Nietas de la República, una breve reseña
Nietas de la República, una breve reseña
Ivan Montemayor 
Una reseña de un mallorquín que vive en Barcelona de un libro escrito por un catalán de Sabadell sobre el Movimiento Laico y Progresista de Aragón. Puede parecer un chiste, pero es lo que se encontrará el lector a continuación. ¡Todo un reto!

 

Cataluña vive de espaldas a Aragón. Si bien las relaciones históricas entres ambos pueblos son de sobra conocidos, en la actualidad las relaciones de intercambio cultural son más bien escasas. O bien el Procés, o bien la reacción nacionalista española, o bien ambas (sería un asunto discutible) han levantado suspicacias que cuesta superar para comprenderse mutuamente.

Por eso tienen un gran valor que Jordi Serrano haya escrito Nietas de la República, 25 años del Movimiento Laico y Progresista de Aragón. El libro atraviesa durante sus casi quinientas páginas diferentes momentos del movimiento juvenil aragonés, reuniendo experiencias personales, datos de afiliación y un significativo uso de fuentes la hemeroteca. En algún momento llega a ser de carácter casi enciclopédico, debido a la cantidad de datos acumulados y su precisión año a año.

Si bien Serrano vuelve al PCE de la República para explicar el origen del asociacionismo juvenil de carácter progresista y como su completo exterminio por parte de la barbarie fascista obligó a los militantes antifranquista a inventar la sopa de ajo, el autor se centra en las últimas décadas de desarrollo de un asociacionismo juvenil ligado a una visión pedagógica laica y progresista. Una perspectiva, heredera en cierta manera de las escuelas racionales propuestas por Ferrer y Guardia, que debía ser una alternativa cultural a la hegemonía de la Iglesia Católica sobre un asunto tan central en cualquier sociedad como es la educación o las políticas de juventud. Una hegemonía institucionalizada que, aunque parezca mentira incluso hoy todavía debe ser cuestionada, en tanto la educación concertada, católica y elitista tiene un importante peso y recibe fondos que sin duda debería ir a la mejora de una educación pública, laica y popular.

Nos recuerda de qué manera proponía Manuel Vázquez Montalbán poner techo a la intemperie de una juventud atravesada por los derroteros de la reconversión industrial.

“En efecto, es útil todo lo que pueda dotar a la juventud de instrumentos de acción y creatividad, pero mucho más útil aún es comprender el papel alienante que el sistema otorga a buena parte de esos elementos (…) la juventud invitada a toda clase de paraísos artificiales antes de que descubra la inexistencia del paraíso.”[i]

El Movimiento Laico y Progresista de Aragón ha conseguido crear espacios para la juventud en diferentes aspectos culturales, y quizá uno a destacar sería la concienciación feminista y la tolerancia a la diversidad sexual. Los encuentros que realizan en la Nave de Torrellas como casa de colonias y centro de formación para asociaciones son una muestra del esfuerzo por constituir una alternativa de ocio formativa y alejada de voluntarismo caritativo católico.

De los diferentes peligros que ha afrontado el asociacionismo cultural juvenil, Serrano pone énfasis en el papel de las drogas en una sociedad caída en la anomia neoliberal, después de la transición y la desindustrialización de los ochenta. Tampoco se deja por mencionar como la llegada a las instituciones locales del PP, con una derecha renovada “aznarizada”, arrasa con la Casas de Juventud y lanza una campaña de desprestigio mediática. Es de sobra conocido el discurso neoconservador contra los chiringuitos y el despilfarro. Hay que eliminar todo gasto supuestamente politizado y superfluo. A no ser que hablemos del dinero que reciben sus organizaciones afines ya sean ultraliberales o ultracatólicas. Entonces no, entonces toca repartir.

Aragón y Cataluña no solo comparten el pasado medieval. Junto con Valencia y las Islas Baleares estuvieron juntos en el Pacto de Tortosa. Dicho Pacto Federal pretendía una coordinación de los federales de los diferentes pueblos, para construir la federación de a través del pacto. Más adelante, las tierras aragonesas fueron testigo de las más cruentas batallas de la Guerra Civil. La Batalla del Ebro como batalla final entre la resistencia antifascista y la catástrofe franquista. ¡Qué papel determinante tiene siempre Aragón en la historia española! Por si fuera poco, los aragoneses han perdido su idioma, la cual cosa para un mallorquín, catalán o valenciano es impensable. Pero nada es esa pérdida en comparación con la desaparición de sus pueblos, de su juventud y de su sociedad civil.  Acercar la realidad nacional y popular de Aragón y sus movimientos políticos y asociativos a las fuerzas transformadoras catalanas, valencianas y baleares sigue siendo una tarea pendiente en la actualidad. ¿Podremos construir lazos fraternales como en los mejores tiempos de las dos repúblicas que intentamos compartir?

Sin duda alguna, el trabajo que durante décadas ha desarrollado el Movimiento Laico y Progresista de Aragón recoge un hilo de experiencias anteriores y una capacidad creativa y autogestionaria que difícilmente puede sobrevivir hoy en día sin un mínimo de apoyo institucional y tampoco sin capacidad de memoria de lo aprendido por el camino. Ese el papel que escoge Jordi Serrano en este libro, ejercitar un oficio que conoce bien: el oficio de historiador.


[i] Prólogo de MVM a Las Casas de Juventud en España. Materiales de las II Jornadas de Casa de Juventud. Coordinado por Gemma Martin y Jordi Serrano, 1988.


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