Villalonga, alcalde de Palma durante la República de 1873, miembro importante del Partido Republicano Democrático Federal (PRDF), archivero y ya durante la Restauración, en 1875, sería encarcelado en Valencia. Hasta el final de sus días sería activo en la reconstrucción del republicanismo y participaría en la Unión Republicana de Nicolás Salmerón, junto al que sería manteado en Barcelona los días previos a la Solidaridad Catalana (de la que Salmerón sería cabeza de lista). Pero si subimos en su árbol genealógico, encontramos elementos relevantes. Su padre fue Francisco Villalonga Escalada, un liberal exaltado que debería haberse exiliado en París en 1823, que había prometido «entregar una guerra a muerte contra el antiguo régimen» y que habría contribuido a destruir conventos de la Inquisición en Mallorca. El asombro no disminuye si vamos a ver la descendencia. Su primer hijo también se llamaría Francesc Villalonga Fàbregues, y también sería alcalde de Palma, y ​​también durante un período republicano, en este caso, durante la Segunda República en 1931. Durante su mandato se establecería uno de los Planes Generales de Construcciones Escolares de la ciudad con las que termina el capítulo.

Un último elemento en el que en mi opinión despunta este tercer texto, y que conecta con el elemento de doble periferia como elemento de fortaleza, es la perspectiva con la que se plantea la relación entre el Principado, el País Valenciana y las Islas. Por un lado, el libro en sí es una prueba contra quienes niegan esta propia realidad existente, su interrelación y retroalimentación. El libro está lleno de muestras al respecto y es una de sus riquezas más fuertes. Por otro lado, también es un libro que plantea la rica diversidad y las paradojas en estas relaciones contra algunas visiones que han querido ver homogeneidades demasiado principatinocéntricas de esta realidad compartida. Aparte de la procedencia de los autores, este enfoque es algo que se nota que es de especial interés para los autores. Un ejemplo de estas paradojas que se han dado en nuestra historia aparece cuando Montemayor nos lleva al origen de la Izquierda Republicana Balear en 1934, «si bien el nombre podría hacernos pensar directamente en una referencia al ERC de Macià y Companys, y sin duda es un referente para todos ellos, la creación de ERB tiene más similitudes con la formación de la Esquerra Valenciana de Marco Miranda» y a continuación se añade una fuente primaria de Joan Sanxo donde afirma que «Imitamos Valencia, donde las izquierdas se han unido bajo la denominación de Esquerra Republicana del País Valencià con una completa independencia en su vida interna y en todos aquellos asuntos propios de Valencia, pero al mismo tiempo una íntima relación con el resto de fuerzas de la República, a fin de contribuir a una política general».

De la derrota histórica a la crisis del régimen: antifranquismo, transición y democracia

Finalmente, llegamos al cuarto capítulo donde el autor practica un deporte de riesgo consistente en recorrer un período que iría desde el Frente Popular hasta la crisis económica de 2008, pasando por el antifranquismo, la Transición, la construcción del Estado de las autonomías y el pujolismo en Cataluña para desembocar en la crisis de las izquierdas y su reconfiguración. No es poco, pero sólo un libro que haya sido pensado conjuntamente durante —y antes de— su escritura podría conseguir salir bien parado. Y así es ya la primera frase del capítulo nos indica una digestión de un autor que pese a la juventud destila gran madurez. «El republicanismo fue, conjuntamente con el anarquismo, una cultura política que, como tal, quedó aniquilada después de la Guerra Civil», afirma al inicio. Es importante cómo se empieza un texto. A partir de ahí, Eloi Gummà, hace una presentación divulgativa desde las raíces de este mundo previo al 39 hasta llegar a los setenta y la dinámica de reconstrucción de las izquierdas en Cataluña. Posteriormente, se llega a la Transición y se explica que «para todos estos sectores reaccionarios, la monarquía no era algo anecdótico sino que era el principal factor estabilizador que aseguraba una cierta continuidad con el régimen a través del mantenimiento de los aparatos de el Estado, así como como factor de contención y símbolo de preservación de la unidad y permanencia de su concepción de nación española». Sin embargo, como nos explica el autor, «la cuestión republicana es dejada en un segundo plano asumiendo que no representaba una prioridad estratégica» y sin embargo «la única institución republicana que se recupera durante el período es la Generalitat de Catalunya, restablecida el 29 de septiembre de 1977». A través de esta parte del capítulo, del que no vamos a desvelar más, aparecen citas de los protagonistas de este momento para las izquierdas, desde Tarradellas, Solé Tura y Alfons Comín.

A partir de aquí, el que es el capítulo más largo del libro hace un esbozo de la reconstrucción de la hegemonía conservadora en Cataluña eligiendo las elecciones de 1980 como nudo central explicativo del propio objeto de estudio. La victoria de Pujol en el 80 es planteada con una doble vertiente, por un lado, como sorpresa y por otro, como comienzo de una derrota histórica de la izquierda. En cuanto al elemento sorpresa: tanto en las elecciones generales del 77 como en las municipales del 79 y las autonómicas del 80 habían dado una victoria clara a las izquierdas y aún así tuvimos 23 años de pujolismo en el poder. Este cruce histórico, y todavía vacío historiográfico, fue una conmoción tan grande que tal y como me contó un historiador reconocido, «en casa pusimos un lazo negro muy grande en el comedor. Nadie lo esperaba». Este capítulo apunta a una dirección de estudio que acabará siendo una tesis doctoral.
 
El elemento generacional, la épica y Enzo Traverso
 
Escribía a Enzo Traverso en un libro recientemente publicado en Akal, Revolución que «los nuevos movimientos anticapitalistas de años recientes no están con sintonía con ninguna de las tradiciones de izquierdas del pasado. Carecen de genealogía. [...] no son una reacción contra el siglo XX: encarnan algo nuevo. Al ser huérfanos, deben reinventarse por sí mismos. Ésta es al mismo tiempo su fortaleza, porque no son prisioneros de modelos heredados del pasado, y su debilidad, porque están despojados de memoria. Surgieron como una tabula zanja y no han tenido que ocuparse del pasado. Son creativos, pero también frágiles, porque carecen de la fortaleza de los movimientos que, conscientes de tener una historia y comprometidos al inscribir su accionar en una poderosa tendencia histórica, encarnaban una tradición política. [...] Esto les ayudaba a luchar (ya veces a ganar) en los momentos más trágicos». Así, este libro impugna tanto como reconecta y delinea campos de estudio a profundizar en nuevas preguntas de nuestros nuevos presentes. No es casualidad, pues, el claro elemento generacional de los autores que han nacido entre 1993 y 1996.

Por último, quisiera destacar la importancia del libro y su valor en relación a un proyecto político republicano. Decía Walter Benjamin que "la memoria era la facultad épica que estaba por encima de todas las cosas y que únicamente gracias a una amplia memoria la épica podía apropiarse del curso de las cosas". Así, en esta recuperación en clave generacional de la memoria del republicanismo, pero también de todas las diversas raíces del árbol de las izquierdas, este libro debe acabar siendo una invitación. Un texto que invite a todo el mundo que quiera recuperar esta tradición, a difundir las diversas ramificaciones y a labrar un suelo de memoria para que pueda florecer de nuevo la épica política, esta vez, republicana.


Fuente → sobiranies.cat

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