El papel de las mujeres de las JSUC y del PSUC en tiempos de guerra (1936-1939)

El papel de las mujeres de las JSUC y del PSUC en tiempos de guerra (1936-1939)

El 12 de abril de 1936 se produjo la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña (JSUC). Significó el primer paso para la creación del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) tres meses después. De ideología comunista, defendía un proyecto frentepopulista y su concepto de la revolución partía de la defensa de la república como prioridad. En la fundación del PSUC también había mujeres: Neus Català, Antònia Cervera Badia, Dolors Piera… En Barcelona, a principios de 1938, las psuqueras eran el 10,1%. La militancia en la capital catalana en octubre de ese año ascendió a 15.008 individuos, de los que el 19,5 % eran mujeres. No todas habían nacido en Cataluña. Algunas vinieron del resto de España cuando eran niñas o incluso adolescentes. Por lo general, provenían de familias de clase humilde.

Soledad Bengoechea

Unas jóvenes comunistas: las JSUC
 

El 12 de abril de 1936, durante un acto en el cine Grand Price de Barcelona, se produjo la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña (JSUC). Surgieron de la unión de las organizaciones juveniles de la Federación Catalana del PSOE, de Unió Socialista de Catalunya (USC), del Partit Català Proletari (PCP) y del Partido Comunista de Cataluña (PCC). De ideología comunista, las JSUC estaban emparentadas con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que habían sido creadas en fechas recientes como una unión de las juventudes comunistas y socialistas en el resto de España. Su comité ejecutivo se constituyó enseguida y en este órgano directivo había una mujer: la socialista Josefina Casals. Todo indica que la creación de las JSUC constituyó el primer paso para la creación del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) tres meses después.

Las chicas militantes de las JSUC, jóvenes, casi adolescentes, tuvieron gran protagonismo durante la Guerra Civil. Desfilaban ataviadas con el uniforme del partido: la blusa azul y corbata roja. Al empezar la guerra, el 18 de julio de 1936, los jóvenes se incorporaron masivamente al ejército y ellas se convirtieron en mayoría en la dirección del partido. Tenemos constancia de que, durante la guerra, más del 80% de su dirección eran chicas: Lina Òdena, Soledad Real, Isabel Vicente, Maria Salvo (Seudónimo: “Cionin”), Laia Berenguer, Teresa Pàmies, Margarita Abril y otras muchas formaban parte.

En la época de la guerra, las JSUC entraron en la vida política y revolucionaria de Cataluña y de España (dejando atrás la clandestinidad o la oposición sistematizada). Las jóvenes militantes colaboraron en el tema de organización de las guarderías y en los talleres de ropa de confección por los soldados. La sección femenina de las JSUC, además de realizar actividades de apoyo al frente (similares a las mujeres de más edad), en centros juveniles de los barrios barceloneses y en los pueblos, potenció la instrucción militar y la formación política con cursos y debates sobre marxismo.


La revista Companya, editada por la Unió de Dones de Catalunya
 
Las Mujeres del PSUC
 

El Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) fue fundado el 23 de julio de 1936 en el bar del Pi de Barcelona como resultado de la fusión de la Unión Socialista de Cataluña, del Partido Comunista de Cataluña, el Partido Catalán Proletario y la Federación Catalana del PSOE. De ideología comunista, defendía un proyecto frentepopulista y tenía una concepción determinada de la revolución, que partía de la defensa de la república como prioridad. Aunque a menudo no se ha tenido en cuenta, en la fundación del PSUC también había mujeres. Citemos algunas de ellas: Neus Català, Antònia Cervera Badia, Dolors Piera… Según el profesor José Luís Martín Ramos, la Unión Socialista desempeñó un papel fundamental, por no decir que decisivo, en el proceso de constitución del PSUC. ¿Es necesario deducir de esta afirmación que asumió el rol dirigente en la constitución del nuevo partido? Queda en una incógnita.

Con alguna excepción, tanto las mujeres de las JSUC como las del PSUC han sido marginadas por la historiografía. Hasta hace tan sólo unas décadas, la historia de Cataluña y del resto de España la escribieron mayoritariamente los vencedores de la Guerra Civil. La mayoría eran hombres y hablaban poco de la historia de estos partidos comunistas, pero sobre todo no citaban a las mujeres militantes. Figuraba que las que habían lidiado en la guerra, luchado contra el franquismo y los que habían sufrido persecuciones, exilio, prisiones y martirio habían sido sólo ellos. Esta invisibilidad femenina continuó presente también cuando este país se normalizó y los historiadores pudieron acceder a las fuentes y expresar la realidad del pasado histórico. Pero no es posible imaginar el trabajo de lucha y clandestino en esa época sin el concurso inapreciable de las mujeres.

La visibilización de las mujeres comunistas (que hicieron la guerra y sufrieron el exilio, la resistencia, las prisiones y la clandestinidad) se ha hecho de forma magistral a través de las entrevistas, de los libros de memorias o de las biografías. En general, han sido las plumas femeninas las que han sacado a la luz a las mujeres comunistas. Plumas de activistas que han escrito su historia o la de sus compañeras de militancia. También plumas de historiadoras o periodistas que han tenido la sensibilidad de hacer visibles a estas militantes.

 
Desfile en Barcelona en los primeros momentos de la guerra, en primer término mujeres de las milicias de la UGT (foto: Efe)
 
Unos datos sobre afiliación femenina
 

No resulta fácil conocer el número de mujeres que estuvieron afiliadas al PSUC en tiempo de guerra. La propia coyuntura bélica hacía muy difícil llevar a cabo una cuantificación escrupulosa sobre esta temática. Por suerte contamos con un trabajo que nos aclara esta cuestión. El historiador José Luís Marín Ramos ha analizado la afiliación de mujeres en el PSUC a partir de tres bloques de datos: los relativos a la ciudad de Barcelona, a la militancia del partido en 1937 y a los ingresos registrados en el primer y segundo trimestre de 1938. Señala que, el partido, sin la afiliación de la capital catalana ni los militantes integrados en el ejército y las fuerzas armadas, contaba en el primer trimestre de 1937 con 1.338 mujeres y 26.036 hombres (el 4,9% y el 95,1%, respectivamente).

En el tercer trimestre el porcentaje de mujeres había aumentado un 7,3%; incremento que se aceleró en los recuentos de ingresos en el primer y segundo trimestre de 1938: las mujeres sumaron en cada uno de estos períodos el 20% y el 37,5%. Sin embargo, esto puede haber sido a causa de las movilizaciones de quintas, que desplazaron hacia el frente a una parte importante de la militancia masculina.

 
Marina Ginestà en la terraza del Hotel Colón (foto: Juan Guzmán) 
 

El profesor Martín Ramos afirma que no existen datos generales sobre la presencia de hombres y mujeres en el ejército, que sólo hay algún dato de este tipo para la organización de Barcelona a finales de octubre de 1938.

Las mujeres en la organización del PSUC en Barcelona, a principios de 1938, eran el 10,1%. La militancia confirmada en la capital catalana en octubre de ese año ascendió a 15.008 individuos, de los que el 19,5 % eran mujeres.

Las mujeres integradas en el ejército, catalogadas como militares, eran tan sólo del 5,1%. Los militantes en la ciudad de Barcelona destacados en el frente suponían el 46% de la organización local.

Las conclusiones del autor: la militancia femenina en la ciudad de Barcelona fue superior a la de “comarcas” y significó más de una décima parte del total (hasta ese 12,6%, con una tendencia a crecer).


 

Por lo que se refiere al resto de Cataluña, la suposición es más aventurada, el autor lo desglosa por géneros hasta el tercer trimestre de 1937, después, no se sabe cuándo ellas se marcharon al frente y cuándo se refugiaron en la ciudad de Barcelona.

Martín Ramos finaliza diciendo que, con los datos de que se dispone, el 10% de militantes del partido eran mujeres (por encima de esa cota en Barcelona, y algo por debajo en el resto de Cataluña.

Al largo de la guerra, y a medida que aumentaba la militancia femenina, un puñado de mujeres se integraron en los órganos de dirección del PSUC. De las que tuvieron un protagonismo destacamos la propia Piera, Carme Julià, la primera que formó parte del Comité Ejecutivo en agosto de 1936; Eloína Malasecheverria, también del Comité Central; Caridad Mercader; Isabel Azuara, de la secretaría femenina de la Sección de Barcelona ciudad, y Teresa Pàmies, de la secretaría de las JSUC.



Retaguardia en tiempo de guerra
 

Las historiadoras Celia Cañellas y Rosa Toran en su trabajo “Las mujeres del PSUC en tiempo de guerra (1936-1939)” explican que el mismo 18 de julio de 1936, cuando se inició la guerra, el PSUC valoró el papel de las mujeres en tareas de ayuda al frente y propaganda para la resistencia, además de requerir su incorporación a puestos de trabajo antes masculinos. Las reivindicaciones de las militantes y la autocrítica de las dirigentes por su falta de reconocimiento facilitaron una progresiva asunción de responsabilidades en el partido y en las juventudes y una visibilización en actos de propaganda, a pesar de las reticencias de los propios camaradas que les achacaban falta de preparación y tenían temor a su competencia en los puestos de trabajo.

La responsable de Política y prensa en las milicias femeninas del PSUC resumió las diversas opciones que tenían las mujeres para contribuir a la victoria militar contra los facciosos. Ponía especial énfasis en los trabajos de cuidado y en los talleres para proveer de ropa a los soldados movilizados. Así, el tejido de jerséis y la confección de ropa de abrigo para los soldados se convirtieron en tareas habituales de las mujeres simpatizantes, además de los envíos de cartas, ropa, material, prensa y libros al frente, el apadrinamiento de soldados y el cuidado de niños en guarderías. Estas actividades no excluían la formación de Comités antifascistas y la preparación de mujeres para el uso de las armas, en caso necesario.


Cartel en memoria de Lina Odena (foto: El Independiente de Granada)
 

Desde octubre la reorganización de los ayuntamientos facilitó el acceso a los consistorios a militantes del partido, entre ellos algunas mujeres, la mayoría de las cuales asumieron responsabilidades en áreas vinculadas a la atención a los niños. Fue el caso de Maria Domènech y Rosa Pujol en Banyoles, Vicenta Agustín en Cornellà del Llobregat; Isabel Bueno, Angelina Compte y Àngela Moñino, en Girona, Aurèlia Pijoan en Lleida, Amelia Junoy y Carme Ribas en Mataró, Josepa Navarro en El Prat de Llobregat, Teresa Palau en Reus, Maria Noguera y Neus Pérez en Sant Feliu del Llobregat, Maria Tarrida en San Juan Despi y Joana Matia, en Alpens.

No faltaban motivos para incentivar a las mujeres a una mayor presencia pública. Los ataques aéreos de los aliados facciosos impulsaron a los colectivos femeninos a salir a la calle, y el sepelio de los muertos por las bombas lanzadas desde el crucero italiano Eugenio di Saboya, el 13 de febrero de 1937, se convirtió en una nutrida manifestación de luto que atravesó la ciudad. Cinco días después, grupos de mujeres se congregaron para ir de la plaza Cataluña a la Generalitat, donde las Mujeres antifascistas y la Secretaría femenina del Comité Central reclamaron las levas obligatorias y se ofrecieron a formarse para la sustitución de los movilizados.

El ambiente era propicio para la celebración de la Primera Conferencia de mujeres del PSUC en los días 13 y 14 de marzo de 1937. Iniciada con homenajes a las heroínas de 1934, Dolores Ibárruri “La Pasionaria” y Aida Lafuente, en Asturias, y Lina Odena, en Barcelona, tenía como objetivo dar voz y visibilidad a las mujeres, aunque el discurso inaugural fue pronunciado por Pere Ardiaca y que otros tres hombres, Antoni Sesé, Víctor Colomer y Rafael Vidiella, compartieron la mesa presidencial con Caritat Mercader ( más conocida como Caridad del Río), Carme Julià, Teresa Pàmies, Carme Martínez, Teresa Utrilla y Carmen Montillas.


Diario UGT 15 de marzo de 1937
 
Sucintas biografías de algunas Mujeres de las JSUC y del PSUC
 

A continuación se van a citar unas cuantas (pocas) biografías de mujeres del PSUC. Evidentemente se ha hecho una selección (algo siempre difícil) porque las militantes del PSUC eran muchas más, pero el espacio con el que se cuenta para hablar de ellas es escaso. Además, la mayoría son ilocalizables, la historia y el inevitable paso del tiempo las ha relegado a la invisibilidad. De las citadas se explica sobre todo algunas de las actividades que se conoce que llevaron a cabo durante la guerra. Las biografías están colocadas por orden cronológico de su nacimiento. Como se verá, no todas habían nacido en Cataluña. Algunas vinieron del resto de España cuando eran niñas o incluso adolescentes. Por lo general, provenían de familias de clase humilde. Los datos concretos desmienten las suposiciones, frecuentes pero no demostradas, que identificaban al partido unificado con una formación vinculada a las clases medias y defensora de sus intereses, al menos en tiempo de guerra.

Hay que decir, también, que la Unión Socialista de Cataluña desempeñó un papel fundamental, por no decir que decisivo, en el proceso de constitución del PSUC. Esto nos lleva a una reflexión: quizá el problema es separar a mujeres socialistas y mujeres del PSUC, porque buena parte de las mujeres psuqueras en los años de la guerra y primeros del exilio venían de las organizaciones socialistas.

Como se decía, teniendo en cuenta que no se dispone de mucha documentación, veamos el papel que algunas mujeres de las JSUC y del JSUC tuvieron durante los días de la guerra civil española (1936-1939).


Pepita y Elisa Úriz Pi cuando estudiaban Magisterio en Madrid a comienzos del siglo XX (Fondo Olga García Domínguez)
 

Empezamos por hablar de una mujer, Elisa Úriz Pi. Nació en el Valle del Egüés navarro, colindante con el término municipal de Pamplona, en 1893, y falleció en Berlín Oriental en 1979. De familia de clase media (su padre era capitán de infantería), estudió en la Escuela de Magisterio en Madrid y trabajó como profesora de música en las Escuelas Normales de Magisterio de Girona, Tarragona y Barcelona. Fue becada por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en Ginebra, donde estudió el método musical de Émile Jaques-Dalcroze. En su estancia en la Escuela de Girona coincidió un tiempo con su hermana Josefa, con la que llevó a cabo actividades sindicales que provocaron el traslado de Josefa a Lleida en 1921. Elisa contrajo matrimonio con el secretario general de UGT de Cataluña, Antoni Sesé y Artaso, asesinado en Barcelona durante los conocidos “Hechos del Mayo” de 1937. Con su hermana Josefa, impulsó la Unión de Mujeres Antifascistas en 1934 y ese mismo año formó parte de la delegación española (junto con Dolores Ibárruri e Irene Falcón) que participó en el Congreso Mundial de Mujeres Contra el Fascismo. Poco antes de empezar la Guerra Civil militaba en el Partido Comunista de Cataluña, después, junto con su hermana, ingresó en el PSUC. Durante la guerra civil, en Barcelona, se ocupó de la salvaguarda y educación de niños. En noviembre de 1937 fue nombrada secretaría administrativa del Secretariado Regional de UGT y delegada de la FETE en el Comité de Cataluña de UGT. Fue miembro de la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA), que estaba presidida por Dolores Ubárruri, “La Pasionaria”. Tras la derrota de la República pasó a Francia con su hermana, donde ambas engrosaron los primeros grupos de la Resistencia contra la ocupación alemana en París. El periodista e historiador Manuel Martorell ha publicado la biografía de ambas hermanas, ‘Pioneras: Historia y compromiso de las hermanas Úriz Pi’ (Txalaparta).

Veamos ahora el perfil de una comunista tarraconense, Dolors Martí Domènech (Tivissa 1901). Dolores provenía de una familia humilde, pero aprendió a escribir y escribía poesía en catalán y castellano correctamente. En 1933, durante la República, la familia se trasladó a la localidad de Salomón (Tarragonés) y Dolores creó allí la Agrupación Femenina del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a la vez que era activa sindicalmente en UGT. Cuando estalló la guerra, Dolores vivía en Reus. Entre los días 18 y 21 de julio, ella asumió la protección de algunos vecinos del pueblo temerosos de las iras de las guerrillas revolucionarias y consiguió que la iglesia fuera respetada y nadie sufriera ninguna agresión. El 15 de agosto, por decisión del marido, la familia se marchó a Llíria (Valencia) pero a finales de septiembre de 1936 incapaz de permanecer como simple espectadora de aquellos momentos históricos, Dolors volvió a Tarragona con sus hijos. Contactó con David Valle Peña y Josep Catalán, dirigentes del PSUC y de UGT que rápidamente la incorporaron a sus filas como oradora, protagonizando una impresionante campaña propagandística por los pueblos de la comarca. Durante los “Hechos de Mayo” de 1937 Dolores, como militante del PSUC, ocupaba un cargo en una secretaría del partido. Al oír los tiroteos que se registraban en la Rambla entre anarquistas y miembros del POUM contra militantes del PSUC, salió a la calle consiguiendo llegar a la Sede de UGT donde ayudó a curar los heridos.

Dolors Martí Domènech en Reus, en 1930 (foto: Wikimedia Commons)
 

Unos meses después, el 4 de noviembre de 1937, Dolors fue nombrada delegada del Departamento de Economía de la Región III de Tarragona que comprendía las comarcas del Alt Camp, Alt Penedès, Baix Penedès, Garraf y Tarragonès con una población de casi 175.000 habitantes. Durante los meses que ocupó el cargo, asumió grandes problemas derivados de los bombardeos y destrucción de fábricas. Dos días antes de la ocupación de Tarragona por el ejército franquista, Dolors marchó hacia el exilio.

El padre de la maestra Dolors Piera Llobera (Puigverd de Agramunt, 1910– Santiago de Chile, 2002) era maestro. Ella, Dolores, durante la Segunda República fundó la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT) y en 1936 fue una de las mujeres que participó en la fundación el PSUC. Piera fue secretaria de la Unión de Mujeres de Cataluña, organización fundada en 1937 en el marco de la Guerra Civil. Nombrada consejera municipal del Ayuntamiento de Barcelona en octubre del mismo año, fue la primera mujer que ostentaba este cargo, que tenía como finalidad atender las necesidades más urgentes de la población refugiada (en especial, de los niños y niñas que llegaban a la ciudad desde otros puntos de España que iban siendo ocupados por los franquistas). Terminada la guerra se exilió a Francia.


Por su parte, Maria Clariana Tous nació en Valls (Tarragona) en 1911 y era hija de Agustí Clariana Vallvé, un comunista que sería fusilado por el franquismo en el Camp de la Bota. En septiembre de 1936, cuando se constituyó el PSUC en Valls, ocupó el cargo de secretaria de Organización y Administración. En mayo de 1938 pasó a ostentar la cartera de la secretaria general. Tenía veintisiete años. Falleció en Barcelona en 1992.

Pongamos el foco en otra mujer pionera, Teresa Espuny Roig, que nació en Tortosa (Tarragona). Militó en UGT y PSUC de la localidad, desde donde entró en el gobierno de la ciudad, reorganizado después de los “Hechos de Mayo” de 1937. Como tal, fue la única mujer concejala que formó parte del consistorio tortosino de nueva mayoría psuquista, que gobernó la ciudad entre mayo y septiembre de 1937. A finales de septiembre abandonó el Ayuntamiento, al formarse un nuevo reparto de escaños que reincorporó el grupo cenetista local, gracias a las mediaciones de la Delegación de Orden Público de la Generalidad de Cataluña.

¿Qué decir de Montserrat Planas? Fue la única mujer que participó en el Consejo Municipal de Manresa durante el período revolucionario de la guerra civil (1936-1939). En enero de 1938 tenía el cargo de secretaria femenina del PSUC. En representación de este partido, desde el 30 de abril de 1938 formó parte del Consejo Municipal; después, a partir del 31 de mayo, hasta la fin de la guerra, trabajó en el departamento de Abastecimientos. El 6 de enero de 1939, veinte días antes de que el franquistas entraran por la Diagonal de Barcelona, participó en un acto que el PSUC celebró en el Teatro Conservatorio de la ciudad condal para animar a la población a la resistencia.


Neus Pérez Susin (segunda por la derecha) en el exilio en Francia
 

No olvidemos a Neus Pérez Susin. Nació en Barbusa en 1912 y a la tierna edad de nueve años ya trabajaba de pastora en el Pirineo aragonés. A los 15 años se trasladó a Sant Feliu de Llobregat a ejercer de criada y más tarde se incorporó como empleada en una fábrica de gaseosas. Durante la guerra, se incorporó a las JSUC. El grupo en el que estaba era muy activo: iba casa por casa para recolectar dinero con el fin de enviarlo al frente; hacía jerséis para enviar a los soldados; organizaba camiones para recoger la ropa de la frente y lavarla; proyectaba películas en el cine para recaudar dinero con las entradas; ayudaba a los campesinos a recoger trigo y colaboraba con otras actividades en favor del bando republicano. Neus formó parte del comité de colectivización de la fábrica textil de P. Roma. En 1938, el alcalde de Sant Feliu, Jesús Trabal, de la CNT, le propuso que se incorporara a la concejalía de Asistencia Social en manos del PSUC. Lo aceptó y se encargó de gestionar las cuestiones sanitarias, de alimentación y vestuario. Al caer la República, junto con tres amigas se exilió a Francia.

Hija de familia de agricultores, Lola Casadella Puig nació en Alcoletge (Lleida), en 1918. De jovencita se trasladó a Barcelona, donde estudió enfermería. Militaba en las JSUC y participó en la guerra luchando en el frente de Aragón con una unidad sanitaria organizada por la FETE, junto a la columna José Barrio, creada en Barcelona en julio de 1936, cuando comenzó la guerra. Exiliada en Francia, en 1944 los alemanes la internaron en el campo de concentración de Ravensbrück. Falleció en Lyón en el año 2002.

Teresa Pàmies interviene en el mítin festival de clausura de la semana de solidaridad de Cataluña con Madrid organizado por la sección catalana de Socorro Rojo Internacional y en homenaje a México y la URSS el 7 de marzo de 1937 (foto: ANC / Brangulí)
 

Tomás, el padre de Teresa Pàmies Bertran, seudónimo: “Núria Pla”, (Balaguer, Lleida, 1919), era un dirigente destacado del combativo y marxista Bloc Obrer i Camperol (BOC), que le transmitió desde muy pequeña sus ideas sobre la justicia y su visión de la vida. En sus memorias evoca cómo antes de la guerra ya permanecía activa junto a su padre y de cómo su primera lectura fue el Manifiesto Comunista. Teresa cursó estudios primarios. Tenía diecisiete años cuando la escogieron para ocupar el cargo de secretaria femenina del Comité Ejecutivo de las JSUC. Desde 1937 a 1939 fue dirigente de esta organización y, durante este mismo período, una de las fundadoras de la Alianza Nacional de la Dona Jove. Durante la guerra civil, colaboró como redactora en el semanario Julio (órgano de las JSUC). Fue muy activa visitando a los soldados en el frente. Al terminar la guerra se exilió en Francia.


Laia Berenguer y Lola Casadella
 

Laia Berenguer Puget nació en Sant Feliu de Codinas (Barcelona) en 1920. De familia humilde, dejó los estudios pronto y empezó a trabajar a los 13 años en la Fábrica Española de Tejidos. En julio de 1936, al ser sofocada la insurrección militar, Laia intervino activamente en la organización de las JSUC en Sant Feliu. Durante la guerra participó en el esfuerzo de guerra en las fábricas y en el campo. Asumió responsabilidades y fue elegida en su pueblo como responsable de las JSUC. Al caer la República, Berenguer pasó la frontera marchando a Francia con la brigada del comandante comunista Enrique Líster.

Citemos ahora a Carme Casas Godessart. Carmen nació en el Barrio de Alcalá de Guerra llamado Tormos (provincia de Huesca), el 25 de abril de 1921 y llegó a la localidad de Almacelles (Lleida) una fecha emblemática: el 6 de octubre de 1934. Tenía trece años. De familia muy humilde, en junio de 1936, un mes antes de estallar la guerra civil, Casas se afilió a las JSUC. En 1937 se trasladó con su familia a Barcelona y después, a Manresa, donde trabajó como ayudante de enfermería en una de las colonias industriales que había en la zona. En 1939 pasó la frontera camino de Francia a pie, hundiéndose en el barro y la nieve.

Prisión de Les Corts en 1942. María Salvo, sentada a la derecha de la monja (foto: archivo personal de María Salvo)

La derrota 
 

El año 1939, con la entrada de las tropas franquistas en los pueblos y ciudades de Cataluña, una gran parte de las jóvenes y mujeres comunistas, sobre todo las más comprometidas, tomaron la maleta y el fardo y se dispusieron a pasar la frontera con Francia. No era fácil atravesar los Pirineos. Tenían que enfrentarse a la nieve, internarse en el frío. Sorteando los rigores de los viajes, de los peligros. De las que se quedaron en Francia, muchas lucharon en la resistencia francesa contra los nazis. Fueron verdaderas heroínas. El peligro era inmenso. Si las detenían nadie las salvaba de sufrir salvajes torturas. Otras entraron enseguida en España para incorporarse clandestinamente a la organización, una decisión valiente y difícil, que no escondía un enorme riesgo. El PSUC tenía una estructura de partido que no desapareció con la guerra, y desde Francia se reorganizó y enviaba a militantes a España para iniciar la lucha antifranquista. Muchas de estas afiliadas fueron detenidas y sufrieron malos tratos, prisión, torturas. Como las que sufrió Maria Salvo que la dejaron incapacitada para ser madre. Algunas de las exiliadas llegaron a la URSS, y hubo quien luchó al frente del Este contra los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (¡una segunda guerra!).*

*Soledad Bengoechea, doctora en historia, es miembro del Grupo de Investigación Consolidado “Trabajo, Instituciones y Género” (TIG), de la UB y de Tot Història, Asociación Cultural.

(**) Dos trabajos sobre el tema previos a este artículo en:

BENGOECHEA ECHAONDO, Soledad: Les Dones del PSUC, Els arbres de Fahrenheit: biblioteca virtual, http://espai-marx.net

-: Trencant barreres. Dones pioneres a Catalunya al segle XX, Llop Roig. Llibres i Cultura i Tot Història Associació Cultural, 2022, pp. 102-127.

Agradezco al profesor José Luís Martín Ramos sus indicaciones sobre algunos aspectos de este tema.


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