Jacoba Casares García, republicana simpatizante del Frente popular, asesinada por criminales franquistas en Las Gabias (Granada) en 1936
Jacoba Casares García nació en 1890 en Láchar (Granada). Se casó con Cristóbal Gutiérrez Ramos, pero en 1936 ya era viuda, y vivía con su hijo Cristóbal Gutiérrez Casares. En Láchar, como en tantos sitios, “personas de solvencia moral”, denunciaban a convecinos que se habían posicionado políticamente como Republicanos. Jacoba había sido señalada por distinguirse como “propagandista del extremismo, era de ideal muy avanzado, simpatizante del llamado Frente Popular; profesaba ideas comunistas, muy asidua a cuantos mítines o reuniones de carácter extremista se celebraban en el pueblo, casi siempre era una de las primeras en acudir”.
Jacoba Casares García nació en 1890 en Láchar (Granada). Se casó con Cristóbal Gutiérrez Ramos, pero en 1936 ya era viuda, y vivía con su hijo Cristóbal Gutiérrez Casares. En Láchar, como en tantos sitios, “personas de solvencia moral”, denunciaban a convecinos que se habían posicionado políticamente como Republicanos. Jacoba había sido señalada por distinguirse como “propagandista del extremismo, era de ideal muy avanzado, simpatizante del llamado Frente Popular; profesaba ideas comunistas, muy asidua a cuantos mítines o reuniones de carácter extremista se celebraban en el pueblo, casi siempre era una de las primeras en acudir”.
En documentación emitida por los franquistas a principios de
los años 40, se describe que Jacoba Casares García “desapareció del
pueblo al iniciarse el movimiento nazional.” En realidad, Jacoba Casares
había sido víctima de una ejecución extrajudicial: La guardia civil fue
a apresar a su hijo Cristóbal, que era miembro del Partido Comunista,
pero había huido del pueblo, por lo que detuvieron a Jacoba,
encerrándola en el Castillo de Láchar. El 21 de agosto de 1936, Jacoba,
junto a otros vecinos del pueblo y de municipios colindantes, fue
trasladada a Las Gabias en uno de esos “camiones de la muerte”. En el
cementerio de Las Gabias fue cruelmente asesinada mediante fusilamiento,
siendo arrojado su cuerpo a una fosa común.
El 18 de marzo de 1937, Manuel Rodríguez Almagro, primer
alcalde de Láchar tras el golpe de estado, señaló que la vecina de esta
población “desapareció en julio”. El 14 de noviembre de 1941, el jefe
falangista de Láchar, Alejandro Cuesta, señala que “esta individua no
perteneció a ningún partido de izquierdas porque en esta localidad no
existían, pero siempre fue de ideas revolucionarias, en los primeros
días de nuestro movimiento fue detenida y puesta a disposición de la
autoridad militar, ignorándose su paradero». Hay que destacar que se
niega la mayor, señalando que en Láchar nunca hubo partidos de
izquierda.
En una 2ª pieza del expediente de Jacoba para la incautación de
sus bienes, del 18 de noviembre de 1941, firmado por el que en ese
momento era el alcalde, José Ávila Nieto, por primera vez se señala que
Jacoba fue fusilada por el bando franquista: “hoy se encuentra
desaparecida, sabiéndose por referencias que fue fusilada por las
fuerzas nazionales por su actuación marxista”. En su certificado de
defunción indica que murió a “causa de las heridas sufridas con motivo
del glorioso movimiento nazional».
Su hijo Cristóbal nació en 1915 en Láchar. Huyó del pueblo al
producirse el golpe militar para unirse como voluntario al ejército
Republicano, donde alcanzó la graduación de Sargento. Fue apresado por
los fascistas, y trasladado a un campo de trabajo forzoso franquista,
sin que se celebrara juicio, como tantos otros combatientes
Republicanos, vulnerando los acuerdos de la convención de Ginebra,
firmada en 1929 por el socio de los fascistas, Alfonso XIII.
Los Batallones de Trabajadores fueron un factor clave del sistema
represivo franquista a través de la explotación económica y la
humillación constante de los prisioneros de guerra.
Asesinaron a la madre de Cristobal y a uno de sus cuñados, y él
sufrió una brutal represión. Tuvo que huir de su pueblo para salvar la
vida, pero tuvo la conciencia y la dignidad de luchar con el ejército
Republicano por sus ideales, algo que nunca le pudieron arrebatar.
Finalizada la guerra pudo volver del campo de concentración a su pueblo,
donde entre otras cosas, le prohibieron coger leña “por haber sido
rojo». En Láchar se casó con Expectación Reyes Canuto, hermana de uno de
los vecinos de Láchar asesinados en Las Gabias.
Las víctimas nunca trasladaron estas historias a sus
descendientes para que no sufrieran más y no tomaran odio hacia los
vecinos que habían colaborado en estos crímenes. Un miedo psicológico
que llega a nuestros días. La represión y la estigmatización hacia la
familia de Cristóbal fue brutal y de por vida. Nunca quisieron hablar,
pero hoy sus descendientes lo recuerdan con orgullo.
Documento e imagen original extraídos por El Independiente de Granada del libro ‘Buscando
la redención. Las luchas por la tierra en Andalucía: Reforma agraria,
lucha de clases y represión franquista en Láchar (Granada)‘, de la historiadora Elisabeth Pardo Martín y el politólogo Tony Álvarez López
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